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08 octubre 2020

El lenguaje como instrumento de dominación


"QUIEN PRETENDE MANIPULAR 
A LAS PERSONAS 
EMPIEZA POR MANIPULAR LAS PALABRAS"


"La realidad está definida con palabras. 
Por lo tanto, el que controla las palabras 
controla la realidad".

 "La conquista del poder cultural es previa 
a la del poder político, y esto se logra mediante la acción concertada de los intelectuales llamados 'orgánicos' infiltrados en todos los medios de comunicación, expresión y universitarios”.
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??????
"CONFINAMIENTO" prision domiciliaria
"NUEVA NORMALIDAD" nueva economia y contro de la poblacion
"DISTANCIAMIENTO SOCIAL" ¡ dispersense , nada de protestas ¡
"ASINTOMATICO" alejense unos de otros puedes ser "infectado"
.....
??????? 
 
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"La fundación de una clase dirigente equivale a la creación de una concepción del mundo".





johnpilger.com:

Cuando las sociedades avanzadas se despolitizan, los cambios se producen de forma tan sutil como espectacular. En el discurso del día a día, el lenguaje político está invertido, tal y como Orwell profetizó en 1984. «La democracia» es ahora un artefacto retórico. La paz es una «guerra perpetua». «Global» significa imperial.

El concepto de «reforma», que una vez resultó esperanzador, hoy equivale a regresión e incluso destrucción. «Austeridad» es la imposición del capitalismo extremo a los pobres y la concesión del socialismo a los ricos: un sistema bajo el cual la mayoría está al servicio de las deudas de unos pocos.

En las artes, la hostilidad a la verdad política se ha convertido en un artículo de fe burguesa.
Un titular del diario Observer prefigura «El periodo rojo de Picasso y por qué los políticos no hacen buen arte». Cabe mencionar que este titular se publicó en un periódico que saludaba el baño de sangre en Iraq a modo de cruzada liberal.

La incesante oposición de Picasso al fascismo se contempla como una nota a pie de página, de igual forma que el radicalismo de Orwell ha desaparecido del premio que se apropió de su nombre.

Hace unos pocos años, Terry Eagleton, entonces profesor de literatura inglesa en la Universidad de Manchester, consideró que «por primera vez desde hace dos siglos no hay poeta, dramaturgo o novelista británico que esté preparado para cuestionar los fundamentos del estilo de vida occidental».

Ya no se escriben discursos como los de Shelley a los pobres, sueños utópicos como los de Blake, condenas como las de Byron a la corrupción de la clase gobernante, ni hay un Tomas Carlyle o un John Ruskin que descubran los desastres morales del capitalismo.

Ni William Morris, Oscar Wilde, HG Wells o George Bernard Shaw conocen equivalentes hoy. Harold Pinter fue el último en alzar su voz

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Los grupos de interes de diferentes campos economicos y politicos doblan, modifican la verdad en favor de sus intereses y CREAN verdades poderosas para argumentar sus propositos.
La politica ha sido la alumna aventajada en el ejercicio de crear verdades ambiguas. 

"Igual que las palabras pueden cambiar verdades, nuevas verdades pueden cambiar palabras"


El filósofo Antoni Doménech
imparte la conferencia “El lenguaje como instrumento de dominación” en la Universidad de Verano de Socialismo 21

“Las clases dominantes han manipulado nuestro sentido común económico”


Políticos como Rajoy y Rubalcaba, economistas y periodistas, entre otros, repiten al referirse a la crisis de las deudas soberanas que el estado es similar a una familia y que, en consecuencia, ha de ajustar ingresos y gastos.
El corolario de esta argumentación es que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y, por tanto, ahora debemos ajustarnos el cinturón”.

Sin embargo, a juicio del filósofo Antoni Doménech, “esta metáfora (la asimilación del estado a una familia) no hace sino poner de manifiesto cómo las clases dominantes están manipulando nuestro sentido común”.

El catedrático de Filosofía Antoni Doménech,. formado intelectualmente bajo la influencia del filósofo marxista Manuel Sacristán, Doménech es actualmente editor de la revista “Sin Permiso”. Entre sus principales obras destacan “De la ética a la política. De la razón erótica a la razón inerte” (1989) y “El eclipse de la fraternidad. Una revisión republicana de la tradición socialista” (2004).

Aunque se hace pasar por evidente, por una cuestión de sentido común, la equiparación de un estado a una familia esconde una falacia, según Antoni Doménech. Es cierto que cuando una familia contrae una deuda, está forzada a su devolución y le condicionan los ingresos.

Pero el estado cuenta con muchos más recursos: 
el poder de recaudar impuestos, la capacidad de imprimir dinero fiduciario para pagar a los acreedores; además, si el estado decide reducir el gasto, esta decisión puede tener consecuencias en los ingresos (cosa que no ocurre con el ahorro familiar).
Por último, si el estado conserva su soberanía monetaria es técnicamente imposible que se le obligue a quebrar, aunque puede hacerlo por una decisión política propia.

Precisamente en este punto –la pérdida de la soberanía monetaria por parte de los estados- es donde radica el problema, y no –como suele afirmarse en la citada metáfora de sentido común - en que el gasto público supere a los ingresos.

Por ejemplo,
el endeudamiento público de Estados Unidos es de más del 100% del PIB, 
el de Japón se sitúa en torno al 200%; 
el de Inglaterra, cerca del 100% y 


Al no contar con soberanía monetaria, ni existir una autoridad fiscal común, los países de la Unión Europea –sobre todo los de la periferia, como España- se encuentran en manos de los mercados financieros.

Por eso el estado español paga un 7% de intereses en los bonos a 10 años, 
mientras que Estados Unidos y Japón abonan menos del 2%, e 
Inglaterra un 2,1%. 
Es decir, unas tasas de endeudamiento menor pueden implicar un pago de intereses superiores.
El catedrático de filosofía, cofundador y redactor de revistas como “Materiales” y “Mientras tanto”, pone asimismo el ejemplo de California, estado norteamericano que si se constituyera como entidad independiente, sería una de las diez grandes potencias del mundo. Sin embargo, las finanzas públicas de California se hallan técnicamente en quiebra.
No cuentan con soberanía monetaria –dependen del dólar- pero todas sus facturas e impagos los afronta finalmente Washington; ni siquiera California ha de emitir bonos de deuda específicos, ya que ésta se halla mutualizada por los Estados Unidos al 2% de interés”, subraya Antoni Doménech.
Es la diferencia entre un espacio monetario –Estados Unidos- con una autoridad fiscal única y, por tanto, capacidad de emitir deuda mutualizada, y la Unión Europea.

Lo que ha creado Europa, según Doménech, es “un verdadero monstruo”.
“De ahí que un pequeño problema (por su peso económico dentro de la UE) como el de Grecia, haya puesto en riesgo la economía europea e incluso el conjunto de la economía mundial; toda esta crisis institucional –que resquebraja los cimientos sobre los que se forjó la UE- tiene como trasfondo una gigantesca crisis del sistema capitalista; en este contexto, ahora mismo vemos como España es el foco de todas las tormentas especulativas”, agrega.

“ Europa vive un momento dramático y los remedios están resultando catastróficos”, a juicio de Antoni Doménech. Por ejemplo, “se ha creado un fondo de estabilidad financiero, teóricamente para adquirir deuda pública de los países en apuros, pero al mismo tiempo la legislación europea permite que actúen –de manera totalmente desregulada- los mercados de derivados financieros de impagos crediticios; en estos mercados opera la aristocracia financiera mundial; permiten apostar porque una situación vaya a peor, por ejemplo, la quiebra de Grecia; no hay más que repasar la trayectoria de Goldman Sachs para ver cómo una sociedad puede hacer fortuna apostando a pérdidas ”.

En la presente coyuntura, ¿abandonar el euro es la solución?
Antoni Doménech recuerda que se mostró contrario al ingreso del estado español en la moneda única y también al tratado de Maastricht, “pero romper con el euro en las circunstancias actuales será una catástrofe para todo el mundo, incluida Alemania, que podría perder, como mínimo, el 40% de su PIB”.
El euro corre peligro por la vertiginosa crecida de la prima de riesgo en los países de la periferia europea, pero esta amenaza genera también oportunidades para la izquierda. “Se abre una puerta, un amplio margen para un partido de izquierdas inteligente que sepa negociar y jugar sus bazas, como bien hizo Syriza”.

Otra cuestión que se plantea es la posibilidad de una quita de la deuda pública. “Si la situación empeora, cosa que ocurrirá, es éste uno de los escenarios previsibles”. A juicio de Doménech, “también en este punto la izquierda ha de hilar muy fino; no valen las respuestas meramente retóricas. A la hora de establecer una quita hemos de considerar que los Fondos de la Seguridad Social son tenedores de deuda pública española por valor de 60.000 millones de euros; habría que observar todos los matices y estudiar muy bien cómo se realiza la quita para que no se vean afectadas las pensiones”.

Así las cosas, el catedrático de Filosofía califica el momento económico actual de “muy crítico”. Tres circunstancias confluyen en el escenario global: una crisis europea –con España e Italia como eje de las turbulencias- a la que no se vislumbra salida; incluso un cambio en la posición de Merkel debería sortear el escollo añadido del Tribunal Constitucional alemán. En segundo lugar, la desaceleración económica en Estados Unidos, que podría conducir a una victoria de Romney en las elecciones de noviembre. Y, por último, la desaceleración de la economía china, con los efectos que ello pudiera tener en América Latina.

Además, “la financiación del consumo en Estados Unidos mediante deuda adquirida por China es un fenómeno que no volverá”.

En plena zozobra europea, ¿Cómo paliar en lo posible los efectos del cataclismo? Lo más urgente, según Antoni Doménech, es crear la unión bancaria europea y la garantía única de depósitos.


Se está produciendo una fuga masiva de capitales y depósitos de la periferia europea rumbo a Alemania; en el caso de España, a un ritmo que equivale al 50% del PIB anual, según reconoce la banca privada suiza en uno de sus informes; 
Si Grecia saliera del euro –y esta es la baza que supo jugar Syriza- se desencadenaría una fuga de depósitos a Alemania y, continuando con esta hipótesis, quebrarían la bancas española, italiana y también la alemana, que es acreedora de las demás”.

Si las cosas así ocurrieran, el Bundesbank no tendría dinero para rescatar a los bancos alemanes pues está atado a una deuda de un billón de euros con el Banco Central Europeo. El BCE pediría esta cantidad a Alemania para rescatar a los bancos de la periferia europea y, en ese punto, el país germano incumpliría el Target 2 (sistema de compensación de pagos entre los bancos centrales de la eurozona), lo que supondría la ruptura de la Unión Europea. En tal coyuntura, Alemania vería cómo mengua una parte notable de su PIB, al tiempo que confiscaría los depósitos bancarios de italianos, españoles y franceses que hubieran buscado refugio en aquel país.

Esta catarata de desastres “Alemania no se la puede permitir, pero puede que todo esto ocurra porque las elites políticas y económicas no entienden nada, como tampoco entendían lo que pasaba en los años 30; contra lo que dice el tópico, si Roosevelt adoptó medidas intervencionistas es porque le empujó el movimiento obrero norteamericano; Resulta una tragedia el funcionamiento de las elites en el capitalismo, son incapaces de adoptar ninguna medida eficaz”, explica el autor de “El eclipse de la fraternidad.

Una revisión republicana de la tradición socialista”.¿Qué alternativa podría plantear la izquierda? Según Doménech, “resulta indispensable hablar de crecimiento ”; sin esta idea, a juicio del docente, es muy difícil acumular energía transformadora. “Para impulsar reformas es necesario el crecimiento, como advirtió Keynes a Roosevelt en su día”. Ahora bien, “este crecimiento no ha de ser forzosamente destructivo, ya que puede venir de las inversiones públicas en tecnologías sostenibles o energías verdes; pero hace falta crecer para conseguir el pleno empleo y un empoderamiento mayor de la clase trabajadora; sólo así nos podremos plantear metas mayores”, concluye

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 lenguaje "politicamente correcto"

Negro, gordo, moro: 

las palabras prohibidas de la nueva censura























Vivimos en un mundo atenazado por el miedo a la ofensa de un chiste, una palabra o una idea, que antes pasaban por banales. El resultado es un nuevo y resbaladizo mecanismo de censura: la fiebre de la corrección política.






















Puede que usted encuentre motivos para ofenderse en este ensayo, pero debo advertirle: ése no es mi problema, sino el suyo. La ofensa es un proceso interno controlado por la presión social, pero usted decide lo que va a permitir que le amargue el día y lo que no.

Al menos, así de fácil había sido siempre hasta que internet nos dio la posibilidad de escuchar todos los puntos de vista a todas horas. Pero este bombardeo de opiniones, en apariencia saludable y enriquecedor, le resulta intolerable a millones de ciudadanos. Si las instituciones han reaccionado como siempre, con mecanismos de silencio como la Ley Mordaza, entre la masa social brota una censura nueva y resbaladiza, tan difícil de estudiar como de combatir. Quienes llaman a este proceso dictadura de lo políticamente correcto exageran; quienes ignoran la decadencia de la libertad de expresión están ciegos.
La cafetera se calienta desde por la mañana, mientras Twitter nos pone al corriente de la polémica del día, con la que miles de españoles harán como que se enfurecen un rato. La furia ciudadana puede desatarse por cualquier motivo, por banal que parezca. Y los medios, necesitados de clics, se dedican a propagar lo que de otra forma quedaría en griterío de red social.
En España, durante este año, TVE se vio obligada a pedir disculpas tras la emisión de un gag del humorista José Mota «en el que se frivolizaba sobre un enfermo terminal»; Blanca Suárez fue criticada por feministas porque su «excesivo escotazo contribuye al machismo»; el Ayuntamiento de Gijón suspendió un concierto de Francisco «por sus insultos» a la política Mónica Oltra; 50.000 personas exigieron el despido de un maestro «que se mofó de la muerte del torero Víctor Barrio». Y paro, porque si volcase la lista completa no quedarían páginas en la revista.
El resultado siempre será el mismo: gente compartiendo su indignación. Mucha indignación. Cada vez más indignación. El Nobel J. M. Coetzee explicó que la ofensa es el germen de todas las censuras. Si la susceptibilidad se multiplica, y las formas de expresarla tienden a infinito, las presiones también. Por una parte crece el miedo a molestar y por otra el deseo de silenciamiento. El dibujante Máximo dijo que la censura no es más que la herramienta de las sociedades censoras. ¿Es ése el tipo de sociedad al que nos encaminamos?





















Lenguaje. Si el humor es un campo de batalla, las palabras son obuses. En los últimos años, colectivos de lo más variopinto han confeccionado listas de términos ofensivos para que el resto de los hablantes dejen de emplearlos. Como si el celofán léxico hiciera desaparecer las injusticias y discriminaciones. La tuitera @LarisaOtero recoge por vicio muchas de estas manifestaciones curiosas. Por ejemplo, esta queja de un vegano: «Cada vez que escucho una canción y hablan de la policía, sueltan 'perros' como insulto y joden la canción. Dejad de usar eso, es especismo».
Dado que es demasiado difícil luchar contra cualquier clase de opresión, los defensores del lenguaje políticamente correcto dedican sus esfuerzos al estilo literario. Proponen sustituciones abigarradas para las palabras más comunes. En general, donde bastaría un sustantivo, introducen explicaciones concienzudas que dejan muy claro que el hablante es un manantial de respeto y tolerancia. Por ejemplo, «puto negro» vendría a expresarse como «persona de color y origen afroamericano en situación de explotación sexual».

Los defensores del lenguaje inclusivo llaman a este proceso normalización, pero ¿qué clase de normalidad consiste en sustituir palabras por definiciones? En este sentido, el escritor y académico Javier Marías es tajante: «Decir de alguien que es negro equivale para mí a decir que es rubio, pelirrojo o con pecas. No voy a utilizar en mi vida eufemismos absurdos como 'subsahariano' o 'afroamericano'. Los verdaderos racistas son quienes emplean estos términos. Son ellos los que ven algo malo o negativo en emplear 'negro'. Yo no».
No basta que un discurso sea respetuoso o razonable: la aparición de un término prohibido puede retratar al orador como un indeseable. La parte positiva de este modo de detección de agresores, como un GPS de la oratoria, es que evita al receptor del mensaje el esfuerzo de pensar.
Por supuesto, nadie debería permitir que un desaprensivo le insulte por su condición de mujer homosexual y africana. El problema es que la alergia a las expresiones está convirtiendo en insultos palabras que no lo eran, y dado que estas polémicas se filtran a los medios de comunicación, la neolengua políticamente correcta acaba abriéndose paso en las leyes.





















Censura institucional. La censura institucional, dice Coetzee, es una señal de debilidad del Estado. España no es todavía Estados Unidos pero va por el mismo camino. La censura aparece en los lugares más insospechados, por ejemplo en la Ley de Identidad y Expresión de Género e Igualdad Social y no Discriminación de la Comunidad de Madrid, (2/2016). Esta norma establece protecciones para los transexuales, desde la escuela al hospital pasando por la oficina, y representa un avance social innegable y positivo. El conflicto llega en el Título X.

Es infracción administrativa leve «utilizar o emitir expresiones vejatorias contra las personas o sus familias por su identidad y/o expresión de género en cualquier medio de comunicación, en discursos o intervenciones públicas o en las redes sociales». Negarse a retirar las ofensas convierte la falta en grave, y también la reincidencia. Se establecen multas entre 200 y 20.000 euros. Pero la ley no establece qué «expresiones» se considerarán vejatorias. Queda, pues, en manos del ofendido poner una denuncia. A partir de ahí, todo depende del juez.
Paralelamente, los políticos trabajan el asunto de la lengua inofensiva y a veces intentan domar con consejos las lenguas viperinas de los periodistas. En esta línea, el Ayuntamiento de Madrid publicó una guía en la que recomendaba a los medios un nuevo vocabulario para referirse a la prostitución. Entre otras muchas consideraciones, proponían tachar la palabra cliente cuando nos referimos a un putero y ofrecían a cambio, ojo al dato, demandantes de prostitución. Parece que a los políticos les gustaría mucho que el periódico suene como el BOE.
Dice Marías que «cuantas más palabras se consideran intolerables, vejatorias y demás, más vocablos quedan anatemizados y a veces prohibidos. En Estados Unidos ha habido gente despedida de su trabajo por utilizar tal o cual, como antiguamente lo podía perder alguien si decía 'follar' en público».
Posiblemente se refiera al cómico Lenny Bruce, que se suicidó con heroína en 1966 después de que el Estado lo condenase por decir la palabra fuck en sus monólogos. Según la definición estricta de «censura», podríamos decir que nadie censuró a Lenny Bruce. Los clubes dejaron de contratarlo por miedo a que dijera fuck, las revistas dejaron de hablar de él, y aunque sólo tuvo que pagar una multa, el precio por decir la palabra follar fue su fulminación.





















Los buenos. Hoy, una condena como la de Lenny Bruce nos parece patética y anacrónica. En nuestra sociedad del siglo XXI, desarrollada, respetuosa con las minorías y progresista, ya no está mal visto poner cachondo al personal. Otra cosa muy distinta es que un hombre heterosexual reaccione cuando algo le excita sexualmente.

La banda Novedades Carminha estrenó en septiembre un videoclip donde podíamos ver el pene del actor Sylvan Gavroche introduciéndose en las dulces cavidades de Amarna Miller, suponemos que con el consentimiento explícito de la chica y de gozo mutuo, como mandan los cánones del porno feminista. Todo iba bien, todo era felicidad e internautas agitando la sardina al ritmo de la música hasta que Andrea Levy dijo en Twitter que le molaba la canción.

Cuando Gavroche leyó que una diputada del PP alababa su arte, le respondió jocosamente con un tuit seguido de emoticonos: «¿Repetimos vídeo pero con Andrea?». De inmediato saltaron unas mujeres que acusaron al actor porno de acosador. Gavroche no tardó ni un segundo en disculparse. «Fue una cagada machista», dijo a los medios de comunicación, pero yo pensé que la cagada machista era en todo caso su disculpa.

Gavroche actuaba según los códigos del esencialismo ideológico, que es una de las bases de la nueva censura. Daba por hecho que Andrea Levy es una muchachita indefensa e incapaz de soltarle una fresca a quien ella considere que se ha pasado de baboso. ¿Necesitaba Levy que vinieran a defenderla? ¿Era pertinente la disculpa pública del actor por soltar una zalamería como esa? Si yo hubiera planteado estas preguntas en Twitter, habría encendido la mecha del debate. Como no me apetecía, le pregunté directamente a Andrea Levy.

«Creo que Gavroche hizo un tuit de buen rollo, sin pensar seguramente que otros puedan juzgarlo por su profesión», dice.
«La verdad es que no vi ni machismo, ni lascividad. Y créeme que de este tipo recibo habitualmente. No le di importancia porque creo que todo iba en buen tono y no entendí ni mucho menos que fuera un ofrecimiento real».
Pero el caso es que Gavroche quedó muy bien congraciándose con la supuesta víctima de sus abusos. Este un ejemplo perfecto para ilustrar cómo funcionan los guardianes de la moral, que siempre están dando la murga con lo que se puede decir y lo que no: toman cualquier episodio intrascendente por la nueva batalla de su ideología e irrumpen en la fiesta como las beatas de la liga contra el alcohol. El censor siempre ha creído actuar por el bien de la comunidad.





















Sociedad censora. Al concejal de Ahora Madrid Guillermo Zapata también lo persiguieron por unos chistes sobre Irene Villa pese a que la propia Villa aseguró que no estaba ofendida y que le hacía gracia el humor negro. Naturalmente, las palabras de la víctima de ETA no sirvieron de nada. Según el escritor y periodista Edu Galán, de la revista Mongolia, los moralistas actúan movidos por un mecanismo psicológico bastante básico: «Quien se ofende se coloca mentalmente por encima del ofensor. La frase 'yo jamás me reiría de esto que tú te ríes' no te está diciendo que eres un desalmado, sino que esa persona está muy contenta porque se siente superior a ti».

Los guardianes de la moral han sido siempre promotores de la censura. Ellos contribuyen a que vivamos en «una sociedad censora», como decía Máximo. En otros tiempos, la guadaña pertenecía al clero. Sin embargo, el desarrollo de la sociedad capitalista nos ha dado muchas más opciones donde volcar el fanatismo.

Este verano, asistimos a la persecución pública de la escritora Maria Frisa por su obra 75 consejos para sobrevivir en el colegio. Una horda de acusadores, en su mayoría sin haber leído el libro, exigieron a la editorial Alfaguara, por medio de una petición pública en change.org, que retirara el texto por «machismo» y «apología del acoso escolar». Frisa ponía en boca de un personaje de ficción, estudiante de 12 años, frases como: «¿Acaso es culpa mía que ella sea fea y no tenga novio?». Desoyendo los mensajes de numerosos intelectuales que recomendaban a la horda que se parase un momento a leer el libro completo, se reunieron nada menos que 33.000 firmas para prohibirlo.

La pesadilla de Frisa encontró espacio en todos los medios, buena parte de los cuales se limitó a reproducir los argumentos de los linchadores sin aportar el punto de vista contrario. Lejos de combatir las polémicas absurdas de internet, los periodistas las elevamos a categoría de noticia con titulares como éste, publicado en El Plural: «Rafael Hernando ofende a Andalucía». Y todo, por una frase en la que el bocachancla oficial del PP pedía sacar a la comunidad autónoma «del pelotón de los torpes». Cabría preguntarse si Andalucía es una persona que siente y padece, y qué lugar ocupa entonces cualquier andaluz que se niegue a molestarse por lo que diga un tipo como Rafael Hernando.

Humor. El humor es un decantado de la inteligencia, así que, en un mundo inundado por la idiotez, siempre acaba en el centro de la polémica. La matanza de Charlie Hebdo fue la primera consecuencia grave de hacer humor irreverente en un mundo globalizado. Veinte años atrás, unas caricaturas de Mahoma publicadas en una revista francesa se habrían quedado en Francia. Hoy, a miles de kilómetros de París, desataron las protestas violentas que culminaron con el atentado.
Las buenas costumbres recomiendan no hacer chistes de sidosos si la familia de Freddy Mercury está presente, pero internet ha convertido el planeta entero en la casa del ahorcado. Cualquier mindundi puede meterse en un lío de dimensiones geológicas por hacer un chiste bestia en una red social.

Hay quien asegura que, en una situación semejante, la solución es que seamos todos muy respetuosos. Me pregunto si mientras los islamistas acribillaban a Cabu, Charb, Elsa Cayat, Oncle Bernard, George Wolinski y Tignous, los dibujantes de Charlie Hebdo estarían pensando: «Seamos razonables: puesto que hicimos un chiste contra sus creencias, estos buenos musulmanes tienen todo su derecho a fusilarnos».
El comentario del Papa Francisco, dos días después del atentado, fue por ahí: si ofendes a mi madre, te partiré la cara. Manuela Carmena vino a sugerir lo mismo de otra manera: si nos respetáramos todos un poquito más luego no pasarían estas cosas. Pero a veces es tan difícil respetar a los fanáticos... Se negó a hacerlo el jordano Nahed Hattar y mientras escribo esto lo han asesinado a las puertas del tribunal de Amman, que iba a juzgarlo por una caricatura ofensiva para el Islam.
En España, el artista Eugenio Merino se salvó por los pelos de la quema. Después de sus problemas judiciales con la Fundación Francisco Franco por meter una imagen del dictador en una máquina de refrescos, tuvo que correr delante de las religiones monoteístas por una escultura que expresaba, más o menos, que ninguna de las tres le merece mucho respeto.
Dice Merino que «los creyentes siempre lo piden para sí mismos pero son incapaces de respetarme a mí, que no creo en nada. Siempre tenemos que aguantar sus procesiones y sus monsergas, y hasta aguantamos que se metan en la política por mucho que nos mosquee. Y nos aguantamos, vaya. Pero sigue pareciendo más ofensivo el chiste, la novela o la obra de arte».
El tuitero y escritor @Hematocrítico expone el dilema con elocuencia: «Hay gente que te dice que el humor no puede ofender a nadie. Eso es algo completamente imposible. A mí me pueden ofender los chistes de gordos o de calvos o de gallegos. A ti los de murcianos y modernos. ¿Y qué? Para mí, el verdadero límite del humor es la palabra humor. Tiene que hacer gracia».
Existe, sin embargo, un tipo de humor absolutamente respetuoso: llamémoslo humor democrático. Para que un chiste sea democrático debe evitar palabras injuriosas y temas conflictivos, como la muerte (mi abuelo está muerto y eso me ofende), las enfermedades (mi abuelo se murió por culpa de una), a las mujeres (mi abuelo tenía una), las profesiones (mi abuelo trabajaba), las localizaciones concretas (mi abuelo era de un pueblo) y los animales (mi abuelo ladraba).
El psicólogo Richard Wiseman encontró esta broma blanca y democrática con un experimento. Recogió 40.000 chistes en una web y pidió a los internautas que puntuasen sus favoritos. Puesto que unas personas puntuaban muy alto bromas que otros castigaban por ofensivas, el chiste ganador, el supuesto chiste más divertido del planeta, elegido democráticamente por cientos de miles de personas, resultó ser un juego de palabras desnatado, inocente y soso enviado por un psiquiatra de Manchester.
«Dos cazadores se encuentran en el bosque cuando uno de ellos se desploma. Parece que no respira y tiene los ojos vidriosos. El otro coge su teléfono móvil y llama al servicio de emergencia. '¡Mi amigo está muerto! ¿Qué puedo hacer?', pregunta, histérico. La operadora contesta: 'Cálmese, yo le ayudo. Lo primero es asegurarse de que su colega está realmente muerto'. Sigue un silencio y después se oye un tiro. De nuevo al teléfono, el cazador dice: 'Vale, ¿y ahora qué hago?'».
No existen estadísticas sobre los traumas incurables que ha podido provocar un chiste políticamente incorrecto o directamente abominable. Sin embargo, parece razonable decir que ni el chiste más bestia del mundo podría matar a una mosca... siempre que la mosca no trabaje en Charlie Hebdo.
Pero cada vez son más los contextos en los que la ofensa se identifica con el bien y la provocación con el mal. Ésta es la clave de la nueva ola de censura. Ni siquiera en un país pequeño como España, donde somos todos más o menos igual de gilipollas, hay consenso entre lo que es aceptable y lo que es intolerable, entre lo doloroso y lo inofensivo. Mientras el poder se blinda con técnicas propias de los tiempos del No-Do, las hordas censoras digitales sólo necesitan mover los dedos en la pantalla del iPad.

 Juan Soto Ivars         
09/10/2016

19 septiembre 2014

La DICTADURA De Lo POLÍTICAMENTE CORRECTO y EL ARTE de la DESINFORMACION

Uno de los grandes logros de la Democracia es haber sido capaz de garantizar la libertad de expresión y pensamiento para los ciudadanos. Pero en los ultimos aproximadamente 20 años el mundo llamemosle "desarrollado" ha sido victima, paso a paso, del robo de ésta. 

En los últimos años han comenzado a aparecer filósofos y escritores, que han puesto el dedo en la llaga, y al menos han sentado la base para comenzar a reconquistar la libertad de expresión y pensamiento que discreta y sibilinamente se nos ha ido usurpando.
 Short Story: Vladimir Volkoff's "The Ways of the Lord"
Uno de ellos ha sido Vladimir Volkoff, uno de los intelectuales franceses más relevantes de la segunda mitad del siglo XX. Nacido en París el 7 de Noviembre de 1932, hijo de emigrantes rusos, doctor en filosofía en la Universidad de Lieja, y profesor de lengua y literatura francesa y rusa en EE.UU., también fue profesor de inglés; autor de novelas y ensayos, funcionario del Ministerio de Defensa y militar durante la guerra de Argelia.

Es el primer escritor francés que ha dedicado parte de su trabajo a estudiar la manipulación informativa, y un pionero en explicar y definir el fenómeno que conocemos como “políticamente correcto”, tema de algunos de sus libros como:

La désinformation par l´image, Le montage, La désinformation; arme de guerre, Petite histoire de la désinformation, Désinformation; flagrant délit, y Le manuel du politiquement correct.
Falleció el 14 de septiembre de 2005 en Francia, y con él se ha ido uno de los mayores defensores de la libertad ideológica y de expresión del mundo democratizado.


En una entrevista realizada por Marc Vittelio, Volkoff explicaba la dificultad de definir lo políticamente correcto, por carecer de un verdadero contenido:

“Lo políticamente correcto, como tal, es de imposible definición puesto que carece de un verdadero contenido.
Su fundamento básico es aquello del ‘todo vale’.
En él encontramos restos de un cristianismo degradado, de un socialismo reivindicativo, de un economicismo marxista, y de un freudismo en permanente rebelión contra la moral del yo. Si comparamos el hundimiento del comunismo con una explosión atómica, diríamos que lo políticamente correcto constituye la nube radioactiva que sigue a la hecatombe”. Volkoff prosigue diciendo que lo políticamente correcto consiste en la observación de la sociedad y la historia en términos maniqueos. “Lo políticamente correcto representa el bien, y lo políticamente incorrecto representa el mal”.
 
No se contempla, sin embargo, que el bien o el mal deban ser el punto de partida, y que lo políticamente correcto sea lo que se deba adecuar al bien.

  “Si un pueblo es razonable, serio, muy vigilante en la defensa del bien común, es bueno promulgar una ley que permita a ese pueblo darse a sí mismo sus propios magistrados para administrar los asuntos públicos. Con todo, si ese pueblo poco a poco se degrada, si su sufragio se convierte en algo venal, si le da el gobierno a personas escandalosas y criminales, entonces resulta conveniente quitarle la facultad de conferir honores y volver al juicio de un pequeño grupo de hombres de bien”.      San AGustin

También hace referencia a que:

“Lo políticamente correcto no atiende a igualdad de oportunidades alguna en el punto de partida, sino al igualitarismo en los resultados en el punto de llegada”. Marcando la igualdad como objetivo final, eliminando el premio al mérito, al esfuerzo o a la capacidad. Haciendo prevalecer el concepto de igualdad final sobre el de justicia.

Volkoff afirma que lo políticamente correcto es consecuencia de la decadencia del espíritu crítico de la identidad colectiva, tanto social, nacional, religiosa como étnica. También señala a los intelectuales desarraigados como principales practicantes, aunque el contagio puede llegar a todo tipo de personas sin que estas sean conscientes de ello. Una vez ocurrido esto, la desintoxicación se observa complicada, puesto que los medios de comunicación son los encargados de llevarnos al contagio masivo y estos han adquirido una importancia desmesurada.



“El primer remedio consiste en tomar conciencia de que lo políticamente correcto existe y que circula sobre todo a través de nuestro vocabulario.
El segundo, sería tomar conciencia de que el ‘yo’ forma parte de un ‘nosotros’, y de que ese ‘nosotros’ debe proteger al ‘yo’ contra el ’se dice…’ políticamente correcto.
El tercer remedio consiste en poner en práctica la conciencia de renuncia a toda terminología políticamente correcta y a las ideologías sobre las que se apoya.

Por ejemplo, hay que decir ‘aborto’ en lugar de ‘interrupción del embarazo’, ’sordo’ en lugar de ‘deficiente auditivo’, ‘vejez’ en lugar de ‘tercera edad’, ’sinvergüenza’ en lugar de ‘inadaptado’. Un ‘docente’ nunca llegará a ser un ‘maestro’ “.
Volkoff incide en la terminología considerada políticamente correcta.
Estos eufemismos se fueron imponiendo con la intención de no ofender a las personas a quienes definían, sólo que su utilización envilecía aún más al término sustituido. Hoy ya no es posible decir viejo, minusválido o negro, ni siquiera ciego, sin sentir un rechazo social, y en su lugar se utilizan giros semánticos que tratan de ocultar su existencia como persona de la tercera edad, discapacitado, persona de color (no sabemos de qué color), o invidente; término, este último, que además disgusta a la mayoría de los ciegos.

 ¿realmente debemos creer, como lo he oído sostener, que el alma de la democracia radica en el despliegue de buena voluntad de la minoría que se subordina a la mayoría? 
Que Luis XVI haya sido condenado a muerte por una mayoría de cinco votos, que la Tercera República haya sido establecida por una mayoría de un voto, que el tratado de Maastricht - equivalente a abandonar la soberanía - haya sido adoptada por Francia por el 51% de los votos expresados no me inspira mucha confianza en la validez de estos actos, incluso y sobre todo desde el punto de vista democrático. 
Ante decisiones de graves consecuencias, ¿no hay ligereza en preferir la teoría abstracta que define qué cosa es una mayoría a la realidad concreta que ofrece opiniones divergentes?          Volkoff

Según Volkoff una persona políticamente correcta se considera a sí mismo tolerante, pero no practica la tolerancia. A veces ni siquiera con aquellos a los que supuestamente defiende. Sobre el origen o expansión del fenómeno, Volkoff afirma:

“Lo políticamente correcto es supranacional, como todas las enfermedades.
Si estamos en condiciones de afirmar que nació en determinadas universidades americanas, no es menos cierto que se expandió rápidamente por todo el mundo”. De origen anglosajón aterrizó en Europa, Volkoff afirmaba que los países donde más se han resistido a la infección son aquellos de religión cristiano-ortodoxa, en Europa del Este con reminiscencias comunistas.
Apunta el filósofo, como ejemplos, a Serbia y Rusia, por su posicionamiento ante determinados conflictos. En España, tardía pero ferozmente, se ha ido expandiendo entre los pseudointelectuales y la clase política, y hoy es difícil encontrar quién no esté o aparente estar contaminado con tal de evitar consecuencias negativas para su imagen. Ante la pregunta de cómo evitar la contaminación, el filósofo responde lo siguiente:

“Es verdad que lo políticamente correcto nos acecha y se presenta siempre con argumentos inocentes y de fácil asimilación. Se trata de rechazar su inocencia y repudiar esa facilidad de asimilación. Es necesario, así mismo, prevenirse contra el mimetismo de hablar como los demás. Repito, aún a riesgo de parecer pesado, el vocabulario políticamente correcto es el principal vehículo de contagio. En cualquier caso, hay que afirmar que lo políticamente correcto es una fe débil y que, como tal, no resiste a una enérgica aplicación del espíritu crítico. No hay que ser sumisos a los sentimientos y opiniones generalizados: el espíritu contradictorio más obtuso vale siempre más que la aceptación liberal del pasto mediático”.

El motivo por el cual debemos pensar o expresarnos en determinados términos se nos presenta como obvio. Es un “¿tú no lo entiendes?, los demás sí”. Pretende arrancarnos la posibilidad de reflexionar sobre lo que nos tratan de imponer, ya que determinados argumentos caerían por su propio peso al hacerlo. El nuevo modelo nos aleja de la religión argumentando conocimientos científicos, pero tras el abandono de la fe, nos obligan a creer, sin posibilidad de negarnos, en valores impuestos, introducidos con calzador en nuestras mentes, utilizando un vasto entramado publicitario y demagógico. Se sustituye al Dios de siglos anteriores y sus mandamientos, por el Oráculo de la Democracia que todo lo sabe y nos adoctrina “por nuestro bien”.

 Flers y Caillvallet no estaban equivocados al anotar maliciosamente que “la democracia es el nombre que le damos al pueblo cada vez que lo necesitamos”

Además muestra una especie de compasión cristiana, una posibilidad de mejora y redención para los hijos pródigos: delincuentes, criminales, terroristas, violadores… que obtienen un mar de teóricos derechos, mientras sus víctimas deben esperar en cristiana resignación lo que les aguarde el futuro, “rezando” porque no les vuelva a pasar; y mientras, los medios de comunicación, que tratarán con respeto singular a unos, caerán con la debida ferocidad contra aquellos que discrepen de lo políticamente correcto o exijan penas mayores, respaldándose en una ley a la que hay que rendir pleitesía aunque practique la indefensión de la sociedad. Volkoff remata sus aseveraciones hablando de las consecuencias que puede traer la imposición de lo políticamente correcto:

“Lo políticamente correcto prepara el terreno de forma ideal para las operaciones de desinformación y para la expansión de la mundialización. Cuando todo el mundo crea que las verdades pueden ser objetos de trueque, de que no existen ni verdades ni mentiras, el mundo estará preparado para recibir la misma propaganda, de participar de la misma pseudo-opinión pública fabricada para consumo universal.

Y esta pseudo-opinión pública aceptará cualquier acción, incluidas las más brutales que indefectiblemente irán en beneficio de los manipuladores”. Deberemos sentirnos agradecidos por no pasar hambre como los niños que nos presentan por la televisión, perdidos en un desierto de miseria, mientras la población crece dónde menos recursos hay.

Los occidentales, europeos, españoles; nos iremos amoldando a viviendas de 30 metros cuadrados y tendremos un hijo o medio, pero creeremos estar viviendo bien. Mientras, el mundo globalizado irá acercándonos los niños que pasaban hambre en el Sur convertidos en adultos para trabajar en los puestos que solidariamente les cederemos por considerar insuficiente su remuneración. Después, se impondrá la ley del mercado laboral, y las condiciones de trabajo se irán igualando… a la baja, así como los derechos y servicios. Europa irá armándose con mano de obra barata, hombres y mujeres necesitados de llevarse un pan a la boca; de ciudadanos acostumbrados a tener derechos no sólo sobre el papel y que un día se despertarán sin ellos; y de delincuentes de diversa ralea que en un mar de injusticia habrán estado pescando con el consentimiento de una sociedad en declive económico, pero sobre todo moral e intelectual.

Aquí, algunos de los manipuladores buscarán en el abc del liberalismo económico la forma de sacar cuantiosos beneficios monetarios. La globalización habrá creado un mercado mundial donde el ser humano vivirá bajo los designios de una democracia estéril, sin voz, acallada por lo políticamente correcto y con un voto dirigido. Los otros, los manipuladores de corte socialista, conseguirán fácilmente adhesiones, en una sociedad desesperada porque la guíen en la búsqueda de unas mejoras económicas, laborales y de derechos sociales, que habrá que volver a reconquistar mediante sangrientas revoluciones, fratricidas guerras y sufrimiento, y todo esto para volver a la situación que teníamos, que aún tenemos, y que la estulticia general nos obligó a abandonar. Evitarlo, sólo tiene un camino: recuperar el control sobre nuestra propia opinión.

 El suizo Amiel escribía: “La democracia descansa sobre esa ficción legal por la cual la mayoría no sólo dispone de la fuerza sino también de la razón, que posee al mismo tiempo sabiduría y derecho”. Una “ficción legal”: no sabríamos decirlo mejor. 

© José L. Casillas, 2008 Ldo. en Filología Hispánica -

EL ARTE DE LA DESINFORMACIONEl Montaje

Dialogo entre protagonistas de ésta novela:


"El Vademecum da diez recetas para la composición de informaciones tendenciosas. ¿Quiere conocer usted estas diez recetas?
—Me interesaría, sí.

La contra-verdad no comprobable, la mezcla verdadero-falso, la deformación de lo verdadero, la modificación del contexto, la difuminación con su variante: las verdades seleccionadas, el comentario apoyado, la ilustración, la generalización, las partes desiguales, las partes iguales.

—¿Podría darme algunos ejemplos?

—Voy a intentar recomponer la conferencia de mi monitor del cursillo. «Supongamos —decía él— el hecho histórico siguiente: Ivanov encuentra a su mujer en la cama de Petrov». (Alexandr se irguió: le disgustaban las gracias escabrosas. Los franceses no podían evitarlas. Bueno, pero con un ruso él había esperado no oírlas; sin ningún motivo, visiblemente, Pitman tenía un aire jocoso).
Voy a presentarles los diversos tratamientos que pueden aplicar a ese hecho si por tal o cual razón política desean divulgarlos de un modo tendencioso.

Primer caso. No hay testigos. El público no sabe qué hay en aquello y no posee ningún medio para informarse. Ustedes anuncian de buenas a primeras que es Petrov quien ha encontrado a su mujer en el lecho de Ivanov. Esto es lo que denominamos una contra-verdad no comprobable.

Segunda fórmula. Hay testigos. Ustedes escriben que el matrimonio Ivanov no marcha bien, y conceden que el sábado último, Ivanov ha sorprendido a su mujer con Petrov. Es verdad, añaden, que la semana anterior fue Ivanova quien sorprendió a su marido con Petrova. Se trata del procedimiento de la mezcla verdadero-falso. Las proporciones, evidentemente, pueden variar. Los muchachos de la intoxicación, cuando quieran "basar" al adversario, le dan hasta el 80% de verdadero por 20 de falso, porque es importante, a su nivel, que tal o cual punto falso preciso sea tenido por verdadero. Nosotros, los desinformadores y agentes de influencia, operamos sobre la cantidad, y hallamos, por el contrario, que un solo hecho verdadero y comprobable permite el paso de muchos que no son ni lo uno ni lo otro.
[...]

Tercer truco. Ustedes reconocen que la ciudadana Ivanova se encontraba en casa de Petrov el sábado pasado, pero ironizan en cuanto al tema del lecho. El mobiliario, comentan, no tiene nada que ver con el asunto. Más verosímilmente, Ivanova estaba sentada, simplemente, en una silla o en un sillón, quedando lo otro muy dentro de la manera de ser de Ivanov, que siempre tiene una tendencia excesiva a rodar bajo las mesas, a calumniar a su desgraciada esposa. ¿Qué quería que hiciese ella? ¿Que se dejara moler a palos por el borracho del marido? Ella habrá creído que era su deber refugiarse en casa de los Petrov, y, según todas las posibilidades, estaba acompañada por sus hijos, de escasa edad; finalmente, nada nos permite acusarla de haberlos abandonado a la merced de este bruto. Nada nos indica que la ciudadana Petrova no haya asistido a la entrevista Ivanova-Petrov, y ello hasta es probable, pues la escena se desarrollaba en la habitación que ocupan los Petrov, dentro del apartamento comunitario que comparten con los Ivanov. Es el truco de la deformación de lo verdadero.

Cuarto artificio. (Pitman contaba sobre sus dedos). Ustedes recurren a la modificación del contexto. Es cierto, dicen, Ivanov ha encontrado a su mujer en la cama de Petrov, pero ¿quién no conoce a Petrov? Es un monstruo de concupiscencia. No es imposible que haya sido condenado catorce veces por violación. Aquel día, encontró a Ivanova en el pasillo, arrojándose sobre ella, y arrastrándola hasta su casa, estando a punto de violentarla cuando, por suerte, el digno ciudadano Ivanov, al volver de la fábrica, donde una vez más se había ganado el premio de los tres mil tornillos colocados en dos horas y veinticinco minutos, hundió la puerta para salvar a su casta esposa de una suerte peor que la muerte. Y la prueba, proclamarán ustedes en voz muy alta, es que en la información inicial no se recoge ningún reproche dirigido por Ivanov a Ivanova.

Quinto procedimiento: el de la difuminación. Ustedes ahogan el hecho verdadero en una masa de otros informes: Petrov, dicen, es un estajanovista. un afamado tocador de armónica y un buen jugador de damas; nació en Nijni-Novgorod; fue artillero durante la guerra; regaló un canario a su madre al cumplir ésta los sesenta años; tiene queridas, entre ellas cierta Ivanova; le gusta el salchichón al ajo; nada bien de espalda; sabe hacer los pelment siberianos, etc.
Tenemos también una combinación, algo inverso a la difuminación: las verdades seleccionadas. Ustedes escogen en el incidente que deben recoger detalles verídicos, pero incompletos. Cuentan, por ejemplo, que Ivanov entró en casa de Petrov sin llamar, que Ivanova se sobresaltó porque es nerviosa, que Petrov pareció extrañarse de las malas maneras de Ivanov, y que después de haber intercambiado algunas observaciones sobre el extremado relajamiento de las costumbres, que constituye una de las secuelas del Antiguo Régimen, los esposos Ivanov se reintegraron a su hogar.

Sexto método: el comentario apoyado. Ustedes no modifican en nada el hecho histórico, pero sacan de él, por ejemplo, una crítica de los apartamentos comunitarios, que cada vez desaparecen con más rapidez, pero en los cuales los encuentros entre amantes y maridos tienen lugar con más frecuencia de la prevista por el plan quinquenal. Ustedes describen luego una ciudad moderna, en la que cada pareja de tórtolos tiene su estudio, donde ellos se pueden arrullar a su gusto, y pintan un cuadro idílico de la suerte envidiable que aguarda a los Ivanov.

La séptima astucia es otra forma de la sexta: es la ilustración, en la que se va de lo general a lo particular y ya no de lo particular a lo general. Ustedes pueden desarrollar el mismo tema: la felicidad de las parejas en las ciudades nuevas erigidas gracias a la eficacia bienhechora del régimen de los soviéticos, pero terminan con una declaración exclamativa como ésta: ¡Qué progreso sobre los antiguos apartamentos comunitarios, donde se desarrollaban escenas deplorables, como la de ese Ivanov encontrando a su mujer en la casa del vecino!

La octava táctica es la generalización. Por ejemplo: ustedes extraen de la conducta de Ivanova consecuencias que inducen a confusión sobre la ingratitud, la infidelidad y la lujuria femeninas, sin mencionar la complicidad de Petrov. O, por el contrario, aplastan a Petrov-Casanova, el vil seductor, y absuelven entre las aclamaciones del jurado a la infortunada representante de un sexo vergonzosamente explotado.

La novena técnica se llama: partes desiguales. Se dirigen ustedes a sus lectores y les piden que comenten el incidente. Publican una carta que condena a Ivanova, incluso en el caso de que hayan recibido cien, y diez que la justifican, aunque no hayan recibido más que esas diez.

Finalmente, la décima fórmula es la de las partes iguales. Encargan ustedes a un profesor universitario, polemista competente, querido del público, una defensa de los amantes en cincuenta líneas, y piden a un tonto de pueblo una condena de los mismos amantes, también en cincuenta líneas, lo cual establece su imparcialidad.
He aquí, Alexandr Dmitrich, lo que le facilitará una idea de lo que es la información tendenciosa y los ejercicios que le inducirán a hacer, evidentemente, sobre temas algo más serios.
[...]
—No, con toda seguridad. Le he dado diez recetas pueriles, a modo de ejemplo. Nosotros hemos elaborado centenares de procedimientos que podemos emplear conjunta o separadamente, toda una interpretación de la Historia, toda una Waltanschauung de la influencia, diría que casi una cosmogonía.

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(Entrevista con Vladimir Volkoff de Marc Vittelio - traducción de Damián Verde)

Vladimir Volkoff es doctor en filosofía, profesor de inglés, militar durante la guerra de Argelia, funcionario del Ministerio de Defensa y, más tarde, profesor de lenguas y literaturas francesa y rusa en Estados Unidos. Fue el primer escritor que Francia dedicó seriamente sus estudios a estudiar la manipulación informativa. Pariente de Tchaikovsky, es uno de los escritores mejor situados a la hora de explicar el concepto que conocemos como "políticamente correcto", tema de su último libro publicado en Editions du Rocher: "La désinformation par l’image".
Nos hemos encontrado con este autor que rezuma humor y cultura por todos sus poros y que nos ha prodigado algunos consejos para combatir ese veneno que ataca nuestra sociedad.

—¿Cuál es su definición de lo "políticamente correcto"?
—Lo políticamente correcto tal y como lo conocemos en la actualidad representa la entropía del pensamiento político. Como tal, es de imposible definición puesto que carece de un verdadero contenido. Su fundamento básico es aquello del "todo vale". En él encontramos restos de un cristianismo degradado, de un socialismo reivindicativo, de un economicismo marxista, y de un freudismo en permanente rebelión contra la moral del yo. Si comparamos el hundimiento del comunismo con una explosión atómica, diríamos que lo políticamente correcto constituye la nube radioactiva que sigue a la hecatombe.

—¿En qué consiste lo "políticamente correcto"?
—Lo políticamente correcto consiste en la observación de la sociedad y la historia en términos maniqueos. Lo políticamente correcto representa el bien y lo políticamente incorrecto representa el mal. El summun del bien consiste en buscar en las opciones y la tolerancia en los demás, a menos que las opciones del otro no sean políticamente incorrectas; el summum del mal se encuentra en los datos que precederían a la opción, ya sean éstos de carácter étnico, histórico, social, moral e incluso sexual, e incluso en los avatares humanos. Lo políticamente correcto no atiende a igualdad de oportunidades alguna en el punto de partida, sino al igualitarismo en los resultados en el punto de llegada.

—¿Quién lo inventó?
—Nadie ha inventado lo políticamente correcto: nace como consecuencia de la decadencia del espíritu crítico de la identidad colectiva, ya sea esta social, nacional, religiosa o étnica.

—¿Quién lo practica?
—Lo políticamente correcto es de uso común entre los intelectuales desarraigados, pero como es contagioso, es normal que otras personas estén contaminadas sin que por ello sean conscientes de ello.

—¿Cómo podemos desintoxicarnos?
—La desintoxicación es difícil, en la medida en que vivimos en un mundo en el que los media (y la palabra media es, en sí, un barbarismo políticamente correcto) han adquirido una importancia desmesurada y son precisamente éstos los encargados del contagio masivo. El primer remedio consiste en tomar conciencia de que lo políticamente correcto existe y que circula sobre todo a través de nuestro vocabulario. El segundo, sería tomar conciencia de que el "yo" forma parte de un "nosotros" y de que ese "nosotros" debe proteger al "yo" contra el "se dice..." políticamente correcto. El tercer remedio consiste en poner en práctica la conciencia de renuncia a toda terminología políticamente correcta y a las ideologías sobre las que se apoya. Por ejemplo, hay que decir "aborto" en lugar de "interrupción del embarazo", "sordo" en lugar de "deficiente auditivo", "vejez" en lugar de "tercera edad", "sinvergüenza" en lugar de "inadaptado". Un "docente" nunca llegará a ser un "maestro".

—¿Cuáles son los estragos producidos por lo "políticamente correcto"?
—Consisten fundamentalmente en confundir el bien y el mal, bajo el pretexto de que todo es materia opinable.

—Aparte de la nación, ¿cuáles son los blancos predilectos de lo "políticamente correcto"?
—Los blancos predilectos son la familia, las tradiciones y, sobre todo, la creencia en ello, puesto que para lo políticamente correcto solo hay una verdad y lo demás es falso.

—¿Tiene usted la impresión de que Francia es uno de los países más tocados por lo "políticamente correcto"?
—Lo políticamente correcto es supranacional como todas las enfermedades. Si estamos en condiciones de afirmar que nació en determinadas universidades americanas, no es menos cierto que se expandió rápidamente por todo el mundo. Quizá en los países de tradición cristiano-ortodoxa se resiste más y mejor a esta epidemia, probablemente debido a la propaganda comunista, quizá a la propia fe religiosa. Lo hemos visto recientemente con los casos de Serbia y Rusia.

—¿Cómo detectar a una persona "políticamente correcta"?
—Una persona políticamente correcta se considera a sí misma tolerante, pero no practica la tolerancia...

—¿Cómo evitar la contaminación?
—Es verdad que lo políticamente correcto nos acecha y se presenta siempre con argumentos inocentes y de fácil asimilación. Se trata de rechazar su inocencia y repudiar esa facilidad de asimilación. Es necesario, asimismo, prevenirse contra el mimetismo de hablar como los demás. Repito aún a riesgo de parecer pesado, el vocabulario políticamente correcto es el principal vehículo de contagio. En cualquier caso, hay que afirmar que lo políticamente correcto es una fe débil y que, como tal, no resiste a una enérgica aplicación del espíritu crítico. No hay que ser sumisos a los sentimientos y opiniones generalizados: el espíritu contradictorio más obtuso vale siempre más que la aceptación liberal del pasto mediático.

—Según vd., ¿cuáles pueden ser las consecuencias a corto y medio plazo del triunfo de lo "políticamente correcto"?
—Lo políticamente correcto prepara el terreno de forma ideal para las operaciones de desinformación y para la expansión de la mundialización. Cuando todo el mundo crea que las verdades pueden ser objetos de truque, de que no existen ni verdades ni mentiras, el mundo estará preparado para recibir la misma propaganda, de participar de la misma pseudo-opinión pública fabricada para consumo universal. Y esta pseudo-opinión pública aceptará cualquier acción, incluidas las más brutales que indefectiblemente irán en beneficio de los manipuladores.

(Obras de Vladimir Volkoff sobre la manipulación de la información: "Le montage", "La désinformation, arme de guerre", "Petite histoire de la désinformation", "Désinformation, flagrant délit", "Manuel du politiquement correct" y "La désinformation par l’image").-


Lo políticamente correcto y la metapolítica
Por Alberto Buela


En estos días nos ha llegado desde varios lados un reportaje al militar franco-ruso, ahora devenido ensayista, Vladimir Volkoff sobre lo políticamente correcto. Las respuestas que da Volkoff son acertadas pero insuficientes, pues él limita lo políticamente correcto a un problema del decir: "circula a través de nuestro vocabulario. El vocabulario políticamente correcto es el principal vehículo de contagio".
Es cierto que lo políticamente correcto, en inglés denominado political correctness, tiene que ver con una forma de decir; por ejemplo a un negro llamarlo "hombre de color", hablar de interrupción del embarazo en lugar de aborto, invidente en lugar de ciego. Pero hay que dar un paso más en busca de su fundamento, sino simplemente nos quedamos en la descripción del fenómeno.
Así lo políticamente correcto es todo eso que dice Volkoff: el "todo vale", el cristianismo degradado, el socialismo reinvindicativo, el freudismo antimoral, el economicismo marxista, el igualitarismo como punto de llegada y no de partida, la decadencia del espíritu crítico, lo practican los intelectuales desarraigados, confunde el bien y el mal. Pero todo ello no alcanza para asir su naturaleza, esencia y fundamento. Incluso Volkoff afirma que: es de imposible definición.

Además, está el hecho bruto e incontrovertible de que existen temas y problemas políticos de mucho peso en la historia del mundo que no son tratados por ser políticamente incorrecto hacerlo, por ejemplo: el poder detrás de las finanzas internacionales y los medios masivos de comunicación o el poder de las sectas e iglesias cristianas al servicio del imperialismo. Vemos con estos solos ejemplos como lo políticamente correcto no se limita al decir o al dejar de decir, como sostiene Volkoff.
Además hay temas y muchos, que no son tratados ni mediática ni privadamente por ser políticamente incorrectos: la jerarquía, el disenso, la disciplina, el arraigo, la pertenencia, las virtudes, el deber, el heroísmo, la santidad, la lealtad, la autoridad, etc.
Nosotros sin embargo creemos que lo políticamente correcto se apoya y tiene su fundamento en el denominado pensamiento único. Pensamiento que encuentra su justificación en los poderes que manejan y gobiernan este mundo terrenal y finito que vivimos hoy.
Podemos definir lo políticamente correcto como la forma de hacer y decir la política que se adecua al orden constituido y al statu quo reinante. Es por ello que el simulacro y el disimulo, la amplia calle de la acción y el discurso político contemporáneo, tiene en lo políticamente correcto su mejor instrumento. Hoy la política es entendida y practicada como "un como sí" kantiano. Se piensa y se actúa "como si " se pensara y se actuara de verdad. Es por ello que los gobiernos no resuelven los conflictos sino que, en el mejor de los casos, los administran. Nos tratan de mantener siempre en una pax apparens como agudamente ve Massimo Cacciari, el filósofo y actual intendente de Venecia.
¿Y por qué hablamos de pensamiento único? Porque hay una convergencia de intereses de los distintos poderes que manejan este mundo que necesita ser justificada y su justificación se halla en el pensamiento único, que está constituido por el pensamiento social, política y académicamente aceptado.

Esto prueba como lo han demostrado intelectuales "políticamente incorrectos" como Michel Maffesoli, Massimo Cacciari, Danilo Zolo, Alain de Benoist, Günter Maschke, y tantos otros, que existe una "policía del pensamiento" (los Habermas, Eco, Henry-Levy, Gass, Saramago -en nuestro país los Aguinis, Sebrelli, Verbisky, Feinmann, Grondona, etc.-) que determina en forma "totalitariamente democrática" quienes son los buenos y quienes los malos.

A quien se debe promocionar y a quien denostar o silenciar. Es le totalitarisme doux propre des démocraties occidentales del que nos habla Mafffesoli.
Esta policía del pensamiento es una, como es uno el pensamiento único y como lo es también uno el sistema de intereses de los poderes mundiales, más allá de sus aparentes diferencias ideológicas.

Perón a esto lo llamaba sinarquía, que el pensamiento políticamente correcto se encargó de negar y burlarse.
No se puede hablar en profundidad de lo political correctness sin estudiar aquello que constituye la pensée unique tan bien descripta por Alain de Benoist, Ignacio Ramonet o Vitorio Messori. Y no se puede hablar del pensamiento único sin hacer referencia a la unitaria madeja de intereses que sostiene el funcionamiento de los poderes indirectos, en muchos casos más poderosos incluso que los mismos Estado-nación. Todo ello a su vez tiene una fuerza coercitiva que es "la policía del pensamiento" que funciona en forma aceitada hasta en el último pueblito de la tierra.

Esta tenaza poderosa de dinero, poder político y prestigio intelectual es la que presiona sobre la vida de los pueblos para el logro de la homogenización del mundo y las culturas en una sola.

Esta tenaza es la expresión acabada de un mecanismo perverso de alienación existencial de las naciones que pueblan la tierra. Y es en vista a la denuncia de este mecanismo perverso, donde se juntan lo políticamente correcto, el pensamiento único, los poderes indirectos y la policía del pensamiento, que buscamos hacer una observación crítica a lo sostenido por Volkoff.

La tarea de desmontaje de lo políticamente correcto es una tarea correspondiente stricto sensu a la metapolítica pues esta disciplina con el estudio de las grandes categorías que condicionan la acción política de los gobiernos de turno es la que nos brinda las mejores condiciones epistemológicas para el conocimiento de aquello que nos hace padecer lo políticamente correcto como vocero del pensamiento único impuesto a su vez por la policía del pensamiento.

Lo políticamente correcto al transformar sus propuestas y temas en "el lugar común", puede ser desarmado con el uso de la metapolítica que para Giacomo Marramao " convierte a la divergencia en un concepto de comprensión política ". Con lo cual llegamos finalmente a constatar que para comprender acabadamente la política y lo político estamos obligados a desmantelar el andamiaje de este círculo vicioso conformado por lo políticamente correcto, el pensamiento único, los poderes indirectos y la policía del pensamiento que se retroalimentan entre sí en una totalidad de sentido, que en nuestra opinión produce ese gran sin sentido que caracteriza a la política mundial de nuestro tiempo.

28 agosto 2013

Manipulacion Subliminal - entrevista a autora -MARKETING

 TEMAS:
0 El IMPUESTO "ROSA"
1 ORIGEN DEL MARKETING Y DEL CONSUMO DE MASAS
2 MANIPULACION SUBLIMINAL

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0  El “impuesto rosa”


según el cual la mujer pagaría más que el hombre por idénticos productos de consumo diario, como las hojas de afeitar, cremas humectantes o la tintorería, sin que exista una justificación al sobreprecio por la calidad o el servicio prestado.


A modo de ejemplo,  las hojas de afeitar. La mujer paga 0,8 centavos más que el hombre pero sólo por un paquete 5 afeitadoras, mientras que el hombre obtiene un paquete de 10 unidades por menos dinero.

Lo mismo ocurre con los cepillos de dientes, las cremas humectantes, la espuma de afeitar o el desodorante: incluso si el tamaño del producto es mayor para el hombre, la mujer paga más.

¿Por qué un corte de pelo para mujer es más caro aunque tenga el cabello corto?
¿Por qué limpiar una blusa de mujer en una tintorería sale más caro que lavar una camisa de hombre?

... matrículas de gimnasio variables si el futuro socio es hombre o mujer, hipotecas iguales pero distintas y coches que adecuan su precio al sexo del consumidor..


3 ejemplos de impuesto rosa en Mejico:

1. Rastrillos para afeitar: un paquete de 4 rastrillos Gillete Prestobarba 3 tiene un costo de 108 pesos, pero la versión “para ella”, en color rosa, cuesta 2 pesos más. En la marca Bic, el paquete de 4 piezas para hombre cuesta 59 pesos, contra 65 del equivalente para mujer. *

2. Fragancias: la fragancia Carolina Herrera Eau de toilette para dama de 100 ml. tiene un costo de 1550 pesos, mientras que la versión para caballero cuesta 1390. De la misma marca, la fragancia 212 Eau de toilette de 100 ml. cuesta 1390 pesos para mujer y 1330 para hombre.

Más ejemplos que han sido identificados por otros medios de comunicación: desodorantes, cremas faciales, cortes de cabello, analgésicos (con frecuencia, aquellos que se venden para aliviar los dolores menstruales tienen los mismos ingredientes que los demás, pero su costo es mayor), prendas de tallas extras y hasta la tintorería, donde las prendas de las mujeres suelen limpiarse por un precio más elevado.

 El blog de accesorios de lujo The Purseblog se chivaba a sus lectores hace algunos meses de un desequilibrio mayúsculo de estirpe textil.

Una mochila de la firma Valentino se vendía en la sección femenina de unos grandes almacenes por 2.354 euros -revelaba el estudio llevado a cabo por los responsables de la bitácora- y en la masculina de otro centro por 150 euros menos.  
Las características del producto eran idénticas.

Descubrieron también que carteras y mochilas de importantes casa de moda orientadas a mujeres solían marcarse con precios superiores a las que figuran en la sección de caballero, iguales en diseño y habitualmente mucho más grandes. Da igual que en ellas se haya invertido más tela. Que hayan supuesto más recursos durante su proceso de fabricación. El coste, al final, es menor.

En Estados Unidos, donde movimientos feministas ya alertaron sobre una “women tax”


1 ORIGEN DEL MARKETING Y DEL CONSUMO DE MASAS



 El término ‘consumo’ tiene raíces etimológicas tanto inglesas como francesas. En su forma original consumir significaba destruir, saquear, someter, acabar o terminar. Es una palabra forjada a partir de un concepto de violencia y, hasta el presente siglo, tenía tan sólo connotaciones negativas. 
 A finales de los años 20 la palabra se empleaba para referirse a la peor de las epidemias del momento:
latuberculosisEn la actualidad, el americano medio consume el doble de lo que podía consumir a finales de la segunda guerra mundial.
La metamorfosis del concepto de consumo desde el vicio hasta la virtud es uno de los fenómenos más importantes observados durante el transcurso del siglo XX.

 El fenómeno del consumo de masas no se produjo de forma espontánea, ni fue tampoco la consecuencia inevitable de una insaciable naturaleza humana. Más bien al contrario.

Los economistas de fin de siglo observaron que los trabajadores se conformaban con ganar lo justo para vivir y para permitirse algunos pequeños lujos básicos, y que preferían tener más tiempo de ocio en lugar de ingresos adicionales como consecuencia de una mayor cantidad de horas de trabajo.

De acuerdo con los economistas de la época, como, por ejemplo, Stanley Trevor y John Bates Clark, a medida que los ingresos de las personas se incrementaban, su empleo era cada vez menor, provocando, por lo tanto, que cada uno de estos incrementos fuese menos deseable.

 El hecho de que los trabajadores prefiriesen cambiar horas adicionales de trabajo por horas adicionales de ocio se convirtió en una gran preocupación para los hombres de negocios cuyos inventarios de bienes se hacinaban rápidamente en sus plantas de fabricación y en sus almacenes por toda la nación.

 Con un creciente número de trabajadores sustituidos a causa de las nuevas tecnologías, que permitían considerables ahorros de mano de obra, y con los niveles de producción en franco crecimiento, la comunidad empresarial empezó a buscar de forma desesperada nuevas maneras para reorientar la psicología de aquellos que todavía disponían de capital llevándolos a lo que Edward Cowdrick, consultor en relaciones industriales de aquella época, definió como “el nuevo evangelio económico del consumo”.

 La transformación del americano medio de una psicología basada en el consumo, se mostró tarea ardua y difícil. La ética protestante del trabajo, que había dominado el comportamiento del americano de frontera, estaba profundamente enraizada en el comportamiento general. 

La moderación y el sentido del ahorro eran piedras angulares en el estilo de vida americano, parte fundamental de la inicial tradición yankee que había servido como guía maestra para varias generaciones de americanos, así como elemento de anclaje y de arraigo para los inmigrantes recién dedicados a lograr un mejor nivel de vida para sus hijos.

 Para la mayoría de americanos, la virtud del autosacrificio continuaba imperando frente a la trampa del placer inmediato del mercado de consumo
La comunidad empresarial americana se propuso cambiar radicalmente la psicología que había construido una nación —su objetivo  era convertir a los trabajadores americanos desde la postura de inversores en el futuro, a la de consumidores en el presente
Muy pronto, los líderes empresariales se dieron cuenta de que, para lograr que la gente ‘quisiese’ cosas que nunca antes había deseado, debían crear la figura del ‘consumidor insatisfecho’

Charles Kettering de General Motors fue uno de los primeros en pregonar el nuevo evangelio del consumo.  GM ya había iniciado la introducción del cambio de modelo anual en sus automóviles, y lanzó una vigorosa campaña de publicidad diseñada para hacer que los propietarios se sintieran descontentos con el vehículo que ya poseían. 

“La clave para la prosperidad económica”, dijo Kettering, “consiste en la creación organizada de un sentimiento de insatisfacción”. El economista John Kenneth Galbraith lo resumió de forma mucho más sucinta años más tarde, al observar que la nueva misión de las empresas era, fundamentalmente, la de “crear las necesidades y esfuérzate por satisfacerlas”.

El gran énfasis sobre la producción que tanto había preocupado a los primeros economistas a principios de siglo, quedaba súbitamente unido a un nuevo interés en el consumo. En la década de 1920, un nuevo campo se abría, el de la ‘economía de consumo’, ya que un creciente número de economistas centraban sus preocupaciones intelectuales en el consumidor

El marketing, que hasta entonces había jugado un papel secundario en el mundo de los negocios, tomaba un protagonismo inesperado en la nueva situación. La cultura del productor se transformaba de la noche a la mañana en la del consumidor.
El nuevo interés en el marketing reflejaba una creciente consciencia, por parte de la comunidad empresarial, sobre la importancia fundamental del consumidor para el mantenimiento de la economía. El historiador Frederick Lewis Allen resumió esta nueva forma de pensar de la siguiente forma:

 “El mundo de los negocios, por fin, ha aprendido la importancia del consumidor final. A menos que se le convenza de comprar y comprar pródigamente toda la caravana de automóviles de seis cilindros, los aparatos superheterodinos, los cigarrillos, las barras de labios y los congeladores eléctricos, su mercado quedará bloqueado”.

 Extracto de El Fin del Trabajo, de Jeremy Rifkin (1994, 1996 en castellano),  p. 41 -43. box-sizing: border-box; color:  Por ‘el presente siglo’, debe entenderse el siglo XX (N. del E.)


El Nuevo Evangelio del consumo, predicado explícitamente por primera vez en 1927, con la aparición del libro de Edward Cowdrick, “The New Economic Gospel of Consumption”, como Vía de Salvación para vaciar los almacenes de las empresas, atestados a la sazón de mercancías no vendidas a causa de la superproducción propiciada por los avances tecnológicos en máquinas-herramienta, consistió en la revolución económica según la cual el estamento empresarial ya no produciría sólo el objeto a vender sino que inventaría y produciría también el consumidor.

El sector publicitario, ya sea anejo a la empresa industrial, ya sea constituido como empresa independiente, viene a ser literalmente una industria productora de consumidores. 

De esta manera, la publicidad, en cuanto tal industria especializada en la producción del consumidor, se apoderó de la gestión activa del consumo, incorporándolo a la economía productiva. Desde entonces el consumidor ha venido pasando a convertirse, aceleradamente, en un producto más, y hoy, con el auge de la televisión, ha llegado a serlo en un grado inimaginable en 1927.” (Rafael Sánchez Ferlosio, “La hija de la guerra y la madre de la patria”, Eds. Destino, Barcelona 2002, págs. 83 84).----

Los publicistas no tardaron mucho en empezar a modificar sus planteamientos de lanzamiento de productos, pasaron de argumentos de utilización e información descriptiva a reclamos emotivos con diferenciación social y de estatus. El hombre y la mujer corrientes fueron invitados a emular a los ricos, a tomar porciones de riqueza y de prosperidad antes sólo reservadas a la aristocracia empresarial y a la élite social. La ‘moda’ se convirtió en la palabra al uso cuando las empresas y las industrias intentaron identificar sus productos con lo ‘chic’ y lo ‘último’.
Economistas especializados en consumo, como Hazel Kyrk, empezaron a apuntar las ventajas comerciales existentes en la conversión de una nación de gente trabajadora en una de consumidores plenamente conscientes de su estatus. Tal como declaró, el crecimiento requería un nuevo nivel de compras de consumo. “Los lujos para los acomodados”, argumentaba, “deben ser convertidos en necesidades para las clases más pobres”. La superproducción y el empleo tecnológico podían ser mitigados, e incluso eliminados, si tan sólo la clase trabajadora pudiese ser reeducada hacia el “consumo dinámico de bienes de lujo”.
La transformación del trabajador americano en alguien con plena conciencia consumidora era un cambio, cuanto menos, radical. La mayoría de los americanos seguían produciendo en casa sus propios productos para auto-consumo. Los publicistas empleaban cualquier medio a su alcance y cualquier oportunidad posible para denigrar los productos ‘caseros’, promocionando los ‘comprados en la tienda’ y los ‘producidos en la fábrica’.

 Los jóvenes eran objeto de atención especialLos mensajes transmitidos estaban diseñados para que se avergonzasen del uso de productos caseros. El argumento fundamental era, cada vez más, el de lo moderno frente a lo pasado de moda. El temor por quedarse atrasados se mostró como elemento fundamental y como fuerza estimuladora básica para crear los deseos de compra.

El historiador del trabajo Harry Braverman captó el espíritu comercial del momento al afirmar que “la fuente del estatus ya no es la capacidad para crear cosas sino la posibilidad de adquirirlas”.

Nuevos conceptos de marketing y de publicidad, que habían ganado terreno, poco a poco, durante varias décadas, despegaron de pronto en los años 20,reflejando la creciente determinación de la comunidad empresarial a vaciar los almacenes e incrementar el ritmo de consumo para adaptar el mercado a la cada vez más acelerada productividad. 

Las marcas, hasta entonces elemento completamente extraño para el mercado, pasaron a ser algo absolutamente común en la economía americana. Después de la guerra de Secesión, la única marca que se podía ver con cierta asiduidad en las tiendas de ventas generales era el chocolate Baker.
Hasta bien entrado el principio de siglo la mayoría de estas tiendas vendían artículos tan dispares como azúcar, vinagre, harina, clavos y agujas sin marca y a granel.
Los fabricantes estaban ansiosos de dinamizar la colocación de sus productos e impacientes por el lento ritmo de la venta directa de productos de marca por parte de los empleados de las tiendas minoristas y de los almacenes mayoristas.Muchos de los productos eran novedades, por lo que requerían cambios sustanciales en los estilos de vida y en los hábitos alimenticios de los consumidores. La autora Susan Strasser hace un recuento de los diversos problemas a los que tuvieron que hacer frente las diferentes empresas al intentar vender productos que no habían existido con anterioridad y al crear, para ello, necesidades que el mercado nunca antes había percibido

“La gente que antes nunca había comprado copos de avena recibía, de pronto, información sobre lo beneficioso que podía resultar para ellos; los que hasta entonces los habían consumido directamente a granel de la tienda de ultramarinos recibían información sobre las razones por las que deberían preferir Quaker Oats en caja.A la vez también aprendieron cómo los cereales para el desayuno comprados en caja se correspondían con los modernos estilos de vida de la ciudad, adaptándose a las verdaderas necesidades de las personas“.


Así intentan las rebajas engañar a tu cerebro. 14 trucos que debes saber antes de salir de rebajas
Ante un descuento, nuestro cerebro cae rendido. Activa los circuitos del placer y desactiva los controles lógicos. ¿Cómo nos engañan las rebajas?

 1.- El cerebro humano no puede resistirse a un descuento. Ante un precio rebajado se activa el sistema de recompensa del cerebro. Si vemos que un producto costaba antes 10 euros y ahora 7, la ganga es más fuerte que nuestra prudencia o incluso nuestra inteligencia. ¿De verdad costaba 10 antes? ¿De verdad lo necesito? Etc, etc, etc
2.- Además, un precio con descuento rebaja las barreras de control del cerebro, que se “relaja”. Es decir, que nos fiamos más de algo rebajado y no lo sometemos a los mismos controles lógicos que al resto de cosas. 

3.- El 9. ¿Cuántos precios en rebajas no terminan en 9? Y, aunque la lógica nos dice que 9,99 es prácticamente 10, nuestro cerebro lee que es sólo 9. 

4.- Los decimales. Algunos estudios indican que los precios con decimales son más atractivos, y que los consumidores compramos un 25% más los productos con decimales que las cifras redondeadas. Al parecer, los números con decimales captan la atención de los compradores porque el cerebro interpreta que, de alguna manera, están rebajados (si no ¿por qué ese precio tan raro?), aunque no lo estén. 

5.- ¿Dónde está el símbolo del euro? Cada vez es más difícil encontrarlo en las etiquetas de los productos. En Estados Unidos, un estudio de la Universidad de Cornell descubrió que los precios que iban acompañados del símbolo de dólar (por ejemplo, 15,44$) provocaban más rechazo que los que no lo llevaban (en este caso, 15,44).

Varias personas pasan frente a una tienda de ropa en rebajas. 
Varias personas pasan frente a una tienda de ropa en rebajas.
6.- ¿Dónde está el precio? Cada vez en más comercios los carteles de rebajas incluyen el tanto por ciento rebajado (por ejemplo, “rebajado un 60%) y no el precio exacto. ¿Por qué? Porque nos sentimos más atraídos por la rebaja, y no por el número del precio en sí. Si la rebaja capta nuestra atención (otra vez el sistema de placer del cerebro) tendremos más posibilidades de “caer en la trampa” y comprar el producto. 

7.- Cuidado con las cosas muy caras. Son una trampa para que compremos cosas caras. Los comerciantes saben que, colocando un televisor de 3.000 dólares junto a los precios de gama media (900 ó 1.500, por ejemplo) automáticamente nuestro cerebro nos dice que pagar 1.500 euros por un televisor no es mucho. Se llama efecto anchoring. Sucede también en las cartas de los restaurantes. Siempre hay algún plato muy caro, para que el resto nos parezca bien de precio. 

8.- ¿Vale más la pena una rebaja de un 15% o un 15% más de producto? Como cuenta Jorge Alcalde en “Por qué los astronautas no lloran” (ed. Planeta) el cerebro tiende a pensar que son lo mismo. Pero no. El comerciante lo sabe y nos ofrecerá, casi siempre, más producto. Es la opción más ventajosa para él. “Supongamos que el precio de un kilo de café es 6 euros. Si nos ofrecen un 15% de descuento, pagaremos 5,1 euros por kilo. Si nos dan un 15% más de producto, estaremos pagando 5,21 euros por kilo”, explica Alcalde.

9.- Ayyy esas rebajas que terminan en unas horas y que despiertan nuestro primitivo instinto del miedo. Sí, miedo. “Esta táctica apela al instinto básico de agarrar lo que está disponible, porque si no, nos quedamos sin nada”, explicó al WSJ el profesor de la Universidad de California Noah Goldstein. 

10.- Ese “Desde” con letra ilegible. Vale, compramos una camiseta que nos ha gustado, de un perchero en el que está marcado, con un número bien grande, 5,99 euros, pero cuando vamos a pagar –y hemos hecho una cola de 15 minutos en la caja- resulta que cuesta 6,50. Nos enfadamos, protestamos, pero la dependienta nos dice que en el cartelito del precio ponía “desde”. Camisetas “desde” 5,99. En la mayoría de casos nos la llevaremos igual. (Y lo mismo sucede con el “hasta”: descuento “hasta” un 75%). 

11.- “Compre ahora y llévese un descuento del 40% para mañana”. Genial, pensamos, compramos la mitad ahora y la otra mitad mañana, con el ticket descuento. Pero, en realidad, mañana, al regresar al comercio, no compraremos sólo lo que nos había quedado pendiente, sino algo más. 

12.- “Límite dos unidades por persona”. ¿Por qué sólo dos?, piensa nuestro cerebro, que automáticamente interpreta que la oferta es tan buena, tan buena, tan buena, que el comerciante tiene que poner un límite. Y, claro, nos llevamos las dos unidades, cuando ni siquiera habíamos pensado comprar ninguna. 

13.- Me faltan 10 euros de compra para llevarme unos calcetines gratis. Y, claro, buscamos algo que cueste ese dinero –o un poco más- para llevarnos unos calcetines que quizá no necesitemos –o que ni siquiera nos gusten-. Pero el ansia de recompensa, de conseguir algo “teóricamente” regalado y gratuíto, puede más que nuestra lógica. 


14.- RECUERDA: cuanto más creemos que es una ganga, más nos gusta y más activa el cerebro las áreas relacionadas con el placer y más “desactiva” las áreas relacionadas con el control y la lógica. Sabemos que nos engañan, pero no podemos evitarlo.

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 2 MANIPULACION SUBLIMINAL 

Lucía Sutil Martín es doctora en Psicología, especialista en Psicoterapia Psicoanalítica y máster en Estudios Freudianos. Ha sido profesora en la Universidad Carlos III y ha dirigido proyectos de investigación patrocinados por organismos públicos y privados. En la actualidad, compagina su trabajo como psicoterapeuta con la docencia en la Universidad Rey Juan Carlos, en el Departamento de Economía de la Empresa.
marketing y publicidad subliminal: fundamentos y aplicaciones (co n cd-rom)-jaime rivera camino-lucia sutil martin-9788473563901
Desde hace más de veinte años trabaja con víctimas del terrorismo, acompañándolas en los distintos procesos psicológicos desde el día después del atentado hasta su reincorporación a la vida cotidiana, con el objetivo de ayudarlas a reaprender a vivir con lo sucedido.


"No se me ocurre ninguna circunstancia en la que la publicidad no sea un mal"

Arnold Joseph Toynbee


La publicidad subliminal lo que busca, es llegar a ese subconsciente para poder programarlo, a través de estímulos que apelan al sexo entre otras cosas, por el impacto emocional que estos provocan. También se utilizan complementos o estímulos que no hacen referencia ni a la muerte ni a lo sexual pero que responden a los intereses de quienes están manipulando con fines comerciales.

Lo que diferencia a la publicidad subliminal de la corriente es que el estímulo que transmiten no se ve, pues si el estímulo se ve, deja de ser subliminal y ahí ya sería publicidad que solicita al nivel consciente de la mente(a diferencia de la publicidad subliminal) por medio de lo sexual, corriente bastante común en la publicidad de hoy en día.

Por ejemplo, en esta imagen podemos encontrar que las líneas que simulan luces de neón, al juntar dos latas del refresco Pepsi, forman la palabra SEX.


Es ya sabido que una de las fuerzas más poderosas para mover a las personas y a los grupos sociales es la satisfacción sexual. La publicidad ha estudiado la relación que existe entre el impulso sexual y el consumo y aplica sus conocimientos hacia el objetivo de producir ventas. 


Esta otra imagen es un claro ejemplo de ello.




Armados de pupilas fotográficas, nos sacan en un pestañeo nuestro perfil de consumidor ¿Otra violación a la privacidad?


La edad, el sexo, la etnia del visitante y la hora en la que entró al local. Estos son algunos de los datos que conforman el perfil que puede llegar a armarse con las imágenes que toman los “maniquíes-espía”, información que luego será evaluada por los dueños del lugar.

Este tipo de armazones “inteligentes” ya están a la venta y fueron confeccionados para analizar las reacciones de las personas que pasan por delante de los comercios, y así ayudar a las casas de alta costura a delinear sus estrategias de venta más efectivas.

Sin embargo, ya son varios los que alzaron su voz de protesta con el argumento de que una tecnología de estas características viola el derecho a la privacidad de los clientes. Los maniquíes inteligentes fueron construidos en forma conjunta por la empresa Kee Square, vinculada a la Universidad de Milán, y la compañía de venta de maniquíes italiana Almax.
 ... mostrándose como una revolucionaria herramienta de mercadeo para la industria de la moda.
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"Sólo unos pocos acertarán a sospechar e incluso comprender lo que realmente sucede. 
Pero a esa gente la situaremos en una posición de indefensión, ridiculizándolos, encontrando la manera de calumniarlos, desacreditarlos y señalarlos como desechos de la sociedad. 
Haremos parecer chabacanos los fundamentos de la moralidad, destruyéndolos. Nuestra principal apuesta será la juventud. 
La corromperemos, desmoralizaremos, pervertiremos […]».

Allen Wels Dulles
Extracto del libro The Craft of Intelligence [El arte de la Inteligencia, 1963].
Dulles fue director de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos [CIA] entre 1953 y 1961.


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Otra forma de usar lo mas humano y sensible para vendernos y en el fondo embrutecernos - de MAD MEN :


Del 'shopperlab' al 'eyetracking'

las nuevas fórmulas para captar al cliente

Consumidora con las gafas del 'eye tracking' en el shopperlab de Henkel | Henkel IbéricaConsumidora con las gafas del 'eye tracking' en el shopperlab de Henkel | Henkel Ibérica
  • Se ha comprobado que con carros más grandes el consumidor compra más
  • Los 'shopperlabs' recrean una tienda con sus diferentes lineales
  • Las gafas de 'eyetracking' permiten saber a qué miramos en una tienda
  • La parte subconsciente no es accesible en una entrevista en profundidad

El universo de los estudios de mercado cada día está más cerca de conocer completamente al consumidor. 

Las empresas consiguen descubrir comportamientos que ni siquiera nosotros sabemos que tenemos.
Si antes lo conseguían gracias a encuestas telefónicas, entrevistas, reuniones, observaciones a través de cámaras...hoy una nueva oleada de técnicas están permitiendo a los expertos del llamado 'marketing' a dar un paso decisivo hacia quien debe ser su fiel amigo: el cliente.

Entre las innovaciones destacan: los 'shopperlabs' o recreaciones de tiendas, el 'eyetracking' o gafas que permiten saber qué mira el consumidor o encuestas online a muestras de hasta 300.000 clientes.

De este modo, alcanzan a determinar realidades como que al entrar a un supermercado, los consumidores solemos girar hacia la derecha, lugar en que muchas marcas, por tanto, se 'pelean' por situar sus productos.

También han descubierto que la parte racional del cliente es la que hace la lista de la compra para controlar qué adquiere, en un momento en que, con la crisis, se ha vuelto mucho más precavido. No obstante, la parte emocional sigue estando ahí y es de lo que se valen algunas grandes superfícies que han visto incrementadas las ventas gracias a un simple aspecto: 
carros ligeramente más grandes.

Asimismo, el consumidor decidirá si entra o no en una tienda, altamente influido por el escaparate. Si le hace pararse, quizás opte por investigar en su interior y estará, así, más cerca de la experiencia de compra. Experiencia que, en el 60% de los casos, se decide frente a la estantería y en pocos segundos.

Todas estas conclusiones han sido extraídas a través de los cada vez más evolucionados estudios de agencias o departamentos de marketing.
En concreto, Optimum, Sondea, Henkel y Nielsen, que ayudan a las empresas a adaptarse al comportamiento de los consumidores para fomentar que se establezca una relación de beneficio mutuo.

Un paso más allá

Como en todo, la tecnología también ha desembarcado en el mundo del marketing. De este modo, permite a los profesionales del sector un conocimiento más exhaustivo de las reacciones de los consumidores.

"Sin duda la revolución digital ha provocado más cambios en el consumidor que los que se produjeron en el último siglo" ya que "tiene más voz y las empresas tenemos que escuchar lo que nos están diciendo" asegura Almudena Román, directora de marketing de ING DIRECT.
Gafas de 'eye tracking' | HenkelGafas de 'eye tracking' | Henkel
Una de las últimas innovaciones en el campo han sido los 'shopperlabs' que son "una herramienta que recrea los lineales de un comercio real, diseñado para entender el comportamiento de los consumidores en un entorno de compra" afirman desde Henkel.

El estudio consiste en observar cómo reaccionan las personas ante diferentes ordenaciones en los productos, cuánto tiempo están delante de cada expositor, si llama la atención un determinado envoltorio o la decoración del establecimiento.

Según María Ángeles Zabaleta, experta de Nielsen y responsable de estudios Shopper para Iberia y Francia, estos lugares "son el futuro" ya que permiten "trabajar en concreto", alejándose de generalizaciones.

La compañía tiene tres 'shopperlabs': uno en Singapur, otro en Sydney y otro en Dubai. Por su parte, Henkel acaba de instalar uno en Barcelona.

Henkel, Nielsen o ING DIRECT también han introducido en sus estudios el 'eye tracking'. Esta técnica, que consiste en unas gafas, permite saber con exactitud hacia dónde dirige la mirada el consumidor cuando entra en contacto con la tienda y sus lineales.

"Se saca una foto que evidencia dónde se miró más, tanto en tiempo como en número de veces" afirma Andrea Bastoni, de Henkel. Es decir, es posible saber si primero mira la etiqueta con el precio o el aspecto físico del producto.

Encuestas y bitácoras online: aquí y ahora

Otro de los avances ha venido de la mano de las encuestas online, en las que la agencia Sondea es experta. La empresa realiza estudios de mercado para compañías como Coca-Cola, Vodafone, Telepizza o L'Oréal a través de cuestionarios en la red, que pueden responderse a través del ordenador, el móvil o la tableta.
Las encuestas online permiten enviar los resultados a tiempo real a la empresa interesada
Esta técnica permite realizar "encuestas a muestras de hasta 300.000 personas e ir incluyendo los datos a tiempo real para comunicárselos de inmediato a la empresa interesada" explican en Sondea. La introducción de elementos multimedia para que el encuestado interactúe y la menor presión ante la ausencia de un entrevistador directo son algunas de las ventajas que apunta David Martín, director de investigación de la agencia.

Dentro de este modelo de estudio, en Nielsen hablan de la posibilidad de "geolocalización para así enviar las preguntas al 'smartphone' cuando se está realizando la compra".

Otro método creado en los últimos años, y mencionado por dicha compañía, son las tiendas virtuales que funcionan a modo de videojuego.

El departamento de marketing de ING DIRECT señala:
"Cada blog y cada red social son sin duda espacios que dan voz al consumidor y para nosotros es vital recoger su feedback e incorporarlo como aprendizaje". Tanto es así, que la entidad selecciona, en ocasiones, las muestras de estudio llamando a los consumidores a participar a través de Facebook.

Largo camino por recorrer

La razón de ser de estos nuevos estudios pasa por el mayor conocimiento de uno de los aspectos fundamentales en la experiencia de compra: 

el subconsciente

 Y es que, en Henkel explican que estas técnicas permiten conocer "los impactos visuales que llegan al cerebro de un comprador, y que no necesariamente sabría transmitir en una entrevista en profundidad".

Uno de los retos que menciona la empresa, y también destacado por el departamento de marketing de ING DIRECT, es seguir investigando en el 'neuromarketing' que pretende, mediante técnicas psicológicas, descubrir el mapa mental de marcas y productos que existe en la mente del consumidor.
Las nuevas técnicas permiten el conocimiento del subconsciente, imposible con las tradicionales
Otro de los aspectos que explica Andrea Bastoni, de Henkel, es la posibilidad, a través de este nuevo marketing, de sortear el llamado 'efecto cortesía' que se suele dar en encuestas o entrevistas. Este fenómeno es "típico del sur de Europa. Los clientes no te dan caña cuando les preguntas por tu producto".

Asimismo, el banco holandés ING DIRECT cree que uno de los principales retos es "la adaptación a nuevos canales" así como "adecuar la forma en la que comunicamos nuestros mensajes" a través de blogs, Youtube o redes sociales.

Es por ello que, de manera cada vez más creciente, las empresas invierten una mayor cantidad de dinero en estudios de mercado. Una práctica que se vuelve un reto pendiente "para el pequeño comercio español" tal y como señala David Galve, de la agencia Optimum.

Además Galve añade "el marketing no son trucos ni engaños???, eso solo te garantiza una compra" sino que "consiste en observar las conductas de los consumidores para acercarte a ellos de la manera correcta".

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Es bien sabido que el olor afecta poderosamente la manera en que pensamos y procesamos la información.
Numerosos estudios han demostrado que los olores desencadenan todo tipo de cambios cognitivos en los seres humanos, y que pueden ser utilizados por las empresas o por el gobierno para influir en las poblaciones e incluso dominar a aquellas personas que no encajan en los moldes de comportamiento y pensamiento comúnmente aceptados.
Un estudio de 2011 publicado en la revista Sensors, explica cómo la exposición intencionada a determinados olores influye en el funcionamiento del cerebro, produciendo alteraciones en el estado de ánimo, los pensamientos y la capacidad de comprensión.
Al igual que los medicamentos, los olores contienen propiedades farmacológicas únicas que penetran en el torrente sanguíneo tras la inhalación, traspasando la barrera sangre-cerebro y desencadenando cambios cognitivos.
Miles, sino millones de aromas sintéticos están siendo utilizados actualmente por las empresas con el fin de manipular al público a la hora de comprar sus productos.
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Por ejemplo, durante la temporada de Navidad, en los centros comerciales, es frecuente el uso de esencias de sidra de manzana y de aromas de pino para atraer a los clientes y conseguir que compren más productos.
Otros productos de cuidado personal, ambientadores, detergentes para ropa y muchos otros productos de consumo también contienen aromas formulados y diseñados específicamente para conseguir que los clientes vuelvan a comprarlos.
En estos ejemplos anteriormente expuestos, los olores se utilizan para atraer a los compradores con el fin de ampliar los beneficios empresariales.
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Pero, ¿existe la posibilidad de utilizar los olores como armas, para inhibir el pensamiento crítico de las masas o para deprimir el estado de ánimo de una persona?
La ingeniería olfativa está siendo utilizada para este tipo de propósitos nefastos, algo que la mayoría de la gente ni siquiera es capaz de percibir.
Las feromonas, por ejemplo, son disparadores químicos liberados de forma natural por los insectos, los animales y las personas, que pueden ser utilizados para alterar aspectos como el hambre o el deseo sexual.
Si se utilizan como arma, las feromonas pueden ser liberadas con el fin de atraer a un grupo de personas hacia un lugar específico para realizar una emboscada, por ejemplo, o para crear el caos en un lugar determinado.
Desde un punto de vista cognitivo, ciertos olores manufacturados han demostrado inducir emociones negativas. Los malos olores, que pueden incluir muchos olores sintéticos diseñados para imitar a los de verdad, pueden afectar al rendimiento mental en tareas como la lectura y la aritmética. Otros olores pueden inducir a la fatiga o a nublar la mente, lo que conduce a un estado de sedación y en algunos casos de indiferencia.
“Los olores están siendo manipulados para alterar el estado cognitivo, los comportamientos y los estados de ánimo”, sostiene el informe publicado en la revista Sensors.
“La calidad de la memoria, trabajos de memorización, memorizar palabras, la memoria espacial, la memoria de trabajo numérico, todas ellas pueden verse afectadas por olores, y la velocidad a la hora de recordar datos o imágenes puede ser influenciada por la introducción de olores determinados”
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Fragancias naturales, como por ejemplo aceites esenciales, por otra parte, pueden ser utilizadas para contrarrestar los efectos perjudiciales de la ingeniería olfativa.
Dependiendo del tipo y la combinación, los aceites esenciales han demostrado afectar positivamente aspectos como la memoria, la percepción del dolor, la capacidad en la toma de decisiones, el estado de alerta y los niveles de energía.
El aroma de Lavanda, por ejemplo, se ha demostrado efectivo a la hora de reducir el estrés y la ansiedad, y también puede ayudar a promover un estado de relax antes de dormir. El aroma de la Hierbabuena y el Romero, por otro lado, a menudo se utilizan para aumentar los niveles de energía y mejorar el estado de alerta.
“Se concluye que las propiedades farmacológicas de los olores pueden inducir cambios en la cognición”, explica el estudio, agregando que “los olores se pueden utilizar como claves contextuales para la cognición, el comportamiento y el estado de ánimo”

Fuentes:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov
http://www.nonaiswa.org

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 TRUCOS DE LOS SUPERMERCADOS PARA PROVOCAR  CONSUMO INNECESARIO

Una prenda de ropa en las estanterías de un establecimiento y  un paquete de chicles al lado de la caja de una gasolinera no es fruto del azar, lleva detrás una estrategia comercial, de marketing y «merchandising» apabullantes. Es pura ciencia. Muchas veces creemos que son trucos para que los consumidores piquen y aumenten sus compras. Lo que es cierto.

 En este juego por captar la atención de los consumidores ha entrado un nuevo competidor: las redes sociales. Twitter, Instagram, Facebook... e internet en general está dando un vuelco a los escaparates, tendencias y técnicas de venta de toda la vida, sobre todo en el sector textil y tecnológico.

Por ahora, la venta en hipermercados, supermercados, en los establecimientos de siempre no se ha visto muy afectada por este fenómeno.

«Solo el 1,3% de la población compra online en el gran consumo.

 Con lo cual la venta en tienda real es todavía muy importante. Es un canal de confianza para frescos, la gente quiere ver la caducidad, estado...», comenta Ángela López, directora de Iniciativas Estratégicas de la consultora Nielsen.

El arte de poner los productos en los lineales de los establecimientos de gran consumo se conoce como «merchandising».

«Hay que ser atractivo y visible, pero también funcional», sostiene López. Y que nadie se engañe, por mucho que llevemos la lista de la compra en papel o en el móvil apuntada desde casa, pensada y repasada (solo lo hace entre el 15 y 20% de los consumidores), «la compra por impulso sucede», afirma López.
El 65% de las compras se deciden en el punto de venta. «Cada producto se la juega en 5 segundos», dice, que es el tiempo que una persona tarda en decidirse por un artículo que no tenía previsto.

Una persona tarda cinco segundos en dedicirse por un producto que no tenía previsto adquirir
Y eso lo saben marcas, fabricantes, distribuidores, establecimientos... Por eso, la colocación de un lineal se estudia muchísimo y se representa en los planogramas.
«Son estrategias en el punto de venta que, más que trucos que nos intentan engañar, tienen sentido común y su lógica», explica López.

Por ejemplo, las pescadería, charcuterías o carnicerías que dispensan productos frescos se suelen instalar al fondo del establecimiento, entre otros motivos, porque necesitan un almacén para guardar la mercancía. No obstante, esto también guarda su estrategia: el consumidor recorre todos los pasillos del súper. «Y entonces puede comprar por capricho o ver algún producto que ha olvidado y recordar que lo tiene que comprar», señala López.

Las ténicas de venta

Tradicionalmente los lineales responden a cuatro preceptos:
«Que el producto esté, que no haya roturas de stock, en una gama razonable de sabores, colores, variedades... y que haya suficiente para responder a las demandas del consumidor.

Es decir, que haya surtido y que esté visible y accesible. Las promociones también es otra palanca para la venta», explica Javier Scherk, director general de Winche Redes Comerciales, una empresa dedicada a la externalización de la fuerza de ventas y en la gestión del punto de venta.
Claro que existen técnicas para vender más.
Las zonas más frías y calientes en un lineal están situadas por debajo de las rodillas (incómodo para el adulto, pero ideal para colocar productos infantiles que los niños cuelan en la cesta, o para los productos más pesados), en el extremo superior (también resulta más inaccesible) y a la altura de la mano y de los ojos. Estos dos últimos espacios son los estrella. De ahí, que se sitúen los productos con más intención de vender.

El 65% de las compras se deciden en el punto de venta.
«En los híper los pasillos grandes y centrales son zonas de mucho tráfico que desahogan, lugares idóneos para instalar islas con productos fáciles de coger y llevar al carro», cuenta Ángela López.

Al extremo de los lineales se les conoce como las cabeceras de góndolas, ideales para promociones según la temporalidad: por ejemplo, turrones en Navidad y bronceadores en verano.

Se estudia hasta el número de variedades de un producto que se colocan de cara. Todo se tiene en cuenta: los fines de semana la rotación en tiendas es muy alta; el tipo de compra (de urgencia, de reposición, para un evento...)... «La misión de compra, el propósito último del consumidor, también condiciona la colocación de los productos en el establecimiento», asegura López.
Estrategias, técnicas de venta... Pero al final, como subraya Alberto Alcalde, profesor de ESIC, «la colocación de la mercancía se negocia entre las marcas quieren vender más, tienen su estrategia, y el distribuidor quiere optimizar sus metros cuadrados, colocar en la mejor zona aquellos productos que más margen le dan».

Internet entra en juego

Hoy día hay que contar con otro competidor: internet, que si bien no afecta tanto al gran consumo, sí lo está haciendo a la forma de vender textiles y productos tecnológicos.
«El consumidor se documenta e informa en internet. Conoce las bondades del producto antes de ir a la tienda. Eso obliga a los puntos de venta a teatralizar el momento de la compra, a generar un entorno con una experiencia de compra más agradable y seductora», sostiene Scherk.

Son dos canales que se complementan. «Los consumidores —afirma— nos volvemos tan ricos que incorporamos nuevas formas y no mueren las anteriores».
Y ya no sirve solo la luz, el color o un hilo musical para generar una agradable experiencia de compra. «El paso que deben dar fabricantes y distribuidores pasa por una experiencia inteligente, visual y sensorial en la tienda. Explicar muy bien el producto, tener un lineal claro, conciso, fáciles de leer, fácil de identificar...Sin sobreactuar, porque ahora capturar el ojo se juega en las redes sociales, donde el producto tiene más posibilidades de ser visto y de ser experimentado en redes como Instagram y YouTube», defiende el profesor de ESIC.


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