Los perros comen soja y maiz trasgenico
Las vacas comen soja y maiz trasgenico
Los pollos comen soja y maiz trasgenico
Los cerdos comen soja y maiz trasgenico
Los pollos comen soja y maiz trasgenico
Los cerdos comen soja y maiz trasgenico
Las personas comen en cientos de productos sin saberlo soja y maiz trasgenico.
Los automoviles .....pues si , tambien, soja y maiz trasgenico (AGRO - COMBUSTIBLES)
En Argentina o en Paraguay la mitad ¡ el 50% ¡ de la produccion agricola es cultivo de soja.
Donde habia vacas, hay soja
Donde habia huertos, hay soja
Donde habia bosque, hay soja
Donde habia trabajo, alimentos , campesinos y campesinas aldeas y pueblitos ademas de un tejido rural vivo HAY SOLO SOJA TRASGENICA que ademas es resistente a los venenosos herbicidas que la propia MONSANTO vende junto con las semillas. TODO LO DEMAS MUERE ENVENENADO.
El objetivo de este escrito es informarlos acerca de una cantidad de peligros que acompañan al consumo de soja. Esta centrado en el aspecto nutricional. Excede la temática de los transgénicos y la cantidad de problemas que estos acarrean.
El poroto de soja, aún siendo no transgénico y hasta orgánico, representaun grave problema para la salud humana, por la combinación de varios factores.
Existe sólida información científica de los problemas que ocasiona su consumo regular. Acá brindamos algunos sitios web donde pueden ampliar la información que brindaremos a continuación:
Historia
En la China antigua, apreciaban esta leguminosa por su efecto fertilizante del suelo (fija el nitrógeno). Recién durante la dinastía Chou (1134-246 A.C), con el dominio de la técnica de fermentación, comenzó a consumirse el poroto en forma de fermentados como el natto, tempeh, miso y salsa de soja. De esta forma, se asegura la completa inactivación de antinutrientes del poroto.
Luego, en el siglo II A.C se comenzó a cuajar el puré de porotos cocidos (tofu), proceso que inactiva antinutrientes, pero no totalmente.
A la constante publicitaria de que los orientales comen mucha soja por día, se puede decir que en 1930, la soja representaba apenas el 1,5% de las calorías en la dieta china. En 1998, se precisó que los japoneses consumían 8 grs. diarios de proteína de soja (2 cucharaditas), en forma de fermentados y condimentos.
Otro dato interesante es que la soja utilizada antiguamente en Oriente era glicina, y hoy se emplea la glicina max, que ha sido mejorada para obtener más proteínas y más isoflavonas. Vale aclarar que el 99 % de soja es modificada genéticamente (transgénica), y tiene uno de los más altos porcentajes de contaminación por pesticidas.
Virtudes ilusorias La propaganda que ha creado el milagro de las ventas de soja es tanto más notable cuanto que, hace sólo algunas décadas, el poroto de soja era considerado no apto como alimento, ni siquiera en Asia.
A fines del siglo XX, una avalancha publicitaria, basada en “serios estudios científicos”, aconsejaba a la soja como una panacea nutricional y terapéutica. Con el argumento de que la soja era esencial para resolver los desórdenes menopáusicos, bajar el colesterol, proteger el sistema cardiovascular, combatir el cáncer y solucionar el problema del hambre en el mundo, la industria comenzó a adicionar soja a hamburguesas, pastas, alimentos para bebés y niños, etc.
Hoy en día, la proteína de soja se encuentra ahora en la mayoría de las marcas de pan que se venden en supermercados. En México, se está usando para transformar "a la humilde tortilla”, el alimento básico mexicano basado en el maíz, en una “súper tortilla” fortificada con proteína de soja, que “reforzaría la dieta” de los casi 20 millones de mexicanos que viven en extrema pobreza. En Inglaterra, apareció un nuevo pan fabricado por Allied Bakeries, dirigido a las mujeres menopáusicas que buscan alivio de los accesos de calor.
El desatino llegó al punto de la adopción del término “nutracéutico” (nutriente y fármaco a la vez) por parte de la industria. Esto se entiende cuando se analiza la abundancia de fondos disponibles para “fundamentar sus beneficios”. Todos los grandes productores de soja pagan un impuesto obligatorio (en Estados Unidos) de entre un 0,5 a 1 % del precio del poroto en el mercado. Así, sumas superiores a U$S 80 millones anuales, sostienen el programa de United Soybean para "reforzar la posición del poroto de soja en el mercado y mantener y expandir los mercados domésticos y extranjeros para el poroto de soja y productos elaborados con sus derivados”.
Hasta idealistas bienintencionados (vegetarianos, naturistas) y ecologistasimpulsaron su difusión y aplicaciones, argumentando que era una forma de reducir el consumo de proteína animal y de evitar daños al medio ambiente.
En Argentina, desde mediados de los 90 hasta incluso hoy en día, se desarrollan programas de “soja solidaria”, brindando subvención a comedores y hogares, con la intención de dejar a la soja posicionada como “la salvación” para los más carenciados.
Lo cierto es que la campaña a favor de la soja ha sido implacable y mundial en su alcance. La industria le encontró miles de aplicaciones, aprovechando su riqueza proteica, sus grasas saludables, su plasticidad industrial y el bajísimo costo. Pero, a pesar de toda esta propaganda, el mito se va derrumbando.
Antinutrientes y desorden nutricional Si bien la soja posee alto tenor proteico, su valor biológico (49 frente al índice 100 del huevo) se ve limitado por deficiencia en aminoácidos esenciales azufrados (metionina, cisteína) y por presencia de inhibidores de las proteasas (enzimas como la tripsina, necesarias para degradar sus proteínas).
El factor inhibidor no se inactiva completamente con la cocción y los procesos industriales. Esto sucede solo con lentos procesos de fermentación, que van desde varios meses hasta 3 años (miso y salsa de soja artesanales). Una dieta con alta presencia de estos inhibidores, puede dar lugar a déficit de crecimiento, mala digestión, trastornos gástricos, agotamiento pancreático y carencia de vitamina B12 (anemia).
Otro peligroso antinutriente es el ácido fítico, presente en otros granos, pero con mayor concentración en la soja. Esta sustancia bloquea la asimilación de minerales como el calcio, hierro, magnesio y especialmente el zinc. La cocción lenta y prolongada inactiva parcialmente a este antinutriente. Solo la fermentación lenta lo inactiva totalmente.
Cuando productos precipitados de soja, como el tofu, son consumidos con carne, se reducen los efectos del bloqueamiento mineral de los fitatos. Los japoneses comen tradicionalmente una pequeña cantidad de tofu o miso como parte de un caldo de pescado, rico en minerales, seguido por un plato de carne o pescado. Los vegetarianos que consumen tofu en grandes cantidades, como sustituto de la carne y productos lácteos, corren el riesgo de sufrir severas deficiencias minerales.
En general, los científicos concuerdan en que las dietas basadas en granos y legumbres altas en contenido de fitatos, contribuyen a deficiencias minerales.
Las hemoaglutininas, que aglutinan los glóbulos rojos y reducen la absorción de oxígeno, son otros antinutrientes presentes en la soja. Estas lectinas, deprimen el crecimiento, generan coágulos sanguíneos y reacciones alérgicas. Afectan a los enterocitos (células de la mucosa intestinal) y por lo tanto disminuyen la absorción de nutrientes.
En cuanto a los minerales, la soja posee altas y problemáticas concentraciones de manganeso y fósforo. El manganeso es 80 veces más abundante que en la leche materna, y su exceso disminuye los niveles de dopamina, genera hiperactividad y falta de concentración (características del DDA infantil), espasmos, temblores y comportamiento violento.
El fósforo, mineral que en exceso también está asociado al déficit de atención infantil y a la fibromialgia, es una antagonista del calcio, por lo tanto un promotor de deficiencias de calcio como la osteoporosis. Esto nos lleva a ver que carece de fundamento la afirmación de que la soja evita la osteoporosis. Si los asiáticos tienen realmente tasas más bajas de osteoporosis que los occidentales, bien puede ser porque su dieta proporciona abundancia de vitamina D (ayuda a fijar el calcio) procedente de camarones, manteca, mariscos, y mucho calcio de los caldos de hueso.
Las isoflavonas Uno de los mayores problemas de la soja son las publicitadas isoflavonas (genisteína, daidzeína). Estos fitoestrógenos, convertidos en panacea terapéutica para las mujeres en menopausia, son mecanismos defensivos naturales de la planta, en respuesta a las plagas.
Ya por los años 50 habían sido identificados como problemáticos en dietas para animales, cuando todavía no se los utilizaba en la alimentación humana. Los estudios del Dr. Mike Fitzpatrick en Nueva Zelanda, mostraban evidencias de trastornos endocrinos, infertilidad, leucemia y cáncer al incorporar soja en alimentos de mascotas y animales.
Más tarde se comprobó en Japón que apenas dos cucharadas diarias de porotos de soja, durante un mes, bastaban para generar hipertrofia tiroidea (bocio) y pancreática, reducción del timo (glándula comando del sistema inmune), hipotiroidismo, constipación, fatiga y letargo.
Esto fue luego refrendado por estudios ingleses y americanos. Una investigación del Kings College of London, mostró que la genisteína bloquea el paso de espermatozoides al útero, dificultando la concepción. Otro estudio inglés demostró que consumir durante 1 mes 60 grs. diarios de proteína de soja, afectaba el ciclo menstrual, efecto que perduraba hasta 3 meses después de abandonar la ingesta de esta leguminosa.
La escuela de Salud Pública de Harvard en Boston, puso en evidencia el negativo efecto estrogénico de la soja en hombres: disminución del conteo de espermatozoides, infertilidad, aumento de peso, dificultades perceptivas y baja de la líbido. Esto confirma el uso de la soja en monasterios orientales, donde la consideran útil para aplacar el deseo sexual.
La abundante investigación mundial dio sobradas pruebas de los efectos de las isoflavonas de la soja:
• Inhibición de la hormonas esteroides (estradiol) y las hormonas tiroides (T3, T4).
• Desórdenes del aparato reproductor. Infertilidad.
• Hipotiroidismo, tiroiditis autoinmune, cáncer tiroideo.
• Daño hepático (cirrosis), colon irritable.
• Problemas de conducta, déficit de percepción y memoria.
• Deficiencia inmune, insuficiencia pituitaria.
Sin embargo, la industria de la soja se las ingenió para ignorar esta fuerte evidencia, basada en el consumo de pequeñas cantidades diarias de soja (0,5 mg. de isoflavonas por kg. de peso, constituyen una dosis de riesgo). Por el contrario, florecieron campañas promoviendo el “saludable” uso de la soja para bajar el colesterol (25 grs. de proteína aislada) o resolver problemas de menopausia(10 mg. por kg. de peso, que es el doble de la dosis de riesgo).
Sin dejar de lado toda esta problemática, se puede decir que lo más grotesco en todo este desatino, es el gran desarrollo de fórmulas para lactantes, destinadas principalmente a bebés alérgicos a la leche vacuna y a bebés vegetarianos. En pequeños organismos, estas raciones de soja (isoflavonas) equivalen a 16 veces la dosis de riesgo antes citada, o lo que es lo mismo, 5 pastillas anticonceptivas diarias para un adulto, o también 1000 veces más el efecto estrogénico que la leche materna.
El Ministerio de Salud de Israel prohibió la fórmula para bebés a base de soja, tras 3 muertes de bebés y 7 casos de daños cerebrales en pocos días. En Inglaterra, la leche de soja ha sido desaconsejada en menores de 2 años y embarazadas. La Comisión de Alimentos del Reino Unido, recomendó no exceder el consumo diario de 40 mg. de isoflavonas de soja en adultos. Estos valores se alcanzan con apenas 20 grs. de porotos o harina de soja, o 70 grs. de tofu, o 200 cc. de leche de soja o 100 grs. de brotes de soja.
La industria y el procesamiento del poroto soja Los agresivos métodos industriales necesarios para obtener derivados del poroto, generan ulteriores problemas nutricionales. La obtención del aislado de proteína de soja (SPI por sus siglas en inglés), ingrediente clave en muchos alimentos, es un ejemplo ilustrativo.
El poroto es sumergido en una solución alcalina para quitar la cáscara. Luego es precipitada mediante un lavado ácido y finalmente es neutralizada en una solución alcalina. El lavado ácido en tanques de aluminio, transfiere (lixivia) gran cantidad de este mineral al producto. La cuajada resultante se seca por aspersión a alta temperatura para dar lugar a un polvo de alto contenido proteico. Mediante extrusión a alta temperatura y elevada presión, se obtiene la proteína vegetal texturizada (TVP por sus siglas en ingles).
Pese a la alta temperatura, estos procesos no alcanzan a eliminar totalmente el inhibidor de tripsina; en cambio, desnaturalizan la proteína (reducen los aminoácidos lisina y cisteína) y generan nitritos cancerígenos.
El procesamiento alcalino también da lugar a lisinoalanina, una toxina cancerígena.
Dado el fuerte sabor del poroto, se deben añadir saborizantes artificiales(glutamato monosódico en imitaciones cárnicas) o endulzantes. Por ejemplo, los ingredientes declarados de una leche de soja en polvo son: jarabe de maíz, aislado de proteína de soja, aceite de soja parcialmente hidrogenado, azúcar, mezcla de vitaminas y minerales, maltodextrina, sal, sabores artificiales, mono y diglicéridos.
En experimentos alimentarios, el uso de SPI incrementa la demanda de vitaminas E, K, D y B12. Además, crea síntomas de deficiencia de calcio, magnesio, manganeso, molibdeno, cobre, hierro y zinc. El ácido fítico remanente en estos productos de soja, inhibe fuertemente la absorción de hierro y zinc. Los animales de laboratorio alimentados con SPI, muestran órganos agrandados (páncreas y tiroides) y una mayor generación de ácidos grasos en el hígado (Rackis, Joseph, J., “Biological and Physiological Factors in Soybeans”, Journal of the American Oil Chemists´Society 51:161A-170ª, January 1974 - Rackis, Joseph, J. et al., “The USDA trypsin inhibitor study”, ibid.).
El problema de estos derivados de la soja (SPI y TVP) es su omnipresencia en los más variados e insospechados alimentos, lo cual impide evitarlos. Encontramos aislado de proteína de soja y proteína vegetal texturizada en bebidas, panificados, alimentos dietéticos, leches de soja, fórmulas infantiles, golosinas, bebidas dietéticas, productos para deportistas, fiambres, imitaciones cárnicas, helados, productos lácteos, barras de cereales, mayonesas, productos de comida rápida, etc.
Además, estos derivados del poroto están forzosamente presentes en toda la cadena alimentaria, al ser la base de balanceados para la cría animal intensiva (feed lot, estabulación, jaulas, piscinas). Por cierto que los animales alimentados con proteína de soja, muestran los mismos problemas de salud que los humanos: déficit de crecimiento, hipertrofia de órganos, hígado graso, tumores, etc.
Grasas, un mal recuerdo En materia de aceites, los benéficos ácidos grasos esenciales de la soja(omega 3 y 6), son desnaturalizados por presión, solventes y temperatura (hasta 270 °C en atmósfera controlada) de los “eficientes procesos industriales”, que requieren agresivos procesos de refinación para eliminar indeseables texturas y olores (neutralizado, desengomado, blanqueado, desodorizado). Los AGE (ácidos grasos escenciales), solo se encuentran en aceites obtenidos por primera prensión en frío. Este método es “ineficiente” para la industria, ya que extrae solo el 20% de la materia grasa del grano.
El aceite de soja refinado se destina principalmente a la hidrogenación industrial (margarinas), proceso que permite modular texturas (de líquido hasta sólido) adecuadas a las más diversas exigencias de la moderna ingeniería en alimentos, con la ecuación ideal: bajo costo y gran conservación.
El ejemplo de lo que sucedió con los aceites vegetales hidrogenados, tiene en algún sentido, gran relación con lo que está sucediendo hoy en día con la soja. Lamentablemente, la magnitud del desastre que está generando la soja es muchísimo mayor.
Vale recordar que luego de la Segunda Guerra Mundial, uno de los “grandes descubrimientos” de la industria alimenticia fueron los aceites vegetales hidrogenados (margarina).
La margarina proviene de un aceite vegetal (generalmente de soja o girasol), el cual se lleva a temperaturas de entre 210º y 270º y se le sopla gas de hidrógeno, solidificándolo, o sea saturándolo; obteniéndose un polímero con estructura muy similar al plástico. Estos compuestos, con gran resistencia al enranciamiento, como dijimos anteriormente, están omnipresentes en las etiquetas de los productos elaborados industrialmente, en productos de panadería, galletas, helados, fritos, etc. En las etiquetas aparecen con el nombre de “aceite vegetal hidrogenado” o“parcialmente hidrogenado”. También las industrias lácteas utilizan grasas hidrogenadas para elevar el tenor graso de la leche.
Volviendo al ejemplo que queríamos mostrar, donde para beneficio de unos pocos, se promueven alimentos con supuestos beneficios que luego no son tales, vale decir que los aceites hidrogenados fueron promocionados inicialmente como la solución para descender el nivel de colesterol. Algunos años más tarde (cuando ya no había forma de disfrazar la verdad), se descubrió que no solo no ayudan a descender el colesterol (ya que son grasas saturadas y por lo tanto tienen efecto contrario), sino que producen esclerosis de aorta, mayor riesgo de infarto, trastornos en la estructura celular, infiltración de grasa en el hígado, predisponen al organismo a la enfermedad y envejecimiento prematuro.
Si bien no es posible confirmar que la relación entre la enfermedad del niño y el consumo de leche de soja sea totalmente directa, también es imposible negar toda relación.
Lo cierto es que no hay registro (en los 5.000.000 de años que existe el hombre)de algún pueblo que haya utilizado a la soja y sus derivados en la forma en la que hoy la industria y las empresas multinacionales, quieren imponer. Las consecuencias de esto, afloran día a día.
Ante esta situación, ¿Qué alimentos sugerimos?
? Que tiene que ver la bacteria E.Coli con todo esto y porque hay brotes toxicos de E.Coli cada semana ?
? PORQUE el cancer, alergias y diabetes, ademas de cientos de enfermedades "raras" estan aumentando espectacularmente a todas las edades y en todas las especies? (ademas mucha gente tiene algun tipo de proceso alergico y no lo sabe)
? Que le esta pasando a nuestra flora intestinal y a la de los animales? - ?Que efecto tienen los antibioticos que dan a los animales para engordarlos artificilamente ?
? La proxima generacion vivira menos años que la de sus padres ?
Quiza este audio nos aclare algunas dudas:
http://www.4shared.com/audio/PVfXXNsZ/EL_TEBEBROSO_MUNDO_de_la_INDUS.html
Los automoviles .....pues si , tambien, soja y maiz trasgenico (AGRO - COMBUSTIBLES)
En Argentina o en Paraguay la mitad ¡ el 50% ¡ de la produccion agricola es cultivo de soja.
Donde habia vacas, hay soja
Donde habia huertos, hay soja
Donde habia bosque, hay soja
Donde habia trabajo, alimentos , campesinos y campesinas aldeas y pueblitos ademas de un tejido rural vivo HAY SOLO SOJA TRASGENICA que ademas es resistente a los venenosos herbicidas que la propia MONSANTO vende junto con las semillas. TODO LO DEMAS MUERE ENVENENADO.
La soja, una legumbre con más perjuicios
que beneficios
Ecoportal
¿Qué hay
detrás de esta leguminosa tan promocionada, que hasta hace pocos años
fue un producto agrícola de menor importancia y hoy se la considera un
alimento milagroso que evita el cáncer, enfermedades del corazón y
soluciona problemas hormonales femeninos de todo tipo?
El poroto de soja, aún siendo no transgénico y hasta orgánico, representaun grave problema para la salud humana, por la combinación de varios factores.
Existe sólida información científica de los problemas que ocasiona su consumo regular. Acá brindamos algunos sitios web donde pueden ampliar la información que brindaremos a continuación:
Historia
En la China antigua, apreciaban esta leguminosa por su efecto fertilizante del suelo (fija el nitrógeno). Recién durante la dinastía Chou (1134-246 A.C), con el dominio de la técnica de fermentación, comenzó a consumirse el poroto en forma de fermentados como el natto, tempeh, miso y salsa de soja. De esta forma, se asegura la completa inactivación de antinutrientes del poroto.
Luego, en el siglo II A.C se comenzó a cuajar el puré de porotos cocidos (tofu), proceso que inactiva antinutrientes, pero no totalmente.
A la constante publicitaria de que los orientales comen mucha soja por día, se puede decir que en 1930, la soja representaba apenas el 1,5% de las calorías en la dieta china. En 1998, se precisó que los japoneses consumían 8 grs. diarios de proteína de soja (2 cucharaditas), en forma de fermentados y condimentos.
Otro dato interesante es que la soja utilizada antiguamente en Oriente era glicina, y hoy se emplea la glicina max, que ha sido mejorada para obtener más proteínas y más isoflavonas. Vale aclarar que el 99 % de soja es modificada genéticamente (transgénica), y tiene uno de los más altos porcentajes de contaminación por pesticidas.
Virtudes ilusorias La propaganda que ha creado el milagro de las ventas de soja es tanto más notable cuanto que, hace sólo algunas décadas, el poroto de soja era considerado no apto como alimento, ni siquiera en Asia.
A fines del siglo XX, una avalancha publicitaria, basada en “serios estudios científicos”, aconsejaba a la soja como una panacea nutricional y terapéutica. Con el argumento de que la soja era esencial para resolver los desórdenes menopáusicos, bajar el colesterol, proteger el sistema cardiovascular, combatir el cáncer y solucionar el problema del hambre en el mundo, la industria comenzó a adicionar soja a hamburguesas, pastas, alimentos para bebés y niños, etc.
Hoy en día, la proteína de soja se encuentra ahora en la mayoría de las marcas de pan que se venden en supermercados. En México, se está usando para transformar "a la humilde tortilla”, el alimento básico mexicano basado en el maíz, en una “súper tortilla” fortificada con proteína de soja, que “reforzaría la dieta” de los casi 20 millones de mexicanos que viven en extrema pobreza. En Inglaterra, apareció un nuevo pan fabricado por Allied Bakeries, dirigido a las mujeres menopáusicas que buscan alivio de los accesos de calor.
El desatino llegó al punto de la adopción del término “nutracéutico” (nutriente y fármaco a la vez) por parte de la industria. Esto se entiende cuando se analiza la abundancia de fondos disponibles para “fundamentar sus beneficios”. Todos los grandes productores de soja pagan un impuesto obligatorio (en Estados Unidos) de entre un 0,5 a 1 % del precio del poroto en el mercado. Así, sumas superiores a U$S 80 millones anuales, sostienen el programa de United Soybean para "reforzar la posición del poroto de soja en el mercado y mantener y expandir los mercados domésticos y extranjeros para el poroto de soja y productos elaborados con sus derivados”.
Hasta idealistas bienintencionados (vegetarianos, naturistas) y ecologistasimpulsaron su difusión y aplicaciones, argumentando que era una forma de reducir el consumo de proteína animal y de evitar daños al medio ambiente.
En Argentina, desde mediados de los 90 hasta incluso hoy en día, se desarrollan programas de “soja solidaria”, brindando subvención a comedores y hogares, con la intención de dejar a la soja posicionada como “la salvación” para los más carenciados.
Lo cierto es que la campaña a favor de la soja ha sido implacable y mundial en su alcance. La industria le encontró miles de aplicaciones, aprovechando su riqueza proteica, sus grasas saludables, su plasticidad industrial y el bajísimo costo. Pero, a pesar de toda esta propaganda, el mito se va derrumbando.
Antinutrientes y desorden nutricional Si bien la soja posee alto tenor proteico, su valor biológico (49 frente al índice 100 del huevo) se ve limitado por deficiencia en aminoácidos esenciales azufrados (metionina, cisteína) y por presencia de inhibidores de las proteasas (enzimas como la tripsina, necesarias para degradar sus proteínas).
El factor inhibidor no se inactiva completamente con la cocción y los procesos industriales. Esto sucede solo con lentos procesos de fermentación, que van desde varios meses hasta 3 años (miso y salsa de soja artesanales). Una dieta con alta presencia de estos inhibidores, puede dar lugar a déficit de crecimiento, mala digestión, trastornos gástricos, agotamiento pancreático y carencia de vitamina B12 (anemia).
Otro peligroso antinutriente es el ácido fítico, presente en otros granos, pero con mayor concentración en la soja. Esta sustancia bloquea la asimilación de minerales como el calcio, hierro, magnesio y especialmente el zinc. La cocción lenta y prolongada inactiva parcialmente a este antinutriente. Solo la fermentación lenta lo inactiva totalmente.
Cuando productos precipitados de soja, como el tofu, son consumidos con carne, se reducen los efectos del bloqueamiento mineral de los fitatos. Los japoneses comen tradicionalmente una pequeña cantidad de tofu o miso como parte de un caldo de pescado, rico en minerales, seguido por un plato de carne o pescado. Los vegetarianos que consumen tofu en grandes cantidades, como sustituto de la carne y productos lácteos, corren el riesgo de sufrir severas deficiencias minerales.
En general, los científicos concuerdan en que las dietas basadas en granos y legumbres altas en contenido de fitatos, contribuyen a deficiencias minerales.
Las hemoaglutininas, que aglutinan los glóbulos rojos y reducen la absorción de oxígeno, son otros antinutrientes presentes en la soja. Estas lectinas, deprimen el crecimiento, generan coágulos sanguíneos y reacciones alérgicas. Afectan a los enterocitos (células de la mucosa intestinal) y por lo tanto disminuyen la absorción de nutrientes.
En cuanto a los minerales, la soja posee altas y problemáticas concentraciones de manganeso y fósforo. El manganeso es 80 veces más abundante que en la leche materna, y su exceso disminuye los niveles de dopamina, genera hiperactividad y falta de concentración (características del DDA infantil), espasmos, temblores y comportamiento violento.
El fósforo, mineral que en exceso también está asociado al déficit de atención infantil y a la fibromialgia, es una antagonista del calcio, por lo tanto un promotor de deficiencias de calcio como la osteoporosis. Esto nos lleva a ver que carece de fundamento la afirmación de que la soja evita la osteoporosis. Si los asiáticos tienen realmente tasas más bajas de osteoporosis que los occidentales, bien puede ser porque su dieta proporciona abundancia de vitamina D (ayuda a fijar el calcio) procedente de camarones, manteca, mariscos, y mucho calcio de los caldos de hueso.
Las isoflavonas Uno de los mayores problemas de la soja son las publicitadas isoflavonas (genisteína, daidzeína). Estos fitoestrógenos, convertidos en panacea terapéutica para las mujeres en menopausia, son mecanismos defensivos naturales de la planta, en respuesta a las plagas.
Ya por los años 50 habían sido identificados como problemáticos en dietas para animales, cuando todavía no se los utilizaba en la alimentación humana. Los estudios del Dr. Mike Fitzpatrick en Nueva Zelanda, mostraban evidencias de trastornos endocrinos, infertilidad, leucemia y cáncer al incorporar soja en alimentos de mascotas y animales.
Más tarde se comprobó en Japón que apenas dos cucharadas diarias de porotos de soja, durante un mes, bastaban para generar hipertrofia tiroidea (bocio) y pancreática, reducción del timo (glándula comando del sistema inmune), hipotiroidismo, constipación, fatiga y letargo.
Esto fue luego refrendado por estudios ingleses y americanos. Una investigación del Kings College of London, mostró que la genisteína bloquea el paso de espermatozoides al útero, dificultando la concepción. Otro estudio inglés demostró que consumir durante 1 mes 60 grs. diarios de proteína de soja, afectaba el ciclo menstrual, efecto que perduraba hasta 3 meses después de abandonar la ingesta de esta leguminosa.
La escuela de Salud Pública de Harvard en Boston, puso en evidencia el negativo efecto estrogénico de la soja en hombres: disminución del conteo de espermatozoides, infertilidad, aumento de peso, dificultades perceptivas y baja de la líbido. Esto confirma el uso de la soja en monasterios orientales, donde la consideran útil para aplacar el deseo sexual.
La abundante investigación mundial dio sobradas pruebas de los efectos de las isoflavonas de la soja:
• Inhibición de la hormonas esteroides (estradiol) y las hormonas tiroides (T3, T4).
• Desórdenes del aparato reproductor. Infertilidad.
• Hipotiroidismo, tiroiditis autoinmune, cáncer tiroideo.
• Daño hepático (cirrosis), colon irritable.
• Problemas de conducta, déficit de percepción y memoria.
• Deficiencia inmune, insuficiencia pituitaria.
Sin embargo, la industria de la soja se las ingenió para ignorar esta fuerte evidencia, basada en el consumo de pequeñas cantidades diarias de soja (0,5 mg. de isoflavonas por kg. de peso, constituyen una dosis de riesgo). Por el contrario, florecieron campañas promoviendo el “saludable” uso de la soja para bajar el colesterol (25 grs. de proteína aislada) o resolver problemas de menopausia(10 mg. por kg. de peso, que es el doble de la dosis de riesgo).
Sin dejar de lado toda esta problemática, se puede decir que lo más grotesco en todo este desatino, es el gran desarrollo de fórmulas para lactantes, destinadas principalmente a bebés alérgicos a la leche vacuna y a bebés vegetarianos. En pequeños organismos, estas raciones de soja (isoflavonas) equivalen a 16 veces la dosis de riesgo antes citada, o lo que es lo mismo, 5 pastillas anticonceptivas diarias para un adulto, o también 1000 veces más el efecto estrogénico que la leche materna.
El Ministerio de Salud de Israel prohibió la fórmula para bebés a base de soja, tras 3 muertes de bebés y 7 casos de daños cerebrales en pocos días. En Inglaterra, la leche de soja ha sido desaconsejada en menores de 2 años y embarazadas. La Comisión de Alimentos del Reino Unido, recomendó no exceder el consumo diario de 40 mg. de isoflavonas de soja en adultos. Estos valores se alcanzan con apenas 20 grs. de porotos o harina de soja, o 70 grs. de tofu, o 200 cc. de leche de soja o 100 grs. de brotes de soja.
La industria y el procesamiento del poroto soja Los agresivos métodos industriales necesarios para obtener derivados del poroto, generan ulteriores problemas nutricionales. La obtención del aislado de proteína de soja (SPI por sus siglas en inglés), ingrediente clave en muchos alimentos, es un ejemplo ilustrativo.
El poroto es sumergido en una solución alcalina para quitar la cáscara. Luego es precipitada mediante un lavado ácido y finalmente es neutralizada en una solución alcalina. El lavado ácido en tanques de aluminio, transfiere (lixivia) gran cantidad de este mineral al producto. La cuajada resultante se seca por aspersión a alta temperatura para dar lugar a un polvo de alto contenido proteico. Mediante extrusión a alta temperatura y elevada presión, se obtiene la proteína vegetal texturizada (TVP por sus siglas en ingles).
Pese a la alta temperatura, estos procesos no alcanzan a eliminar totalmente el inhibidor de tripsina; en cambio, desnaturalizan la proteína (reducen los aminoácidos lisina y cisteína) y generan nitritos cancerígenos.
El procesamiento alcalino también da lugar a lisinoalanina, una toxina cancerígena.
Dado el fuerte sabor del poroto, se deben añadir saborizantes artificiales(glutamato monosódico en imitaciones cárnicas) o endulzantes. Por ejemplo, los ingredientes declarados de una leche de soja en polvo son: jarabe de maíz, aislado de proteína de soja, aceite de soja parcialmente hidrogenado, azúcar, mezcla de vitaminas y minerales, maltodextrina, sal, sabores artificiales, mono y diglicéridos.
En experimentos alimentarios, el uso de SPI incrementa la demanda de vitaminas E, K, D y B12. Además, crea síntomas de deficiencia de calcio, magnesio, manganeso, molibdeno, cobre, hierro y zinc. El ácido fítico remanente en estos productos de soja, inhibe fuertemente la absorción de hierro y zinc. Los animales de laboratorio alimentados con SPI, muestran órganos agrandados (páncreas y tiroides) y una mayor generación de ácidos grasos en el hígado (Rackis, Joseph, J., “Biological and Physiological Factors in Soybeans”, Journal of the American Oil Chemists´Society 51:161A-170ª, January 1974 - Rackis, Joseph, J. et al., “The USDA trypsin inhibitor study”, ibid.).
El problema de estos derivados de la soja (SPI y TVP) es su omnipresencia en los más variados e insospechados alimentos, lo cual impide evitarlos. Encontramos aislado de proteína de soja y proteína vegetal texturizada en bebidas, panificados, alimentos dietéticos, leches de soja, fórmulas infantiles, golosinas, bebidas dietéticas, productos para deportistas, fiambres, imitaciones cárnicas, helados, productos lácteos, barras de cereales, mayonesas, productos de comida rápida, etc.
Además, estos derivados del poroto están forzosamente presentes en toda la cadena alimentaria, al ser la base de balanceados para la cría animal intensiva (feed lot, estabulación, jaulas, piscinas). Por cierto que los animales alimentados con proteína de soja, muestran los mismos problemas de salud que los humanos: déficit de crecimiento, hipertrofia de órganos, hígado graso, tumores, etc.
Grasas, un mal recuerdo En materia de aceites, los benéficos ácidos grasos esenciales de la soja(omega 3 y 6), son desnaturalizados por presión, solventes y temperatura (hasta 270 °C en atmósfera controlada) de los “eficientes procesos industriales”, que requieren agresivos procesos de refinación para eliminar indeseables texturas y olores (neutralizado, desengomado, blanqueado, desodorizado). Los AGE (ácidos grasos escenciales), solo se encuentran en aceites obtenidos por primera prensión en frío. Este método es “ineficiente” para la industria, ya que extrae solo el 20% de la materia grasa del grano.
El aceite de soja refinado se destina principalmente a la hidrogenación industrial (margarinas), proceso que permite modular texturas (de líquido hasta sólido) adecuadas a las más diversas exigencias de la moderna ingeniería en alimentos, con la ecuación ideal: bajo costo y gran conservación.
El ejemplo de lo que sucedió con los aceites vegetales hidrogenados, tiene en algún sentido, gran relación con lo que está sucediendo hoy en día con la soja. Lamentablemente, la magnitud del desastre que está generando la soja es muchísimo mayor.
Vale recordar que luego de la Segunda Guerra Mundial, uno de los “grandes descubrimientos” de la industria alimenticia fueron los aceites vegetales hidrogenados (margarina).
La margarina proviene de un aceite vegetal (generalmente de soja o girasol), el cual se lleva a temperaturas de entre 210º y 270º y se le sopla gas de hidrógeno, solidificándolo, o sea saturándolo; obteniéndose un polímero con estructura muy similar al plástico. Estos compuestos, con gran resistencia al enranciamiento, como dijimos anteriormente, están omnipresentes en las etiquetas de los productos elaborados industrialmente, en productos de panadería, galletas, helados, fritos, etc. En las etiquetas aparecen con el nombre de “aceite vegetal hidrogenado” o“parcialmente hidrogenado”. También las industrias lácteas utilizan grasas hidrogenadas para elevar el tenor graso de la leche.
Volviendo al ejemplo que queríamos mostrar, donde para beneficio de unos pocos, se promueven alimentos con supuestos beneficios que luego no son tales, vale decir que los aceites hidrogenados fueron promocionados inicialmente como la solución para descender el nivel de colesterol. Algunos años más tarde (cuando ya no había forma de disfrazar la verdad), se descubrió que no solo no ayudan a descender el colesterol (ya que son grasas saturadas y por lo tanto tienen efecto contrario), sino que producen esclerosis de aorta, mayor riesgo de infarto, trastornos en la estructura celular, infiltración de grasa en el hígado, predisponen al organismo a la enfermedad y envejecimiento prematuro.
Si bien no es posible confirmar que la relación entre la enfermedad del niño y el consumo de leche de soja sea totalmente directa, también es imposible negar toda relación.
Lo cierto es que no hay registro (en los 5.000.000 de años que existe el hombre)de algún pueblo que haya utilizado a la soja y sus derivados en la forma en la que hoy la industria y las empresas multinacionales, quieren imponer. Las consecuencias de esto, afloran día a día.
Ante esta situación, ¿Qué alimentos sugerimos?
Tofu
Como vimos, es el queso de la soja, resultante de la coagulación de la leche de esta legumbre, con sal de magnesio (nigari), sal de calcio o limón. Este producto, es unos de los derivados de soja básicos en la alimentación de los países de Extremo Oriente, principalmente en Japón y China, del cual es originario y se lo prepara desde el siglo II A.C.
Existen diferentes variedades de tofu: blandos, semiduros y duros. Todos, de color blanco tiza y practicamente inoloros. Su utilización es muy variada, ya que acepta ser mezclado tanto con alimentos salados como dulces. Se lo emplea rehogado, macerado, como relleno, paté, etc., distintas formas para realzar su sabor; ya que por sí solo, no tiene un sabor muy definido. Debe tenerse en cuenta que no se gratina como los quesos vacunos, a lo sumo al procesarlo, adquiere consistencia similar a la ricota.
El tofu fresco, se conserva en la heladera unos diez días, en un recipiente cubierto con agua y una pizca de sal. Cada dos días se debe enjuagar y cambiarle el agua.
Es muy importante consumir tofu de origen orgánico y fresco. Esto último podemos verificarlo en base a la consistencia del mismo. Cuando está vencido, puede ocurrir que la superficie se ponga gomosa, adquiera olor fuerte y ácido y al cortarlo, se desprenda una baba o presente manchas oscuras.
Propiedades:
• En general los alimentos muy proteicos tienen un PH ácido. El tofu, presenta un PH alcalino y es de muy fácil digestión. De aquí que se recomiende a niños, ancianos, personas con trastornos digestivos o aquellos que se inician en una alimentación natural e integral. Se encuentra en el tofu de un 8 a un 10% de proteínas de fácil asimilación.
• En 100 grs. de tofu hay de 4 - 5 grs. de grasas, de las cuales el 85% son insaturadas; sobre todo posee ácido linoleico. Esto previene el aumento del colesterol y las enfermedades cardiovasculares.
• Es muy bajo en calorías, por lo que resulta apropiado en regímenes de adelgazamiento.
• Contiene lecitina (ácido graso fosforado), la cual es muy importante para metabolizar, disolver y eliminar los depósitos de colesterol y otros ácidos grasos que se acumulan en órganos vitales y en el torrente circulatorio. Además, nutre las células cerebrales y refuerza los músculos oculares.
• Contiene lisina, aminoácido esencial que se encuentra en pequeñas cantidades, en la mayoría de los cereales.
• Es muy bajo en contenido de hidratos de carbono que, sumado a la calidad de grasas que posee; lo convierte en un alimento apropiado para diabéticos.
• No contiene gluten, por lo tanto es apto para celíacos.
Consumo: como en el tofu no se eliminan por completo los antinutrientes del poroto, recomendamos consumir poca cantidad y no más de 2 veces por semana.
Salsa de soja
Es líquida, de color marrón oscuro, aroma agradable y salada. Las más conocidas son el Shoyu y Tamari. Tienen un sabor muy particular, que se obtiene de la fermentación natural del poroto de soja. Esto se realiza en un medio fermentativo, compuesto por trigo y sal, para la realización del Shoyu; o de arroz integral y sal, cuando se realiza el Tamari.
Se la utiliza para sazonar alimentos, en los tradicionales nitukes, kimpiras y nishimes de la cocina macrobiótica. Generalmente se la agrega al final de la cocción. Con el agregado de esta salsa, se obtiene en la comida un sabor final agridulce.
Tradicionalmente, la fermentación de la salsa se iniciaba en Japón, en el mes de abril y se tomaba todo un año. En la fermentación natural se emplean levaduras, hongos y bacterias. Actualmente se realizan muchas salsas donde se emplean procesos químicos, agregado de azúcar, colorantes, etc.; alterando la calidad y sabor del producto final.
Es aconsejable adquirir salsas, en las cuales se indique la elaboración artesanal, o fermentación natural.
Miso
Este producto, también resultante de la fermentación; es consumido desde hace miles de años en Japón y China y fue siempre considerado por sus propiedades medicinales.
Es una pasta espesa y oscura, producto de la fermentación natural y prolongada de los porotos de soja blancos. Durante el proceso de producción, que puede durar entre uno y dos años; se efectúa una presión al poroto con agua de manantial, agregando sal marina en forma gradual.
Existen muchos tipos de miso: el Mugi, elaborado a base de cebada , soja, sal y agua; el Natto, que contiene cebada, algas, soja, sal y jengibre; el Hatcho o Name, con poroto de soja, sal y agua; y el Kome o Genmai, con arroz integral, soja, sal y agua.
Su uso más habitual es en sopas con verduras y algas, siempre agregado al final de la cocción. Es conveniente no cocinarlo, para evitar que se destruyan las bacterias benéficas y enzimas resultantes de la fermentación. También se lo puede usar para untar panes, galletas y como aderezo en salsa, ensaladas, etc.
En cuanto a la cantidad, podemos estimar un consumo de 1 a 2 cucharaditas por día, en forma orientativa. Deben tener mayor precaución las personas hipertensas, por el alto contenido de sodio.
Propiedades:
• Contiene bacterias lácticas, las cuales elaboran algunas vitaminas y ayudan en la digestión y asimilación de los alimentos. Por esta razón es aconsejado para personas alérgicas, en las cuales los intestinos débiles, no pueden asimilar bien las proteínas. También se recomienda su consumo para personas con problemas de hinchazón abdominal, flatulencias, estreñimiento y diarrea.
• Contiene gran cantidad de minerales, principalmente calcio, potasio, fósforo y magnesio. Aporta pequeñas cantidades de vitamina B12.
• Ayuda a neutralizar la acidez y los residuos tóxicos de las dietas altas en proteínas de hoy en día.
• Contiene inositol, compuesto que se combina con las sustancias radiactivas y las expulsa del cuerpo.
• La grasa que contiene el miso, está combinada biológicamente con sal y transformada por la fermentación; haciéndolo un alimento muy estable que se conserva durante años sin refrigeración.
• Contiene cantidades importantes de ácido linoleico y lecitina.
• Posee melanoidinas, sustancias anticancerígenas que inhiben la acción de los radicales libres. Por otra parte, son estas sustancias las que le dan al miso su color característico.
Natto y Tempeh
Si bien estos dos productos no se consiguen por el momento en nuestro país (de origen orgánicos), vale la pena conocerlos, ya que son productos fermentados, donde se han inactivado los antinutrientes.
El Natto se prepara batiendo los porotos ya fermentados con shoyu, hasta obtener una pasta elástica y gomosa, con aroma y sabor similar al queso. Se lo puede utilizar para untar panes y galletas, como paté, etc.
La fermentación del natto hace que sea beneficioso para estimular la actividad digestiva. Es un alimento rico en proteínas (en 100 grs. encontramos unos 17 grs. de las mismas), y minerales como el calcio y hierro.
El Tempeh se obtiene a partir de un cultivo de bacterias específicas, sobre porotos de soja cocidos. Es un alimento muy popular en Indonesia.
La fermentación se realiza con una bacteria llamada Rhizopus oligosporus (se encuentra en la raíz de la planta), que en el proceso fija la vitamina B12. Por otro lado, para neutralizar la presencia de bacterias antagónicas en el intestino, secreta agentes antibióticos que resultan beneficiosos para el hombre.
Es un producto rico en proteínas (19 - 20 grs. cada 100 grs. del alimento), minerales como el calcio, hierro, fósforo y vitamina B12.
Leer etiquetas, informarnos y averiguar cómo se elaboran los alimentos que elegimos, es el primer paso hacia una alimentación consciente.
Fuente: http://www.ecoportal.net/Temas-Especiales/Salud/La-Soja-una-legumbre-con-mas-perjuicios-que-beneficios
Como vimos, es el queso de la soja, resultante de la coagulación de la leche de esta legumbre, con sal de magnesio (nigari), sal de calcio o limón. Este producto, es unos de los derivados de soja básicos en la alimentación de los países de Extremo Oriente, principalmente en Japón y China, del cual es originario y se lo prepara desde el siglo II A.C.
Existen diferentes variedades de tofu: blandos, semiduros y duros. Todos, de color blanco tiza y practicamente inoloros. Su utilización es muy variada, ya que acepta ser mezclado tanto con alimentos salados como dulces. Se lo emplea rehogado, macerado, como relleno, paté, etc., distintas formas para realzar su sabor; ya que por sí solo, no tiene un sabor muy definido. Debe tenerse en cuenta que no se gratina como los quesos vacunos, a lo sumo al procesarlo, adquiere consistencia similar a la ricota.
El tofu fresco, se conserva en la heladera unos diez días, en un recipiente cubierto con agua y una pizca de sal. Cada dos días se debe enjuagar y cambiarle el agua.
Es muy importante consumir tofu de origen orgánico y fresco. Esto último podemos verificarlo en base a la consistencia del mismo. Cuando está vencido, puede ocurrir que la superficie se ponga gomosa, adquiera olor fuerte y ácido y al cortarlo, se desprenda una baba o presente manchas oscuras.
Propiedades:
• En general los alimentos muy proteicos tienen un PH ácido. El tofu, presenta un PH alcalino y es de muy fácil digestión. De aquí que se recomiende a niños, ancianos, personas con trastornos digestivos o aquellos que se inician en una alimentación natural e integral. Se encuentra en el tofu de un 8 a un 10% de proteínas de fácil asimilación.
• En 100 grs. de tofu hay de 4 - 5 grs. de grasas, de las cuales el 85% son insaturadas; sobre todo posee ácido linoleico. Esto previene el aumento del colesterol y las enfermedades cardiovasculares.
• Es muy bajo en calorías, por lo que resulta apropiado en regímenes de adelgazamiento.
• Contiene lecitina (ácido graso fosforado), la cual es muy importante para metabolizar, disolver y eliminar los depósitos de colesterol y otros ácidos grasos que se acumulan en órganos vitales y en el torrente circulatorio. Además, nutre las células cerebrales y refuerza los músculos oculares.
• Contiene lisina, aminoácido esencial que se encuentra en pequeñas cantidades, en la mayoría de los cereales.
• Es muy bajo en contenido de hidratos de carbono que, sumado a la calidad de grasas que posee; lo convierte en un alimento apropiado para diabéticos.
• No contiene gluten, por lo tanto es apto para celíacos.
Consumo: como en el tofu no se eliminan por completo los antinutrientes del poroto, recomendamos consumir poca cantidad y no más de 2 veces por semana.
Salsa de soja
Es líquida, de color marrón oscuro, aroma agradable y salada. Las más conocidas son el Shoyu y Tamari. Tienen un sabor muy particular, que se obtiene de la fermentación natural del poroto de soja. Esto se realiza en un medio fermentativo, compuesto por trigo y sal, para la realización del Shoyu; o de arroz integral y sal, cuando se realiza el Tamari.
Se la utiliza para sazonar alimentos, en los tradicionales nitukes, kimpiras y nishimes de la cocina macrobiótica. Generalmente se la agrega al final de la cocción. Con el agregado de esta salsa, se obtiene en la comida un sabor final agridulce.
Tradicionalmente, la fermentación de la salsa se iniciaba en Japón, en el mes de abril y se tomaba todo un año. En la fermentación natural se emplean levaduras, hongos y bacterias. Actualmente se realizan muchas salsas donde se emplean procesos químicos, agregado de azúcar, colorantes, etc.; alterando la calidad y sabor del producto final.
Es aconsejable adquirir salsas, en las cuales se indique la elaboración artesanal, o fermentación natural.
Miso
Este producto, también resultante de la fermentación; es consumido desde hace miles de años en Japón y China y fue siempre considerado por sus propiedades medicinales.
Es una pasta espesa y oscura, producto de la fermentación natural y prolongada de los porotos de soja blancos. Durante el proceso de producción, que puede durar entre uno y dos años; se efectúa una presión al poroto con agua de manantial, agregando sal marina en forma gradual.
Existen muchos tipos de miso: el Mugi, elaborado a base de cebada , soja, sal y agua; el Natto, que contiene cebada, algas, soja, sal y jengibre; el Hatcho o Name, con poroto de soja, sal y agua; y el Kome o Genmai, con arroz integral, soja, sal y agua.
Su uso más habitual es en sopas con verduras y algas, siempre agregado al final de la cocción. Es conveniente no cocinarlo, para evitar que se destruyan las bacterias benéficas y enzimas resultantes de la fermentación. También se lo puede usar para untar panes, galletas y como aderezo en salsa, ensaladas, etc.
En cuanto a la cantidad, podemos estimar un consumo de 1 a 2 cucharaditas por día, en forma orientativa. Deben tener mayor precaución las personas hipertensas, por el alto contenido de sodio.
Propiedades:
• Contiene bacterias lácticas, las cuales elaboran algunas vitaminas y ayudan en la digestión y asimilación de los alimentos. Por esta razón es aconsejado para personas alérgicas, en las cuales los intestinos débiles, no pueden asimilar bien las proteínas. También se recomienda su consumo para personas con problemas de hinchazón abdominal, flatulencias, estreñimiento y diarrea.
• Contiene gran cantidad de minerales, principalmente calcio, potasio, fósforo y magnesio. Aporta pequeñas cantidades de vitamina B12.
• Ayuda a neutralizar la acidez y los residuos tóxicos de las dietas altas en proteínas de hoy en día.
• Contiene inositol, compuesto que se combina con las sustancias radiactivas y las expulsa del cuerpo.
• La grasa que contiene el miso, está combinada biológicamente con sal y transformada por la fermentación; haciéndolo un alimento muy estable que se conserva durante años sin refrigeración.
• Contiene cantidades importantes de ácido linoleico y lecitina.
• Posee melanoidinas, sustancias anticancerígenas que inhiben la acción de los radicales libres. Por otra parte, son estas sustancias las que le dan al miso su color característico.
Natto y Tempeh
Si bien estos dos productos no se consiguen por el momento en nuestro país (de origen orgánicos), vale la pena conocerlos, ya que son productos fermentados, donde se han inactivado los antinutrientes.
El Natto se prepara batiendo los porotos ya fermentados con shoyu, hasta obtener una pasta elástica y gomosa, con aroma y sabor similar al queso. Se lo puede utilizar para untar panes y galletas, como paté, etc.
La fermentación del natto hace que sea beneficioso para estimular la actividad digestiva. Es un alimento rico en proteínas (en 100 grs. encontramos unos 17 grs. de las mismas), y minerales como el calcio y hierro.
El Tempeh se obtiene a partir de un cultivo de bacterias específicas, sobre porotos de soja cocidos. Es un alimento muy popular en Indonesia.
La fermentación se realiza con una bacteria llamada Rhizopus oligosporus (se encuentra en la raíz de la planta), que en el proceso fija la vitamina B12. Por otro lado, para neutralizar la presencia de bacterias antagónicas en el intestino, secreta agentes antibióticos que resultan beneficiosos para el hombre.
Es un producto rico en proteínas (19 - 20 grs. cada 100 grs. del alimento), minerales como el calcio, hierro, fósforo y vitamina B12.
Leer etiquetas, informarnos y averiguar cómo se elaboran los alimentos que elegimos, es el primer paso hacia una alimentación consciente.
Fuente: http://www.ecoportal.net/Temas-Especiales/Salud/La-Soja-una-legumbre-con-mas-perjuicios-que-beneficios
? Que tiene que ver la bacteria E.Coli con todo esto y porque hay brotes toxicos de E.Coli cada semana ?
? PORQUE el cancer, alergias y diabetes, ademas de cientos de enfermedades "raras" estan aumentando espectacularmente a todas las edades y en todas las especies? (ademas mucha gente tiene algun tipo de proceso alergico y no lo sabe)
? Que le esta pasando a nuestra flora intestinal y a la de los animales? - ?Que efecto tienen los antibioticos que dan a los animales para engordarlos artificilamente ?
? La proxima generacion vivira menos años que la de sus padres ?
Quiza este audio nos aclare algunas dudas:
http://www.4shared.com/audio/PVfXXNsZ/EL_TEBEBROSO_MUNDO_de_la_INDUS.html
Download EL TEBEBROSO MUNDO de la INDUSTRIA ALIMENTICIA- Santia... from FileFactory.com
Recordemos aqui el montaje que hizo el gobierno de Washington para obligar a que Europa usara trasgenicos en la dieta de las vacas, inventandose lo de las vacas locas:
Food, Inc. es un documental estadounidense dirigido por el cineasta ganador de un Emmy Robert Kenner. El filme está ligeramente basado en el bestseller de no ficción del 2001 Fast Food Nation, de Eric Schlosser, y The Omnivore's Dilemma de Michael Pollan.
Contenido
El primer segmento del film examina la producción industrial de carne, llamándola inhumana y económica y ambientalmente insostenible.
Elsegundo segmento se centra en la producción industrial de grano y verduras, etiquetándola de económica y ambientalmente insostenible también.
El tercer y final segmento trata sobre el poder económico y legal de las grandes compañías de produccion de alimentos (que según los autores se basa en ofrecer comida barata pero contaminada y en el uso de químicos basados en el petroleo, sobre todo pesticidas y fertilizantes) y la promoción de hábitos de consumo de comida insalubre hacia el público.
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Una provocadora y apasionante exploración de qué comemos, por qué y sus consecuencias.
Comemos carne a diario pero preferimos no pensar demasiado en cómo ha llegado el filete al plato, quizá porque somos conscientes de que saberlo nos quitaría el hambre, plantea el escritor Jonathan Safran Foer, cuya obra "Comer animales" ha reavivado el eterno debate sobre la industria cárnica.
Descripcion en el libro de KFC (KENTOCKY FRIED CHICKEN - la cadena de restaurantes que vende el pollo frito más famoso de Estados Unidos) es "la compañía, podría decirse, que ha aumentado la suma total de sufrimiento en el mundo más que ninguna otra en la historia". Y se atreve incluso a ir más allá: "[...
LA SOJA ES DAÑINA PARA TU SALUD
MUCHO MARKETING y DINERO en CAMPAÑAS LA PROMUEVEN
En varias ocasiones hemos traído a nuestras páginas los resultados de estudios realizados por diferentes instituciones de todo el mundo según los cuales la soja reportaría innumerables e importantes beneficios para la salud. Bien, pues son cada vez más los expertos que afirman que los productos fermentados de soja -el miso, el tempeh, la salsa de soja y el natto- se pueden ingerir pero con mucha moderación porque si no también son dañinos pero no es en modo alguno aconsejable tomar los que contienen ese alimento sin fermentar, leche de soja incluida. No solo no tendrían las propiedades beneficiosas que se les atribuye sino que pueden perjudicar gravemente la salud.
Si el lector revisa en nuestra web –www.dsalud.com- la sección de Noticias comprobará que en al menos nueve ocasiones nos hemos hecho eco de estudios que aseguraban haber descubierto o confirmado alguna nueva propiedad o indicación de la soja (aparecen en los números 7, 18, 23, 33, 62, 64, 101, 105 y 108).
Incluso le dedicamos íntegra la sección de Alimentación del nº 48. Bien, pues de la misma manera que en su momento dimos cuenta de los resultados de las supuestas bondades de la soja queremos ahora recoger los informes de otros estudios –algunos de ellos realizados hace años pero de los que hemos tenido conocimiento recientemente- que ponen en entredicho algunas de esas cualidades, especialmente en lo que a las proteínas de la soja se refiere cuando ésta no han sido fermentada. Y es que se asegura ahora que, en contra del mensaje interesado que durante décadas ha estado lanzando la industria de la soja, en Oriente -de donde este alimento es originario y donde según se nos ha hecho creer se consume a diario en cantidades importantes, algo que se supone explicaría la buena salud general de los orientales- no es consumida de forma directa ni frecuente sino en pequeñas cantidades, de vez en cuando y siempre transformada en subproductos fermentados.
Por tanto todo indica que la soja sigue guardando secretos… o más bien la industria que la comercializa que no quiere que lleguen a oídos del consumidor algunos aspectos de este alimento oriental que podría dañar seriamente su imagen y sus ventas.
UNA VERDAD INCÓMODA
“La soja es naturalmente tóxica ya que contiene antinutrientes y sustancias que alteran nuestros equilibrios hormonales. Y en su procesamiento se añaden otros venenos. Además en su mayoría es transgénica”.Así de contundente se mostraba en junio de 2005 Alfredo Embid -coordinador de la Asociación de Medicinas Complementarias- en un artículo publicado en la revista Medicina Holística que básicamente resumía lo contenido en los numerosos textos científicos publicados en Soy Online Service (invitamos al lector a leerlos en su web -www.soyonlineservice.co.nz/home.html- o en la de la Asociación de Medicinas Complementarias: www.amcmh.org).
Un texto en el que Embid desmintió ya entonces gran parte de las afirmaciones que sobre la soja hace la industria alimentaria desde hace décadas. Como la de que se consume de forma habitual y masiva desde hace milenios en Oriente cuando como Embid decía en su texto “un estudio del uso histórico de la soja en Asia muestra que sólo fue usada por los pobres. Éstos, cuando no tenían nada que comer, consumían frijoles de soja pero preparándolos cuidadosamente para destruir antes todas sus toxinas”. Asimismo explicaría que la soja sólo se consumía tras su fermentación. Según él en Asia la soja “es sólo un complemento alimenticio que se utiliza fundamentalmente como condimento en forma de salsa de soja y en otros productos fermentados que ni se comercializan ni se toman apenas en Occidente como el miso, el tempeh o el natto”.
Respecto a las fórmulas de soja para alimentar a bebés que cada vez son más empleadas en Occidente alegando que así se hace en los países orientales Embid lo desmiente igualmente: “Las fórmulas de leche de soja rara vez se usaban en Asia para alimentar a los niños”. Y para apoyar su afirmación recuerda que “ya en un escrito de 1930 el doctor Ra Guy, del departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de Pekín (China), se dice que nunca se ha usado leche de soja para alimentar a los niños en Pekín.
Esa fórmula no se hace en las casas sino que es vendida en las calles como una bebida caliente rica en proteínas siendo usualmente bebida por ancianos en vez de té. La leche de soja, aparte de ser dañina para los niños, es difícil de preparar’”.
En cuanto a la afirmación de que “la soja es un alimento que sustituye a las proteínas de los productos de origen animal” Embid aclara que “la soja es muy rica en proteínas pero es relativamente pobre en el aminoácido azufrado cistina, precursor de la cisteína, del glutatión y de la taurina. Además su procesamiento a altas temperaturas tiene el desafortunado efecto secundario de desnaturalizar la lisina y los demás aminoácidos”.
Por lo que respecta a lo sostenido por la industria acerca de que “la soja contiene ácidos grasos omega 3 beneficiosos” Embid responde que “los procesos de elaboración de la mayoría de los productos a base de soja se desarrollan a altas temperaturas que desnaturalizan los ácidos grasos poliinsaturados y producen ácidos grasos trans-inactivos”.
También añade, en contra de la idea de que contiene nutrientes de fácil asimilación, que “la soja induce una marcada descalcificación, es deficitaria en hierro -lo que puede llevar a la anemia-,deficitaria en vitamina B12,deficitaria en tiamina o vitamina B1 -se han dado casos de bebés alimentados con fórmulas de soja con beriberi grave- y deficitaria en el aminoácido lisina”.
Además la soja contiene diversos antinutrientes.
Embid menciona entre ellos “los inhibidores de enzimas digestivos (inhibidores de la proteasa) como la tripsina y otros necesarios para la digestión de proteínas”. Explicando luego que“los inhibidores de la tripsina y la hemaglutinina son además inhibidores del crecimiento. Y los inhibidores de la proteasa han sido acusados de provocar problemas pancreáticos”. De hecho Soy Online Service publica los resultados de un estudio realizado con ratas según el cual “niveles elevados de exposición a los inhibidores de la proteasa causan cáncer pancreático mientras niveles moderados provocan que el páncreas de la rata sea más susceptible a los agentes cancerígenos”.
También serían antinutrientes contenidos en la soja según Embid “el ácido fítico presente en un grupo de sustancias denominado fitatos que están presentes en el salvado o la cáscara de todas las semillas. Los fitatos son quelantes, es decir, pueden unirse a iones metálicos y bloquear la asimilación y la biodisponibilidad de minerales esenciales: calcio, magnesio, cobre, hierro y, especialmente, zinc”. Dato que debe ser tenido especialmente en cuenta por los vegetarianos y por las madres que alimentan a sus bebés con fórmulas a base de soja.
Otro motivo de alarma sería el hecho, según explica Embid, de que “se ha comprobado que las fórmulas infantiles basadas en la soja pueden contener hasta 200 veces más manganeso que la leche de lactancia natural y como su exceso se acumula en los órganos internos, incluyendo el cerebro, podría producir daños”.
Al respecto Soy Online Service da una cifra concreta: “Alrededor del 8% del exceso de manganeso de la dieta es almacenado en el cerebro, muy cerca de las neuronas que producen dopamina, responsable en parte del desarrollo biológico adolescente. Las implicaciones de ello son que uno de cada ocho bebés alimentados con fórmulas de soja durante los primeros seis meses de vida podría tener riesgo de sufrir alteraciones cerebrales y de comportamiento que no se hacen evidentes hasta la adolescencia”.
De ahí que esa institución considere que se está poniendo innecesariamente en riesgo la adecuada actividad tiroidea de los bebés alimentados con fórmulas de soja, cuestión a la que dedica varios artículos que el lector interesado podrá encontrar fácilmente en su web o resumidos en el texto Fórmulas infantiles a base de soja: hay motivos para preocuparse que firmado por los doctores Sue Dibb y Mike Fitzpatrick se publicó en el nº 72 de Medicina Holística.
No puede por ello extrañar que en Soy Online Service se llegue a afirmar: “Es irresponsable que los fabricantes de fórmulas de soja continúen arriesgando las tiroides de los bebés con su negativa a eliminar las isoflavonas de sus productos”.
Añadiendo:“Es absolutamente irresponsable y un signo de corrupción moral anunciar los beneficios anticancerígenos de la soja sin hacer mención alguna de que existen otros riesgos para la salud”. De ellos sí habla en cambio Alfredo Embid cuando dice: “La soja, incluso aunque no sea transgénica, produce numerosas patologías; están documentadas en la literatura científica desde hace años”.
Y añade: “La industria de la soja no puede excusarse ya que sabe que la soja es patógena desde hace decenas de años. Por ejemplo, sabe que la soja contiene agentes bociógenos desde hace más de 60 años”.
Embid hace un amplio resumen de todos estos problemas en su texto que reproducimos por su interés e importancia:
“La soja produce:
-“Alteraciones alérgicas -especialmente en niños-y casos de alopecia. La proteína de soja se encuentra en el segundo lugar de la lista de alimentos que producen alergias y genera el 25% de las reacciones graves”.
-“Alteraciones del sistema nervioso”. Entre ellas un envejecimiento acelerado del cerebro. De hecho menciona que “un estudio realizado por el Centro Epidemiológico de Hawai (Estados Unidos) durante más de 30 años sobre 7.000 hombres demostró que el tofu aceleraba la pérdida de peso cerebral en personas de edad y que cuanta más soja tomaban peores eran sus habilidades mentales”.
-“Alteraciones del comportamiento. Como aumento de la ansiedad, del estrés, disminución de los comportamientos sociables, aumento del comportamiento agresivo y, paradójicamente, también del comportamiento de sumisión en animales alimentados con soja”.
-“Alteraciones del sistema inmunitario. La genisteína (una de las proteínas de la soja) tiene efecto inmunosupresor y produce alteraciones atróficas del timo. La exposición a fitoestrógenos durante el embarazo y la lactancia se ha relacionado con la aparición de enfermedades autoinmunes en los niños”.
-“Alteraciones endocrinas. En estudios que datan de la década de los 50 del siglo pasado ya se demostró que la soja causa trastornos endocrinos en animales”. Y entre esas alteraciones endocrinas cita alteraciones del páncreas (“los niños alimentados con fórmulas de soja tienen el doble de diabetes”) y alteraciones del tiroides (“la soja contiene sustancias que debilitan la función de la glándula tiroides ·
Es bociógena. La genisteína es un inhibidor de la peroxidasa tiroidea más poderoso que los medicamentos normales anti-tiroideos”). Y añade que “se ha descrito aumento de la TSH hipofisiaria (siglas en inglés de la hormona tirotropina) en respuesta a su acción antitiroidea, bocio difuso, hipotiroidismo (con sus síntomas asociados: estreñimiento, letargia, fatiga, etc,), tiroiditis autoinmune subaguda (los niños alimentados con fórmulas a base de soja tiene el triple de enfermedades autoinmunes del tiroides, según un estudio del Departamento de Pediatría del Hospital Universitario Cornell de North Shore Manaste, Nueva Cork , Estados Unidos) y hasta cáncer de tiroides”.
Continúa luego explicando Embid en su artículo que al inhibir la peroxidasa tiroidea –necesaria para fabricar las hormonas tiroideas T3-T4- “la genisteína causa daño irreversible a las enzimas que sintetizan las hormonas de la tiroides”.
Otro dato relevante a este respecto es que ya en 1988 el doctor Theodore Kay de la Facultad de Medicina de la Universidad de Kyoto (Japón), señalaría que “sabemos desde hace medio siglo que las ratas y los humanos alimentados con soja -especialmente los niños y las mujeres- sufren agrandamientos de la tiroides”.
Asimismo, dentro de estas posibles alteraciones endocrinas que podría provocar la soja no fermentada Alfredo Embid recuerda que “contiene fitoestrógenos cuya acción se puede combinar con otros disruptores endocrinos y xenoestrógenos responsables de alteraciones en las hormonas sexuales, alteraciones del comportamiento sexual, aparición de la pubertad precoz, anomalías congénitas del tracto genital masculino (de hecho, como publica el Soy Online Service, la mayor incidencia de este tipo de defectos se ha registrado en bebés varones nacidos de madres vegetarianas consumidoras de soja), disminución de la fertilidad y disminución de andrógenos”.
A lo que habría que sumar que “hay pruebas de que las isoflavonas de la soja genisteína y daidzeína son genotóxicas para el esperma humano”.
-“Aumento de malformaciones en el nacimiento. Como criptorquideas, hipospadias, espina bífida, piernas deformes o ausencia de algún órgano y abortos”. A este respecto el Soy Online Service recoge los resultados de las investigaciones llevadas a cabo por la Universidad John Hopkins (EEUU) que apoyan “la potencial conexión entre el consumo de isoflavonas durante el embarazo, las alteraciones tiroideas y los defectos de nacimiento”.
-“Alteraciones del material genético. Se han descrito alteraciones de los mecanismos reparadores naturales de las aberraciones cromosómicas y otras alteraciones negativas del ADN”.
Embid también es rotundo a la hora de desmitificar la creencia de que el consumo de soja previene el cáncer: “El consumo de soja –afirma- no sólo no previene el cáncer sino que puede fomentar los cánceres ginecológicos y tiroideos”. Asegurando que se han descrito en la literatura científica “cáncer de páncreas, mayor tasa de cáncer y leucemia infantil, mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama, aumento de cánceres de la vulva, aumento del riesgo de cáncer en la glándula tiroides, aumento de la incidencia de hiperplasia endometrial (estadío precursor del cáncer de útero) y aumento del riesgo de cáncer en la glándula tiroides”. Todo ello porconsumir soja.
Además recuerda que en el procesamiento industrial de la soja se produce lisinealina -sustancia cancerígena- y que los solventes utilizados dejan otros residuos cancerígenos como el hexano.
Cabe añadir que hay otros artículos en la web de Soy Online Service que recogen resultados de nuevas y preocupantes investigaciones. Por ejemplo la del doctor Craig Dees -del Laboratorio Nacional de Oak Ridge (California, EEUU)- que ha encontrado que “las isoflavonas de la soja hace que se reproduzcan las células cancerosas de mama” por lo que concluye que “las mujeres no deben tomar productos derivados de la soja”.
Y resultados similares obtendría el doctor William Helferich -de la Universidad de Illinois (EEUU)- quien afirma que “existe la posibilidad de que la genisteína en la dieta estimule el crecimiento de tumores dependientes del estrógeno en los humanos con bajos niveles de estrógeno endógeno circulando tales como los encontrados en las mujeres postmenopáusicas”.
Tampoco está claro, según Embid, que la soja reduzca el colesterol y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares pues este alimento“contiene hemaglutininas, unas sustancias que promueven la formación de coágulos sanguíneos responsables de accidentes cerebrovasculares, trombosis, etc.”
Bien, pues a todo esto habría que añadir que casi el 95% de la soja que llega a nuestras mesas es transgénica por lo que los productos derivados de ella serían aún más tóxicos y las consecuencias de su consumo impredecibles. “Se ha comprobado experimentalmente –explica Embid en su artículo- que el ADN transgénico ingerido en alimentos se puede recombinar en el estómago y el intestino humanos transfiriendo a las bacterias de la flora intestinal propiedades de las plantas transgénicas como, por ejemplo, la resistencia a antibióticos”.
ADVERTENCIAS “DESDE DENTRO”
Agregaremos que uno de los mayores ataques que ha recibido la industria de la soja es la carta de protesta firmada por dos científicos de la propia FDA norteamericana con la que en 1999 trataron de impedir que ese organismo avalara sus presuntos beneficios o, al menos, conseguir que se incluyeran advertencias sobre su consumo en las etiquetas de todos los productos que la contuvieran. Vano intento.
Nos referimos a Daniel Sheehan –por entonces director del Programa Básico de Estrógenos de la División de Toxicología Genética y Reproductiva de la FDA- y a Daniel Doerge -que en ese momento ocupaba igualmente un alto cargo en la División de Toxicología Bioquímica de la organización-.
Dirigida al Departamento de Salud y Servicios Humanos de la propia FDA en ella se decía, entre otras cosas, que “existe evidencia abundante de que algunas isoflavonas que se encuentran en la soja, incluyendo la genisteína y el equol -un metabolito de la daidzeína-, tienen efectos tóxicos en tejidos sensibles a los estrógenos y en la glándula tiroidea” a la par que recordaban que desde 1988 la FDA tenía en su poder un informe remitido por el Gobierno británico sobre los fitoestrógenos de la soja en el que ya se afirmaba que “no habían logrado encontrar evidencia de sus beneficios” y de paso advertían sobre sus “potenciales efectos adversos”.
Por si todo ello fuera poco la FDA tenía conocimiento desde 1991 de que investigadores japoneses habían descubierto que el consumo de una cantidad tan pequeña como 30 gramos o 2 cucharadas de soja al día durante un mes conduce a un incremento significativo de la ya mencionada hormona hipofisiaria tirotropina.
Además algunos de los voluntarios del estudio desarrollaron bocio difuso e hipotiroidismo y varios más se quejaron de estreñimiento, fatiga y letargia. Años después investigadores del propio Centro Nacional para Investigación Toxicológica de la FDA para el que trabajaban Sheehan y Doerge hicieron el embarazoso “descubrimiento” de que las sustancias que provocaban el bocio eran efectivamente esas isoflavonas.
Tiempo después Sally Fullon –periodista especializada en investigación y autora de varios libros además de presidenta de la Fundación Weston A. Price, institución sin ánimo de lucro que publica estudios e informes sobre nutrición y salud humana- recogería el testigo de Sheehan y Doerge y, de hecho, lleva años denunciando las estratagemas de la industria de la soja y la pasividad cómplice de las autoridades. Como que la industria venda la soja al consumidor de alto poder adquisitivo “no como una comida barata sino como una sustancia milagrosa que previene las enfermedades coronarias y el cáncer, elimina los sofocos en la menopausia, fortalece los huesos y nos mantiene siempre jóvenes.
Para ello la competencia –carne, leche, queso, mantequilla y huevos- ha sido debidamente demonizada en los organismos gubernamentales. La presión para introducir más soja ha sido implacable desde entonces y su alcance global hasta el punto de que la proteína de soja se encuentra ya en la mayoría de los panes de los supermercados. La publicidad ha sido tan eficaz que la venta de productos de soja es hoy notable cuando hace sólo unas décadas ni siquiera se consideraba adecuada para comer ni en Asia”. En su denuncia explica asimismo que en realidad “los chinos no comen productos de soja no fermentados -como sí hacen en el caso de otras legumbres como las lentejas- porque contienen grandes cantidades de toxinas naturales o antinutrientes que son potentes inhibidores de la tripsina y otras enzimas necesarias para la digestión de las proteínas.
Tales inhibidores son proteínas grandes y compactas que no se desactivan al cocinarlas y pueden producir graves desórdenes gástricos, digestión incompleta de las proteínas e insuficiencia crónica en la absorción de aminoácidos. En animales de laboratorio dietas altas en inhibidores de tripsina causan agrandamiento del páncreas y otras condiciones patológicas, cáncer incluido”.
En su web -www.westonaprice.org- Fullon habla luego de otros componentes de la soja potencialmente dañinos. Es el caso de la hemaglutinina , “una sustancia coaguladora que hace que los glóbulos rojos se junten”. Y añade:“Tanto los inhibidores de tripsina como los de hemaglutinina son inhibidores del crecimiento. Ratas destetadas alimentadas con soja que contenía dichos nutrientes no conseguían crecer normalmente. Los componentes que inhiben el crecimiento se desactivan durante el proceso de fermentación”.
En cuanto al antes mencionado ácido fítico que puede bloquear la absorción de minerales explica que es “altamente resistente a las técnicas normales de reducción de fitatos con métodos de cocción lenta a baja temperatura. Por tanto los vegetarianos que consumen tofu como sustitutivo de la carne y de los productos lácteos se arriesgan a sufrir graves déficits de minerales.
Los resultados de déficits de calcio, magnesio y hierro son bien conocidos pero no tanto los que provoca un déficit de zinc. Y a éste se le conoce como el mineral inteligente porque se necesita para un óptimo desarrollo y funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso. Bueno, pues los fitatos presentes en la soja interfieren con la absorción del zinc más que en otros minerales. Sólo un largo periodo de fermentación reduce significativamente el contenido de fitatos de la soja”. Luego continúa explicando: “En experimentos dietéticos se ha comprobado que el uso de concentrado de proteínas de soja incrementa en el organismo las necesidades de vitaminas B12, D, E y K”.
Fullon arremete igualmente contra los mitos recientemente creados sobre la soja. Especialmente contra los que dicen que su ingesta ayuda frente al exceso de colesterol, el cáncer o la osteoporosis. Respecto del colesterol afirma que las evidencias científicas de la capacidad de la soja para reducir el colesterol derivan en su mayoría de un metaanálisis realizado en 1995 por el doctor James Anderson solo que el mismo -se publicó en The New England Journal of Medicine- lo patrocinó la empresa Protein Technologies International.
Y en cuanto a sus resultados explica que “el informe publicado sugiere que los individuos con un nivel de colesterol superior a 250 mg/dl experimentaron una reducción significativa de entre un 7 y un 20% al sustituirles la proteína animal por la de soja mientras en personas con un nivel de colesterol inferior a 250 mg/dl la reducción era en cambio insignificante. Y eso implica que en el caso de la mayoría de las personas comerse una hamburguesa vegetal en lugar de un filete no va a reducir su nivel de colesterol”.
Fullon denuncia asimismo el que compañías que comercializan proteínas de soja afirmen cosas como “además de proteger el corazón la soja ha demostrado tener poderosas propiedades anticancerígenas.
Los japoneses, que comen 30 veces más soja que los norteamericanos, tienen una incidencia menor de cánceres de pecho, útero y próstata”. Un “argumento” al que esta investigadora responde que “eso podría ser cierto pero también que los japoneses y los asiáticos en general tienen unos niveles más altos de otros tipos de cáncer; en concreto de esófago, estómago, páncreas e hígado. Los asiáticos de todo el mundo presentan también altos niveles de cáncer de tiroides.
Así que la misma lógica que deduce que hay un nexo de unión entre los bajos niveles de esos cánceres y el consumo de soja requiere también que se atribuya a la soja los altos niveles de cánceres de tiroides y del sistema digestivo; especialmente cuando se sabe que la soja provoca esos cánceres en ratas de laboratorio” (en este sentido cabe explicar además algo importante: en Japón el consumo de soja no fermentada es muy escaso pues supone menos de dos cucharaditas al día).
Fullon recuerda que las supuestas propiedades anticancerígenas de la soja se deben a un metaanálisis hecho en 1994 por Mark Messina -médico y profesor adjunto en la Universidad de Loma Linda (California, Estados Unidos)- que se publicó en Cáncer y Nutrición y cuenta:
“Messina apuntó que de 26 estudios con animales en el 65% se encontraron efectos protectores de la soja. Pero de forma claramente interesada pasó por alto incluir un estudio según el cual la soja provoca cáncer de páncreas. Además en los estudios humanos citados los resultados estaban mezclados. Unos pocos mostraban algunos efectos protectores pero la mayoría no mostraban ninguna correlación entre el consumo de soja y las tasas de cáncer”. Fullon explica luego que por eso su conclusión fue que “los datos de este estudio no pueden ser usados como base para afirmar que un incremento del consumo de soja reduce los riesgos de padecer cáncer”. Bueno, pues resulta que Messina escribiría luego un libro titulado La soja y tu salud en el que con total desfachatez afirmaba justo lo contrario y recomendaba tomar una taza o 230 gramos de productos de soja al día “como cantidad óptima para prevenir el cáncer”.
Por lo que se refiere a la osteoporosis Fullon afirma que “la aseveración de que la soja previene la osteoporosis resulta extraordinaria ya que bloquea la absorción de calcio y causa déficit de vitamina D. Si los asiáticos tienen niveles más bajos de osteoporosis que los occidentales –explica-es porque su dieta es rica en vitamina D procedente de las gambas, el tocino y los mariscos así como del abundante calcio contenido en los caldos hechos con huesos”. No se debería pues a la soja.
Fullon analizaría también qué pasa cuando se alimenta a bebés con soja. Y escribe: “Aproximadamente el 25% de los niños que no son amamantados en Estados Unidos toman sustitutivos a base de soja, un porcentaje mucho mayor que en otras zonas del mundo. Y se ha calculado que un bebé alimentado exclusivamente con este tipo de sustitutivo de la leche recibe el equivalente en estrógenos –respecto a su peso corporal- de al menos cinco píldoras anticonceptivas al día”.
Realmente inconcebible. Y agrega al respecto: “Para muchos investigadores los futuros patrones de orientación sexual pueden verse también influidos por esta exposición temprana a hormonas. Además es alarmante el número de casos de niñas alimentadas con soja cuando eran lactantes que alcanzan la pubertad mucho más temprano de lo normal. Temprana maduración de las niñas que normalmente provoca más tarde problemas en el sistema reproductivo, incluidos problemas con la menstruación, con la infertilidad y con el cáncer de mama”.
Terminamos indicando que según el doctor Lon White –especialista en Medicina Geriátrica de la Escuela de Medicina John A. Burns de la Universidad de Hawai (Estados Unidos)- hay una relación significativa entre el consumo diario de dos o más raciones de tofu y una aceleración del envejecimiento cerebral.
El estudio que efectuó constataría entre las personas estudiadas que quienes habían consumido habitualmente soja en su edad adulta tenían sus capacidades cognitivas más disminuidas y mayor incidencia de alzheimer y demencia. “Aquellos que comieron tofu –llegaría a afirmar-parecían cinco años más viejos al llegar a los 75 o 80”. White y sus colaboradores atribuyeron esos efectos negativos a las isoflavonas de la soja. Los resultados confirmarían así los de otro estudio anterior que constató que las mujeres postmenopáusicas con altos niveles de estrógenos en sangre experimentaban mayor declive cognitivo que las que no ingerían isoflavonas de soja.
Resumiendo, la industria alimentaria sabe desde hace años que la soja –incluida la que no es transgénica- contiene toxinas y antinutrientes que pueden perjudicar la salud pero se ha limitado a pregonar sus bondades ocultando interesadamente los datos que podrían estropearle el negocio. Hoy, gracias a las voces de algunos disidentes, los consumidores empezamos a ser conscientes de que los procesos industriales no logran eliminar completamente los agentes patógenos que contienen como aseguran los vendedores de productos de soja.
En suma, son cada vez más los expertos que afirman que los productos fermentados de soja -el miso, el tempeh, la salsa de soja y el natto- se pueden ingerir pero con mucha moderación porque si no también son dañinos pero no es en modo alguno aconsejable ingerir los productos que contienen ese alimento sin fermentar, leche de soja incluida.
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"Comer animales" (Seix Barral) se publica ahora en España y su autor, considerado uno de los jóvenes prodigios literarios menores de 35 años en Estados Unidos, es consciente de que hay mucha gente que se resistirá a leerlo por miedo a que los argumentos demoledores que contiene les impidan volver a disfrutar de un solomillo.
"Esos son precisamente los lectores que me interesan, porque obviamente les preocupa el tema y tienen unos valores. Si no los tuvieran, leerían el libro y no les afectaría. Que coincidan o no conmigo es lo de menos, lo principal es que estemos de acuerdo en que es un asunto importante", señala Safron.
Fue convertirse en padre lo que le hizo plantearse la forma en que quería alimentar a sus hijos y ello le llevó a investigar a fondo el funcionamiento de la industria cárnica.
Aunque no escatima detalles de lo que durante dos años presenció subrepticiamente en mataderos y explotaciones intensivas de ganado, lo que el escritor considera "realmente horrible" es la constatación de que "esto es algo elegido, que la violencia contra los animales no es accidental, sino consciente, como lo es también la destrucción del medio ambiente".
Y es que la industria cárnica es la responsable, según su investigación, de que los antibióticos empiecen a no hacer efecto sobre los humanos debido al consumo de carne hormonada.
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Safron es -ahora- vegetariano aunque odie el encasillamiento que supone este término. Sin embargo, jamás ha intentado imponer nada a nadie -"no es asunto mío"- y asegura que no es imposible encontrar un modo sostenible de seguir consumiendo carne.
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Entre datos estadísticos, recuerdos de la infancia y argumentos filosóficos, Jonathan Safran se cuestiona las creencias, los mitos y las tradiciones familiares y nacionales relacionadas con el hecho de comer o no carne. A lo largo de los capítulos del libro, el autor lleva a cabo una extensa investigación que incluye una expedición clandestina a un matadero industrial y un reportaje sobre un rancho en el que se practica la ganadería tradicional. El autor explora la atrocidad desde todos lo ángulos posibles y los últimos vestigios de una civilización en la que los animales aún eran respetados.
Pocas veces un libro ha dado tanto que hablar.«Lee este libro, te cambiará la vida», Time Out.
Mezclando con maestría filosofía, literatura, ciencia y la narración de sus propias aventuras detectivescas, Comer animales explora el origen de nuestros hábitos alimenticios: desde las costumbres nacionales a las tradiciones familiares, pasando por una atroz falta de información.
Con una profunda perspicacia, un equilibrado sentido ético y una creatividad desbordante, Safran Foer revela la espeluznante verdad sobre el precio pagado por el medio ambiente, el Tercer Mundo y los animales para que podamos tener carne en nuestras mesas.
RECORDEMOS AQUI EL ESCANDALO Y LA MENTIRA DEL ACEITE DE COLZA que era INOCENTE de la muerte de cientos de personas .....todo habia sido por un PESTICIDA DE BAYER:
http://joanfliz.blogspot.com/2010/06/la-mentira-del-aceite-de-colza-y-el.html
Cuales serian las verdaderas causas de la aparición y difusión de esta nueva epidemia:
Más que las verduras (en ellas es imposible que mute el germen), deberemos indagar en las carnes (los productos cárnicos de vacuno es la fuente más frecuente de infección por E. Coli enterohemorrágica), en el ganado y en las explotaciones pecuarias de procedencia de dichas carnes, y continuar en todo el largo proceso de la cadena de producción (con su componente humano) y distribución.
Recordemos aqui el montaje que hizo el gobierno de Washington para obligar a que Europa usara trasgenicos en la dieta de las vacas, inventandose lo de las vacas locas:
Hormonas transgénicas en lácteos
Food, Inc. es un documental estadounidense dirigido por el cineasta ganador de un Emmy Robert Kenner. El filme está ligeramente basado en el bestseller de no ficción del 2001 Fast Food Nation, de Eric Schlosser, y The Omnivore's Dilemma de Michael Pollan.
Contenido
El primer segmento del film examina la producción industrial de carne, llamándola inhumana y económica y ambientalmente insostenible.
Elsegundo segmento se centra en la producción industrial de grano y verduras, etiquetándola de económica y ambientalmente insostenible también.
El tercer y final segmento trata sobre el poder económico y legal de las grandes compañías de produccion de alimentos (que según los autores se basa en ofrecer comida barata pero contaminada y en el uso de químicos basados en el petroleo, sobre todo pesticidas y fertilizantes) y la promoción de hábitos de consumo de comida insalubre hacia el público.
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Una provocadora y apasionante exploración de qué comemos, por qué y sus consecuencias.
Comemos carne a diario pero preferimos no pensar demasiado en cómo ha llegado el filete al plato, quizá porque somos conscientes de que saberlo nos quitaría el hambre, plantea el escritor Jonathan Safran Foer, cuya obra "Comer animales" ha reavivado el eterno debate sobre la industria cárnica.
Descripcion en el libro de KFC (KENTOCKY FRIED CHICKEN - la cadena de restaurantes que vende el pollo frito más famoso de Estados Unidos) es "la compañía, podría decirse, que ha aumentado la suma total de sufrimiento en el mundo más que ninguna otra en la historia". Y se atreve incluso a ir más allá: "[...
LA SOJA ES DAÑINA PARA TU SALUD
MUCHO MARKETING y DINERO en CAMPAÑAS LA PROMUEVEN
En varias ocasiones hemos traído a nuestras páginas los resultados de estudios realizados por diferentes instituciones de todo el mundo según los cuales la soja reportaría innumerables e importantes beneficios para la salud. Bien, pues son cada vez más los expertos que afirman que los productos fermentados de soja -el miso, el tempeh, la salsa de soja y el natto- se pueden ingerir pero con mucha moderación porque si no también son dañinos pero no es en modo alguno aconsejable tomar los que contienen ese alimento sin fermentar, leche de soja incluida. No solo no tendrían las propiedades beneficiosas que se les atribuye sino que pueden perjudicar gravemente la salud.
Si el lector revisa en nuestra web –www.dsalud.com- la sección de Noticias comprobará que en al menos nueve ocasiones nos hemos hecho eco de estudios que aseguraban haber descubierto o confirmado alguna nueva propiedad o indicación de la soja (aparecen en los números 7, 18, 23, 33, 62, 64, 101, 105 y 108).
Incluso le dedicamos íntegra la sección de Alimentación del nº 48. Bien, pues de la misma manera que en su momento dimos cuenta de los resultados de las supuestas bondades de la soja queremos ahora recoger los informes de otros estudios –algunos de ellos realizados hace años pero de los que hemos tenido conocimiento recientemente- que ponen en entredicho algunas de esas cualidades, especialmente en lo que a las proteínas de la soja se refiere cuando ésta no han sido fermentada. Y es que se asegura ahora que, en contra del mensaje interesado que durante décadas ha estado lanzando la industria de la soja, en Oriente -de donde este alimento es originario y donde según se nos ha hecho creer se consume a diario en cantidades importantes, algo que se supone explicaría la buena salud general de los orientales- no es consumida de forma directa ni frecuente sino en pequeñas cantidades, de vez en cuando y siempre transformada en subproductos fermentados.
Por tanto todo indica que la soja sigue guardando secretos… o más bien la industria que la comercializa que no quiere que lleguen a oídos del consumidor algunos aspectos de este alimento oriental que podría dañar seriamente su imagen y sus ventas.
UNA VERDAD INCÓMODA
“La soja es naturalmente tóxica ya que contiene antinutrientes y sustancias que alteran nuestros equilibrios hormonales. Y en su procesamiento se añaden otros venenos. Además en su mayoría es transgénica”.Así de contundente se mostraba en junio de 2005 Alfredo Embid -coordinador de la Asociación de Medicinas Complementarias- en un artículo publicado en la revista Medicina Holística que básicamente resumía lo contenido en los numerosos textos científicos publicados en Soy Online Service (invitamos al lector a leerlos en su web -www.soyonlineservice.co.nz/home.html- o en la de la Asociación de Medicinas Complementarias: www.amcmh.org).
Un texto en el que Embid desmintió ya entonces gran parte de las afirmaciones que sobre la soja hace la industria alimentaria desde hace décadas. Como la de que se consume de forma habitual y masiva desde hace milenios en Oriente cuando como Embid decía en su texto “un estudio del uso histórico de la soja en Asia muestra que sólo fue usada por los pobres. Éstos, cuando no tenían nada que comer, consumían frijoles de soja pero preparándolos cuidadosamente para destruir antes todas sus toxinas”. Asimismo explicaría que la soja sólo se consumía tras su fermentación. Según él en Asia la soja “es sólo un complemento alimenticio que se utiliza fundamentalmente como condimento en forma de salsa de soja y en otros productos fermentados que ni se comercializan ni se toman apenas en Occidente como el miso, el tempeh o el natto”.
Respecto a las fórmulas de soja para alimentar a bebés que cada vez son más empleadas en Occidente alegando que así se hace en los países orientales Embid lo desmiente igualmente: “Las fórmulas de leche de soja rara vez se usaban en Asia para alimentar a los niños”. Y para apoyar su afirmación recuerda que “ya en un escrito de 1930 el doctor Ra Guy, del departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de Pekín (China), se dice que nunca se ha usado leche de soja para alimentar a los niños en Pekín.
Esa fórmula no se hace en las casas sino que es vendida en las calles como una bebida caliente rica en proteínas siendo usualmente bebida por ancianos en vez de té. La leche de soja, aparte de ser dañina para los niños, es difícil de preparar’”.
En cuanto a la afirmación de que “la soja es un alimento que sustituye a las proteínas de los productos de origen animal” Embid aclara que “la soja es muy rica en proteínas pero es relativamente pobre en el aminoácido azufrado cistina, precursor de la cisteína, del glutatión y de la taurina. Además su procesamiento a altas temperaturas tiene el desafortunado efecto secundario de desnaturalizar la lisina y los demás aminoácidos”.
Por lo que respecta a lo sostenido por la industria acerca de que “la soja contiene ácidos grasos omega 3 beneficiosos” Embid responde que “los procesos de elaboración de la mayoría de los productos a base de soja se desarrollan a altas temperaturas que desnaturalizan los ácidos grasos poliinsaturados y producen ácidos grasos trans-inactivos”.
También añade, en contra de la idea de que contiene nutrientes de fácil asimilación, que “la soja induce una marcada descalcificación, es deficitaria en hierro -lo que puede llevar a la anemia-,deficitaria en vitamina B12,deficitaria en tiamina o vitamina B1 -se han dado casos de bebés alimentados con fórmulas de soja con beriberi grave- y deficitaria en el aminoácido lisina”.
Además la soja contiene diversos antinutrientes.
Embid menciona entre ellos “los inhibidores de enzimas digestivos (inhibidores de la proteasa) como la tripsina y otros necesarios para la digestión de proteínas”. Explicando luego que“los inhibidores de la tripsina y la hemaglutinina son además inhibidores del crecimiento. Y los inhibidores de la proteasa han sido acusados de provocar problemas pancreáticos”. De hecho Soy Online Service publica los resultados de un estudio realizado con ratas según el cual “niveles elevados de exposición a los inhibidores de la proteasa causan cáncer pancreático mientras niveles moderados provocan que el páncreas de la rata sea más susceptible a los agentes cancerígenos”.
También serían antinutrientes contenidos en la soja según Embid “el ácido fítico presente en un grupo de sustancias denominado fitatos que están presentes en el salvado o la cáscara de todas las semillas. Los fitatos son quelantes, es decir, pueden unirse a iones metálicos y bloquear la asimilación y la biodisponibilidad de minerales esenciales: calcio, magnesio, cobre, hierro y, especialmente, zinc”. Dato que debe ser tenido especialmente en cuenta por los vegetarianos y por las madres que alimentan a sus bebés con fórmulas a base de soja.
Otro motivo de alarma sería el hecho, según explica Embid, de que “se ha comprobado que las fórmulas infantiles basadas en la soja pueden contener hasta 200 veces más manganeso que la leche de lactancia natural y como su exceso se acumula en los órganos internos, incluyendo el cerebro, podría producir daños”.
Al respecto Soy Online Service da una cifra concreta: “Alrededor del 8% del exceso de manganeso de la dieta es almacenado en el cerebro, muy cerca de las neuronas que producen dopamina, responsable en parte del desarrollo biológico adolescente. Las implicaciones de ello son que uno de cada ocho bebés alimentados con fórmulas de soja durante los primeros seis meses de vida podría tener riesgo de sufrir alteraciones cerebrales y de comportamiento que no se hacen evidentes hasta la adolescencia”.
De ahí que esa institución considere que se está poniendo innecesariamente en riesgo la adecuada actividad tiroidea de los bebés alimentados con fórmulas de soja, cuestión a la que dedica varios artículos que el lector interesado podrá encontrar fácilmente en su web o resumidos en el texto Fórmulas infantiles a base de soja: hay motivos para preocuparse que firmado por los doctores Sue Dibb y Mike Fitzpatrick se publicó en el nº 72 de Medicina Holística.
No puede por ello extrañar que en Soy Online Service se llegue a afirmar: “Es irresponsable que los fabricantes de fórmulas de soja continúen arriesgando las tiroides de los bebés con su negativa a eliminar las isoflavonas de sus productos”.
Añadiendo:“Es absolutamente irresponsable y un signo de corrupción moral anunciar los beneficios anticancerígenos de la soja sin hacer mención alguna de que existen otros riesgos para la salud”. De ellos sí habla en cambio Alfredo Embid cuando dice: “La soja, incluso aunque no sea transgénica, produce numerosas patologías; están documentadas en la literatura científica desde hace años”.
Y añade: “La industria de la soja no puede excusarse ya que sabe que la soja es patógena desde hace decenas de años. Por ejemplo, sabe que la soja contiene agentes bociógenos desde hace más de 60 años”.
Embid hace un amplio resumen de todos estos problemas en su texto que reproducimos por su interés e importancia:
“La soja produce:
-“Alteraciones alérgicas -especialmente en niños-y casos de alopecia. La proteína de soja se encuentra en el segundo lugar de la lista de alimentos que producen alergias y genera el 25% de las reacciones graves”.
-“Alteraciones del sistema nervioso”. Entre ellas un envejecimiento acelerado del cerebro. De hecho menciona que “un estudio realizado por el Centro Epidemiológico de Hawai (Estados Unidos) durante más de 30 años sobre 7.000 hombres demostró que el tofu aceleraba la pérdida de peso cerebral en personas de edad y que cuanta más soja tomaban peores eran sus habilidades mentales”.
-“Alteraciones del comportamiento. Como aumento de la ansiedad, del estrés, disminución de los comportamientos sociables, aumento del comportamiento agresivo y, paradójicamente, también del comportamiento de sumisión en animales alimentados con soja”.
-“Alteraciones del sistema inmunitario. La genisteína (una de las proteínas de la soja) tiene efecto inmunosupresor y produce alteraciones atróficas del timo. La exposición a fitoestrógenos durante el embarazo y la lactancia se ha relacionado con la aparición de enfermedades autoinmunes en los niños”.
-“Alteraciones endocrinas. En estudios que datan de la década de los 50 del siglo pasado ya se demostró que la soja causa trastornos endocrinos en animales”. Y entre esas alteraciones endocrinas cita alteraciones del páncreas (“los niños alimentados con fórmulas de soja tienen el doble de diabetes”) y alteraciones del tiroides (“la soja contiene sustancias que debilitan la función de la glándula tiroides ·
Es bociógena. La genisteína es un inhibidor de la peroxidasa tiroidea más poderoso que los medicamentos normales anti-tiroideos”). Y añade que “se ha descrito aumento de la TSH hipofisiaria (siglas en inglés de la hormona tirotropina) en respuesta a su acción antitiroidea, bocio difuso, hipotiroidismo (con sus síntomas asociados: estreñimiento, letargia, fatiga, etc,), tiroiditis autoinmune subaguda (los niños alimentados con fórmulas a base de soja tiene el triple de enfermedades autoinmunes del tiroides, según un estudio del Departamento de Pediatría del Hospital Universitario Cornell de North Shore Manaste, Nueva Cork , Estados Unidos) y hasta cáncer de tiroides”.
Continúa luego explicando Embid en su artículo que al inhibir la peroxidasa tiroidea –necesaria para fabricar las hormonas tiroideas T3-T4- “la genisteína causa daño irreversible a las enzimas que sintetizan las hormonas de la tiroides”.
Otro dato relevante a este respecto es que ya en 1988 el doctor Theodore Kay de la Facultad de Medicina de la Universidad de Kyoto (Japón), señalaría que “sabemos desde hace medio siglo que las ratas y los humanos alimentados con soja -especialmente los niños y las mujeres- sufren agrandamientos de la tiroides”.
Asimismo, dentro de estas posibles alteraciones endocrinas que podría provocar la soja no fermentada Alfredo Embid recuerda que “contiene fitoestrógenos cuya acción se puede combinar con otros disruptores endocrinos y xenoestrógenos responsables de alteraciones en las hormonas sexuales, alteraciones del comportamiento sexual, aparición de la pubertad precoz, anomalías congénitas del tracto genital masculino (de hecho, como publica el Soy Online Service, la mayor incidencia de este tipo de defectos se ha registrado en bebés varones nacidos de madres vegetarianas consumidoras de soja), disminución de la fertilidad y disminución de andrógenos”.
A lo que habría que sumar que “hay pruebas de que las isoflavonas de la soja genisteína y daidzeína son genotóxicas para el esperma humano”.
-“Aumento de malformaciones en el nacimiento. Como criptorquideas, hipospadias, espina bífida, piernas deformes o ausencia de algún órgano y abortos”. A este respecto el Soy Online Service recoge los resultados de las investigaciones llevadas a cabo por la Universidad John Hopkins (EEUU) que apoyan “la potencial conexión entre el consumo de isoflavonas durante el embarazo, las alteraciones tiroideas y los defectos de nacimiento”.
-“Alteraciones del material genético. Se han descrito alteraciones de los mecanismos reparadores naturales de las aberraciones cromosómicas y otras alteraciones negativas del ADN”.
Embid también es rotundo a la hora de desmitificar la creencia de que el consumo de soja previene el cáncer: “El consumo de soja –afirma- no sólo no previene el cáncer sino que puede fomentar los cánceres ginecológicos y tiroideos”. Asegurando que se han descrito en la literatura científica “cáncer de páncreas, mayor tasa de cáncer y leucemia infantil, mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama, aumento de cánceres de la vulva, aumento del riesgo de cáncer en la glándula tiroides, aumento de la incidencia de hiperplasia endometrial (estadío precursor del cáncer de útero) y aumento del riesgo de cáncer en la glándula tiroides”. Todo ello porconsumir soja.
Además recuerda que en el procesamiento industrial de la soja se produce lisinealina -sustancia cancerígena- y que los solventes utilizados dejan otros residuos cancerígenos como el hexano.
Cabe añadir que hay otros artículos en la web de Soy Online Service que recogen resultados de nuevas y preocupantes investigaciones. Por ejemplo la del doctor Craig Dees -del Laboratorio Nacional de Oak Ridge (California, EEUU)- que ha encontrado que “las isoflavonas de la soja hace que se reproduzcan las células cancerosas de mama” por lo que concluye que “las mujeres no deben tomar productos derivados de la soja”.
Y resultados similares obtendría el doctor William Helferich -de la Universidad de Illinois (EEUU)- quien afirma que “existe la posibilidad de que la genisteína en la dieta estimule el crecimiento de tumores dependientes del estrógeno en los humanos con bajos niveles de estrógeno endógeno circulando tales como los encontrados en las mujeres postmenopáusicas”.
Tampoco está claro, según Embid, que la soja reduzca el colesterol y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares pues este alimento“contiene hemaglutininas, unas sustancias que promueven la formación de coágulos sanguíneos responsables de accidentes cerebrovasculares, trombosis, etc.”
Bien, pues a todo esto habría que añadir que casi el 95% de la soja que llega a nuestras mesas es transgénica por lo que los productos derivados de ella serían aún más tóxicos y las consecuencias de su consumo impredecibles. “Se ha comprobado experimentalmente –explica Embid en su artículo- que el ADN transgénico ingerido en alimentos se puede recombinar en el estómago y el intestino humanos transfiriendo a las bacterias de la flora intestinal propiedades de las plantas transgénicas como, por ejemplo, la resistencia a antibióticos”.
ADVERTENCIAS “DESDE DENTRO”
Agregaremos que uno de los mayores ataques que ha recibido la industria de la soja es la carta de protesta firmada por dos científicos de la propia FDA norteamericana con la que en 1999 trataron de impedir que ese organismo avalara sus presuntos beneficios o, al menos, conseguir que se incluyeran advertencias sobre su consumo en las etiquetas de todos los productos que la contuvieran. Vano intento.
Nos referimos a Daniel Sheehan –por entonces director del Programa Básico de Estrógenos de la División de Toxicología Genética y Reproductiva de la FDA- y a Daniel Doerge -que en ese momento ocupaba igualmente un alto cargo en la División de Toxicología Bioquímica de la organización-.
Dirigida al Departamento de Salud y Servicios Humanos de la propia FDA en ella se decía, entre otras cosas, que “existe evidencia abundante de que algunas isoflavonas que se encuentran en la soja, incluyendo la genisteína y el equol -un metabolito de la daidzeína-, tienen efectos tóxicos en tejidos sensibles a los estrógenos y en la glándula tiroidea” a la par que recordaban que desde 1988 la FDA tenía en su poder un informe remitido por el Gobierno británico sobre los fitoestrógenos de la soja en el que ya se afirmaba que “no habían logrado encontrar evidencia de sus beneficios” y de paso advertían sobre sus “potenciales efectos adversos”.
Por si todo ello fuera poco la FDA tenía conocimiento desde 1991 de que investigadores japoneses habían descubierto que el consumo de una cantidad tan pequeña como 30 gramos o 2 cucharadas de soja al día durante un mes conduce a un incremento significativo de la ya mencionada hormona hipofisiaria tirotropina.
Además algunos de los voluntarios del estudio desarrollaron bocio difuso e hipotiroidismo y varios más se quejaron de estreñimiento, fatiga y letargia. Años después investigadores del propio Centro Nacional para Investigación Toxicológica de la FDA para el que trabajaban Sheehan y Doerge hicieron el embarazoso “descubrimiento” de que las sustancias que provocaban el bocio eran efectivamente esas isoflavonas.
Tiempo después Sally Fullon –periodista especializada en investigación y autora de varios libros además de presidenta de la Fundación Weston A. Price, institución sin ánimo de lucro que publica estudios e informes sobre nutrición y salud humana- recogería el testigo de Sheehan y Doerge y, de hecho, lleva años denunciando las estratagemas de la industria de la soja y la pasividad cómplice de las autoridades. Como que la industria venda la soja al consumidor de alto poder adquisitivo “no como una comida barata sino como una sustancia milagrosa que previene las enfermedades coronarias y el cáncer, elimina los sofocos en la menopausia, fortalece los huesos y nos mantiene siempre jóvenes.
Para ello la competencia –carne, leche, queso, mantequilla y huevos- ha sido debidamente demonizada en los organismos gubernamentales. La presión para introducir más soja ha sido implacable desde entonces y su alcance global hasta el punto de que la proteína de soja se encuentra ya en la mayoría de los panes de los supermercados. La publicidad ha sido tan eficaz que la venta de productos de soja es hoy notable cuando hace sólo unas décadas ni siquiera se consideraba adecuada para comer ni en Asia”. En su denuncia explica asimismo que en realidad “los chinos no comen productos de soja no fermentados -como sí hacen en el caso de otras legumbres como las lentejas- porque contienen grandes cantidades de toxinas naturales o antinutrientes que son potentes inhibidores de la tripsina y otras enzimas necesarias para la digestión de las proteínas.
Tales inhibidores son proteínas grandes y compactas que no se desactivan al cocinarlas y pueden producir graves desórdenes gástricos, digestión incompleta de las proteínas e insuficiencia crónica en la absorción de aminoácidos. En animales de laboratorio dietas altas en inhibidores de tripsina causan agrandamiento del páncreas y otras condiciones patológicas, cáncer incluido”.
En su web -www.westonaprice.org- Fullon habla luego de otros componentes de la soja potencialmente dañinos. Es el caso de la hemaglutinina , “una sustancia coaguladora que hace que los glóbulos rojos se junten”. Y añade:“Tanto los inhibidores de tripsina como los de hemaglutinina son inhibidores del crecimiento. Ratas destetadas alimentadas con soja que contenía dichos nutrientes no conseguían crecer normalmente. Los componentes que inhiben el crecimiento se desactivan durante el proceso de fermentación”.
En cuanto al antes mencionado ácido fítico que puede bloquear la absorción de minerales explica que es “altamente resistente a las técnicas normales de reducción de fitatos con métodos de cocción lenta a baja temperatura. Por tanto los vegetarianos que consumen tofu como sustitutivo de la carne y de los productos lácteos se arriesgan a sufrir graves déficits de minerales.
Los resultados de déficits de calcio, magnesio y hierro son bien conocidos pero no tanto los que provoca un déficit de zinc. Y a éste se le conoce como el mineral inteligente porque se necesita para un óptimo desarrollo y funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso. Bueno, pues los fitatos presentes en la soja interfieren con la absorción del zinc más que en otros minerales. Sólo un largo periodo de fermentación reduce significativamente el contenido de fitatos de la soja”. Luego continúa explicando: “En experimentos dietéticos se ha comprobado que el uso de concentrado de proteínas de soja incrementa en el organismo las necesidades de vitaminas B12, D, E y K”.
Fullon arremete igualmente contra los mitos recientemente creados sobre la soja. Especialmente contra los que dicen que su ingesta ayuda frente al exceso de colesterol, el cáncer o la osteoporosis. Respecto del colesterol afirma que las evidencias científicas de la capacidad de la soja para reducir el colesterol derivan en su mayoría de un metaanálisis realizado en 1995 por el doctor James Anderson solo que el mismo -se publicó en The New England Journal of Medicine- lo patrocinó la empresa Protein Technologies International.
Y en cuanto a sus resultados explica que “el informe publicado sugiere que los individuos con un nivel de colesterol superior a 250 mg/dl experimentaron una reducción significativa de entre un 7 y un 20% al sustituirles la proteína animal por la de soja mientras en personas con un nivel de colesterol inferior a 250 mg/dl la reducción era en cambio insignificante. Y eso implica que en el caso de la mayoría de las personas comerse una hamburguesa vegetal en lugar de un filete no va a reducir su nivel de colesterol”.
Fullon denuncia asimismo el que compañías que comercializan proteínas de soja afirmen cosas como “además de proteger el corazón la soja ha demostrado tener poderosas propiedades anticancerígenas.
Los japoneses, que comen 30 veces más soja que los norteamericanos, tienen una incidencia menor de cánceres de pecho, útero y próstata”. Un “argumento” al que esta investigadora responde que “eso podría ser cierto pero también que los japoneses y los asiáticos en general tienen unos niveles más altos de otros tipos de cáncer; en concreto de esófago, estómago, páncreas e hígado. Los asiáticos de todo el mundo presentan también altos niveles de cáncer de tiroides.
Así que la misma lógica que deduce que hay un nexo de unión entre los bajos niveles de esos cánceres y el consumo de soja requiere también que se atribuya a la soja los altos niveles de cánceres de tiroides y del sistema digestivo; especialmente cuando se sabe que la soja provoca esos cánceres en ratas de laboratorio” (en este sentido cabe explicar además algo importante: en Japón el consumo de soja no fermentada es muy escaso pues supone menos de dos cucharaditas al día).
Fullon recuerda que las supuestas propiedades anticancerígenas de la soja se deben a un metaanálisis hecho en 1994 por Mark Messina -médico y profesor adjunto en la Universidad de Loma Linda (California, Estados Unidos)- que se publicó en Cáncer y Nutrición y cuenta:
“Messina apuntó que de 26 estudios con animales en el 65% se encontraron efectos protectores de la soja. Pero de forma claramente interesada pasó por alto incluir un estudio según el cual la soja provoca cáncer de páncreas. Además en los estudios humanos citados los resultados estaban mezclados. Unos pocos mostraban algunos efectos protectores pero la mayoría no mostraban ninguna correlación entre el consumo de soja y las tasas de cáncer”. Fullon explica luego que por eso su conclusión fue que “los datos de este estudio no pueden ser usados como base para afirmar que un incremento del consumo de soja reduce los riesgos de padecer cáncer”. Bueno, pues resulta que Messina escribiría luego un libro titulado La soja y tu salud en el que con total desfachatez afirmaba justo lo contrario y recomendaba tomar una taza o 230 gramos de productos de soja al día “como cantidad óptima para prevenir el cáncer”.
Por lo que se refiere a la osteoporosis Fullon afirma que “la aseveración de que la soja previene la osteoporosis resulta extraordinaria ya que bloquea la absorción de calcio y causa déficit de vitamina D. Si los asiáticos tienen niveles más bajos de osteoporosis que los occidentales –explica-es porque su dieta es rica en vitamina D procedente de las gambas, el tocino y los mariscos así como del abundante calcio contenido en los caldos hechos con huesos”. No se debería pues a la soja.
Fullon analizaría también qué pasa cuando se alimenta a bebés con soja. Y escribe: “Aproximadamente el 25% de los niños que no son amamantados en Estados Unidos toman sustitutivos a base de soja, un porcentaje mucho mayor que en otras zonas del mundo. Y se ha calculado que un bebé alimentado exclusivamente con este tipo de sustitutivo de la leche recibe el equivalente en estrógenos –respecto a su peso corporal- de al menos cinco píldoras anticonceptivas al día”.
Realmente inconcebible. Y agrega al respecto: “Para muchos investigadores los futuros patrones de orientación sexual pueden verse también influidos por esta exposición temprana a hormonas. Además es alarmante el número de casos de niñas alimentadas con soja cuando eran lactantes que alcanzan la pubertad mucho más temprano de lo normal. Temprana maduración de las niñas que normalmente provoca más tarde problemas en el sistema reproductivo, incluidos problemas con la menstruación, con la infertilidad y con el cáncer de mama”.
Terminamos indicando que según el doctor Lon White –especialista en Medicina Geriátrica de la Escuela de Medicina John A. Burns de la Universidad de Hawai (Estados Unidos)- hay una relación significativa entre el consumo diario de dos o más raciones de tofu y una aceleración del envejecimiento cerebral.
El estudio que efectuó constataría entre las personas estudiadas que quienes habían consumido habitualmente soja en su edad adulta tenían sus capacidades cognitivas más disminuidas y mayor incidencia de alzheimer y demencia. “Aquellos que comieron tofu –llegaría a afirmar-parecían cinco años más viejos al llegar a los 75 o 80”. White y sus colaboradores atribuyeron esos efectos negativos a las isoflavonas de la soja. Los resultados confirmarían así los de otro estudio anterior que constató que las mujeres postmenopáusicas con altos niveles de estrógenos en sangre experimentaban mayor declive cognitivo que las que no ingerían isoflavonas de soja.
Resumiendo, la industria alimentaria sabe desde hace años que la soja –incluida la que no es transgénica- contiene toxinas y antinutrientes que pueden perjudicar la salud pero se ha limitado a pregonar sus bondades ocultando interesadamente los datos que podrían estropearle el negocio. Hoy, gracias a las voces de algunos disidentes, los consumidores empezamos a ser conscientes de que los procesos industriales no logran eliminar completamente los agentes patógenos que contienen como aseguran los vendedores de productos de soja.
En suma, son cada vez más los expertos que afirman que los productos fermentados de soja -el miso, el tempeh, la salsa de soja y el natto- se pueden ingerir pero con mucha moderación porque si no también son dañinos pero no es en modo alguno aconsejable ingerir los productos que contienen ese alimento sin fermentar, leche de soja incluida.
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"Comer animales" (Seix Barral) se publica ahora en España y su autor, considerado uno de los jóvenes prodigios literarios menores de 35 años en Estados Unidos, es consciente de que hay mucha gente que se resistirá a leerlo por miedo a que los argumentos demoledores que contiene les impidan volver a disfrutar de un solomillo.
"Esos son precisamente los lectores que me interesan, porque obviamente les preocupa el tema y tienen unos valores. Si no los tuvieran, leerían el libro y no les afectaría. Que coincidan o no conmigo es lo de menos, lo principal es que estemos de acuerdo en que es un asunto importante", señala Safron.
Fue convertirse en padre lo que le hizo plantearse la forma en que quería alimentar a sus hijos y ello le llevó a investigar a fondo el funcionamiento de la industria cárnica.
Aunque no escatima detalles de lo que durante dos años presenció subrepticiamente en mataderos y explotaciones intensivas de ganado, lo que el escritor considera "realmente horrible" es la constatación de que "esto es algo elegido, que la violencia contra los animales no es accidental, sino consciente, como lo es también la destrucción del medio ambiente".
Y es que la industria cárnica es la responsable, según su investigación, de que los antibióticos empiecen a no hacer efecto sobre los humanos debido al consumo de carne hormonada.
noticias relacionadas:
La guerra del Roquefort se ha abierto entre Francia y Estados Unidos.
Recordemos:
El Gobierno de George Bush ha decidido implementar un 300% más de impuestos a la importación de queso Roquefort después de que la Unión Europea prohibiera la entrada de carne de vacuno hormonada en EE UU.
Investigan la muerte de cuatro personas en Japón debido a la bacteria «E. coli» tras consumir carne cruda
"Comer animales" arranca con la historia del pollo con zanahorias que cocina la abuela de Safron, una emigrante que paso mucha, mucha hambre en Europa. Después, repasa filosófica y moralmente el asunto con cuestiones como ¿por qué vacas sí y perros no?, habla con unos y con otros, desde activistas a ganaderos tradicionales o ecologistas.
Safron es -ahora- vegetariano aunque odie el encasillamiento que supone este término. Sin embargo, jamás ha intentado imponer nada a nadie -"no es asunto mío"- y asegura que no es imposible encontrar un modo sostenible de seguir consumiendo carne.
La fórmula no es mágica y sí sencilla: "comer menos carne".
BROTE DE E.COLI POR ANTIBIOTICOS EN OBTENCION DE CARNE :
"De hecho, no comer carne tiene más sentido aún en el caso de los niños. Si te pones en su lugar, tienen mascotas, tienen animales de peluche y los héroes de sus cuentos también son animales...", agrega el autor.
Este ensayo propone una serie de preguntas y respuestas tales como ¿por qué el hombre es carnívoro?; ¿es esta costumbre moralmente legítima? y, en especial, ¿cómo tratamos a los animales que nos comemos?
Entre datos estadísticos, recuerdos de la infancia y argumentos filosóficos, Jonathan Safran se cuestiona las creencias, los mitos y las tradiciones familiares y nacionales relacionadas con el hecho de comer o no carne. A lo largo de los capítulos del libro, el autor lleva a cabo una extensa investigación que incluye una expedición clandestina a un matadero industrial y un reportaje sobre un rancho en el que se practica la ganadería tradicional. El autor explora la atrocidad desde todos lo ángulos posibles y los últimos vestigios de una civilización en la que los animales aún eran respetados.
Pocas veces un libro ha dado tanto que hablar.«Lee este libro, te cambiará la vida», Time Out.
Mezclando con maestría filosofía, literatura, ciencia y la narración de sus propias aventuras detectivescas, Comer animales explora el origen de nuestros hábitos alimenticios: desde las costumbres nacionales a las tradiciones familiares, pasando por una atroz falta de información.
Con una profunda perspicacia, un equilibrado sentido ético y una creatividad desbordante, Safran Foer revela la espeluznante verdad sobre el precio pagado por el medio ambiente, el Tercer Mundo y los animales para que podamos tener carne en nuestras mesas.
RECORDEMOS AQUI EL ESCANDALO Y LA MENTIRA DEL ACEITE DE COLZA que era INOCENTE de la muerte de cientos de personas .....todo habia sido por un PESTICIDA DE BAYER:
http://joanfliz.blogspot.com/2010/06/la-mentira-del-aceite-de-colza-y-el.html
Cuales serian las verdaderas causas de la aparición y difusión de esta nueva epidemia:
Más que las verduras (en ellas es imposible que mute el germen), deberemos indagar en las carnes (los productos cárnicos de vacuno es la fuente más frecuente de infección por E. Coli enterohemorrágica), en el ganado y en las explotaciones pecuarias de procedencia de dichas carnes, y continuar en todo el largo proceso de la cadena de producción (con su componente humano) y distribución.
¿De verdad que esto se está haciendo así? Y si es así,
¿realmente no se sabe nada de todos estos resultados posibles?
¿O será que otra vez se nos vuelve a ocultar información esencial?
Debemos recordar que la “avanzada” y “civilizada” Unión Europea ha sido testigo de otros episodios similares relacionados con la salud animal y humana.
Debemos recordar que la “avanzada” y “civilizada” Unión Europea ha sido testigo de otros episodios similares relacionados con la salud animal y humana.
Después de la “contaminación por dioxina de los pollos belgas”.... de hace más de una década, han sido continuas las alertas sanitarias por intoxicación de animales y personas.
Tenemos reciente el flagrante escándalo de una nueva contaminación por dioxina producida por la empresa alemana Harles & Jentzsch, fabricante de piensos para grandes explotaciones aviarias y porcinas de la región. A lo escandaloso del hecho en sí, se añadió su conciente ocultación, como parece que está ocurriendo ahora, por parte de las autoridades alemanas.
Ya entonces, se continuó con las exportaciones de huevos y otros derivados sin garantías de su inocuidad. Y estos son solo dos de los ejemplos de brotes epidémicos que se han originado, debido y potenciado por las prácticas antinaturales de hacinamiento animal, de tratamientos continuados con antibióticos, y de fabricación insana de piensos, que facilitan las mutaciones víricas y bacterianas.
Esto se ha producido a nivel mundial en una industria controlado por las grandes trasnacionales del sector.
Sin olvidar que a estos peligros de abuso de productos químicos se añade la manipulación genética para la industria de transgénicos: curiosamente, la E. coli es muy utilizada para la fabricación de hormonas transgénicas de crecimiento bovino .
Existe un denominador común en todos estos problemas señalados, la creciente avidez por obtener rápidos beneficios es una máxima de esta maldicion de capitalismo que está por encima de la salud de las personas....
Existe un denominador común en todos estos problemas señalados, la creciente avidez por obtener rápidos beneficios es una máxima de esta maldicion de capitalismo que está por encima de la salud de las personas....
recordando la "revolucion verde" (pesticidas, herbicidas, tractores , fertilizantes quimicos:
La Revolución Verde, esa aplicación de la tecnología y los métodos intensivos que se proclamó que acabaría con el hambre, en realidad ha aumentado las desigualdades alimentarías.
Revolución, porque fue un giro de rosca muy doloroso hecho por y para los intereses capitalistas. Una agricultura que sólo sobrevive en un crecimiento y gasto continuo, a medida que destruye el campesinado.
Verde, porque ha tenido la virtud de colmar los bolsillos empresariales con millones de dividendos.
Eso fue, y eso pretenden en una segundo ciclo, imponer en África.
¿Qué es la soberanía alimentaria?
Un proceso en marcha desde hace 15 años de empoderamiento campesino, para recuperar las riendas de su modo de vida. La Soberanía Alimentaria se juega en dos frentes: en una lucha política en favor de un nuevo modelo agrario; en una demostración y replicación que demuestre que otra manera de cultivar es posible.
Ustedes hablan de la crisis de los cereales en 2008 que provocó una enorme subid de precios.
¿Cuáles fueron los motivos, por qué se originó?
En aquellos momentos los fondos especulativos saltaron del mercado hipotecario reventado, a los futuros de cereales. El fantasma de los agrocombustibles fue la chispa para provocar -como a los especuladores les interesaba- un aumento del precio de los alimentos: es decir, un mágico y sorprendente incremento de beneficios por aportar, por jugar, con la comida.
¿Qué es el mercado de futuros y cómo influye en la subida de precios de los alimentos? Y eso que llaman la “apuesta por la escasez esperada”? ¿Qué se mueve detrás de la necesidad de comer que tenemos todas personas?
Imagínese que yo soy un broker de la comida. Compro la cosecha de trigo de Ucraina del 2017 (a futuro). Independientemente de que llueva, o caiga piedra, yo procuraré venderla a otra persona (antes del 2017) a un precio más caro; y así saltan los contratos de mano en mano. Sólo se trata de convencer al siguiente de la pirámide que podrá colocar esa cosecha más cara porque…¡faltará comida! Una mentira en la que se sustenta el negocio. Cada salto es un incremento que afecta a los precios de la cosecha actual.
También dice que tras la crisis financiera los grandes inversores han acudido a los mercados agrícolas, y que los fondos de pensiones de los trabajdores europeos están dedicándose al acaparamiento de tierras en Africa. ¿Me pueden explicar en qué consiste ese mecanismo?
Es la búsqueda del arca perdida, de la inversión inmortal. La tierra cultivable es un bien material finito y necesario para producir alimentos. Quien posea la tierra, nos gobernará a todas y todos.
(Entrevista a Gustavo Duch Guillot)
NOTICIAS ULTIMA HORA:
1
Seis niños hospitalizados en Francia por una infección relacionada con el E.Coli
Cuatro de ellos se encuentran en un «estado preocupante» tras consumir consumir filetes de carne picada comprados en un supermercado de la cadena alemana Lidl
http://www.abc.es/20110616/sociedad/abci-francia-ecoli-ninos-hospitalizados-201106160910.html
2
Egipto niega que las semillas egipcias sean la causa del E.coli
Las autoridades egipcias analizaron muestras y todos los resultados fueron negativos en relación con la detección de la cepa
2
CASUALMENTE PFIZER acababa de sacar una nueva vacuna de E.COLI:
En las últimas décadas estamos asistiendo a epidemias que se están produciendo con más virulencia y curiosamente coinciden con la proliferación de las grandes explotaciones agropecuarias para obtener beneficios rápidos, a costa de la salud de las personas y de la tortura a la que se somete a los pobres animales.
La nueva epidemia de la que todavía no sabemos seguro donde se ha originado, ni cuáles son sus causas,
Pero lo más curioso de todo esto, es que en el mes de enero, la estadounidense farmacéutica Pfizer comenzó a comercializar una nueva vacuna contra la bacteria E.Coli para las vacas.
Con esta nueva psicosis alimentaria, la farmacéutica ha tenido la mayor subida en bolsa del año.
¿Es una mera coincidencia?
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Los fabricantes de comida destinada al consumo de menores hacen engañosas atribuciones sobre el contenido de azúcar y grasa en sus productos. Así lo dice un estudio de la Fundación Británica del Corazón. Kellogg’s y Nestlé están en el punto de mira.
La Fundación Británica del Corazón, en un estudio publicado no hace mucho, sostenía que algunas marcas, entre ellas Kellogg's y Nestlé, proyectan una imagen "sana" de productos insalubres. Especialmente, dedicados al mercado infantil, pues estas empresas obtienen pingües beneficios de unos productos que publicitan incansablemente, a sabiendas de que el público infantil es muy receptivo a determinados reclamos publicitarios.
La Fundación Británica del Corazón, en un estudio publicado no hace mucho, sostenía que algunas marcas, entre ellas Kellogg's y Nestlé, proyectan una imagen "sana" de productos insalubres. Especialmente, dedicados al mercado infantil, pues estas empresas obtienen pingües beneficios de unos productos que publicitan incansablemente, a sabiendas de que el público infantil es muy receptivo a determinados reclamos publicitarios.
Normas más estrictas
La citada Fundación recomendó recientemente, tras los resultados del estudio, al gobierno británico, que aplique normas de control de la publicidad más estrictas que las que ahora están en vigor en Reino Unido. La Federación de Alimentos y Bebidas de UK, que representa a los fabricantes, se defiende diciendo que estas acusaciones son "absurdas". Aducen que la publicidad está “muy controlada”. Pero todos sabemos que es mentira.
El estudio, según un documento cedido a la prensa, “fue preparado por la Comisión de Alimentos de la Fundación, un ente que hace campaña para mejorar la calidad de la comida, y se concentró en la publicidad de los desayunos y almuerzos empaquetados para niños”. El estudio sugirió que las empresas utilizan una variedad de técnicas "engañosas" para aparentar cualidades más saludables de lo que son en realidad. La publicidad, el empaquetado, mensajes subliminales…
La citada Fundación recomendó recientemente, tras los resultados del estudio, al gobierno británico, que aplique normas de control de la publicidad más estrictas que las que ahora están en vigor en Reino Unido. La Federación de Alimentos y Bebidas de UK, que representa a los fabricantes, se defiende diciendo que estas acusaciones son "absurdas". Aducen que la publicidad está “muy controlada”. Pero todos sabemos que es mentira.
El estudio, según un documento cedido a la prensa, “fue preparado por la Comisión de Alimentos de la Fundación, un ente que hace campaña para mejorar la calidad de la comida, y se concentró en la publicidad de los desayunos y almuerzos empaquetados para niños”. El estudio sugirió que las empresas utilizan una variedad de técnicas "engañosas" para aparentar cualidades más saludables de lo que son en realidad. La publicidad, el empaquetado, mensajes subliminales…
Pues vaya merienda…
Según el citado documento, “un ejemplo que dieron fueron las barras de cereales Coco Pops de Kellogg's, que son publicitadas como ‘la mejor opción para la merienda’". Imágenes de uvas y pan integral aparecen en la envoltura y el contenido de azúcar impreso corresponde a las guías para adultos y no para menores, lo que confunde a los padres, señala el informe. El informe también apunta con el dedo claramente a Nestlé. En este caso, por la publicidad de sus cereales y algunos otros productos de la empresa que describen los beneficios para los huesos de los niños, pero no incluyen el hecho de que más de la mitad del volumen de esos productos es azúcar.
Según el citado documento, “un ejemplo que dieron fueron las barras de cereales Coco Pops de Kellogg's, que son publicitadas como ‘la mejor opción para la merienda’". Imágenes de uvas y pan integral aparecen en la envoltura y el contenido de azúcar impreso corresponde a las guías para adultos y no para menores, lo que confunde a los padres, señala el informe. El informe también apunta con el dedo claramente a Nestlé. En este caso, por la publicidad de sus cereales y algunos otros productos de la empresa que describen los beneficios para los huesos de los niños, pero no incluyen el hecho de que más de la mitad del volumen de esos productos es azúcar.
“Comestibles”
El director ejecutivo de la Fundación Británica del Corazón, Peter Hollins, ha señalado que las empresas citadas utilizaban y utilizan vacíos legales para publicitar sus productos. Y no sólo en UK. En otros países, con legislaciones todavía más laxas, los abusos son peores aún. "Está claro que algunas empresas de alimentos se aprovechan de las preocupaciones de los padres para promover activamente comida alta en azúcar, sal y grasa", afirmó. Estos “comestibles”, publicitados hasta la saciedad en todo tipo de medios, pero especialmente en programas de TV y canales temáticos dirigidos al público infantil, tienen sabores muy desnaturalizados pero muy adictivos para los más pequeños de la casa. Una vez captados para el producto, es difícil “desengancharlos”. Prometen salud pero, realmente, venden basura y sabores que crean adicciones. Este tipo de productos, según muchos estudios, no sólo el citado en este texto, son responsables de muchas patologías que se manifiestan en la propia edad infantil o más adelante. Además de obesidad y otras enfermedades relacionadas o no con la salud del corazón, este tipo de alimentación se encuentra en el origen de las altas tasas de patologías como asmas, alergias, diabetes, etc.
El director ejecutivo de la Fundación Británica del Corazón, Peter Hollins, ha señalado que las empresas citadas utilizaban y utilizan vacíos legales para publicitar sus productos. Y no sólo en UK. En otros países, con legislaciones todavía más laxas, los abusos son peores aún. "Está claro que algunas empresas de alimentos se aprovechan de las preocupaciones de los padres para promover activamente comida alta en azúcar, sal y grasa", afirmó. Estos “comestibles”, publicitados hasta la saciedad en todo tipo de medios, pero especialmente en programas de TV y canales temáticos dirigidos al público infantil, tienen sabores muy desnaturalizados pero muy adictivos para los más pequeños de la casa. Una vez captados para el producto, es difícil “desengancharlos”. Prometen salud pero, realmente, venden basura y sabores que crean adicciones. Este tipo de productos, según muchos estudios, no sólo el citado en este texto, son responsables de muchas patologías que se manifiestan en la propia edad infantil o más adelante. Además de obesidad y otras enfermedades relacionadas o no con la salud del corazón, este tipo de alimentación se encuentra en el origen de las altas tasas de patologías como asmas, alergias, diabetes, etc.
María Blanco
EL ENEMIGO EN LA RED
Anuncios en Internet
Según un informe de la Fundación, “cuando se trata de promover productos alimenticios y bebidas, sabemos que el Reino Unido es uno de los países más estrictamente regulados de Europa”. Según el documento, Julian Hunt, de la Federación de Alimentos y Bebidas, en un intento de lavar la imagen de las firmas citadas, aseveró: "Pedimos al gobierno del Reino Unido que limite rigurosamente la promoción de alimentos insalubres y que se asegure de que la información impresa sea clara y consistente". Pero los alimentos insanos están constantemente en los medios. Y no sólo en UK. En todo el planeta. En algunos países, la publicidad ya es tan abusiva que no sabemos cómo calificarla. "Debemos hacer más para reducir la publicidad de alimentos insalubres para menores en otras partes y eso incluye las promociones dirigidas a los niños en Internet, el cine y las revistas", explicó. En estos momentos, muchas marcas buscan en la red nuevas formas de promoción de sus productos que estén menos controladas, y ahí el caso de Internet es emblemático. Ojo: mientras tu hijo juega con su ordenador, le están lavando la cabeza para que consuma comida basura en todo momento. Y nadie pone barreras a esa publicidad extraordinariamente agresiva.
Anuncios en Internet
Según un informe de la Fundación, “cuando se trata de promover productos alimenticios y bebidas, sabemos que el Reino Unido es uno de los países más estrictamente regulados de Europa”. Según el documento, Julian Hunt, de la Federación de Alimentos y Bebidas, en un intento de lavar la imagen de las firmas citadas, aseveró: "Pedimos al gobierno del Reino Unido que limite rigurosamente la promoción de alimentos insalubres y que se asegure de que la información impresa sea clara y consistente". Pero los alimentos insanos están constantemente en los medios. Y no sólo en UK. En todo el planeta. En algunos países, la publicidad ya es tan abusiva que no sabemos cómo calificarla. "Debemos hacer más para reducir la publicidad de alimentos insalubres para menores en otras partes y eso incluye las promociones dirigidas a los niños en Internet, el cine y las revistas", explicó. En estos momentos, muchas marcas buscan en la red nuevas formas de promoción de sus productos que estén menos controladas, y ahí el caso de Internet es emblemático. Ojo: mientras tu hijo juega con su ordenador, le están lavando la cabeza para que consuma comida basura en todo momento. Y nadie pone barreras a esa publicidad extraordinariamente agresiva.
¿nos han estado engañando con los supuestos efectos milagrosos de la soja en la lucha contra prácticamente cualquier enfermedad?
¿Es posible que todo sea el efecto de la mayor campaña publicitaria a nivel mundial que se ha realizado hasta la fecha para promocionar un producto?¿Por qué no han salido a la luz los numerosos estudios que demuestran que la soja provoca malnutrición, problemas digestivos, debilitamiento del sistema inmunológico, problemas de tiroides, declive cognitivo, problemas de reprodución e infertilidad, y aumentan el riesgo de cáncer y enfermedades coronarias?
La soja sin fermentar (leche de soja, tofu, proteína de soja...) inhibe la enzima tripsina necesaria para digerir las proteínas, y el ácido fitico que contiene dificulta el metabolismo de los minerales. Aunque sin duda, el problema principal de la soja es su alto contenido en isoflavonas, fitoestrógenos que actúan como hormonas sexuales.
Aunque no consumamos soja directamente, la soja se esconde detrás de la mayoría de los alimentos procesados bajo la denominación de proteína, aceites y grasas vegetales, emulgentes (lecitina-E322), mono y diglicéridos de ácidos grasos (E471).
Por otro lado, la mayoría del ganado se alimenta con pienso a base de soja, dado su bajo coste.
La mayoría de la soja que se comercializa, excepto la procedente de cultivos ecológicos, es transgénica
Nuevas investigaciones confirman las razones para evitar el consumo de soja por Sally Fallon y MarG. Enig, Ph.D. |
La cara obscura de la soja. Entrevista con Dr. Kaayla Daniel, autor del revelador libro "La verdadera historia de la soja" |
Qué ingerimos con la soja por el Ingeniero Agrónomo Gabriel Arisnabarreta. Las isoflavonas de la soja, no sólo se comportan como la píldora anticonceptiva, sino que también actúan sobre la glándula tiroides, provocando enormes trastornos. |
Revista médica Discovery DSalud:
La leche de soja y los productos elaborados con soja sin fermentar no son aconsejables
La soja no sólo no tiene las propiedades beneficiosas que se le han atribuido, sino que puede perjudicar gravemente la salud.
Artículo publicado Noviembre 2009.
1 comentario:
Gracias por la recopilación de datos, les he reenviado el link a algunos amigos. Cuando les hablo sobre esta problemática alimentaria me miran, se encogen de hombros y me dicen: si toda la vida hemos comido filetes, ¿con qué autoridad vienes tú a decirme si esto es bueno o malo? Lo típico, y lo peor es que NADIE QUIERE INFORMARSE, joder!
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