Francisco Nicolás Gómez Iglesias (el ‘pequeño Nicolás’), acaba de poner en jaque político al ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz filtrando las revelaciones que le había hecho el financiero catalán Javier de la Rosa
 en una explosiva conversación celebrada en el Hotel Meliá Castilla el  
19 de septiembre de 2014, grabada y con una duración de 44 minutos.
La cinta 
correspondiente fue distribuida de forma masiva a los medios de 
comunicación el pasado 16 de abril por el entorno de Gómez Iglesias, que
 ya se muestra como un auténtico ‘súper agente’ de Inteligencia 
comparado con quienes dirigen su acoso político y judicial desde el 
aparato de Interior. Una persecución iniciada con la querella 
interpuesta contra él por el CNI, que en esta misma sección Confidencial
 reputamos de torpeza descomunal impuesta a su director, Félix Sanz Roldán, por la vicepresidenta para todo y ministra de la Presidencia, Soraya Sáenz de Santamaría.
Los 
desahogos de Javier de la Rosa, denunciando una trama de corrupción y 
delincuencia verdaderamente escandalosa (delitos fiscales, blanqueo de 
dinero, financiación irregular de partidos políticos…), son demoledores,
 aun como manifestaciones de parte, sin ratificar ante la Justicia y 
quizás sobre delitos que pudieran haber prescrito. Sobre todo oídas en 
boca de quien afirma haber sido testigo presencial de los mismos, 
reconociéndose como vulgar delincuente.
Muchos 
son los políticos y abogados de renombre comprometidos cuando menos 
moralmente por las confidencias de Javier de la Rosa a Nicolás Gómez 
Iglesias, ahora de pública notoriedad. Ahí quedan gravemente empañadas 
la imagen de CiU y del PP, y la de personas como Jordi Pujol, Miquel Roca, José María Aznar, Rodrigo Rato, Felipe González, Alejandro Agag, Cristóbal Martell, Arturo Fasana, Gao Ping, los Albertos… y hasta el rey Juan Carlos I.
Pero el 
más afectado de todos es sin duda alguna el actual ministro del 
Interior. De ser ciertas las afirmaciones de Javier de la Rosa, con sólo
 dos frases y menos de 50 palabras ha dejado a Jorge Fernández a la 
altura del betún, agrandando las sombras que ya planeaban sobre él 
debido a sus  extrañas actitudes en el ejercicio de su responsabilidad 
política.
El de 
Interior es un ministerio históricamente sobrado de cosas raras: 
faisanes, informes de Inteligencia tendenciosos, luchas internas, 
policías encubiertos que campan por sus respetos (alguno 
multimillonario), fondos reservados descontrolados, pasividad ante 
determinada delincuencia y al tiempo exceso de celo en temas de menor 
rango, connivencias con oscuras agencias de detectives… En definitiva, 
en línea con las peores prácticas de la policía franquista.
Por eso, cuando Javier de la Rosa larga lo que larga, desafiante, con una grabadora sobre la mesa -“toma nota o graba”-, a uno se le hiela la sangre comprobando en manos de quien se ha puesto la Seguridad del Estado.
Ni corto ni perezoso, afirma: “El
 ministro del Interior ha vivido de los Pujol durante muchos años, 
cuando no era nadie en el PP, hasta que lo rescató Rajoy y le hizo 
secretario de Estado… Y le debe dinero mensual, que es lo que más se 
agradece, el ministro del Interior a Pujol”. Ahora se podría entender mejor porque, a veces, el señor ministro de marras ve o no ve lo que tiene delante.
Y, como si quisiera destacar el comportamiento interesado y oscuro del personaje, De la Rosa remarca: “Por
 tanto, por ahí se os va a ir todo, todas las filtraciones. Porque lo 
sé, lo he vivido, he vivido con Jorge Fernández y me conoce muy bien”…
En fin, 
una revelación verdaderamente escandalosa en su globalidad, que debería 
aclararse en beneficio de la verdad y del buen nombre de todos los 
afectados. Pero, sobre todo, en lo referente al ministro del Interior, 
porque Jorge Fernández es justo quien ha permitido los enredos 
policiales del ‘caso Nicolás’ (e incluso realimentado), y de quien 
depende la persecución de la delincuencia, incluida la de sus amigos del
 alma.
¿Cuándo 
se entrará a saco en el Ministerio del Interior para limpiar la basura 
resguardada bajo sus moquetas, abrir sus mugrosas ventanas y airear su 
corrompido ambiente…?
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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