EL CFI TODOS JUDÍOS SIONISTAS
Organización llena de judíos filántropos disfrazados de ateos.
PAUL KURTZ, fundador, 
judío.
Corporate Governance
Board of Directors
Kendrick Frazier -
 judío
Albuquerque, NM
Journalist
Daniel Kelleher – 
judío
San Francisco, CA
Businessman
Barry Kosmin – 
judío
Hartford, CT
Educator
Angie McAllister ¿?
San Francisco, CA
Educator
Richard Schroeder – 
apellido alemán judío askenazi.
Amherst, NY
Financial Advisor
Eddie Tabash- 
judío
Beverly Hills, CA
Attorney
Jonathan Tobert ¿?
Warren, NJ
Scientist, Medical Researcher
El gobierno invisible del Club de los 300

John
 Coleman.- Un número sin duda considerable de personas tenemos 
conocimiento de que los gobernantes del mundo en que vivimos no son en 
realidad los que manejan los hilos de la política y la economía, tanto a
 escala nacional como internacional. Esto ha llevado a muchos a buscar 
la verdad en publicaciones de contracorriente, boletines dirigidos por 
quienes, como yo, se han esforzado – no siempre con éxito – por 
descubrir la causa de la incurable dolencia que aqueja a los Estados 
Unidos. Nuestra investigación no se ha visto coronada por el éxito en 
todas las ocasiones. Pero sí hemos averiguado que la humanidad anda en 
tinieblas, y en su mayor parte le tiene sin cuidado la suerte que 
aguarda a su país, o bien no se molesta en indagarlo. El sector más 
amplio de la población ha sido manipulado para reaccionar de dicha 
manera, y esa actitud resulta ventajosa para el gobierno secreto.
Con frecuencia oímos decir:”Están haciendo estan” o “Están haciendo 
aquello”… Quienes hacen esas cosas son capaces de cometer las mayores 
barbaridades impunemente. Aumentan los impuestos o envían a nuestros 
hijos a morir en guerras que no reportan beneficio alguno a nuestra 
patria. Son personajes invisibles que escapan a nuestro alcance, 
nebulosos hasta la desesperación cuando queremos demandarlos. Nadie 
puede identificar claramente de quiénes se tratan. Este estado de cosas 
se ha mantenido así durante décadas. A lo largo de las páginas de este 
libro identificaremos a esos personajes misteriosos. A partir de ahí, 
corresponderá al público corregir la situación en que se encuentra.
El Club de los 300 es el no va más de las sociedades secretas. Está 
integrado por una clase dirigente intocable a la que pertenece la reina 
de Inglaterra, la de los Países Bajos, la de Dinamarca y las diversas 
familias reales europeas. A la muerte de la reina Victoria, dichos 
aristócratas llegaron a la conclusión de que la única manera de hacerse 
los amos del mundo era asociarse con poderosísimos magnates de la 
industria internacional, que no pertenecían a su linaje. De esta forma, 
ganaron acceso al máximo poder aquellos a quienes la reina de Inglaterra
 gusta llamar plebeyos.
Desde que trabajaba en el servicio de inteligencia sé que los jefes 
de estado extranjeros conocen a tan poderosa horda por el apelativo de 
los magos. Stalin acuñó una expresión personal para describirlos: las 
fuerzas tenebrosas. Y el presidente Eisenhower, que nunca logró ascender
 por encima del grado de hofjude (judío del atrio), lo llamó – 
quedándose mayúsculamente corto – “Complejo Militar Industrial”.
¿Quiénes son los conjurados que integran el todopoderoso Club de los 
300? Los ciudadanos mejor informados tienen conocimiento de que existe 
una conspiración, la cual se presenta bajo una diversidad de nombres, 
entre ellos los illuminati, la Francmasonería, la Tabla Redonda y el 
grupo Milner. Lo malo es que resulta extremadamente difícil encontrar 
información fidedigna sobre las actividades de quienes integran el 
gobierno invisible.
A fin de hacerse una idea del enorme alcance de la conspiración a la 
que nos referimos vendría bien enumerar en este momento algunos de los 
objetivos trazados por el Club de los 300 con vistas a su conquista y 
dominio del mundo. Es preciso entender claramente las razones por las 
que la energía nuclear es tan detestada en la mayoría de los países, y 
por qué al falso movimiento ambientalista – creado y costeado por el 
Club de Roma – se le pidió que declarara la guerra a dicha fuente 
energética. Generando fuerza eléctrica barata y abundante a partir de 
reactores nucleares, los países en vías de desarrollo se volverían poco a
 poco independientes de la ayuda externa norteamericana y podrían 
consolidar su soberanía. La electricidad producida a partir de la 
energía atómica es la clave para que los países atrasados salgan del 
subdesarrollo en el que el Club de los 300 les ha ordenado permanecer.
A menor ayuda externa, menor sería el control de los recursos 
naturales de los diversos países por parte del FMI. La idea de que las 
naciones en vías de desarrollo rigieran su propio destino era anatema 
para el club de Roma y su Club de los 300 que dirige el mundo. Hemos 
visto la oposición a la energía nuclear utilizada con éxito para 
bloquear el progreso, de conformidad con los planes del Club para el 
crecimiento cero en al era post-industrial.
Al tener que depender de la ayuda exterior procedente de EE.UU. esos 
países de hecho se hayan sometidos en servidumbre al Consejo de 
Relaciones Exteriores. Al pueblo de las naciones beneficiarias les llega
 una parte ínfima del dinero, que por lo general termina en las arcas de
 dirigentes gubernamentales que permiten que el FMI despoje brutalmente 
al país de sus recursos naturales y bienes de producción.
En Mugabe, la capital de Zimbabwe, la antigua Rodesia, tenemos un 
claro exponente de hasta qué extremo se pueden manipular los recursos 
naturales de un país, en este caso mineral de cromo de alta ley. LONRHO,
 el gigantesco conglomerado de empresas presidido en nombre de su prima,
 la reina Isabel II, por Angus Ogilvie – figura importante del Club de 
los 300 – es actualmente dueño y señor absoluto de tan valioso insumo. 
Mientras tanto el pueblo zimbabuo se sume cada vez más hondo en la 
miseria, a pesar de percibir ayuda económica de los Estados Unidos por 
un monto superior a los 300 millones de dólares.
Al presente, LONRHO tiene el monopolio de la producción nacional de 
cromo, y cobra precios arbitrarios, lo cual no estaba permitido durante 
el gobierno de Smith. Antes de la llegada del régimen de Mugabe, se 
mantuvo un nivel de precios razonables por espacio de un cuarto de 
siglo. Si bien es cierto que en los catorce años por los que se prolongó
 la presidencia de Ian Smith ésta tuvo sus fallos, desde que él abandonó
 el poder el desempleo se ha cuadruplicado y Zimbabue se haya sumido en 
el caos y en una bancarrota de hecho. Mugabe recibió suficiente ayuda de
 los EE. UU. (Del orden de los 300 millones de dólares anuales) para 
construirse tres mansiones en la Costa Azul, Cap. Ferat y Montecarlo, 
mientras sus súbditos pugnan por vencer la enfermedad, el desempleo y la
 desnutrición, eso sin hablar de una férrea dictadura que no tolera 
protestas. En contraste con esta situación, el gobierno de Smith jamás 
pidió ni recibió un centavo de ayuda de los Estados Unidos. Es evidente,
 pues, que la ayuda externa es un medio eficaz de subyugar a países como
 Zimbabue y ciertamente al resto de África.
El Club de Roma
¿Cómo pueden los conjurados tener al mundo en sujeción, y más 
concretamente a los Estados Unidos y Gran Bretaña? Uno de los 
interrogantes que surgen con más frecuencia es: ¿cómo puede una sola 
entidad estar al tanto de lo que sucede en todo momento, y de que manera
 ejerce su dominio? En este libro procuraremos responder a esa y otras 
preguntas. La única forma de afrontar la realidad del éxito de la 
conspiración es nombrar y comentar algunas de las sociedades secretas, 
organizaciones de fachada, organismos gubernamentales, bancos, compañías
 de seguros, empresas multinacionales, la industria petrolera y los 
cientos de miles de entidades y fundaciones cuyas figuras más destacadas
 componen el Club de los 300, máxima institución que lleva las riendas 
del mundo desde hace al menos un siglo.
Como ya se han publicado bastantes libros sobre el Consejo de 
Relaciones Exteriores y la Trilateral, pasaremos a hablar directamente 
del Club de Roma y de la fundación alemana Marshall.
Para algunos fue una sorpresa descubrir que el Club de Roma y la 
entidad que lo financia, la cual ostenta el titulo de Fundación Alemana 
Marshall, eran dos asociaciones de confabulados que realizan sus 
actividades bajo el auspicio de la Organización del Tratado del 
Atlántico Norte, y, que en su mayor parte, los ejecutivos que integran 
el Club de Roma proceden de la OTAN. Fue el Club de Roma el que formuló 
los principios que esta última organización reivindica como suyos, y el 
que – por intermedio de Lord Carrington, socio de Club de los 300, 
dividió a la OTAN en dos fracciones: un grupo de presión política 
(izquierdista) y la alianza militar originaria.
El Club de Roma sigue siendo uno de los brazos más importantes del 
Club de los 300, en lo que se refiere a política exterior; el otro es el
 grupo de los Bilderberger. Se formó en 1968 a partir de miembros 
incondicionales del grupo original fundado por Morgenthau a raíz de una 
llamada telefónica del difunto Aurelio Peccei instando a lanzar con 
urgencia una nueva campaña con objeto de acelerar la planificación del 
Gobierno Internacional Único, actualmente conocido como Nuevo Orden 
Internacional. De todos modos, el primer nombre me parece más exacto.
El llamado de Peccei fue respondido por los más subversivos 
planificadores del futuro que se pudieron seleccionar en Estados Unidos,
 Francia, Suecia, Gran Bretaña, Suiza y Japón.
Entre 1968 y 1972, el Club de Roma se transformó en una entidad 
cohesiva integrada por neocientíficos, mundialistas, planificadores del 
futuro e internacionalistas de toda calaña. Uno de los delegados lo 
describió con estas palabras: “Nos hemos convertido en la túnica de 
diversos colores de José”, en alusión al personaje bíblico.
En líneas generales, el programa previsto del Club de Roma 
consistiría en crear y difundir ideas postindustriales en los Estados 
Unidos, junto con movimientos de contracultura como los empeñados en la 
difusión de la droga, la revolución sexual, el hedonismo, el satanismo, 
la brujería y el ambientalismo, El instituto Tavistock, El Instituto de 
Investigaciones de Stanford, el Instituto de Relaciones Sociales y de 
hecho todo el amplio espectro de los centros de investigación de 
psiquiatría social aplicada, o bien contaban con delegados en la junta 
directiva del Club de Roma, o desempeñaban una misión orientadora en la 
tentativa de la OTAN de llevar a cabo lo que denominan la conspiración 
acuariana.
El Club de Roma es una organización general coordinadora, una especie
 de matrimonio entre financistas angloamericanos y las familias que 
integran la ancestral Nobleza Negra europea, en particular la nobleza de
 Londres, Venecia y Génova. La clave para el dominio exitoso del mundo 
está en su capacidad para crear y dirigir atroces recesiones económicas y
 futuras depresiones financieras. El Club de los 300 aspira generar 
convulsiones sociales a escala planetaria, seguidas de depresiones, pues
 ve en ellas un medio de allanar el terreno para sucesos de mayor 
trascendencia, un método para ocasionar que ingentes masas de seres 
humanos de todo el orbe se conviertan en futuros beneficiarios de su 
sistema de beneficencia social.
El Club de Roma posee su propia central de inteligencia, y toma 
prestados además agentes de la INTERPOL de David Rockefeller. Todos los 
organismos de inteligencia de los EE. UU. Cooperan muy estrechamente con
 él, así como la KGB y el Mossad o Servicio de Inteligencia Israelí.
¿Cuáles son sus objetivos?¿Qué se propone esa 
minoría selecta tan secreta? Sus integrantes se hacen llamar también los
 olímpicos, pues están convencidos de que igualan en poder y talla a los
 legendarios dioses del Olimpo, los cuales al igual que su dios Lucifer,
 se han ensalzado a sí mismos por encima de nuestro Dios verdadero. 
Tienen además el convencimiento de que por derecho divino se les ha 
encomendado la consecución de las siguientes metas:
1.- El establecimiento de un gobierno internacional único o Nuevo 
Orden Mundial con una iglesia unificada y un sistema monetario común 
bajo la dirección de ellos. Pocos saben que el Gobierno Internacional 
inició la fundación de su iglesia entre los años veinte y los años 
treinta, al comprender la necesidad de canalizar en la dirección deseada
 por ellos la fe inherente a todo ser humano.
2.- La destrucción irremediable de toda identidad y orgullo nacional.
3.- El aniquilamiento de la religión, y más en particular de la 
cristiana. La única excepción será la creada por ellos que mencionamos 
más arriba.
4.- El dominio de cada habitante del planeta mediante técnicas de 
condicionamiento psicológico y de lo que (Zbignew) Brzezinski denominó 
tecnotrónica, con la cual se crearían robots humanos y se implantaría un
 espeluznante sistema al lado del cual el Terror Rojo de Félix 
Dzerzhinsky parecerá un juego de niños.
5.- El fin de toda industria y de la producción de fuerza eléctrica 
generada a partir de la energía nuclear, en lo que llaman sociedad 
postindustrial de crecimiento cero. Sólo serán autorizadas las 
industrias de computación y los servicios. Las empresas norteamericanas 
que queden serán trasladadas a países como México, donde la mano de obra
 esclavizada es abundante. Los desempleados a consecuencia de la 
desaparición de las industrias se transformarán en adictos a la heroína o
 a la cocaína, o integrarán las estadísticas del proceso de eliminación 
delineado en el informe ‘El mundo en el año 2000′.
6.- Legalización de la droga y la pornografía.
7.- Despoblamiento de las grandes ciudades, de conformidad con el 
ensayo llevado a cabo por el régimen de Pol Pot en Cambodia. Es 
interesante destacar que el plan genocida del dictador asiático fue 
formulado aquí en los Estados Unidos por una de las fundaciones de 
investigación financiadas por el Club de Roma. Otro dato interesante es 
que actualmente los 300 tratan de reinstaurar a los carniceros de Pol 
Pot en Camboya.
8.- Eliminación de todo adelanto científico salvo los que sean 
considerados provechosos para el Club de los 300. La producción de 
energía atómica con fines pacíficos es uno de los blancos principales. 
Los experimentos de fusión en frío que actualmente (1992) se llevan a 
cabo son objeto de burla y desprecio por parte del Club y de sus 
chacales en la prensa. Un soplete de fusión debidamente empleado pondría
 a nuestra disposición unos recursos naturales inagotables a partir de 
las sustancias más comunes, y el Club ya no podría seguir insistiendo en
 “la falta de recursos naturales”.
9.- Por medio de guerras de limitado alcance en los países 
desarrollados y de la aniquilación mediante el hambre y las enfermedades
 de la población de países del tercer mundo, ocasionar de aquí al año 
2050 la muerte de 3000 millones de seres humanos, a los que califican de
 inútiles consumidores de alimentos. El Club de los 300 encargó a Cyrus 
Vance la redacción de un informe al respecto que expusiera los medios 
más eficaces de llevar a efecto semejante genocidio. Dicho informe lleva
 por titulo El Mundo en el año 2000 y fue aprobado por el presidente 
Carter para el gobierno estadounidense y a nombre del mismo, y aceptado 
por Edwin Muskie, a la sazón secretario de estado. Según las condiciones
 fijadas en el informe, la población de los EE. UU. Deberá haber 
descendido a 100 millones para el año 2050.
10.- Debilitar la fibra moral de la nación y desmoralizar a la clase 
obrera mediante la generalización masiva del desempleo. Cuando el número
 de puestos de trabajo disminuya a causa de las normas introducidas por 
el Club de Roma con vistas al crecimiento cero postindustrial, los 
operarios, sumidos en el desaliento y la desesperación, buscarán refugio
 en el alcohol y la droga. Por medio del rock y de los alucinógenos, se 
instará a los jóvenes a revelarse contra el status quo, lo cual socavará
 a la familia como institución social y acabará por destruirla. Con este
 fin, el Club de los 300 asignó al Instituto Tavistock la preparación de
 un plan maestro. Tavistock encargó al Instituto de Investigaciones de 
Stanford la elaboración del plan, con la dirección del profesor Willis 
Harmon. Más tarde, la empresa llegó a ser conocida como conspiración 
acuariana.
11.- Evitar que en todo el mundo la gente pueda decidir su propio 
destino. Con miras a ello, se creará una crisis tras otra, y luego se 
manejarán dichas crisis. Ello confundirá y desmoralizará hasta tal punto
 a la población que ante la superabundancia de opciones se generalizará 
la apatía. En el caso de los EE. UU. ya existe un organismo que tiene 
como fin el manejo de crisis. Se trata de la FEMA, siglas en inglés de 
la Secretaría Federal de Manejo de Emergencias, cuya existencia descubrí
 en 1980.
12.- Promocionar a grupos rufianescos de música rock como los Rolling
 Stones (pandilla de degenerados que goza ampliamente del favor de la 
nobleza negra europea) y todos los conjuntos a los que Tavistock 
convirtió en grandes figuras a partir de los Beatles.
13.- Exportar a todo el mundo el ideario de la liberación religiosa 
al objeto de minar a toda religión existente y más en particular la 
cristiana. Esto empezó con la teología de la liberación, de origen 
jesuita, que acarreo la caída del régimen de los Somoza en Nicaragua y 
que en la actualidad destruye El Salvador – cuya guerra civil se 
arrastra ya embarcada por un curato de siglo – , Costa Rica y Honduras. 
Una entidad muy activamente embarcada en la llamada teología de la 
liberación es la misión Maryknoll, de tendencia comunista. Ello explica 
la amplia cobertura dada por los medios al asesinato de unas supuestas 
monjas de la orden Maryknoll hace unos años en El Salvador.
14.- Provocar el colapso total de la economía a escala internacional y desatar un caos político absoluto.
15.- Tomar en sus manos la dirección de toda política exterior e interior en los Estados Unidos.
16.- Otorgar el máximo apoyo a instituciones supranacionales como la 
ONU, el FMI, el Banco Internacional de Pagos y el Tribunal Internacional
 de Justicia y, en la medida de lo posible, disminuir la eficacia de las
 instituciones nacionales eliminándolas gradualmente o sometiéndolas a 
la autoridad de las Naciones Unidas.
17.- Infiltrarse en todos los gobiernos y sembrar la subversión en 
ellos, corroyendo internamente la integridad de las naciones que estos 
representan.
18.- Organizar un aparato terrorista de alcance internacional y 
negociar con sus agentes cada vez que estos lleven a cabo sus violentas 
acciones.
19.- Tomar las riendas de la enseñanza en los EE. UU. con la finalidad de llevarla a la ruina más completa.
Muchos de estos objetivos, los cuales enumeré por primera vez en 
1969, se han alcanzado ya o están en avanzada vías de ejecución.
Si tenemos en cuenta los ilimitados caudales que tienen a su 
disposición, así como cientos de gabinetes de estrategia y 5000 
ingenieros sociales, y siendo un hecho que tienen en sus manos los 
medios de difusión, la banca y la mayor parte de los gobiernos, se 
comprende que nos las estamos viendo con un problema de proporciones 
gigantescas, al cual ninguna nación está en condiciones de hacer frente 
en este momento.
Como he afirmado con tanta frecuencia, se nos ha hecho creer que el 
problema al que me refiero tiene su origen en Moscú. Nos han lavado el 
cerebro para que creamos que el comunismo es la mayor amenaza que 
enfrentamos los norteamericanos. No hay tal. El mayor peligro radica en 
la multitud de quintacolumnistas infiltrados entre nosotros. Nuestra 
Constitución nos advierte que vigilemos al enemigo interno. Esos 
enemigos sirven al Club de los 300, y ocupan posiciones clave en nuestra
 jerarquía gubernamental.
Debilitamiento de los EE.UU
El Club de Roma tiene la seguridad de haber debilitado a los Estados 
Unidos, según órdenes del Club de los 300. Tras años de librar una 
guerra contra los habitantes de esta nación, ¿quién puede poner en duda 
que ha cumplido en efecto su misión? Basta echar un vistazo a nuestro 
alrededor para ver hasta qué punto se ha arruinado la moral: droga, 
pornografía, rock, libertinaje sexual, el núcleo familiar prácticamente 
desmoronado, lesbianismo, homosexualidad y por último él espelúznese 
asesinato de millones de niños inocentes a manos de su propia madre. 
¿Acaso ha existido alguna vez en la historia crimen tan infame como el 
aborto generalizado?
Dada la ruina espiritual y moral de los EE.UU., con nuestra industria
 destrozada, 30 millones de desempleados, las grandes ciudades 
transformadas en horrendos antros donde se cometen los crímenes más 
inimaginables, con un índice de asesinatos que casi triplica el de otros
 países, 4 millones de personas sin hogar y la corrupción en las esferas
 del gobierno alcanzado proporciones endémicas, ¿quién va a negar que 
los Estado Unidos están a punto de desplomarse roídos por la carcoma, 
para caer en las garras acechantes del Gobierno Internacional de la 
Nueva Era?
El Club de Roma ha logrado su objetivo de dividir las confesiones 
cristianas. Ha reunido un ejercito de carismáticos, fundamentalistas y 
evangélicos. Durante la Guerra del Golfo me llovieron cartas que 
preguntaban cómo me podía oponer a “una guerra cristianan justa contra 
Irak”. ¿Cómo podía yo dudar que el respaldo de los cristianos 
fundamentalistas a la guerra (del Club de los 300) contra ese país 
oriental no estaba acorde con los principios de la Biblia? A fin de 
cuentas, ¿no había rezado Billy Graham con el presidente Bush justo 
antes de dar inicio a las primeras andanadas? ¿Acaso no predice la 
Escritura “guerras y rumores de guerra?”
Esas cartas dejaron entrever la eficiencia con que ha desempeñado su 
labor el Instituto Tavistock. Los fundamentalistas cristianos  son 
burdas marionetas del Club de Roma y de que sus opiniones y creencias no
 son propias: las formularon para ellos los cientos de gabinetes de 
estrategia del Club de los 300 que se hallan repartidos por la geografía
 de los EE.UU. Es decir, que como cualquier otro sector de la población 
estadounidense, los cristianos fundamentalistas y evangélicos han sido 
objeto de un concienzudo lavado de cerebro.
Es posible que a algunos les cueste aceptar la idea de una 
conspiración a escala internacional porque muchos autores han obtenido 
lucro a costa de ella. Otros dudan que se puedan promover con éxito unas
 actividades de semejante alcance. Observando el enorme aparato 
burocrático de nuestra nación, preguntan: ”¿Cómo quieren que creamos que
 unos señores particulares tengan más poder que el Gobierno?”. Esto se 
debe a que no comprenden que el Gobierno es parte de la maquinaria de la
 conspiración. Los que eso afirman piden pruebas fehacientes, y no es 
tan fácil hallar tales pruebas.
Otros dicen: “¿y qué? ¿Qué me importa a mí que haya una conspiración?
 Si yo ni me molesto en votar”. Esa era precisamente la forma en que se 
preveía que reaccionara el grueso de la población estadounidense. El 
pueblo de nuestro país está sumido en el desaliento y la confusión, 
fruto de la guerra que se libra contra nosotros desde hace años. Hay 
muchas más probabilidades de que un pueblo desmoralizado y despistado 
acoja con los brazos abiertos la llegada de una gran figura que prometa 
resolver todo problema y garantice una sociedad ordenada en la que no 
exista el desempleo y con las disputas internas reducidas al mínimo. A 
ese dictador – eso será ni más ni menos – lo recibirán calurosamente.
Programados para el cambio, listos para la destrucción
Ese mismo Club de los 300 ha establecido mecanismos y sistemas de 
control mucho más ineludibles que nada que se haya visto hasta ahora. No
 son necesarias sogas ni cadenas para sujetarnos. Se nos ha lavado el 
cerebro hasta hacernos renunciar al derecho a portar armas que nos 
otorga la Constitución; abandonar la Constitución misma; permitir que 
las Naciones Unidas dirijan nuestra política exterior y que el FMI dicte
 la política fiscal y monetaria de nuestro país; tolerar que el 
Presidente vulnere impunemente la ley de los Estado Unidos invadiendo 
otro país y secuestrando al jefe del estado.
En resumidas cuentas, nos han condicionado al extremo de que 
aceptemos a nivel nacional casi sin rechistar cada uno de los ilícitos 
perpetrados por el gobierno de nuestro país.
Gracias al Club de Roma, nuestra capacidad tecnológica ha sido 
superada por Japón y Alemania, los países a los que – según nos dicen- 
derrotamos en la Segunda Guerra Mundial. ¿Cómo ha sido posible tal cosa?
 Porque, por un lado, hombres como el Dr. Alexander King, y por otro, 
nuestra ceguera mental inducida nos han hecho incapaces de reconocer el 
desmoronamiento de nuestras instituciones educativas y sistemas de 
enseñanza. Por esa ceguera nuestra, ya no formamos los suficientes 
ingenieros y científicos para mantener el puesto que ocupábamos entre 
las naciones industrializadas. Gracias al Dr. King, a quien muy pocos 
conocen en los Estados Unidos, la enseñanza ha caído a su nivel más bajo
 en el país desde 1786. Estadísticas facilitadas por el Institute for 
Higher Learning indican que los escolares actuales leen y escriben peor 
que los de 1786.
La meta era mentalizar a la nación para efectuar cambios programados y
 que se acostumbrara hasta tal extremo a ellos que cuando se produjeran 
transformaciones radicales éstas fueran prácticamente imperceptibles. En
 los últimos años la decadencia se ha acelerado hasta tal punto que en 
la actualidad el divorcio no acarrea estigma alguno, el suicidio alcanza
 tasas históricas que no horrorizan a muchos y desviaciones de las 
normas sociales aberraciones sexuales en otro tiempo innombrables en 
círculos decentes hoy son moneda corriente y no suscitan protestas. 
¿Somos capaces de reconocer que el país va cuesta abajo y sin frenos? 
No, no lo somos. Cuando los que nos dedicamos a hacer ver la verdad al 
pueblo norteamericano descubrimos que un gobierno menor, privado y bien 
organizado dentro de la Casa Blanca cometía incesantes fechorías, 
fechorías que atentaban contra la esencia misma de la nación y las 
instituciones republicanas en las que ésta se apoya, se nos dijo que no 
preocupáramos al público con esas revelaciones. Una forma común de 
reaccionar era decir: “No queremos saber nada de esas conjeturas”.
Cuando la máxima autoridad elegida del país tuvo la osadía de poner 
las leyes de la ONU por encima de la Constitución de los Estados Unidos –
 delito por el cual se podía demandar al Presidente – la mayoría de la 
gente lo vio como lo más natural del mundo. Cuando la máxima autoridad 
elegida del país emprendió una guerra sin una declaración oficial por 
parte del Congreso, los medios informativos callaron ese detalle y los 
ciudadanos lo aceptamos una vez más antes que encarar la verdad.
Cuando estalló la Guerra del Golfo, maquinada y organizada por 
nuestro presidente (Bush), no sólo toleramos alegremente la más 
descarada de las censuras, sino que hasta nos lo tomamos a pecho 
creyendo que era buena para alcanzar el objetivo de la guerra. El 
Presidente mintió, April Glaspie mintió, el Departamento de Estado 
mintió. Decían que la guerra estaba justificada porque se había 
advertido a Saddam Hussein que no metiera la mano en Kuwait.
Cuando por fin se hicieron públicas las comunicaciones cablegráficas 
entre la embajadora y el Departamento de Estado, una caterva de 
senadores norteamericanos se lanzó a defender a Glaspie; tanto 
demócratas como republicanos, daba igual. El pueblo, nosotros, dejamos 
impunes sus abyectas mentiras.
El presidente Jefferson dijo en una ocasión que sentía lástima de los
 que creían que con los periódicos se enteraban de lo que sucedía. 
Disraeli, el primer ministro británico, afirmó algo muy parecido. 
Ciertamente, desde tiempo inmemorial, los que rigen los destinos del 
mundo se han vanagloriado de hacerlo entre bambalinas.
Nos dicen que ganamos la Guerra del Golfo. Sin embargo, la amplia 
mayoría de los estadounidenses no repara en que la ganamos a costa de la
 dignidad y el honor de nuestra nación, que yacen pudriéndose en las 
arenas del desierto de Kuwait e Irak, junto a los cadáveres de las 
tropas iraquíes a las que aniquilamos en la retirada previamente 
acordada de Kuwait y de Basra. No fuimos capaces de cumplir la palabra 
empeñada de que nos atendríamos a la convención de Ginebra y no los 
atacaríamos. “¿Qué prefieren – preguntaron los que nos manejan -, 
victoria o dignidad? No se pueden tener las dos cosas a la vez”.
Hace cien años algo así no habría sucedido. Hoy en día ocurre y nadie
 dice nada. Vivimos en una sociedad desechable, programada para no 
durar. Los 4 millones de personas que viven sin techo en nuestro país, 
los 30 millones de desempleados y los 15 millones de niños asesinados 
hasta la fecha antes de nacer nos dejan indiferentes. Son elementos 
desechables de una conspiración tan condenable que cuando se ponen al 
descubierto estos datos, la mayoría descarta la existencia de la 
mencionada conspiración, razonando que esas estadísticas se deben a que 
“los tiempos han cambiado”.
Los Estados Unidos de la actualidad se pueden comparar con un soldado
 que se duerme en lo más recio del combate. Los norteamericanos nos 
hemos dejado vencer por el sueño y hemos cedido a la apatía que nos ha 
causado vérnoslas con una multiplicidad de opciones. Todo ello nos ha 
sumido en la confusión. Transformaciones de esa índole alteran el medio 
en que nos desenvolvemos y eliminan nuestra resistencia a los cambios, 
de forma que nos ponemos aturdidos y apáticos y acabamos por dormirnos 
en plena batalla.
Para los oligarcas y plutócratas que integran el Club de los 300, el 
narcotráfico tiene una doble finalidad: en primer lugar, generar 
ingentes sumas de dinero, y en segundo, convierte a largo plazo a un 
amplio sector de la sociedad de una masa de autómatas drogados más 
fáciles de dominar que quienes no estén enviciados, ya que la rebelión 
se castigará cortando el suministro de heroína, cocaína y otros 
alucinógenos. Ellos requieren la legislación de la droga a fin de que se
 pueda establecer un monopolio mediante el cual la drogodependencia 
alcance gran difusión, a medida que cientos de miles de obreros 
constantemente desempleados recurran a los estupefacientes en busca de 
alivio.
En uno de los documentos más secretos del Royal Institute for 
Internal Affaire, se describe – parcialmente- el plan: ” [...] 
Desengañados con el cristianismo y con el desempleo generalizado, 
quienes lleven cinco años o más desocupados abandonarán la iglesia y se 
volverán a la droga en busca de consuelo. A partir de ese momento será 
imperioso ejercer un dominio absoluto del comercio de narcóticos, al 
objeto de que los gobiernos de todos los países que se hallen sometidos a
 nuestra jurisdicción dispongan de un monopolio que dirigiremos nosotros
 como suministradores. [...] Se crearán bares que expendan droga a los 
revoltosos y descontentos. Los sediciosos en potencia se convertirán en 
inofensivos adictos sin voluntad propia. [...]”
El mundo del futuro
En resumidas cuentas, las aspiraciones del Club de los 300 consisten en generar las siguientes situaciones:
-El establecimiento de un gobierno mundialista y un sistema monetario
 común bajo la tutela de una oligarquía permanente, hereditaria y no 
elegida, cuyos miembros se escogerán entre si mediante un sistema feudal
 semejante al del Medioevo. Con dicha entidad universal de gobierno, se 
pondrá coto a la explosión demográfica mediante limitaciones al número 
de hijos por familia, enfermedades, guerras y hambres, hasta que la 
población mundial se estabilice en mil millones de seres humanos útiles 
para la clase dirigente, distribuidos en zonas rígidas y claramente 
definidas.
-La clase media desaparecerá y sólo quedarán siervos y mandatarios. 
Las leyes serán uniformadas por medio de una red internacional de 
tribunales que se guiarán por un mismo código, apoyados por un organismo
 universal de policía y un ejército supranacional que imponga el 
cumplimiento de la ley en el territorio de los que una vez fueron 
países, y que ya no estarán delimitados por fronteras. El sistema se 
basará en el del estado benefactor: quienes obedezcan al gobierno 
internacional único y se subordinen al mismo serán retribuidos con los 
medios para subsistir; los que se rebelen morirán de hambre o serán 
proscritos, convirtiéndose con ello en blanco de todo el que desee 
quitarles la vida. Estará prohibida la posesión privada de armas de 
fuego o de cualquier otra clase.
-Sólo se permitirá la práctica de una religión, la de la iglesia del 
Gobierno Universal. El culto a Lucifer y la hechicería serán reconocidos
 como materias de estudio en el sistema educativo estatal, y no habrá 
colegios privados ni religiosos. Las iglesias habrán sido infiltradas 
por la subversión. En los tiempos del gobierno internacional, el 
cristianismo habrá pasado a la historia.
Toda persona será adoctrinada en la creencia de que es una criatura 
del Gobierno Universal. A este fin, se la marcará con un número que 
facilite su identificación, número que figurará en los archivos 
centrales del ordenador de la OTAN en Bruselas. En un momento dado, todo
 agente del Gobierno Universal tendrá acceso a dicho número. Los 
archivos generales de la CIA, el FBI, las policías locales y estatales, 
el Ministerio de Hacienda, la FEMA y la seguridad social serán ampliados
 en extremo y constituirán la base de datos relativos a cada habitante 
de los Estados Unidos.
-El matrimonio será ilegal. La familia ya no existirá como la 
conocemos en la actualidad. Los niños serán separados de sus padres a 
temprana edad y criados bajo la tutela del Estado. A título 
experimental, esto ya se hizo en Alemania del Este en tiempos de Eric 
Honecker: los hijos de ciudadanos sospechosos de rebeldía eran puestos 
bajo la custodia del Estado.
-Se promoverá la pornografía, la cual será de exhibición obligada en 
todo cine y teatro, sin excluir los temas de la homosexualidad y el 
lesbianismo. También será forzoso el consumo de drogas recreativas. A 
cada uno se le asignará una cantidad que podrá adquirir en los 
establecimientos de venta que el Gobierno Universal habrá diseminado por
 el planeta.
- Se extenderá el empleo de sustancias que permitan manipular la 
mente, y serán igualmente de uso obligatorio. Se las administrará por 
medio de los alimentos y del suministro del agua potable sin 
conocimiento ni permiso de los consumidores. En los bares de narcóticos,
 atendidos por empleados del súper gobierno, la clase esclavizada pasará
 sus horas de asueto. De esa manera, las masas se convertirán en una 
suerte de animales dominados, sin voluntad propia, que se comportarán 
como tales.
-El sistema económico funcionará del siguiente modo: la clase 
dirigente permitirá que se produzca el mínimo imprescindible de 
alimentos y servicios para mantener los campamentos en que trabajarán 
multitudes de esclavos. Toda riqueza se atesorará en las arcas de los 
integrantes de la élite del Club de los 300. A toda persona se la 
adoctrinará en el concepto de que su supervivencia depende en todo el 
Estado. El mundo será gobernado mediante decretos emitidos por el 
mencionado Club, los cuales de inmediato cobrarán valor de ley. 
Experimentalmente, BorisYeltsin impone la voluntad del club en Rusia 
mediante decretos de ese estilo. No existirán tribunales de justicia, 
sino de castigo.
-La industria habrá de ser destruida en su totalidad, junto con las 
plantas de producción de energía nuclear. Sólo los integrantes del Club 
de los 300 y sus elitistas tendrán privilegio de beneficiarse de los 
recursos de la tierra. La agricultura y la ganadería estarán en manos 
del Club, que fiscalizarán rigurosamente la producción de alimentos. 
Conforme comiencen a entrar en vigor estas medidas, grandes contingentes
 de población urbana serán transferidos a regiones apartadas. Quienes se
 opongan serán exterminados a la manera del experimento que llevó a cabo
 Pol Pot en Camboya.
-Los enfermos incurables y los ancianos habrán de someterse 
ineludiblemente a la eutanasia. Para el año 2050 habrán sido eliminados 
al menos 3.000 millones de consumidores inútiles de alimentos por medio 
de guerras de alcance limitado, epidemias orquestadas de enfermedades 
virulentas, y hambre. El suministro de energía, alimento y agua se 
mantendrá al nivel mínimo de subsidencia para los ajenos a la élite.
-Todo producto farmacéutico, médico, dentista y profesional de la 
salud, esencial o no, estará registrado en el banco de datos del 
computador central. Será imposible recetar un remedio o prescribir 
atención médica sin autorización expresa de los agentes responsables de 
imponer la autoridad en cada municipio.
-No habrá moneda ni dinero en efectivo en posesión de las masas. Toda
 transacción se llevará a cabo mediante una tarjeta de cobro automático 
en la que figure el número de identificación del portador. A quien 
transgreda el reglamento establecido por el Club de los 300 le será 
inválida la tarjeta por un tiempo que variará con arreglo a la 
naturaleza y gravedad de la violación.
-El Gobierno Universal llevará las riendas de todas las agencias 
noticiosas y órganos de prensa. Métodos de lavado cerebral se harán 
pasar por entretenimiento, de la misma manera en que se practicaba y se 
convirtió en técnica refinada en los Estados Unidos. A los jóvenes a los
 que se aparte de los padres desleales se les impartirá una educación 
concebida especialmente para embrutecerlos.
-Jóvenes de ambos sexos serán adiestrados como vigilantes en los campos de trabajo del Gobierno Internacional.
Por lo anterior, es evidente que quede mucho por hacer para la 
instauración del Nuevo Orden Mundial. Hace tiempo que el Club de los 300
 ha perfeccionado los planes para desestabilizar la civilización tal 
como la conocemos en la actualidad.
En Europa Occidental ha construido una federación de estados con una 
estructura de gobierno que incluye una moneda común. Una vez logrado 
esto, el sistema de la Unión Europea se extenderá por etapas a los 
EE.UU. y Canadá. De forma lenta pero inexorable, las Naciones Unidas se 
están transformando en un sello de aprobación del Gobierno Universal: 
EE.UU. le dicta lo que tiene que hacer, como vimos cuando la Guerra del 
Golfo.
El impresionante secreto que envuelve al Club de los 300 hace que 
muchos pongan en entredicho su existencia. Ningún órgano informativo ha 
hecho jamás mención de dicha jerarquía conspiradora. Por consiguiente, y
 como era de esperar, la gente reacciona con incredulidad. El Club de 
los 300 está en su mayor parte en manos del monarca británico, en la 
actualidad la reina Isabel II.
No hay entidad que escape al dominio del Club, y salta a la vista que
 éste ejerce un férreo control en el terreno de las comunicaciones. Si 
echamos un vistazo a la RCA, descubriremos que su directorio se compone 
de personalidades británicas y estadounidenses que descuellan en 
organizaciones como el Consejo de Relaciones Exteriores, la OTAN, el 
Club de Roma, la Comisión Trilateral, la Francmasonería, Skull and 
Bones, el grupo Bilderberg, Round Table, la Sociedad Milner y la 
Jesuits-Aristotle Society. Entre ellos se contaba David Sarnoff, que se 
trasladó a Londres hacia la misma época que Sir William Stepherson se 
instaló en la sede neoyorquina de la RCA.
El gobierno invisible del Club de los 300 está ejerciendo una presión
 inmensa sobre los EE. UU. A fin de reformar el país para mal. Si 
logramos evitar que se nos despoje de la libertad, retrasaremos 
considerablemente el progreso hacia el establecimiento del gobierno 
supranacional. La instauración del mismo es una empresa de proporciones 
impresionantes que exige gran habilidad, talento organizativo y dominio 
de los gobiernos y su política. La única organización capaz de llevar a 
cabo tan ciclópea tarea con esperanza de éxito es el Club de los 300. 
Acabamos de ver hasta qué punto se ha acercado al éxito total.
La batalla para evitarlo será, ante todo, de carácter espiritual.
*Ex espía del MI6 y colaborador de prensa en la actualidad. 
También se les considera representantes de la teoría crítica que allí se fundó.
Cómo el marxismo cultural de la Escuela de Frankfurt inventó la persecución al disidente
El analista Roniel Aledo, ex analista de la CIA, expone cómo el marxismo cultural impone “la dictadura del pensamiento” a quien se atreve a cuestionar los nuevos ‘dogmas’. La Escuela de Frankfurt, inspirada por Gramsci, instituyó conceptos-dogma como lo ‘políticamente correcto’
Sobre el objetivo de esta Escuela, decía su primer director George Lukacs: “Vi la destrucción revolucionaria de la sociedad como la única solución para las contradicciones culturales de la época… Tal volteamiento mundial de valores no puede ocurrir sin la aniquilación de los antiguos valores y la creación de otros nuevos por los revolucionarios”.
“Horkheimer afirma en su ‘Teoría Critica’ que
la manera de destruir la civilización occidental era el ataque sistemático a todos sus valores asociados a esta, y así, por ejemplo, defendía la destrucción del matrimonio y la familia con hijos”
Otros pensadores marxistas se unieron al esfuerzo con dedicación: Adorno, Marcuse, Fromm, Benjamin, Horkheimer, etc.
https://www.actuall.com/criterio/democracia/como-el-marxismo-cultural-de-la-escuela-de-frankfurt-invento-la-persecucion-al-disidente/