Iberia, que debería ser cuestión de Estado, va camino de convertirse en la filial low cost de los ingleses de IAG, una especie de Ryanair en la que haya que apoquinar por el equipaje y aplaudir la Macarena de los Del Río al final del trayecto.
MIGUEL BLEZA PUSO IBERIA EN MANOS DE BRITISH AIRWAYS
José María Aznar, que colocó a Blesa al mando de Caja Madrid
La llave del futuro de Iberia estuvo durante años en manos de Miguel
Blesa, presidente de Caja Madrid. Y decidió entregárselo a "los
ingleses" como él mismo se refiere en los correos a British Airways.
El
intercambio de correos con sus directivos sobre la toma de control y la
posterior venta de la aerolínea deja claras las maniobras que se
hicieron desde lo más alto de una entidad pública para ceder a terceros
la primera aerolínea española.
Una venta que, por ahora, ha sido nefasta
para el tráfico aéreo en Barajas y ha hundido la llegada de turistas a
Madrid, la comunidad que debía proteger y promocionar la caja pública...
España se ha quedado sin aerolínea de bandera. Al menos, de bandera española. Se ha echado el cierre a frecuencias claves como las de La Habana o Berlín, y el tránsito de hombres de negocios -crecimiento en vena para la economía- ha sido desviado a otros aeropuertos. Los deals se firman ahora en Londres.
Todo un ejemplo de picaresca y filigrana de la British, que ha consistido en que la compañía anglosajona, que no se adquirió en su día por pensar que estaba quebrada, tomara el control de Iberia; una operación sutil que ha pasado inadvertida hasta fechas recientes. A las autoridades españolas, en concreto, no se les cayó la venda hasta el año pasado, cuando comprobaron que en la compañía resultante, IAG, sólo prevalecía el interés de Su Majestad la Reina Isabel II y los colores de la Union Jack.
El testigo del anterior dimitido consejero delegado lo ha tomado Luis Gallego Martín, al que la plantilla saluda por su “cualificación técnica”, su “afable talante personal” y su “estilo cercano y directo de comunicación personal”, calificativos que han de ser tomados única y exclusivamente como una bienvenida de cortesía, ya que el nuevo CEO está llamado a ser el azote de los pilotos y nueva diana de las críticas.
El futuro de Antonio Vázquez, como el de Iberia, está en el aire. Le acusan de haberse vendido a intereses extranjeros y hacer el veleta. Por de pronto, su mano derecha y hasta hace poco consejero delegado, Rafael Sánchez-Lozano, ha tenido que dimitir por lo que en Fomento denominan “déficit de gestión”, lo que, por una vez, viene a coincidir con el sentir de los sindicatos:
“Su malhadada gestión ha sido cerrada con broche de plomo: descontado el impacto de las huelgas, inevitables por la contumaz actitud ventajista del propio Sánchez-Lozano, y sin contar el coste de la reestructuración laboral finalmente acordada, Iberia ha perdido más de 150 millones en el primer trimestre”. La mejor excusa para el desmantelamiento.
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