La intervención que les ofrecemos forma parte de los "extras" filmados por el colectivo audiovisual "Tres y un perro" para la elaboración de su documental
"Cuarto Poder: Los Medios en la Sociedad
de la Información".
Este trabajo ha sido presentado en
festivales de Argentina, España, Reino Unido, Cuba y Brasil, que toma el
ejemplo de Venezuela y el gobierno de Hugo Chávez como caso de estudio para poner
de manifiesto cuál es la verdadera función social de los "Media" e
indagar en conceptos como la libertad de expresión, el derecho a la
información, la deontología informativa, la manipulación o la creación de
"opinión pública" (....)
Entre las técnicas explicadas por Ángeles Díez destacan la "criminalización", la "victimización", la creación de estereotipos, la "descontextualización" y "recontextualización" de las noticias o el desequilibrio de fuentes.
Ángeles Díez Rodríguez es profesora del Departamento de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Díez Rodríguez ha impartido o participado en cursos relacionados con temas de su especialidad en no pocas universidades, tanto españolas como internacionales. Asimismo es autora de numerosos libros y publicaciones tales como:
"La Tortura como procedimiento: de la cárcel de Abu Graib a la base naval de Guantánamo", "Manipulación y medios en la sociedad de la información"; "La última carga... y las guerras de aniquilación"; "Nuevas organizaciones sociales al final del milenio"; "¿Existen movimientos sociales?".
El texto que reproducimos corresponde a una conferencia suya impartida en el Ateneo de Madrid el 9 de septiembre de 2013.
Entre las técnicas explicadas por Ángeles Díez destacan la "criminalización", la "victimización", la creación de estereotipos, la "descontextualización" y "recontextualización" de las noticias o el desequilibrio de fuentes.
Ángeles Díez Rodríguez es profesora del Departamento de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Díez Rodríguez ha impartido o participado en cursos relacionados con temas de su especialidad en no pocas universidades, tanto españolas como internacionales. Asimismo es autora de numerosos libros y publicaciones tales como:
"La Tortura como procedimiento: de la cárcel de Abu Graib a la base naval de Guantánamo", "Manipulación y medios en la sociedad de la información"; "La última carga... y las guerras de aniquilación"; "Nuevas organizaciones sociales al final del milenio"; "¿Existen movimientos sociales?".
El texto que reproducimos corresponde a una conferencia suya impartida en el Ateneo de Madrid el 9 de septiembre de 2013.
AQUI DOCUMENTAL COMPLETO:
http://www.tresyunperro.com/ver_pelicula.html
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EXCELENTE DOCUMENTAL SOBRE LA HISTORIA DE LA PROPAGANDA:
por Rubén Luengas
"Donde la ignorancia es feliz, es locura el saber"
Aldous Huxley
Varias personas me han preguntado por el libro que recomendé en el
programa Entre Noticias que se transmite los jueves por internet:
Amusing Ourselves to Death.Public Discourse in the Age of Show Business
(Divertirse hasta morir. El discurso público en la era del "show business"), del neoyorquino Neil Postman, quien fuera discípulo de Marshall McLuhan.
(Divertirse hasta morir. El discurso público en la era del "show business"), del neoyorquino Neil Postman, quien fuera discípulo de Marshall McLuhan.
El libro confronta la obra de George Orwell (1984), con la de Aldous Huxley
(Un mundo feliz), llegando a la conclusión de que es la de Huxley y no
la de Orwell, la que mejor anticipó lo que domina a las personas en
nuestra sociedad actual.
Según Postman, ocurre que las modernas formas
de opresión no provienen de un ámbito exterior ni nos son impuestas de
manera violenta, sino que, como Huxley anticipó, "el hombre llegará a
amar su opresión y a adorar las tecnologías que anulen su capacidad de
pensar".
En la era de la televisión y de la internet, dice Postman,
"los
estadounidenses son los mejor entretenidos y, probablemente, los peor
informados del mundo occidental".
Agrega de manera enfática que: "La
televisión ha alterado el significado de lo que es 'estar informado', al
crear un tipo de información que para ser más exactos habría que
calificarla de desinformación". Para Postman, hablar de desinformación
no significa necesariamente que se trate siempre de información falsa,
sino presentada de manera tramposa, engañosa, fragmentada, fuera de
contexto,irrelevante, frívola o superficial. Información que "crea la
ilusión de que sabemos algo, pero que de hecho nos aleja del
conocimiento real.
Neil Postman dibuja una sociedad que camina aceleradamente hacia la
estupidez colectiva, en un marco de libertades formales inútiles,
plenamente inútiles porque nadie las podrá ejercer por desconocimiento; y
junto con Huxley, se pregunta "de qué nos reímos y por qué hemos dejado
de pensar".
El libro divertirse hasta morir, no lamenta que la televisión ofrezca
entretenimiento, sino que termine presentándonos todos los asuntos como
entretenimiento y que sea esta la "supraideología" de todo el discurso
televisivo.
En el prólogo de la edición que yo tengo del libro del francés Guy
Debord, "La sociedad del espectáculo",se denuncia precisamente eso:"La
espectacularización de la política y de la realidad en general hasta
niveles de una proliferación de la obscenidad emocional y del
sensacionalismo cínico y escandaloso del reality show".
Ese es justo el contexto en el que muchos ubican, no solo al programa
de televisión de Laura Bozzo, sino a muchos otros, incluidos noticieros
cuyos formatos están diseñados para entretener con pedazos de realidad,
para "llenar butacas", ofreciendo entretenimiento disfrazado de noticia y
en cuyas "juntas editoriales" es frecuente escuchar decir a sus
diseñadores:
"Esa noticia no es 'sexy', la dejamos fuera".
Laura Bozzo ha sido acusada desde hace mucho tiempo de ser protagonista
de este imperio de lo falso que responde a las demandas del 'show
business. De hacer un uso innoble del dolor y la desgracia en tragedias
como el terremoto en Pisco, Perú, o el Huracán Manuel, en Guerrero México, utilizándolas de escenografía para "el montaje histriónico" de un melodrama que pretende vender "una imagen ficticia de salvadora o redentora"
Más allá de la conductora en sí misma y de sus alaridos grotescos
contra la acreditada periodista Carmen Aristegui, habría más bien que
advertir lo que todo esto significa en el uso impune de la televisión
para la deliberada estupidización del mundo y la colonización de las
conciencias.
México
enfrenta una de las encrucijadas más inciertas de su historia, siendo
más que evidente su actual estado de descomposición general. Ante la
falta de escrúpulos de quienes permiten que los hogares mexicanos sean
inundados de telebasura estridente, propaganda y desinformación, cada
persona, según su nivel de conciencia, tiene la opción de actuar y
rebelarse, o de lo contrario aceptar aquel famoso pronóstico de que los
mexicanos "nunca dejarán de estar jodidos".
MANIPULACION VASTA DE LAS NOTICIAS :
ESTE DISCURSO SE PUEDE APLICAR A CUQLQUIER PAIS DEL MUNDO OCCIDENTAL EN MAYOR O MENOR GRADO.
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Una concurrencia en torno a las 150 personas se apretaba en el aula 26 de la Facultad de derecho de Barcelona el pasado 3 de Octubre, con motivo de la charla de Alejandro Cao de Benós, delegado especial del Comité de Relaciones Culturales con el Extranjero del Gobierno de la República Popular Democrática de Corea y presidente de la KFA (Korean Friendship Association).
Si se supone que un funcionario del gobierno norcoreano es un tipo flemático de ademanes militares, ese será un tópico más a derribar de los que conforman los cimientos de nuestra subcultura. Alejandro hizo una exposición metódica y ambiciosa, con pasión –lejos de aburrir a nadie– y con paciencia, después de tres horas que bien podrían haber sido más ante las preguntas de los asistentes y la noche que caía.
La segunda idea errónea, que pone al descubierto nuestro desconocimiento, es que no existen dos Coreas, sino una, que tras la 2ª Guerra Mundial terminó con la ocupación japonesa y quedó dividida en dos partes por el paralelo 38. La URSS tomó el control de la parte norte, mientras que los EEUU el de la parte sur. Posteriormente la URSS dejó Corea para los coreanos y no mantuvo el control sobre Corea de Norte, mientras que EEUU sí lo hizo con Corea de Sur, sobre todo como colonia militar.
Estas líneas son más un testimonio que una síntesis de una extraordinaria charla con múltiples contenidos. Desde la presentación personal y trayectoria de Cao de Benós, al contexto histórico, pasando por las implicaciones geopolíticas actuales y la realidad social de la República Popular Democrática de Corea en educación, sanidad, energía, defensa, etc. Alejandro no dejó un ápice de duda sobre su profundo conocimiento. Tampoco dudó en exponer su visión ante otras preguntas sobre temas más cercanos.
Respecto a la independencia de Cataluña comenzó diciendo que “la unión hace la fuerza”. Pero si se habla de independencia se debería profundizar en qué se trata de independizarse, ya que los vínculos económicos y militares siguen en situación de dependencia de entidades internacionales no cuestionadas por el independentismo. Ahora bien, diferente sería hablar de una unión de repúblicas, añadió Benós.
No podían faltar los acólitos de los manoseados derechos humanos –o quizá aspirantes a periodistas que buscan infructuosamente un trabajo antes que respuestas. Estos hicieron mención a la libertad de expresión, a la libre circulación y otros de los tópicos de nuestra modélica sociedad, mientras que eludieron otras preguntas referentes al derecho a la vivienda, al trabajo, la sanidad o el ocio. Benós expuso cómo la mayoría de derechos contemplados por la ONU están plenamente atendidos en la República Popular Democrática de Corea.
Tampoco faltaron las referencias a informes de Amnistía Internacional como prueba de violaciones de derechos humanos. Respecto a esto Alejandro denunció el papel que juega dicha organización en su colaboración con el poder imperialista dominante, hecho que arrancó los aplausos de gran parte de la concurrencia, lo cual me pareció un extraordinario síntoma de que algo está cambiando en nuestro entorno social.
“Dime con quién andas y te diré quién eres” así titulaba su artículo Mikel Itulain en Diario Octubre el pasado 22 de junio dedicado a mostrar los vínculos con el poder de Amnistía Internacional. En él se puede ver a a Suzanne Nossel, directora ejecutiva de Amnistía Internacional sección EEUU junto a Hillary Clinton y James Wolfensohn, expresidente del Banco Mundial. La digresión viene a cuento de que Benós expuso lo mismo que Itulain en otro artículo de su blog:
Amnistía Internacional, como Human Rights Watch,
utilizan la excusa de los derechos humanos con otros fines, fines políticos y económicos. Estas organizaciones, que actúan en beneficio del poder económico occidental, tienen una importancia capital en la estrategia de conquista del mundo por parte de las corporaciones.
A muchos nos sonó un tanto idílica la exposición de Alejandro, personalmente me resulta muy difícil imaginar el desarrollo humano anteponiendo la patria como causa mayor. En cualquier caso, las condiciones de un pueblo dependen en gran medida de las circunstancias que lo envuelven. Acercarnos a otras realidades implica poner en cuestión a nuestra propia razón, teñida de prejuicios y/o carencias educativas y, aún mejor, tener un mínimo conocimiento de su sustrato cultural, como lo es Confucio y el budismo en este caso. Por lo que se refiere al proceso histórico, en Corea del Norte la tradición se ha mantenido por siglos y es parte consustancial de su actual sistema comunista diferenciado e independiente de la antigua URSS y de China.
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A lo largo de la Historia los poderosos, para someter el resto de las personas, siempre han recurrido a una instancia absoluta: Dios, Logos, Padre, Ley, Razón, el Individuo, la Humanidad, la Ciencia, el Lenguaje… Dependiendo de a quién sirviera, la filosofía ha ido creando o destruyendo esos absolutos: ya fueran sistemas religiosos formales o constructos ideológicos. “Dios ha muerto”; “hay que matar al Padre”; “es el fin del logocentrismo”; “es el fin del antropocentrismo”, “es el sueño de la Razón…”. Tras el ocaso de estos ídolos, el último gran Absoluto que queda por derrocar es el de la Información. Y quizá sea tiempo de admitir que la información ha muerto.
“La información lo es todo, en la guerra como en la paz, en la política como en la economía. El Poder no se funda, en la Francia de 1799, en el terror, sino en la información”. Estas palabras del escritor Stefan Zweig en su obra Fouché, el genio tenebroso (1929) nos pueden dar una idea de en qué medida, desde hace siglos y hasta las recientes filtraciones de Wikileaks y de Edward Snowden, el Poder se sirve de un ídolo llamado Información para someter a los demás. Si en nombre de Dios se han cometido crímenes, no menos crímenes se cometen en nombre de la información.
La Información es desde hace al menos dos siglos el nuevo Absoluto. La Información se reviste de los atributos de una religión positiva que cuenta con su casta de sacerdotes. Predicadores cuyo Evangelio es el de la digitalización de libros, la ‘liberación’ de bases de datos y la construcción de una Gran Biblioteca Universal; en definitiva, en una nueva utopía soteriológica.
Este tipo de credos sustitutorios, ‘metarreligiones’ o ‘antiteologías’, como las llama George Steiner en Nostalgia del absoluto (1974), buscan llenar “el vacío central dejado por la erosión de la teología”. Más concretamente Steiner se refiere a cómo la “descomposición” hace unos 150 años de “una doctrina cristiana globalizadora había dejado en desorden, o simplemente había dejado en blanco, las percepciones de la justicia social, del sentido de la historia humana, de las relaciones entre la mente y el cuerpo, del lugar del conocimiento en nuestra conducta moral”.
Hegel escribe la frase “Dios ha muerto” en su Fenomenología del Espíritu, en 1807. Nietzsche retoma esa sentencia en La gaya ciencia, en 1882. Para llenar ese vacío, la ausencia de Dios, que ya se presentía desde hacía décadas, surgieron en parte las ideologías, pero también se apeló a otras instancias sustitutivas que ya hemos enumerado: la Razón y su variante lingüística -el Logos-, el Individuo, la Humanidad, la Historia, la Ciencia, el Lenguaje… La filosofía ha demostrado el flanco débil de todas estas nociones, su condición de relatos entre otros relatos, es decir, no sólo su ‘relativismo’, sino también su ‘relatividad’.
Y la última máscara de lo Absoluto, el último Gran Relato, se llama ‘Información’, que escribimos así, en mayúscula, para resaltar su carácter teológico. La Información es al conocimiento lo que la escritura es a la memoria. Platón en Fedro pone en boca de Sócrates estas palabras al respecto de la escritura: “Es olvido lo que producirán en las almas de quienes las aprendan [las letras], al descuidar la memoria, ya que, fiándose de lo escrito, llegarán al recuerdo desde fuera, a través de caracteres ajenos, no desde dentro, desde ellos mismos y por sí mismos”.
Lo mismo ocurre con la Información: quien la posee lo hace extensivamente, almacena millones de ‘terabytes’ y se preocupa sólo por que sea posible hallar en esa ingente cantidad de datos un fragmento concreto, de ahí el reinado de Google o de cualquier buscador. Pero cada vez a menos gente le preocupa conocer intensivamente esa información y poder forjarse una imagen a partir de su contenido. El contenido da igual, porque lo que confiere poder no es emplear la información, sino simplemente poseerla. “No he visto tal película, pero la tengo. No he leído tal libro, pero lo tengo. No he inspeccionado tus declaraciones de Hacienda, pero las tengo…”. Cuanta más información se posee menos se conoce. De ahí que lleguemos a la paradoja de que quien más información tiene, menos sabe. O dicho de otra manera: quien tiene dos relojes que marcan aproximadamente la misma hora nunca sabrá exactamente qué hora es.
La Información ha muerto por saturación y ha perdido efectividad. Por eso, las grandes exclusivas periodísticas, los grandes discursos, las grandes narraciones modernas, son flor de un día y no generan cambio. A medida que ha aumentado la extensión y el acceso a la información, ha menguado proporcionalmente su intensidad. La situación es parecida a la que describe Poe en La carta robada (1884). La acumulación de datos y su accesibilidad no nos va a salvar. Aquello que buscamos, el único conocimiento que necesitamos y que podría salvarnos, está disponible y accesible desde hace siglos, como lo estaba la carta del relato de Poe, carta que, precisamente por ser evidente y estar accesible junto a otras muchas cartas, pasaba desapercibida.
Fuente original: http://www.lamarea.com/2013/10/29/la-informacion-ha-muerto/
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MAS TECNICAS SUTILES DE EMBRUTECER y MANIPULAR la INFORMACION
La información bruta se ha transformado en un mecanismo de desinformación efectivo, en el que las ideas hegemónicas intentan crear un estado de opinión favorable a los intereses ideológicos de los poderes financieros y fácticos. Como la gastronomía, la información usa mecanismos técnicos muy similares para modificar sutilmente los sabores, la presencia y la textura de los datos que se aportan al consumidor ávido y pasivo de noticias.
Esas sibilinas y sofisticadas intermediaciones de modo hacen que las noticias vírgenes sufran leves transformaciones en su sustancia original. Esa adulteración invisible es consumida en general por el indefenso ciudadano medio sin apenas capacidad de respuesta crítica, creando en él un marco de interpretación y referencia subordinado a las ideas de las clases propietarias.
La libertad de expresión es una quimera.
Saturación
Las noticias que afectan a una misma cosa, asunto o persona, y que pueden ser perjudiciales para el poder, se ponen en antena o se actualizan al minuto merced a datos espectaculares e inconexos. Tal avalancha de informaciones juega a dos bandas complementarias: por una parte, el dar la noticia contraria a los intereses de grandes corporaciones o instituciones o personajes encumbrados avala la tesis dulce de la libertad genuina de expresión, mientras desde otra perspectiva la repetición machacona de la noticia vacía de contenido, sentido y significado a la misma.
Comida basura
Comprende sectores de comunicación muy diversos:
Un tercer caso
paradigmático de lo que entra por los ojos a la vez que oculta.
Venezuela, Cuba y Rusia se utilizan con profusión como chivos
expiatorios para tapar noticias de actualidad doméstica no favorables a
los poderes establecidos. La gente acrítica consume con ganas lo que
previamente se ha adecuado a sus gustos personales. Se dice,
gráficamente, que pensamos lo que comemos, sin embargo sería más cierto
expresarlo de esta manera: pensamos lo que leemos, vemos y escuchamos.
Pensar con autonomía y criterio razonable cada vez será más caro y
dificultoso.
Entre horas
Los sueltos, breves y las píldoras informativas en dosis telegráficas han existido siempre, si bien han tenido un crecimiento exponencial con internet y su mundo en tiempo real. La rapidez es consustancial a las sociedades de la globalización. Todo tiene que suceder aquí y ahora. El valor de lo inmediato no se discute, se vive, se consume y se tira al instante. De ahí que informarse a la carrera sea una necesidad que requiere inmensos esfuerzos de concentración y de síntesis cognitiva. Hay quienes solo se informan a través de sumarios, resúmenes de prensa, breves y titulares concisos. En televisión, mientras un locutor o presentadora habla, la cantidad de datos que nos asaltan en la pantalla son innumerables. Todos tienen el formato de flashes informativos o datos exprés con carácter absoluto de urgencia o inminencia total. La complejidad se desmenuza en miles de ítems infinitesimales reducidos a su mero nombre, eludiendo cualquier descripción del fenómeno real al que atañe. Es un tipo de información adaptada a la velocidad de ir conduciendo un automóvil, esperar con ansiedad el embarque en un aeropuerto o estación de ferrocarril o viajar apretujado en el metro o el bus por la ciudad hacia el trabajo o la universidad. Estos pildorazos son sucedáneos de información verdadera, mesurada, rigurosa y contrastada, no obstante llenan un vacío existencial y sacian nuestras irrefrenables ansias de curiosidad insaciable. Con estos raquíticos breves calmamos nuestras neurosis compulsivas de urbanitas posmodernos. Una vez en casa, en la templada soledad hogareña, bien podríamos decirnos como Sócrates que solo sabemos que no sabemos nada.
De autor
Quien únicamente se alimenta de informaciones de autor corre altos riesgos de colapso multiorgánico con síntomas inespecíficos. Expertos, gurús, iconoclastas, tertulianos u opinadotes profesionales y visionarios de variada estirpe conforman un club de autoridades técnicas en materias profanas y religiosas que sirven de cauce a muchos seguidores incapaces de crearse opiniones propias en el mundo actual. Suelen ser personas con la autoestima por los suelos o escasamente creativas que precisan de líderes o iconos a los que ofrecerse como esclavos, sumisos, súbditos o fans entregados de universos mentales casi religiosos o míticos. La información de autor crea adictos compulsivos y jamás plantea problemas profundos al orden establecido. En un mundo donde las complejidades de la vida se han reducido a sucesos o acontecimientos sin nexo entre ellos, confiar ciegamente o echarse en manos de opiniones “autorizadas” resulta un camino u opción que arroja cierta luz de seguridad ante las incertidumbres personales o colectivas de todo tipo y condición. Las redes sociales de adhesión fanática como Twitter y Facebook abonan este campo psicológico de estrecha unión con celebridades de sectores muy dispares. El autor es un dios menor que ofrece cobijo emocional en momentos de zozobra privada y crisis políticas y económicas.
Fuera de temporada
Todo lo extemporáneo, maravilloso, increíble, raro o monstruoso entra dentro del amarillismo sensacionalista. Es una vieja táctica de los medios de comunicación masivos para ganar clientela frente a la competencia y también para embotar la mente ciudadana de noticias morbosas e irrelevantes. Es puro espectáculo que convierte en entretenimiento baladí cualquier aspecto de la realidad cotidiana o histórica. Se configura como un puñetazo en pleno rostro que cae en detumescencia nada más sufrirse el impacto. Hay muchas personas adictas al sensacionalismo que interpretan, según conveniencia o costumbre, los papeles del sádico y/o el masoquista. Los asesinos en serie, los actos culturales de pueblos aborígenes o lejanos o de minorías étnicas, las excepcionalidades físicas o psíquicas y los gustos estrafalarios son algunos motivos favoritos de este apartado informativo. Y, por supuesto, las medias verdades de cualquier asunto real o histórico. Lo escabroso, esotérico y de imposible confirmación son hechos “fuera de temporada” que sirven como escape, tocata y fuga de la cruda realidad diaria.
¿Una noticia sensacional? Existen a montones: poner en tela de juicio que el ser humano pisara la Luna, un reportaje superficial sobre el tamaño del pene de Napoleón o una entrevista en exclusiva con un personaje protagonista de un milagro religioso que dice haber hablado con la virgen María. El sensacionalismo da la misma importancia a la opinión de un científico y a la de un impostor salido de la nada absoluta.
Las viandas que nos desinforman en tiempo real son extremadamente suculentas y atractivas. Nadie está a salvo de su veneno ponzoñoso y de su perfidia solapada. Hay que estar en guardia permanentemente ante tamaña y colosal capacidad y poder casi omnímodo de los medios de comunicación. No se trata tanto de levantar diques de entrada a nuestro cerebro sino como de mantener una actitud escéptica y alerta que impida que nos comamos y creamos a pies juntillas todo lo que nos dicen y elaboran en el mercado de la información mediática.
Hay que comer e informarse con alimentos y noticias variados. Y observar cómo reacciona el organismo ante lo nuevo y las mezclas o cócteles de datos y sabores. Las denominaciones de origen son fundamentales en la elección de nuestros alimentos diarios. Saber quién hay detrás de cada información es también esencial en nuestra dieta saludable de información cotidiana. Conocer de qué modo pueden engañarnos es saber mucho, un arma de construcción crítica de la realidad que nos hará más ponderados en la argumentación y el razonamiento público.
Vivimos en red, en medio de un pastel dulce o un caos amargo precocinado por los medios de comunicación de masas. La primicia informativa no es más que una mercancía hecha noticia, un producto en suma para ser consumido al instante. Una información veraz no precisa de mercadotecnia para ser reconocida como tal. Ahora bien, ¿existe la información independiente en sentido estricto?
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Una concurrencia en torno a las 150 personas se apretaba en el aula 26 de la Facultad de derecho de Barcelona el pasado 3 de Octubre, con motivo de la charla de Alejandro Cao de Benós, delegado especial del Comité de Relaciones Culturales con el Extranjero del Gobierno de la República Popular Democrática de Corea y presidente de la KFA (Korean Friendship Association).
Si se supone que un funcionario del gobierno norcoreano es un tipo flemático de ademanes militares, ese será un tópico más a derribar de los que conforman los cimientos de nuestra subcultura. Alejandro hizo una exposición metódica y ambiciosa, con pasión –lejos de aburrir a nadie– y con paciencia, después de tres horas que bien podrían haber sido más ante las preguntas de los asistentes y la noche que caía.
La segunda idea errónea, que pone al descubierto nuestro desconocimiento, es que no existen dos Coreas, sino una, que tras la 2ª Guerra Mundial terminó con la ocupación japonesa y quedó dividida en dos partes por el paralelo 38. La URSS tomó el control de la parte norte, mientras que los EEUU el de la parte sur. Posteriormente la URSS dejó Corea para los coreanos y no mantuvo el control sobre Corea de Norte, mientras que EEUU sí lo hizo con Corea de Sur, sobre todo como colonia militar.
Estas líneas son más un testimonio que una síntesis de una extraordinaria charla con múltiples contenidos. Desde la presentación personal y trayectoria de Cao de Benós, al contexto histórico, pasando por las implicaciones geopolíticas actuales y la realidad social de la República Popular Democrática de Corea en educación, sanidad, energía, defensa, etc. Alejandro no dejó un ápice de duda sobre su profundo conocimiento. Tampoco dudó en exponer su visión ante otras preguntas sobre temas más cercanos.
Respecto a la independencia de Cataluña comenzó diciendo que “la unión hace la fuerza”. Pero si se habla de independencia se debería profundizar en qué se trata de independizarse, ya que los vínculos económicos y militares siguen en situación de dependencia de entidades internacionales no cuestionadas por el independentismo. Ahora bien, diferente sería hablar de una unión de repúblicas, añadió Benós.
No podían faltar los acólitos de los manoseados derechos humanos –o quizá aspirantes a periodistas que buscan infructuosamente un trabajo antes que respuestas. Estos hicieron mención a la libertad de expresión, a la libre circulación y otros de los tópicos de nuestra modélica sociedad, mientras que eludieron otras preguntas referentes al derecho a la vivienda, al trabajo, la sanidad o el ocio. Benós expuso cómo la mayoría de derechos contemplados por la ONU están plenamente atendidos en la República Popular Democrática de Corea.
Tampoco faltaron las referencias a informes de Amnistía Internacional como prueba de violaciones de derechos humanos. Respecto a esto Alejandro denunció el papel que juega dicha organización en su colaboración con el poder imperialista dominante, hecho que arrancó los aplausos de gran parte de la concurrencia, lo cual me pareció un extraordinario síntoma de que algo está cambiando en nuestro entorno social.
“Dime con quién andas y te diré quién eres” así titulaba su artículo Mikel Itulain en Diario Octubre el pasado 22 de junio dedicado a mostrar los vínculos con el poder de Amnistía Internacional. En él se puede ver a a Suzanne Nossel, directora ejecutiva de Amnistía Internacional sección EEUU junto a Hillary Clinton y James Wolfensohn, expresidente del Banco Mundial. La digresión viene a cuento de que Benós expuso lo mismo que Itulain en otro artículo de su blog:
Amnistía Internacional, como Human Rights Watch,
utilizan la excusa de los derechos humanos con otros fines, fines políticos y económicos. Estas organizaciones, que actúan en beneficio del poder económico occidental, tienen una importancia capital en la estrategia de conquista del mundo por parte de las corporaciones.
A muchos nos sonó un tanto idílica la exposición de Alejandro, personalmente me resulta muy difícil imaginar el desarrollo humano anteponiendo la patria como causa mayor. En cualquier caso, las condiciones de un pueblo dependen en gran medida de las circunstancias que lo envuelven. Acercarnos a otras realidades implica poner en cuestión a nuestra propia razón, teñida de prejuicios y/o carencias educativas y, aún mejor, tener un mínimo conocimiento de su sustrato cultural, como lo es Confucio y el budismo en este caso. Por lo que se refiere al proceso histórico, en Corea del Norte la tradición se ha mantenido por siglos y es parte consustancial de su actual sistema comunista diferenciado e independiente de la antigua URSS y de China.
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La Información ha muerto
La Marea
A lo largo de la Historia los poderosos, para someter el resto de las personas, siempre han recurrido a una instancia absoluta: Dios, Logos, Padre, Ley, Razón, el Individuo, la Humanidad, la Ciencia, el Lenguaje… Dependiendo de a quién sirviera, la filosofía ha ido creando o destruyendo esos absolutos: ya fueran sistemas religiosos formales o constructos ideológicos. “Dios ha muerto”; “hay que matar al Padre”; “es el fin del logocentrismo”; “es el fin del antropocentrismo”, “es el sueño de la Razón…”. Tras el ocaso de estos ídolos, el último gran Absoluto que queda por derrocar es el de la Información. Y quizá sea tiempo de admitir que la información ha muerto.
“La información lo es todo, en la guerra como en la paz, en la política como en la economía. El Poder no se funda, en la Francia de 1799, en el terror, sino en la información”. Estas palabras del escritor Stefan Zweig en su obra Fouché, el genio tenebroso (1929) nos pueden dar una idea de en qué medida, desde hace siglos y hasta las recientes filtraciones de Wikileaks y de Edward Snowden, el Poder se sirve de un ídolo llamado Información para someter a los demás. Si en nombre de Dios se han cometido crímenes, no menos crímenes se cometen en nombre de la información.
La Información es desde hace al menos dos siglos el nuevo Absoluto. La Información se reviste de los atributos de una religión positiva que cuenta con su casta de sacerdotes. Predicadores cuyo Evangelio es el de la digitalización de libros, la ‘liberación’ de bases de datos y la construcción de una Gran Biblioteca Universal; en definitiva, en una nueva utopía soteriológica.
Este tipo de credos sustitutorios, ‘metarreligiones’ o ‘antiteologías’, como las llama George Steiner en Nostalgia del absoluto (1974), buscan llenar “el vacío central dejado por la erosión de la teología”. Más concretamente Steiner se refiere a cómo la “descomposición” hace unos 150 años de “una doctrina cristiana globalizadora había dejado en desorden, o simplemente había dejado en blanco, las percepciones de la justicia social, del sentido de la historia humana, de las relaciones entre la mente y el cuerpo, del lugar del conocimiento en nuestra conducta moral”.
Hegel escribe la frase “Dios ha muerto” en su Fenomenología del Espíritu, en 1807. Nietzsche retoma esa sentencia en La gaya ciencia, en 1882. Para llenar ese vacío, la ausencia de Dios, que ya se presentía desde hacía décadas, surgieron en parte las ideologías, pero también se apeló a otras instancias sustitutivas que ya hemos enumerado: la Razón y su variante lingüística -el Logos-, el Individuo, la Humanidad, la Historia, la Ciencia, el Lenguaje… La filosofía ha demostrado el flanco débil de todas estas nociones, su condición de relatos entre otros relatos, es decir, no sólo su ‘relativismo’, sino también su ‘relatividad’.
Y la última máscara de lo Absoluto, el último Gran Relato, se llama ‘Información’, que escribimos así, en mayúscula, para resaltar su carácter teológico. La Información es al conocimiento lo que la escritura es a la memoria. Platón en Fedro pone en boca de Sócrates estas palabras al respecto de la escritura: “Es olvido lo que producirán en las almas de quienes las aprendan [las letras], al descuidar la memoria, ya que, fiándose de lo escrito, llegarán al recuerdo desde fuera, a través de caracteres ajenos, no desde dentro, desde ellos mismos y por sí mismos”.
Lo mismo ocurre con la Información: quien la posee lo hace extensivamente, almacena millones de ‘terabytes’ y se preocupa sólo por que sea posible hallar en esa ingente cantidad de datos un fragmento concreto, de ahí el reinado de Google o de cualquier buscador. Pero cada vez a menos gente le preocupa conocer intensivamente esa información y poder forjarse una imagen a partir de su contenido. El contenido da igual, porque lo que confiere poder no es emplear la información, sino simplemente poseerla. “No he visto tal película, pero la tengo. No he leído tal libro, pero lo tengo. No he inspeccionado tus declaraciones de Hacienda, pero las tengo…”. Cuanta más información se posee menos se conoce. De ahí que lleguemos a la paradoja de que quien más información tiene, menos sabe. O dicho de otra manera: quien tiene dos relojes que marcan aproximadamente la misma hora nunca sabrá exactamente qué hora es.
La Información ha muerto por saturación y ha perdido efectividad. Por eso, las grandes exclusivas periodísticas, los grandes discursos, las grandes narraciones modernas, son flor de un día y no generan cambio. A medida que ha aumentado la extensión y el acceso a la información, ha menguado proporcionalmente su intensidad. La situación es parecida a la que describe Poe en La carta robada (1884). La acumulación de datos y su accesibilidad no nos va a salvar. Aquello que buscamos, el único conocimiento que necesitamos y que podría salvarnos, está disponible y accesible desde hace siglos, como lo estaba la carta del relato de Poe, carta que, precisamente por ser evidente y estar accesible junto a otras muchas cartas, pasaba desapercibida.
Fuente original: http://www.lamarea.com/2013/10/29/la-informacion-ha-muerto/
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MAS TECNICAS SUTILES DE EMBRUTECER y MANIPULAR la INFORMACION
La información bruta se ha transformado en un mecanismo de desinformación efectivo, en el que las ideas hegemónicas intentan crear un estado de opinión favorable a los intereses ideológicos de los poderes financieros y fácticos. Como la gastronomía, la información usa mecanismos técnicos muy similares para modificar sutilmente los sabores, la presencia y la textura de los datos que se aportan al consumidor ávido y pasivo de noticias.
Esas sibilinas y sofisticadas intermediaciones de modo hacen que las noticias vírgenes sufran leves transformaciones en su sustancia original. Esa adulteración invisible es consumida en general por el indefenso ciudadano medio sin apenas capacidad de respuesta crítica, creando en él un marco de interpretación y referencia subordinado a las ideas de las clases propietarias.
La libertad de expresión es una quimera.
Los poderes establecidos multiplican su voz e influencia por
millones de decibelios y píxeles y mediante la ocupación masiva del
espacio y el tiempo a través de sus medios de comunicación comprados con
subvenciones, publicidad o por sociedades interpuestas en los consejos
de administración de los emporios mediáticos.
¿De qué manera nos desinforma la espuria libertad de expresión capitalista? Por saturación. Mediante el consumo de comida basura.
¿De qué manera nos desinforma la espuria libertad de expresión capitalista? Por saturación. Mediante el consumo de comida basura.
Con noticias que nos entran por los ojos. A través de
irresistibles banalidades entre horas. Con el clásico sensacionalismo
fuera de temporada.
Saturación
Las noticias que afectan a una misma cosa, asunto o persona, y que pueden ser perjudiciales para el poder, se ponen en antena o se actualizan al minuto merced a datos espectaculares e inconexos. Tal avalancha de informaciones juega a dos bandas complementarias: por una parte, el dar la noticia contraria a los intereses de grandes corporaciones o instituciones o personajes encumbrados avala la tesis dulce de la libertad genuina de expresión, mientras desde otra perspectiva la repetición machacona de la noticia vacía de contenido, sentido y significado a la misma.
Su mera
enunciación satura porque los datos hacen rebosar la capacidad crítica
del sujeto que intenta comprender las implicaciones de la noticia en sí
poniéndola en relación con la realidad que le circunda. Ejemplo de la
actualidad: la corrupción política y económica. Como dice el refranero,
lo poco gusta y lo mucho cansa. Tanto hablar de la corrupción ha
alterado la justa interpretación del fenómeno.
Hay tantísimos casos en
el escenario que la confusión reinante invita a pensar que el mal se
debe a un fallo estructural de todos los seres humanos y de toda la
sociedad en su conjunto. Tras esa corresponsabilización colectiva,
ficticia y anónima se esconden los auténticos corruptos y delincuentes:
imputados, partidos políticos e instituciones públicas.
Comida basura
Comprende sectores de comunicación muy diversos:
prensa rosa, deportes, ocio e
informaciones de sucesos o tremendistas.
Al margen de la facturación
internacional en miles de millones de euros o dólares, el sector basura
crea consumidores incondicionales y alienados en grado extremo,
partiendo a su target favorito en roles y segmentos muy definidos.
Mujeres, hombres, parejas, personas morbosas, amas de casa… Se trabaja
la superficialidad a conciencia, convirtiendo la autoestima particular
en un reconocimiento tácito de los prejuicios culturales más extendidos
en la población, fomentando en paralelo la pasividad de los sujetos a
los que dirige sus tentáculos desinformativos. Desde las secciones de
horóscopos a los consultorios sexológicos, pasando por los espacios
deportivos insustanciales y ramplones en los informativos serios y los
programas rosas de chismes de la high society o los formatos de
telerrealidad grosera, el multiespacio de comida basura informativa
resulta muy abundante y goloso. El amplio sector cumple una función de
recompensa fácil y gratificación instantánea para aliviar los avatares
diarios del ciudadano medio trabajador, estudiante o jubilado. Estamos
ante un consumo desechable que impide atender otros focos de atención
personal y cultural de mayor valor añadido: leer, conversar, pensar e
interpretar la realidad con criterios propios y dialécticos.
Exquisiteces
A través de las noticias o referencias más restringidas a grupos selectos, los medios de comunicación generalistas y otros más específicos ofrecen la oportunidad a individuos concretos de buscarse a sí mismos y reconocerse como singularidades que se salen de la norma. Estamos ante una heterogeneidad muy de clase media de juventud eterna que se nutre de valores culturales con estilo muy acusado: historia, música, medio ambiente, actividades deportivas minoritarias como golf o esquí, turismo de aventura, moda de altos vuelos… Son formatos que sirven de espejo y diferenciación a quien en ellos se sumerge mediante un diálogo soterrado y silencioso que refuerza el narcisismo del lector tipo de estas informaciones de sesgo y contenido reservado únicamente para entendidos en la materia. Estas exquisiteces conforman modos de conducta en la clase trabajadora que intenta emular las poses y posos culturales de las clases pudientes por analogía o aproximación estética. El quiosco está plagado de cabeceras exquisitas al lado de los periódicos extranjeros y las revistas semanales o mensuales de política general.
Lo que entra por los ojos
Lo que a simple vista impacta no es más que una tecnología muy sofisticada para ocultar o difuminar otras noticias relevantes de máximo interés informativo o bien para desviar la atención hacia aspectos secundarios e intrascendentes de la rabiosa actualidad. Los métodos empleados son muy dúctiles y maleables, pero siempre se procura salvaguardar la sacrosanta inocencia y neutralidad de la libertad de expresión.
Exquisiteces
A través de las noticias o referencias más restringidas a grupos selectos, los medios de comunicación generalistas y otros más específicos ofrecen la oportunidad a individuos concretos de buscarse a sí mismos y reconocerse como singularidades que se salen de la norma. Estamos ante una heterogeneidad muy de clase media de juventud eterna que se nutre de valores culturales con estilo muy acusado: historia, música, medio ambiente, actividades deportivas minoritarias como golf o esquí, turismo de aventura, moda de altos vuelos… Son formatos que sirven de espejo y diferenciación a quien en ellos se sumerge mediante un diálogo soterrado y silencioso que refuerza el narcisismo del lector tipo de estas informaciones de sesgo y contenido reservado únicamente para entendidos en la materia. Estas exquisiteces conforman modos de conducta en la clase trabajadora que intenta emular las poses y posos culturales de las clases pudientes por analogía o aproximación estética. El quiosco está plagado de cabeceras exquisitas al lado de los periódicos extranjeros y las revistas semanales o mensuales de política general.
Lo que entra por los ojos
Lo que a simple vista impacta no es más que una tecnología muy sofisticada para ocultar o difuminar otras noticias relevantes de máximo interés informativo o bien para desviar la atención hacia aspectos secundarios e intrascendentes de la rabiosa actualidad. Los métodos empleados son muy dúctiles y maleables, pero siempre se procura salvaguardar la sacrosanta inocencia y neutralidad de la libertad de expresión.
Por ejemplo,
EE.UU. lanza un ataque mortífero en cualquier país árabe o asiático.
Junto a esta noticia puede ir otra de carácter sentimental, humano o de
raíz meramente emocional: un policía salva a un niño de ser atropellado
en Nueva York. Resulta evidente que la emoción inmediata del héroe
policía y la sonrisa agradecida del infante solapa o anula las
potenciales víctimas abstractas del bombardeo de los militares
estadounidenses. Otro ejemplo más. Israel puede asesinar en “defensa
propia” a cuantos palestinos considere oportuno en razón al Holocausto
nazi de seis millones de judíos. Si alguien osa criticar las conductas
criminales del gobierno israelí sobre él puede caer el estigma de
antisemita de forma irracional y demoledora.
Entre horas
Los sueltos, breves y las píldoras informativas en dosis telegráficas han existido siempre, si bien han tenido un crecimiento exponencial con internet y su mundo en tiempo real. La rapidez es consustancial a las sociedades de la globalización. Todo tiene que suceder aquí y ahora. El valor de lo inmediato no se discute, se vive, se consume y se tira al instante. De ahí que informarse a la carrera sea una necesidad que requiere inmensos esfuerzos de concentración y de síntesis cognitiva. Hay quienes solo se informan a través de sumarios, resúmenes de prensa, breves y titulares concisos. En televisión, mientras un locutor o presentadora habla, la cantidad de datos que nos asaltan en la pantalla son innumerables. Todos tienen el formato de flashes informativos o datos exprés con carácter absoluto de urgencia o inminencia total. La complejidad se desmenuza en miles de ítems infinitesimales reducidos a su mero nombre, eludiendo cualquier descripción del fenómeno real al que atañe. Es un tipo de información adaptada a la velocidad de ir conduciendo un automóvil, esperar con ansiedad el embarque en un aeropuerto o estación de ferrocarril o viajar apretujado en el metro o el bus por la ciudad hacia el trabajo o la universidad. Estos pildorazos son sucedáneos de información verdadera, mesurada, rigurosa y contrastada, no obstante llenan un vacío existencial y sacian nuestras irrefrenables ansias de curiosidad insaciable. Con estos raquíticos breves calmamos nuestras neurosis compulsivas de urbanitas posmodernos. Una vez en casa, en la templada soledad hogareña, bien podríamos decirnos como Sócrates que solo sabemos que no sabemos nada.
De autor
Quien únicamente se alimenta de informaciones de autor corre altos riesgos de colapso multiorgánico con síntomas inespecíficos. Expertos, gurús, iconoclastas, tertulianos u opinadotes profesionales y visionarios de variada estirpe conforman un club de autoridades técnicas en materias profanas y religiosas que sirven de cauce a muchos seguidores incapaces de crearse opiniones propias en el mundo actual. Suelen ser personas con la autoestima por los suelos o escasamente creativas que precisan de líderes o iconos a los que ofrecerse como esclavos, sumisos, súbditos o fans entregados de universos mentales casi religiosos o míticos. La información de autor crea adictos compulsivos y jamás plantea problemas profundos al orden establecido. En un mundo donde las complejidades de la vida se han reducido a sucesos o acontecimientos sin nexo entre ellos, confiar ciegamente o echarse en manos de opiniones “autorizadas” resulta un camino u opción que arroja cierta luz de seguridad ante las incertidumbres personales o colectivas de todo tipo y condición. Las redes sociales de adhesión fanática como Twitter y Facebook abonan este campo psicológico de estrecha unión con celebridades de sectores muy dispares. El autor es un dios menor que ofrece cobijo emocional en momentos de zozobra privada y crisis políticas y económicas.
Fuera de temporada
Todo lo extemporáneo, maravilloso, increíble, raro o monstruoso entra dentro del amarillismo sensacionalista. Es una vieja táctica de los medios de comunicación masivos para ganar clientela frente a la competencia y también para embotar la mente ciudadana de noticias morbosas e irrelevantes. Es puro espectáculo que convierte en entretenimiento baladí cualquier aspecto de la realidad cotidiana o histórica. Se configura como un puñetazo en pleno rostro que cae en detumescencia nada más sufrirse el impacto. Hay muchas personas adictas al sensacionalismo que interpretan, según conveniencia o costumbre, los papeles del sádico y/o el masoquista. Los asesinos en serie, los actos culturales de pueblos aborígenes o lejanos o de minorías étnicas, las excepcionalidades físicas o psíquicas y los gustos estrafalarios son algunos motivos favoritos de este apartado informativo. Y, por supuesto, las medias verdades de cualquier asunto real o histórico. Lo escabroso, esotérico y de imposible confirmación son hechos “fuera de temporada” que sirven como escape, tocata y fuga de la cruda realidad diaria.
¿Una noticia sensacional? Existen a montones: poner en tela de juicio que el ser humano pisara la Luna, un reportaje superficial sobre el tamaño del pene de Napoleón o una entrevista en exclusiva con un personaje protagonista de un milagro religioso que dice haber hablado con la virgen María. El sensacionalismo da la misma importancia a la opinión de un científico y a la de un impostor salido de la nada absoluta.
Las viandas que nos desinforman en tiempo real son extremadamente suculentas y atractivas. Nadie está a salvo de su veneno ponzoñoso y de su perfidia solapada. Hay que estar en guardia permanentemente ante tamaña y colosal capacidad y poder casi omnímodo de los medios de comunicación. No se trata tanto de levantar diques de entrada a nuestro cerebro sino como de mantener una actitud escéptica y alerta que impida que nos comamos y creamos a pies juntillas todo lo que nos dicen y elaboran en el mercado de la información mediática.
Hay que comer e informarse con alimentos y noticias variados. Y observar cómo reacciona el organismo ante lo nuevo y las mezclas o cócteles de datos y sabores. Las denominaciones de origen son fundamentales en la elección de nuestros alimentos diarios. Saber quién hay detrás de cada información es también esencial en nuestra dieta saludable de información cotidiana. Conocer de qué modo pueden engañarnos es saber mucho, un arma de construcción crítica de la realidad que nos hará más ponderados en la argumentación y el razonamiento público.
Vivimos en red, en medio de un pastel dulce o un caos amargo precocinado por los medios de comunicación de masas. La primicia informativa no es más que una mercancía hecha noticia, un producto en suma para ser consumido al instante. Una información veraz no precisa de mercadotecnia para ser reconocida como tal. Ahora bien, ¿existe la información independiente en sentido estricto?
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