28 abril 2019

EL VOLUNTURISMO - mejor quedarse en casa


En los últimos meses han aparecido  varios artículos que critican el exhibicionismo practicado por algunos voluntarios internacionales.

Estos jóvenes parecen creerse una especie de salvadores del mundo y anteponen la satisfacción de su ego y el lucimiento de sus selfies en Instagram a cualquier motivación humanitaria.

A esa actitud egocéntrica e irresponsable algunos ya la han bautizado como “volunturismo” En las últimas tres décadas los voluntariados internacionales se han convertido en una actividad popular entre los jóvenes occidentales.

Sin embargo, son pocos los que saben que detrás hay traficantes y empresas internacionales enriqueciéndose a costa de su entusiasmo. los mileniales, en su afán por ser parte del cambio, se olvidan de las consecuencias que estos voluntariados internacionales y que el volunturismo acarrean en las sociedades que se pretende ayudar.

 “Mientras viaja por el mundo, encuentra nuevas culturas 
y gana experiencias memorables”  ¡¡¡

 Tráfico humano, abusos sexuales y obstáculos para el desarrollo de la economía local son solo algunas de las realidades que los voluntariados internacionales esconden y que los voluntarios están promoviendo, seducidos por empresas internacionales que ofrecen darles la experiencia de su vida a cambio de cantidades desmesuradas de dinero.

Algunos describen a muchos voluntarios como benefactores jóvenes, obsesionados con los selfis y con complejo de salvadores. Parece  mas bien otra actividad neocolonial.

El volunturismo no es irse un año a trabajar a un hospital en Bangladés; es engancharse a un viaje organizado para pasarse dos o tres semanas cuidando niños de un orfanato en Nepal o cavando pozos en Haití.

Hay agencias especializadas que te venden la experlencia-customizable al gusto del cliente en tres o cuatro clics.

El volunturismo ya mueve muchos millones de personas, miles de millones de euros, y crece incontenible: Uno de los destinos más habituales de los volunturistas son los orfanatos: cuidar huérfanos pobres es sin duda una aventura meritoria.

Para lo cual se necesitan más y más orfanatos hijos de sociedades ricas que decidieron cerrar los orfanatos porque los consideran nocivos se van al Tercer Mundo a trabajar en ellos y consiguen que haya más que tengan más chicos.

Un estudio de Unicef muestra por ejemplo, cómo en los últimos años en Camboya hubo un crecimiento veloz de esos institutos y que dos de cada tres huérfanos no eran huérfanos sino niños reclutados de familias pobres para ofrecer una misión a los voluntarios. 

En Sri Lanka son el 92%; en Indonesia y Liberia, el 97%, y así de seguido.

 Otra opción es construir casas, escuelas, pozos.

Es un negocio: en lugar de pagar a locales, la organización que lo hace cobra a los visitantes. Y sus resultados son dudosos y los locales pierden opciones de trabajo.

Una nota de The Guardian explica que una casa construida en Honduras por volunturistas cuesta -incluyendo sus viajes- 30.000 dólares.

Y que la misma casa construida por locales cuesta 2.000 que si los volunturistas se quedaran en sus casas y mandaran la plata se podría construir 15 veces más casas. Pero, claro, les faltaría "la experiencia” .

Y todos saben que, en cualquier caso, a la hora de conseguir empleo o postular para una beca, tres semanas en Zambia mejoran cualquier currículo.

La caridad bien entendiada, ya se sabe.

No hay comentarios: