Así nos lava la mente la dictadura del videoclip
Jon
E. Illescas desmenuza en un ensayo cómo la clase dominante ejerce su
control a través de la industria cultural fomentando la competitividad,
el hedonismo instantáneo o el consumismo
"Quiero
tener un millón y un jacuzzi en el baño, / una mansión, el Mercedes del
año. /
Quiero un harén lleno de bailarinas / bañándose en una piscina".
La canción cuenta el proceso en el que alguien empieza a desear cosas que nunca había deseado antes, solamente por el hecho de verlas, día a día, en la televisión, como objetos que se asocian a modelos de vida positivos.
La industria del videoclip, en efecto, promueve valores y deseos como aquellos que de forma irónica muestra la canción cubana, desde la riqueza hasta una forma de hedonismo que pasa por la cosificación y la sumisión de la mujer. Los videoclips, a la manera de las dictaduras, imponen una forma de vivir y de pensar, como de forma rigurosa y exhaustiva lo analiza el libro 'La dictadura del videoclip'.
EL SOFTWARE DECIDE COMO SERA LA MUSICA PARA EL EXITO:
Hit Song Science es un servicio de Music Intelligence Solutions, al igual que MyStrands. Music Intelligence Solutions lleva tiempo ofreciendo sus servicios a las discográficas, aunque éstas no presuman de ello por miedo al desprestigio.
Desprestigio por ser un software que pone en evidencia la predilección por el éxito de mercado frente al arte puro, a la hora de elaborar las las canciones que saldrán al mercado.
Pilar Parra, publicó este artículo en la revista Tiempo. En ella, Pilar relata cómo éxitos de Norah Jones, James Blunt, David Civera y otros muchos cantantes famosos hacen uso de los servicios de Music Intelligence Solutions para aumentar las probabilidades de éxito de sus canciones.
Un software y un ordenador son suficientes para saber si una canción va a
ser un éxito discográfico. Se llama Inteligencia Musical y ayuda a la
industria a apostar, sobre seguro, por un artista.
En él, productores y discográficas aseguran haber incrementado el éxito de sus lanzamientos desde un 10% hasta un 80% con ayuda de los servicios de Music Intelligence Solutions.
Un ensayo que es el resultado de siete años de investigación y de análisis de los quinientos videoclips más vistos en la historia de Youtube y que analiza la música mainstream de forma muy amena e incluso entretenida, acercándose a un fenómeno cultural del que todos, en mayor o menor medida, somos consumidores activos o pasivos.
Una interpretación del videoclip
'La dictadura del videoclip' analiza el modo en que se ejerce el control social a través de la cultura, y lo hace tomando como herramienta teórica la nación gramsciana de hegemonía.Para Antonio Gramsci, la hegemonía se construye o bien por medio del consenso, o bien por medio de la fuerza. Como señala Jon E. Illescas, "la primera se refiere a los medios de propaganda que la clase dirigente utiliza para convencer a la clase productora de que vive en el mejor de los mundos posibles mientras se ahogan en el pago de las facturas y la hipoteca". Cuando la clase dirigente no es capaz de convencer, entonces hace uso de la fuerza coercitiva.
En este sentido, Illescas explica que, por medio de "una propaganda mucho más seductora que la empleada por las dictaduras al uso, la clase dominante modelará a los dominados desde la industria cultural", a través de discursos que el consumidor cultural absorbe acríticamente, normalizando la violencia, el machismo, el egoísmo o la desigualdad como parte de la naturaleza humana.
El videoclip como reproductor ideológico
El videoclip hegemónico emite un mensaje demoledoramente individualista, apunta Illescas en 'La dictadura del videoclip'.En los vídeos musicales se fomenta la competitividad, se invita a vivir de forma hedonista el presente y a buscar el placer más intenso y lo más inmediatamente posible. Un placer que sirva para escapar del dolor de un presente prosaico.
Como una suerte de carpe diem, el hedonismo capitalista que reproduce y legitima el videoclip hegemónico sirve para construir un relato en el que la riqueza es sinónimo de felicidad y goce. Y de paso se debilitan valores humanistas como la generosidad o el afecto. Todo se convierte en goce inmediato, cosificando al otro y utilizándolo como un producto de usar y tirar.
El individualismo y la riqueza son dos de los valores capitalistas que con más frecuencia aparecen en el videoclip hegemónico. Como observa Jon E. Illescas, la pobreza apenas aparece en los videoclips.
Y las consecuencias políticas de su invisibilización son inmediatas:
si la pobreza se oculta es fácil que se excluya del debate público.
Como se apunta en el libro: "Esto es lo que consigue la élite burguesa por acción u omisión con los vídeos de las estrellas del pop, silencia a todos los que padecen la lógica pecuniaria del sistema y sobreamplifica a los que (se supone) la gozan. Resultado en la mente del adolescente: el capitalismo no es tan malo, hay mucha gente que triunfa y se pega la vida padre. Así que... ¿por qué se quejarán tanto esos ruidosos izquierdistas?".
El cuerpo de la mujer se cosifica como un objeto de consumo siempre disponible para un 'fast food' sexual.
Por otro lado, el videoclip hegemónico construye el modelo de lo que podemos denominar 'black capitalism'.
Por medio de cantantes afroamericanos, generalmente procedentes de barrios marginales, se construye la idea de que el éxito es posible, de que se puede escapar de la pobreza a través de las reglas del capitalista, aunque a veces eso implique delinquir, hacer uso de la violencia o el tráfico de drogas. La oligarquía, se apunta en 'La dictadura del videoclip', produce nuevos referentes para las poblaciones de los guetos, modelos despolitizados que muestran salidas siempre individuales, nunca políticas o colectivas, a los problemas que padecen.
La construcción de una estrella de rap que ha escapado de la pobreza desplaza del imaginario otros referentes como Martin Luther King, Malcom X o Angela Davis.
El videoclip como catálogo
Pero, por encima de todo, de lo que se trata es de consumir. Con un público cada vez más hastiado de la publicidad convencional, la estrategia del 'product placement' se ha convertido en un método que se aplica en toda la industria audiovisual, tanto en cine, como en televisión o en los videoclips.Como señala Illescas, el videoclip se ha convertido "en un catálogo que nos invita a ir de compras al centro comercial más próximo", y lo ejemplifica con el clip 'Bad Romance' de Lady Gaga. En este videoclip se insertan hasta nueve anuncios: vodka Nemiroff, videoconsola Nintendo, ordenador portátil HP, equipos Hi-Fi Philippe Stark, auriculares Heartbeats, gafas de sol Carrera, ropa Burberry, lencería La Perla o zapatos Alexander McQueen.
'Papi' de Jennifer López, donde la marca de automóviles Fiat se convierte en el auténtico protagonista del metraje.
El videoclip se concibe, pues, como un discurso audiovisual donde generar un espacio publicitario que transforme al espectador en un mero consumidor.
Se trata de auténtica propaganda militar; no solo por su contenido, que habla por sí mismo, sino también porque el videoclip fue cofinanciado por el Pentágono, que "amablemente dispuso al equipo artístico de todo el material bélico necesario para la grabación (tanques, helicópteros, metralletas de última generación, lugares de entrenamiento, etc.) y los extras (80 marines del ejército que cambiaron sus maniobras habituales por las necesarias para el rodaje con una estrella de pop)".
El videoclip de Katy Perry es, en palabras de Illescas, una "exaltación del ejército de los Estados Unidos" que busca la identificación de las jóvenes "perdidas en un mercado laboral inhóspito y con unas expectativas de vida quebradas tras las deslocalizaciones industriales y los recortes sociales, son reclamadas por un videoclip que aboga para que cambien de vida alistándose en el ejército".
Sin embargo, el caso de Perry no es un ejemplo aislado. Otros grupos o solistas muy populares entre el público adolescente, como One Direction o Justin Bieber, han asimismo puesto su música al servicio de los intereses de los Estados Unidos.
En realidad, los Estados Unidos –y esta es una de las ideas clave de 'La dictadura del videoclip'– se ha servido de la industria musical para desplegar una suerte de 'soft power' (o poder blando), esto es, el establecimiento de su hegemonía política en el sistema-mundo sin la necesidad del uso de métodos coercitivos. Aqui todo es mas sutil.
La función de la dictadura del videoclip no es otra que imponer, de forma blanda, ese consenso que beneficia a las clases dirigentes.
Los cantantes, músicos, directores de cine y el conjunto de personas que trabajan en la industria del videoclip funcionan, por activa o por pasiva, como marionetas del poder político y económico.
La música no es inocente y 'La dictadura del videoclip' de Jon E. Illescas es un libro excelente para responder una pregunta que debería ser crucial: ¿qué hace la música con nosotros?
http://www.elconfidencial.com/cultura/2015-12-29/la-dictadura-del-videoclip-cultura-consumo_1125867/
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LAS LETRAS DE LA MUSICA COMERCIAL TAMBIEN SON BASURA:
Secretos y mentiras del pop-rock de los ochenta: de 'La Bola de Cristal' a 'La Movida'
http://www.elconfidencial.com/cultura/2016-02-23/secretos-y-mentiras-del-pop-rock-de-los-ochenta_1156494/
En general los productos anunciados en los videoclips están
dirigidos a un público joven. Aunque, como señala Illescas, algunas
veces un solo anunciador paga la producción total del videoclip, como es
el caso, por ejemplo, de El videoclip se concibe, pues, como un discurso audiovisual donde generar un espacio publicitario que transforme al espectador en un mero consumidor.
La cultura del Pentágono y el 'soft power'
Una joven de clase trabajadora descubre que su novio la ha engañado y, despechada, y acaso para superar este difícil trance, decide alistarse a los marines, aprovechando la igualdad de oportunidades que ofrece el ejército de los Estados Unidos. Así empieza el videoclip 'Part of me' de Katy Perry, que seguidamente pasa a ofrecer una serie de imágenes, no carentes de épica, de lo que supone formar parte del ejército de Estados Unidos.Se trata de auténtica propaganda militar; no solo por su contenido, que habla por sí mismo, sino también porque el videoclip fue cofinanciado por el Pentágono, que "amablemente dispuso al equipo artístico de todo el material bélico necesario para la grabación (tanques, helicópteros, metralletas de última generación, lugares de entrenamiento, etc.) y los extras (80 marines del ejército que cambiaron sus maniobras habituales por las necesarias para el rodaje con una estrella de pop)".
El videoclip de Katy Perry es, en palabras de Illescas, una "exaltación del ejército de los Estados Unidos" que busca la identificación de las jóvenes "perdidas en un mercado laboral inhóspito y con unas expectativas de vida quebradas tras las deslocalizaciones industriales y los recortes sociales, son reclamadas por un videoclip que aboga para que cambien de vida alistándose en el ejército".
Sin embargo, el caso de Perry no es un ejemplo aislado. Otros grupos o solistas muy populares entre el público adolescente, como One Direction o Justin Bieber, han asimismo puesto su música al servicio de los intereses de los Estados Unidos.
En realidad, los Estados Unidos –y esta es una de las ideas clave de 'La dictadura del videoclip'– se ha servido de la industria musical para desplegar una suerte de 'soft power' (o poder blando), esto es, el establecimiento de su hegemonía política en el sistema-mundo sin la necesidad del uso de métodos coercitivos. Aqui todo es mas sutil.
La
música –y su conversión en imagen a través de la industria del
videoclip– ha sido utilizada por la clase dirigente global para lograr
un consenso en el que las clases dominadas se identifiquen con los
valores y la ideología de sus amos.
La función de la dictadura del videoclip no es otra que imponer, de forma blanda, ese consenso que beneficia a las clases dirigentes.
Los cantantes, músicos, directores de cine y el conjunto de personas que trabajan en la industria del videoclip funcionan, por activa o por pasiva, como marionetas del poder político y económico.
LA SIMPLONA MONODIETA DE LA MUSICA EN LOS VIDEO CLIP:
La música no es inocente y 'La dictadura del videoclip' de Jon E. Illescas es un libro excelente para responder una pregunta que debería ser crucial: ¿qué hace la música con nosotros?
http://www.elconfidencial.com/cultura/2015-12-29/la-dictadura-del-videoclip-cultura-consumo_1125867/
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LAS LETRAS DE LA MUSICA COMERCIAL TAMBIEN SON BASURA:
Un reciente estudio, confirma que las
letras de la actual música comercial en sus distintas vertientes, pop,
rock, hip-hop… es cada vez más estúpida, canciones que llenan los top en
las grandes emisoras de radio, contienen mensajes tan simplones que
parecen haber sido diseñados para un público de 5 años.
Hay una interesante declaración de Dave
Grohl de los Foo Figthers que parece decirlo todo, en ellas, afirmaba,
que la música actual es superficial e insustancial, incluido algunos de
los llamados top ten.
Y es que las letras de las canciones más
populares en la actualidad son en su mayoría, absurdas, simplonas y
vacuas, pero veamos que dice el estudio.
Ha sido Andrew Powell-Morse de SeatSmart quién efectuó un trabajo sobre “Lyric Intelligence”
(la lírica inteligente), donde estudió 225 canciones de diversos
géneros que fueron grandes éxitos en los últimos 10 años y durante tres
semanas elaboró una serie de gráficos sobre sus contenidos.
Al parecer, hace 10 años, la canciones
más populares tenían un nivel de comprensión entendible por un niño de 8
a 9 años, pero los resultados que Andrew descubrió sobre 2014 (último
año del estudio) es que el nivel de la lírica había bajado a un nivel de
7 a 8 años.
En el estudio, por si lo queréis leer,
aparecen los distintos géneros musicales con sus calificaciones, pero
el premio gordo al ridículo lirico se lo lleva Three Days Grace “The
Good Life” con un nivel de contenido y profundidad en su letra que
fácilmente sería entendible por los niños de un jardín de infancia.
He de reconocer que el estudio se centra
con la música extranjera, pero en España también tenemos lo nuestro…
que cada uno piense en un ejemplo.
¿Qué quiere decir esto?
La industria de la
música, parece haber descubierto que cuanto menos haces pensar a una
persona con una canción, mejor la “digiere”, por consiguiente, eso
indica que estamos en un mundo donde cada vez, las capacidades
cognitivas de las personas parecen poco a poco disponer de
menos estímulo intelectual en su entorno.
En realidad es música para “vagos mentales” (con todos mis respetos).
¿Por qué se hace música así?
Soy consciente de
que aquellos que con cierta asiduidad leéis Mundo Desconocido, os daréis
cuenta que en no pocos artículos o videos, he mencionado la idea de que
la oligarquía planetaria está creando un mundo de seres productivos
carentes de imaginación, un mundo en el que las personas dejan de ser
analíticas, originales y creativas en pro de un mundo donde lo zafio,
simplón y fácilmente digerible está triunfando.
En realidad, mucha de la música que
ahora se consume es “fast food” (comida rápida) para el cerebro,
un
mundo donde la calidad se ha dejado a un lado y se ha impuesto la
rapidez y la facilidad, y ya sabemos que ocurre cuando ingieres mucha
“fast food”.
Secretos y mentiras del pop-rock de los ochenta: de 'La Bola de Cristal' a 'La Movida'
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