Andre Mwangura
Los sucesivos secuestros de los buques atuneros Playa de Bakio y Alakrana han puesto en el primer plano de la agenda mediática y política la cuestión de la piratería en las costas del océano Índico.
Como no podría ser de otro modo en la interminable reyerta a cara de perro que es la vida pública española, el debate ha estado mucho más orientado a desgastar al adversario que a esclarecer el problema y contribuir efectivamente a su resolución.
Algo que debería ser prioritario respecto a la trifulca parlamentaria, si tenemos en cuenta que decenas de buques pesqueros españoles siguen en la zona, exponiendo a un riesgo inaceptable la vida de sus tripulaciones, y obligando al Estado a mantener un amplio dispositivo militar en la zona (y a asumir parte del coste del despliegue de fuerzas de seguridad privada), de cuya eficacia existen motivos más que suficientes para dudar.
Todo ha terminado felizmente ....pero ¿es prudente dar por sentado que seguirá siendo así, mientras se suceden los secuestros en la zona (uno cada tres o cuatro días como promedio), de buques cada vez más grandes (incluyendo petroleros, cargueros de armas o buques de pasajeros), a cada vez mayor distancia de la costa, y parte de ellos con bajas entre rehenes, piratas y soldados?
La información de los medios corporativos, sensacionalista, y la reacción de la ciudadanía (con la lógica excepción de las familias y el entorno personal y profesional de los rehenes), indolente.
En medio de este desazonante paisaje de mediocridad, la única buena noticia, es el inicio de actuaciones por parte del juez Santiago Pedraz, de la Audiencia Nacional, para esclarecer el verdadero meollo oculto de esta cuestión: las tramas jurídico-financieras que componen la lucrativa retaguardia del negocio de la piratería en el Índico.
No le faltará faena al magistrado Pedraz.
En el tercer volumen de su monumental estudio sobre el proceso de globalización e informacionalización del capitalismo (La era de la información, Alianza, 1997), el sociólogo Manuel Castells dedica decenas de páginas al fenómeno de la economía criminal global, y propone algunas ideas que retratan a la perfección el intrincado y siniestro mundo de la piratería contemporánea.
"En las últimas décadas", escribe Castells, "las organizaciones criminales han llevado a cabo sus operaciones a una escala cada vez más transnacional, aprovechándose de la globalización económica y de las nuevas tecnologías de la comunicación, conectadas con la economía legal a través de complejos planes financieros y redes comerciales y combinando la diestra manipulación de los procedimientos legales con el uso de la corrupción y la violencia".
Somalia, uno de los países más míseros y brutales del planeta, víctima de sucesivas y catastróficas guerras civiles, intervenciones militares extranjeras, expolios corporativos transnacionales, hambrunas, sequías y tsunamis, dispone de una de las mejores redes de telefonía móvil del continente africano, ¿es necesario explicar para qué?
Al otro lado del teléfono vía satélite del señor de la guerra, el minorista de armas o el pirata somalí se encuentra habitualmente un refinado abogado londinense con despacho en la exclusiva City financiera, hasta cuya cara moqueta no salpican ni el agua salada del Índico ni la sangre caliente de las bajas humanas, pero cuya cuenta corriente engorda sustancialmente tras el pago de cada rescate.
La piratería naval del Índico (como la Camorra y la Mafia italianas, las Triadas chinas, la Yakuza japonesa, la "vorovskoi mir" rusa...) es sólo una terminal más de la extensa y profunda inervación criminal del capitalismo globalizado, que interconecta a piratas, traficantes y sicarios en Somalia, México o Chechenia con empresarios, abogados y políticos en Gran Bretaña, Luxemburgo o las Islas Caimán.
Un denso entramado que no constituye una anomalía excepcional, sino el subproducto y correlato necesario de treinta años de radical liberalización y desregulación neoliberal de las relaciones económicas internacionales y de igualmente radical profundización en el inmemorial expolio Norte/Sur.
"Los mercados sin restricciones", escribe Castells, "equivalen a sociedades salvajes".
En este sentido, la piratería del Índico no es ningún flashback marginal del pasado remoto, sino un ilustrativo flashforward de nuestro inmediato futuro.
¿Hasta qué profundidad podrá hundir el escalpelo judicial en estas tramas ubicuas y multiformes el magistrado Pedraz?
¿Alcanzará, por ejemplo, a los mafiosos italianos, que corrompiendo políticos obtienen concesiones en los servicios de basura, y que en cargueros rusos, matriculados en Liberia o Panamá, transportan esa basura (incluidos residuos químicos y nucleares) hasta las costas de Somalia, devastando el medio natural y el medio de vida tradicional de la zona, la pesca de bajura, y empujando a los antiguos pescadores a la práctica de la piratería?
¿A los armadores y patrones de los centenares de barcos japoneses y europeos bajo bandera de conveniencia que aprovechándose del caos en el país pescan ilegalmente en aguas somalíes libres de cualquier tributo o limitación de capturas?
¿A los traficantes de armas que inundan África de ametralladoras y lanzagranadas de saldo, procedentes de los arsenales del antiguo Pacto de Varsovia, con la complicidad de la nueva casta político-empresarial de los países del Este, infiltrada hasta el tuétano por las mafias?
¿A esas oficinas que todos los grandes bancos y empresas financieras occidentales tienen en los paraísos fiscales, donde se centrifugan los beneficios de todas estas actividades mafiosas y se ejecuta su reinversión en forma de fondos de pensiones, propiedades inmobiliarias y otros respetables valores legales?
(Lo mismo que ocurre con el trafico de drogas.. por lo que seguiran siendo ilegales eternamente..)
Piratas somalíes venden acciones de sus futuros ataques
¿Hasta qué punto puede desarrollarse una investigación judicial sobre la piratería naval sin poner en cuestión circuitos y procedimientos clave en el funcionamiento del capitalismo actual, y qué reacción cabe esperar de quienes se benefician de ellos?
La apresurada y poco creíble ofensiva propagandística emprendida por los neoconservadores norteamericanos y españoles para vincular piratería y terrorismo islamista e incardinar las aguas del Índico en la caprichosa geometría del choque de civilizaciones, salpimentada de retórica nacionalista y melancólica evocación a las hazañas de los Tercios de Flandes ("¡Hay que bombardear Somalia!", gruñía un conocido energúmeno ultraderechista en un debate televisivo en prime-time sobre el secuestro del Alakrana), nos anticipa por dónde pueden correr las cortinas de humo destinadas a proteger de la mirada pública y la investigación judicial la trastienda occidental y financiera del problema de la piratería.
"En vez de fiarlo todo al buque policía que se hace a la mar para imponer la ley y despejar las aguas de delincuentes", ha escrito el historiador norteamericano Leon Fink, "mucho mejor sería la organización de un sistema global y multilateral de justicia, tanto en mar abierto como en tierra firme".
Pero, además de voluntad judicial, hace falta mucha voluntad política para que una investigación de este tipo, con tantas implicaciones económicas y diplomáticas, fructifique.
Nota al margen de este asunto de la piratería, y sin duda merecedor de una reflexión específica y más amplia que la aquí podemos hacer, es el gravísimo error que supone, por parte del gobierno español, el haber cedido a las presiones de la oposición conservadora y la patronal del sector, dando amparo legal, entrenando y armando una fuerza militar privada para la protección de los atuneros.
La privatización de la guerra y la proliferación de grandes corporaciones mercenarias en las zonas de conflicto es uno de los aspectos más siniestros y peligrosos de la globalización capitalista. ......ver Blackwater o XE AQUI
La actividad mercenaria supone siempre, a corto, medio o largo plazo, un problema gravísimo en términos de derechos humanos y seguridad internacional, como se ha demostrado reiteradamente en Afganistán e Iraq, donde estas empresas paramilitares han acumulado un terrorífico historial de expolios y crímenes.
Ampliar el marco legal para el desarrollo de este tipo de actividades en España (desde donde ya operan algunas pequeñas pero pujantes compañías del sector como High Security Solutions o SGSI, a las que ha dedicado algunas excelentes páginas de investigación el periódico Diagonal) ha sido una de las decisiones más insensatas, desafortunadas y preocupantes tomadas por un gobierno español desde los aciagos días de las Azores, y sin duda debería ser objeto de una crítica radical por parte de aquella fracción de la ciudadanía española efectivamente comprometida con una política exterior fundada en valores progresistas de paz y cooperación.
Por otro lado todo indica que el principal objetivo de este terrorismo del mar dirigido por unos delincuentes trajeados no es hacerse con suculentos botines, sino justificar la militarización del Golfo de Adén, uno de los corredores más estratégicos del planeta que conecta el Golfo Pérsico, el Mar rojo y el Canal de Suez y por donde pasa el 30% del petróleo del mundo
TITULARES:
Tanto The Guardian como Daily Telegraph alertan de que los piratas no eligen a sus víctimas al azar y estan preparados y planeados con antelacion.
Los secuestros recientes han sido orquestados desde el Reino Unido en una operación secreta de los servicios de inteligencia", afirma The Guardian.
"Los piratas somalíes reciben ayuda de los servicios de inteligencia en Londres", titula el Daily Telegraph.
Los piratas saben qué barcos secuestrar y cuáles son sus rutas. Los piratas acceden a la información porque disponen de una estructura superior de informadores muy bien situados.
Ese equipo DE INFORMADORES son los que señalan desde Londres los barcos que se pueden secuestrar, cuáles son sus rutas, sus cargas, sus nombres y sus nacionalidades.
Según la documentación militar, esta información se evidenció en el último ataque a un atunero vasco, el Felipe Ruano, interceptado el pasado marzo.
Los piratas conocían su ruta y le estaban esperando, según se desprende de ese dossier.
(Los barcos proporcionan de forma voluntaria mucha información a distintos organismos internacionales. Se trata de una cuestión de tráfico marítimo. Londres y Reino Unido constituyen el centro neurálgico de estos organismos).
Los jefes locales de la piratería poseen además tecnología punta que les permite localizar con relativa precisión a los barcos a secuestrar.
El bufete de Londres eligió al abogado del pirata aconsejado por el espionaje español...
Como nos han vendido a asaltantes como simpaticos y romanticos piratas del caribe:
¡Piratas! from Juan Falque on Vimeo.
Andrew Mwangura:
- 'Son hombres de negocios que se dedican al tráfico ilegal de armas y de humanos'
- 'Se lucran con la pesca ilegal y el vertido de residuos en alta mar'
- 'Para solucionar el problema somalí debemos ir a su raíz: la pobreza'
Andrew Mwangura, director del programa de Asistencia Marítima de África del Este y experto en piratería.
NAIROBI.- Andrew Mwangura, director del Programa de Asistencia Marítima de África del Este y experto en piratería, lo tiene claro: los verdaderos piratas que ponen en jaque el tráfico marítimo internacional no están en la costa de Somalia al acecho del siguiente carguero.
"Los verdaderos piratas son hombres de negocios, grandes tiburones que se dedican al tráfico ilegal de armas, de humanos, que se lucran con la pesca ilegal y con el vertido de residuos en la costa somalí, y que tienen despachos en Nairobi, Mombassa, Londres y Dubai", según declaró Mwangura en rueda de prensa en Nairobi. http://jfmoriche.blogspot.com |[NOTA: este texto se publicará en el número 62 (noviembre de 2009) de La Crónica del Ambroz. Versión digital disponible en http://www.radiohervas.es/]
EL NEGOCIO DE LA SEGURIDAD PRIVADA
La carga económica para las empresas pesqueras españolas se verá a partir de ahora aumentada por nuevos suplementos. Las compañías aseguradoras aumentan sus primas por los elevados riesgos, que en casos de cobertura total pueden llegar a los 30.000 euros diarios. Los tripulantes exigen a su vez cada vez mayores salarios. A esto se le añade ya la factura de las empresas que ofrecen agentes armados para viajar a bordo (entrenados por militares españoles), provistos de fusiles de asalto y ametralladoras pesadas. Las Private Military Companies (PMC), participan también del negocio de la antipiratería, ofreciendo no sólo protección sino la resolución del secuestro a través de comandos de mercenarios. Alguna de estas PMC, como la británica Marine Risk Management (MRM)i, está dirigida por el capitán John Dalby desde Alicanteii. Compuesta por un grupo de ex Specialist Boat Service (SBS) de la Marina Real británica, cuenta incluso con su propia Anti-Piracy Rapid Response Force. Francisco Correa, encarcelado por el caso Gürtel, contactó hace años con Dalby para encargarle la custodia de altas personalidades a bordo de uno de sus yates, aunque la MRM rechazó el trabajo.iii
Muchos países se han dotado de seguridad privada ya hace años y otros, como Francia, con 3.000 militares en su cercana base de Djibouti, protegen a sus pesqueros con soldados, aunque cobrándoles por sus servicios.
En 2002 la ONU puso en marcha la Combined Task Force 150, una fuerza naval internacional, como parte de las acciones en Afganistán por un lado y contra la piratería somalí por otro. En 2008 la Unión Europea desplegó por su parte una flota de barcos de guerra en el marco de la operación Atalanta, renovada en 2009.
De los actos de piratería esporádicos que se producían a inicios de los 90, se ha pasado en 2009 a la acción de más de 1.500 piratas armados con AK-47, lanzagranadas, lanchas rápidas con poderosos motores fueraborda, sofisticados equipos de navegación y comunicación GPS, visores nocturnos y una logística cada vez más perfeccionada. Los piratas somalíes se han convertido en una amenaza no sólo para los atuneros extranjeros, que obtienen aquí una producción de más de 1.000 millones de euros anuales, sino también para el comercio marítimo mundial.....
La intervención militar de EEUU de 1993 en defensa de los fuertes intereses de las petroleras estadounidenses presentes en Somalia desde 1952 (Conoco, Chevron, Mobil, Shell, Amoco y otras), camuflada de misión humanitaria y con tutela de la ONU, se transformó en un enfrentamiento abierto entre las tropas estadounidenses y las milicias. La misión Restaurar la Esperanza fue cualquier cosa menos lo que indicaba su nombre. Terminó en 1994 con la salida presurosa de los marines por la puerta trasera (llevados a la gran pantalla en Black Hawk Down), convirtiendo a este país en un estado fallido, abandonado a su suerte por la comunidad internacional.
La guerra civil se desataba poco después y EEUU apoyaba, al igual que la UE, al desprestigiado y débil gobierno somalí, respaldando igualmente la entrada de las tropas etíopes (histórico enemigo de Somalia) para ayudarlo a enfrentar a las milicias integristas de la Unión de Tribunales Islámicos (ICU en su sigla en inglés). Estas obtendrían cada vez más apoyo de la población y lograrían hacerse con buena parte del sur del país, incluyendo en algún momento su capital, Mogadiscio. La ICU mantendría relaciones con la red de Al Qaeda, fundamentalmente con organizaciones yemeníes. La invasión etíope propició la entrada en escena de otro de los enemigos del Gobierno, Eritrea, que ha proporcionado miles de combatientes a la ICU.
PESCA ILEGAL Y VERTIDOS TOXICOS
En medio del caos y falta de gobierno centralizado y estable tras la caída del dictador Said Barre en 1991, cientos de buques pesqueros, europeos, estadounidenses y asiáticos, vieron su oportunidad para faenar libremente en los riquísimos caladeros somalíes y zonas cercanas. Otros buques descargaban igualmente productos tóxicos y nucleares. El profesor Joaquim Sempere, profesor de Teoría Sociológica Medioambiental de la Universidad de Barcelona, explicó en un artículo en octubre pasadoiv cómo ese abuso se hizo visible en 2005. “Un tsunami depositó en las playas y costas somalíes bidones corroídos y otras muestras de estos residuos. Según el enviado de la ONU en Somalia, Ahmadou Ould Abdallah, la porquería tóxica acumulada en pocos días por la catástrofe marina provocó úlceras, cánceres, náuseas y malformaciones genéticas en recién nacidos y, al menos, 300 muertes”......
UNA COMPLEJA TRAMA
Según el informe Piracy in the greater Gulf of Aden videl Instituto Noruego para la Investigación Urbana y Regional (NIBR), encargado por el Ministerio de Defensa de ese país, al menos 51 empresarios, muchos de ellos señores de la guerra somalíes, pero también de otros países, financian los secuestros, especialmente los de mayor envergadura, que requieren una inversión mayor en armas y equipamiento.
Cuentan con informantes en todos los puertos de la zona, pero sus principales cómplices y consultores trabajan en lujosas oficinas londinenses.vii Es en Londres donde tienen sus sedes las grandes aseguradoras marítimas del mundo y donde se controla todo el tráfico marino, se conoce con exactitud las cargas, origen y destino de los barcos.
Un informe de Inteligenciaviii de la misión Atalanta centraba sus sospechas en Londres, sosteniendo que los abordajes no se producen al azar. En él se reflejaba el hecho de que rara vez han sido asaltados barcos británicos, a pesar su importante presencia en la zona.
Es también en la capital británica donde se hallan las principales empresas de seguridad privada que operan en el Índico, como la MRM citada anteriormente, o como la Hart Security, que entrenó a inicios de los 90’a la Guardia Costera Nacional Voluntaria, para ser paradójicamente después, la suministradora de muchos de los mercenarios que protegen barcos de los ataques piratas-en la zona.
Según el informe del NIBR noruego, los jefes de los clanes se quedan normalmente con un 20%, otro 20% o 30% se reparte entre los piratas, dependiendo del papel que ha jugado cada uno de ellos. En algunos clanes, los piratas reparten parte de las ganancias con su comunidad, y el resto va a parar a los bolsillos de los empresarios y a las arcas de respetables despachos de abogados londinenses especializados en mediar en casos de piratería marítima.
Desde los piratas británicos que asolaron los mares y a la invencible (sic) armada española en el siglo XVI, hasta los paraísos fiscales y la contabilidad invisible de la desregulada globalización financiera (de la que la City representa la capital mundial), la piratería en todos sus géneros representa la conducta histórica recidivista del alma británica.
De allí que nos hayamos atrevido a formular, específicamente en dos entrevistas tanto con Carmen Aristegui como con Mario González, los muy solventes conductores de CNN en Español, la hipótesis de que los piratas somalíes sabían demasiada geopolítica y que detrás de sus operativos se encontraba tanto el sabotaje al transporte del petróleo en el estrecho de Bab Al-Mandab (La Puerta de las Lágrimas), en el golfo de Adén, como a la guerra geoeconómica del eje anglosajón en contra del RIC (Rusia, India y China) y algunas potencias europeas rebeldes (v. gr. Francia, Alemania y España), lo cual desarrollamos en otra entrevista con Nydia Egremy, la muy capaz periodista de la revista Contralínea y Réseau Voltaire (voltairenet.org, 5/5/09).
Hechos:
Giles Tremiet, del periódico británico The Guardian (11/5/09), rotativo cercano al partido gobernante neolaborista, afirma que los piratas somalíes que atacan el transporte marítimo en el golfo de Adén y el océano Índico son dirigidos en sus objetivos por un equipo consultivo en Londres, de acuerdo con un documento de la inteligencia militar europea (¡súper-sic!) obtenido por una radio española (Cadena SER ).
Giles Tremiet comenta que el reporte de inteligencia fue elaborado para servir a los navíos europeos. ¿Le habrán proporcionado una copia al gobierno británico, que ha permanecido incólume al respecto?
Según el impactante documento, los piratas somalíes son guiados por un equipo de inteligencia desde Londres y ambas entidades permanecen en contacto a través de teléfono satelital. Cabe agregar que en el incandescente e indecente cuerno de África, en particular en Somalia –catalogada por la prensa anglosajona como un Estado fallido, en competencia con el régimen calderonista panista en México– , se aplican las tarifa de telefonía movil más barata del mundo.
Los grupos piratas tienen informantes muy bien colocados en Londres, quienes están en contacto regular con los centros de control en Somalia donde se decide cuáles buques serán atacados. ¿Estarán colocados en el gobierno británico tales informantes de alcurnia?
¿Forman parte de un cuerpo paralelo a los servicios especiales de espionaje británico?
Cabe recordar que muchos de los grupos jihadistas islámicos que desestabilizan puntualmente a las poblaciones mahometanas del RIC (Rusia, India y China), así como al Gran Medio Oriente, gozan de la obscena protección del gobierno británico (sea conservador, sea neolaborista), a grado tal que la capital londinense se ha ganado a pulso el mote de Londonistán (título de un libro de la periodista británica Melanie Phillips).
La red de información de los piratas se extiende a Yemen, Dubai y el Canal de Suez.
Resulta y resalta que la sagrada información –donde seguramente están coludidas las organizaciones marítimas internacionales controladas por el eje anglosajón– sobre los barcos mercantes que navegan desde el mar Mediterráneo, pasando por el Canal de Suez, el golfo de Adén, el golfo Pérsico y el océano Índico, hasta el estrecho de Malaca (entre Malasia e Indonesia), fluye milagrosamente a las manos de los analfabetas piratas somalíes:
Recordemos que en cada caso los piratas tenían pleno conocimiento del barco mercante, su carga, nacionalidad y trayecto.
A nuestro juicio, existe toda una geopolítica de la piratería, y llama poderosamente la atención que ciertos países claves en el transporte de petróleo desde Bab Al-Mandab (en el golfo de Adén), donde al parecer atraviesan 3 millones de barriles al día (prácticamente la producción del México neoliberal, otro Estado fallido) hasta el estrecho de Malaca, se hayan vuelto blancos idóneos de la desestabilización anglosajona.
La geopolítica de la piratería va más allá del Estado fallido de Somalia, al afectar e infectar a su entorno periférico y regional, donde cada país citado evoca disturbios y perturbaciones distintivos que se aglutinan exquisitamente en el cuello de botella somalí en Bab Al-Mandab:
del lado occidental, Kenia, Etiopía, Yibutí (donde Francia y Estados Unidos mantienen importantes bases militares) y Eritrea, que por tropismo y necesidad alcanzan a Sudán (cuya región de Darfur, colindante con Chad, es inmensamente pletórica en petróleo);
del lado oriental, Yemen (que empieza a sufrir los embates de la balcanización, como había adelantado la londinense Chatam House) y Arabia Saudita.
Cabe recordar la definición operativa del Gran Medio Oriente de los geoestrategas israelíes, que va en línea vertical del cuerno de África (que incluye Somalia y la zona operativa de los piratas) hasta el Cáucaso, y en línea horizontal desde Marruecos hasta Cachemira.
Todo lo que suceda con la exploración, producción y transporte del petróleo y el gas en esa vasta extensión territorial afecta invariablemente la geopolítica y geoeconomía de sus países integrantes y aledaños, a fortiori, los ilustrados operativos de los piratas somalíes que el eje anglosajón, bajo el sabio apotegma neoliberal del “laisser-faire, laisser passer” (dejar hacer, dejar pasar),
ha tolerado extrañamente contra su costumbre bélica cuando no permite ni el vuelo de una mosca que afecte sus intereses, en particular los petroleros.
Una vez más Gran Bretaña ha sido descubierto en su legendaria perfidia al pasar de la negligencia benigna a su complicidad maligna con los piratas somalíes.
kikka-roja.blogspot.com/
Por otro lado tengamos en cuenta que en 1991 se hundió el orden político de Somalia, país que sucumbió a una guerra civil empeorada por la intervención estadounidense.
El colapso político dejó la sociedad somalí sin defensas, situación que fue aprovechada por navíos procedentes de Europa, Estados Unidos, China y otros países para verter en sus aguas grandes cantidades de residuos tóxicos y radioactivos.
El abuso se hizo visible cuando, en 2005, un tsunami depositó en las playas y costas somalíes bidones corroídos y otras muestras de estos residuos.
Según el enviado de las Naciones Unidas en Somalia Ahmadou Ould-Abdallah, la porquería tóxica acumulada en pocos días por la catástrofe marina provocó úlceras, cánceres, náuseas y malformaciones genéticas en recién nacidos y, al menos, 300 muertes.
Aprovechando el desgobierno, una multitud de barcos de pesca empezó a faenar en las aguas frente al país, incluidas sus aguas territoriales.
En 2005 se calculó que pescaron allí unos 800 barcos de distintos países, muchos de ellos europeos y, más específicamente, españoles. Se estima que los ingresos generados durante un año por esta pesca extranjera ilegal ascendía a 450 millones de dólares.
El resultado fue la rápida disminución de unas reservas pesqueras que eran el principal recurso para las comunidades de pescadores del país, catalogado como uno de los más pobres del mundo.
Hay en España quien propone que los atuneros españoles (que son sobre todo vascos) lleven militares a bordo para disuadir a los piratas.
En el Parlamento vasco, los votos del PP y el PNV han hecho posible el pasado 8 de octubre aprobar una moción en esta línea. El Congreso ya lo había descartado meses antes arguyendo que la legislación española no lo permite.
Francia sí lo permite, y hace tiempo que en el Índico los barcos de pesca franceses llevan militares a bordo.
Pero esta diferencia es de detalle: ambos países lograron que el 10 de diciembre de 2008 los ministros de Defensa de la Unión Europea aprobaran la llamada Operación Atalanta contra la piratería somalí, y que se diera luz verde al envío de entre 6 y 10 buques de guerra para "garantizar la seguridad" en el golfo de Adén con el mandato de vigilar las costas de Somalia, "incluidas sus aguas territoriales".
Las flotas pesqueras de los países ricos, compuestas por buques con capacidad para moverse por todos los mares del mundo, esquilman un caladero tras otro:
son las principales culpables de la sobrepesca que desde hace años viene destruyendo la capacidad de regeneración de las especies marinas y preparando un colapso de las capturas a escala mundial.
Las primeras perjudicadas son las poblaciones de los países pobres que dependen de la pesca local: ellas carecen de flotas potentes para pescar lejos de sus costas. El caso somalí es uno de los más sangrantes por las circunstancias políticas internas, pero no es el único.
Joaquim sempere
AQUI OTRO PUNTO DE VISTA:
Exhaustivo analisis de Thierry Meysan sobre la simplista idea de pirateria que nos venden en los telediarios:
Como muestra un parrafo:
"Cuando el Estado Mayor ruso planteó la realización de una operación multinacional destinada a limpiar Puntlandia y los puertos de Xaradheere y Hobyo, los anglosajones rechazaron de plano aquella proposición. Lo que pasa es que los dirigentes políticos de esos territorios son aliados de la CIA, del MI6 y del Mossad contra los islamistas de Al-Shabaab.
Para darle color local, el masivo apoyo de los anglosajones pasa a través de Addis Abeba (Etiopía), donde el Departamento de Estado está construyendo la mayor embajada estadounidense del mundo, después de la de Bagdad (Irak). Según el semanario británico The Spectator, los jefes piratas de Puntlandia han sido recibidos amistosamente a bordo de varios navíos de guerra estadounidenses a los que han ido a tomar café [15]. .........."
http://www.voltairenet.org/article166146.html
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