28 agosto 2013

Manipulacion Subliminal - entrevista a autora -MARKETING

 TEMAS:
0 El IMPUESTO "ROSA"
1 ORIGEN DEL MARKETING Y DEL CONSUMO DE MASAS
2 MANIPULACION SUBLIMINAL

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0  El “impuesto rosa”


según el cual la mujer pagaría más que el hombre por idénticos productos de consumo diario, como las hojas de afeitar, cremas humectantes o la tintorería, sin que exista una justificación al sobreprecio por la calidad o el servicio prestado.


A modo de ejemplo,  las hojas de afeitar. La mujer paga 0,8 centavos más que el hombre pero sólo por un paquete 5 afeitadoras, mientras que el hombre obtiene un paquete de 10 unidades por menos dinero.

Lo mismo ocurre con los cepillos de dientes, las cremas humectantes, la espuma de afeitar o el desodorante: incluso si el tamaño del producto es mayor para el hombre, la mujer paga más.

¿Por qué un corte de pelo para mujer es más caro aunque tenga el cabello corto?
¿Por qué limpiar una blusa de mujer en una tintorería sale más caro que lavar una camisa de hombre?

... matrículas de gimnasio variables si el futuro socio es hombre o mujer, hipotecas iguales pero distintas y coches que adecuan su precio al sexo del consumidor..


3 ejemplos de impuesto rosa en Mejico:

1. Rastrillos para afeitar: un paquete de 4 rastrillos Gillete Prestobarba 3 tiene un costo de 108 pesos, pero la versión “para ella”, en color rosa, cuesta 2 pesos más. En la marca Bic, el paquete de 4 piezas para hombre cuesta 59 pesos, contra 65 del equivalente para mujer. *

2. Fragancias: la fragancia Carolina Herrera Eau de toilette para dama de 100 ml. tiene un costo de 1550 pesos, mientras que la versión para caballero cuesta 1390. De la misma marca, la fragancia 212 Eau de toilette de 100 ml. cuesta 1390 pesos para mujer y 1330 para hombre.

Más ejemplos que han sido identificados por otros medios de comunicación: desodorantes, cremas faciales, cortes de cabello, analgésicos (con frecuencia, aquellos que se venden para aliviar los dolores menstruales tienen los mismos ingredientes que los demás, pero su costo es mayor), prendas de tallas extras y hasta la tintorería, donde las prendas de las mujeres suelen limpiarse por un precio más elevado.

 El blog de accesorios de lujo The Purseblog se chivaba a sus lectores hace algunos meses de un desequilibrio mayúsculo de estirpe textil.

Una mochila de la firma Valentino se vendía en la sección femenina de unos grandes almacenes por 2.354 euros -revelaba el estudio llevado a cabo por los responsables de la bitácora- y en la masculina de otro centro por 150 euros menos.  
Las características del producto eran idénticas.

Descubrieron también que carteras y mochilas de importantes casa de moda orientadas a mujeres solían marcarse con precios superiores a las que figuran en la sección de caballero, iguales en diseño y habitualmente mucho más grandes. Da igual que en ellas se haya invertido más tela. Que hayan supuesto más recursos durante su proceso de fabricación. El coste, al final, es menor.

En Estados Unidos, donde movimientos feministas ya alertaron sobre una “women tax”


1 ORIGEN DEL MARKETING Y DEL CONSUMO DE MASAS



 El término ‘consumo’ tiene raíces etimológicas tanto inglesas como francesas. En su forma original consumir significaba destruir, saquear, someter, acabar o terminar. Es una palabra forjada a partir de un concepto de violencia y, hasta el presente siglo, tenía tan sólo connotaciones negativas. 
 A finales de los años 20 la palabra se empleaba para referirse a la peor de las epidemias del momento:
latuberculosisEn la actualidad, el americano medio consume el doble de lo que podía consumir a finales de la segunda guerra mundial.
La metamorfosis del concepto de consumo desde el vicio hasta la virtud es uno de los fenómenos más importantes observados durante el transcurso del siglo XX.

 El fenómeno del consumo de masas no se produjo de forma espontánea, ni fue tampoco la consecuencia inevitable de una insaciable naturaleza humana. Más bien al contrario.

Los economistas de fin de siglo observaron que los trabajadores se conformaban con ganar lo justo para vivir y para permitirse algunos pequeños lujos básicos, y que preferían tener más tiempo de ocio en lugar de ingresos adicionales como consecuencia de una mayor cantidad de horas de trabajo.

De acuerdo con los economistas de la época, como, por ejemplo, Stanley Trevor y John Bates Clark, a medida que los ingresos de las personas se incrementaban, su empleo era cada vez menor, provocando, por lo tanto, que cada uno de estos incrementos fuese menos deseable.

 El hecho de que los trabajadores prefiriesen cambiar horas adicionales de trabajo por horas adicionales de ocio se convirtió en una gran preocupación para los hombres de negocios cuyos inventarios de bienes se hacinaban rápidamente en sus plantas de fabricación y en sus almacenes por toda la nación.

 Con un creciente número de trabajadores sustituidos a causa de las nuevas tecnologías, que permitían considerables ahorros de mano de obra, y con los niveles de producción en franco crecimiento, la comunidad empresarial empezó a buscar de forma desesperada nuevas maneras para reorientar la psicología de aquellos que todavía disponían de capital llevándolos a lo que Edward Cowdrick, consultor en relaciones industriales de aquella época, definió como “el nuevo evangelio económico del consumo”.

 La transformación del americano medio de una psicología basada en el consumo, se mostró tarea ardua y difícil. La ética protestante del trabajo, que había dominado el comportamiento del americano de frontera, estaba profundamente enraizada en el comportamiento general. 

La moderación y el sentido del ahorro eran piedras angulares en el estilo de vida americano, parte fundamental de la inicial tradición yankee que había servido como guía maestra para varias generaciones de americanos, así como elemento de anclaje y de arraigo para los inmigrantes recién dedicados a lograr un mejor nivel de vida para sus hijos.

 Para la mayoría de americanos, la virtud del autosacrificio continuaba imperando frente a la trampa del placer inmediato del mercado de consumo
La comunidad empresarial americana se propuso cambiar radicalmente la psicología que había construido una nación —su objetivo  era convertir a los trabajadores americanos desde la postura de inversores en el futuro, a la de consumidores en el presente
Muy pronto, los líderes empresariales se dieron cuenta de que, para lograr que la gente ‘quisiese’ cosas que nunca antes había deseado, debían crear la figura del ‘consumidor insatisfecho’

Charles Kettering de General Motors fue uno de los primeros en pregonar el nuevo evangelio del consumo.  GM ya había iniciado la introducción del cambio de modelo anual en sus automóviles, y lanzó una vigorosa campaña de publicidad diseñada para hacer que los propietarios se sintieran descontentos con el vehículo que ya poseían. 

“La clave para la prosperidad económica”, dijo Kettering, “consiste en la creación organizada de un sentimiento de insatisfacción”. El economista John Kenneth Galbraith lo resumió de forma mucho más sucinta años más tarde, al observar que la nueva misión de las empresas era, fundamentalmente, la de “crear las necesidades y esfuérzate por satisfacerlas”.

El gran énfasis sobre la producción que tanto había preocupado a los primeros economistas a principios de siglo, quedaba súbitamente unido a un nuevo interés en el consumo. En la década de 1920, un nuevo campo se abría, el de la ‘economía de consumo’, ya que un creciente número de economistas centraban sus preocupaciones intelectuales en el consumidor

El marketing, que hasta entonces había jugado un papel secundario en el mundo de los negocios, tomaba un protagonismo inesperado en la nueva situación. La cultura del productor se transformaba de la noche a la mañana en la del consumidor.
El nuevo interés en el marketing reflejaba una creciente consciencia, por parte de la comunidad empresarial, sobre la importancia fundamental del consumidor para el mantenimiento de la economía. El historiador Frederick Lewis Allen resumió esta nueva forma de pensar de la siguiente forma:

 “El mundo de los negocios, por fin, ha aprendido la importancia del consumidor final. A menos que se le convenza de comprar y comprar pródigamente toda la caravana de automóviles de seis cilindros, los aparatos superheterodinos, los cigarrillos, las barras de labios y los congeladores eléctricos, su mercado quedará bloqueado”.

 Extracto de El Fin del Trabajo, de Jeremy Rifkin (1994, 1996 en castellano),  p. 41 -43. box-sizing: border-box; color:  Por ‘el presente siglo’, debe entenderse el siglo XX (N. del E.)


El Nuevo Evangelio del consumo, predicado explícitamente por primera vez en 1927, con la aparición del libro de Edward Cowdrick, “The New Economic Gospel of Consumption”, como Vía de Salvación para vaciar los almacenes de las empresas, atestados a la sazón de mercancías no vendidas a causa de la superproducción propiciada por los avances tecnológicos en máquinas-herramienta, consistió en la revolución económica según la cual el estamento empresarial ya no produciría sólo el objeto a vender sino que inventaría y produciría también el consumidor.

El sector publicitario, ya sea anejo a la empresa industrial, ya sea constituido como empresa independiente, viene a ser literalmente una industria productora de consumidores. 

De esta manera, la publicidad, en cuanto tal industria especializada en la producción del consumidor, se apoderó de la gestión activa del consumo, incorporándolo a la economía productiva. Desde entonces el consumidor ha venido pasando a convertirse, aceleradamente, en un producto más, y hoy, con el auge de la televisión, ha llegado a serlo en un grado inimaginable en 1927.” (Rafael Sánchez Ferlosio, “La hija de la guerra y la madre de la patria”, Eds. Destino, Barcelona 2002, págs. 83 84).----

Los publicistas no tardaron mucho en empezar a modificar sus planteamientos de lanzamiento de productos, pasaron de argumentos de utilización e información descriptiva a reclamos emotivos con diferenciación social y de estatus. El hombre y la mujer corrientes fueron invitados a emular a los ricos, a tomar porciones de riqueza y de prosperidad antes sólo reservadas a la aristocracia empresarial y a la élite social. La ‘moda’ se convirtió en la palabra al uso cuando las empresas y las industrias intentaron identificar sus productos con lo ‘chic’ y lo ‘último’.
Economistas especializados en consumo, como Hazel Kyrk, empezaron a apuntar las ventajas comerciales existentes en la conversión de una nación de gente trabajadora en una de consumidores plenamente conscientes de su estatus. Tal como declaró, el crecimiento requería un nuevo nivel de compras de consumo. “Los lujos para los acomodados”, argumentaba, “deben ser convertidos en necesidades para las clases más pobres”. La superproducción y el empleo tecnológico podían ser mitigados, e incluso eliminados, si tan sólo la clase trabajadora pudiese ser reeducada hacia el “consumo dinámico de bienes de lujo”.
La transformación del trabajador americano en alguien con plena conciencia consumidora era un cambio, cuanto menos, radical. La mayoría de los americanos seguían produciendo en casa sus propios productos para auto-consumo. Los publicistas empleaban cualquier medio a su alcance y cualquier oportunidad posible para denigrar los productos ‘caseros’, promocionando los ‘comprados en la tienda’ y los ‘producidos en la fábrica’.

 Los jóvenes eran objeto de atención especialLos mensajes transmitidos estaban diseñados para que se avergonzasen del uso de productos caseros. El argumento fundamental era, cada vez más, el de lo moderno frente a lo pasado de moda. El temor por quedarse atrasados se mostró como elemento fundamental y como fuerza estimuladora básica para crear los deseos de compra.

El historiador del trabajo Harry Braverman captó el espíritu comercial del momento al afirmar que “la fuente del estatus ya no es la capacidad para crear cosas sino la posibilidad de adquirirlas”.

Nuevos conceptos de marketing y de publicidad, que habían ganado terreno, poco a poco, durante varias décadas, despegaron de pronto en los años 20,reflejando la creciente determinación de la comunidad empresarial a vaciar los almacenes e incrementar el ritmo de consumo para adaptar el mercado a la cada vez más acelerada productividad. 

Las marcas, hasta entonces elemento completamente extraño para el mercado, pasaron a ser algo absolutamente común en la economía americana. Después de la guerra de Secesión, la única marca que se podía ver con cierta asiduidad en las tiendas de ventas generales era el chocolate Baker.
Hasta bien entrado el principio de siglo la mayoría de estas tiendas vendían artículos tan dispares como azúcar, vinagre, harina, clavos y agujas sin marca y a granel.
Los fabricantes estaban ansiosos de dinamizar la colocación de sus productos e impacientes por el lento ritmo de la venta directa de productos de marca por parte de los empleados de las tiendas minoristas y de los almacenes mayoristas.Muchos de los productos eran novedades, por lo que requerían cambios sustanciales en los estilos de vida y en los hábitos alimenticios de los consumidores. La autora Susan Strasser hace un recuento de los diversos problemas a los que tuvieron que hacer frente las diferentes empresas al intentar vender productos que no habían existido con anterioridad y al crear, para ello, necesidades que el mercado nunca antes había percibido

“La gente que antes nunca había comprado copos de avena recibía, de pronto, información sobre lo beneficioso que podía resultar para ellos; los que hasta entonces los habían consumido directamente a granel de la tienda de ultramarinos recibían información sobre las razones por las que deberían preferir Quaker Oats en caja.A la vez también aprendieron cómo los cereales para el desayuno comprados en caja se correspondían con los modernos estilos de vida de la ciudad, adaptándose a las verdaderas necesidades de las personas“.


Así intentan las rebajas engañar a tu cerebro. 14 trucos que debes saber antes de salir de rebajas
Ante un descuento, nuestro cerebro cae rendido. Activa los circuitos del placer y desactiva los controles lógicos. ¿Cómo nos engañan las rebajas?

 1.- El cerebro humano no puede resistirse a un descuento. Ante un precio rebajado se activa el sistema de recompensa del cerebro. Si vemos que un producto costaba antes 10 euros y ahora 7, la ganga es más fuerte que nuestra prudencia o incluso nuestra inteligencia. ¿De verdad costaba 10 antes? ¿De verdad lo necesito? Etc, etc, etc
2.- Además, un precio con descuento rebaja las barreras de control del cerebro, que se “relaja”. Es decir, que nos fiamos más de algo rebajado y no lo sometemos a los mismos controles lógicos que al resto de cosas. 

3.- El 9. ¿Cuántos precios en rebajas no terminan en 9? Y, aunque la lógica nos dice que 9,99 es prácticamente 10, nuestro cerebro lee que es sólo 9. 

4.- Los decimales. Algunos estudios indican que los precios con decimales son más atractivos, y que los consumidores compramos un 25% más los productos con decimales que las cifras redondeadas. Al parecer, los números con decimales captan la atención de los compradores porque el cerebro interpreta que, de alguna manera, están rebajados (si no ¿por qué ese precio tan raro?), aunque no lo estén. 

5.- ¿Dónde está el símbolo del euro? Cada vez es más difícil encontrarlo en las etiquetas de los productos. En Estados Unidos, un estudio de la Universidad de Cornell descubrió que los precios que iban acompañados del símbolo de dólar (por ejemplo, 15,44$) provocaban más rechazo que los que no lo llevaban (en este caso, 15,44).

Varias personas pasan frente a una tienda de ropa en rebajas. 
Varias personas pasan frente a una tienda de ropa en rebajas.
6.- ¿Dónde está el precio? Cada vez en más comercios los carteles de rebajas incluyen el tanto por ciento rebajado (por ejemplo, “rebajado un 60%) y no el precio exacto. ¿Por qué? Porque nos sentimos más atraídos por la rebaja, y no por el número del precio en sí. Si la rebaja capta nuestra atención (otra vez el sistema de placer del cerebro) tendremos más posibilidades de “caer en la trampa” y comprar el producto. 

7.- Cuidado con las cosas muy caras. Son una trampa para que compremos cosas caras. Los comerciantes saben que, colocando un televisor de 3.000 dólares junto a los precios de gama media (900 ó 1.500, por ejemplo) automáticamente nuestro cerebro nos dice que pagar 1.500 euros por un televisor no es mucho. Se llama efecto anchoring. Sucede también en las cartas de los restaurantes. Siempre hay algún plato muy caro, para que el resto nos parezca bien de precio. 

8.- ¿Vale más la pena una rebaja de un 15% o un 15% más de producto? Como cuenta Jorge Alcalde en “Por qué los astronautas no lloran” (ed. Planeta) el cerebro tiende a pensar que son lo mismo. Pero no. El comerciante lo sabe y nos ofrecerá, casi siempre, más producto. Es la opción más ventajosa para él. “Supongamos que el precio de un kilo de café es 6 euros. Si nos ofrecen un 15% de descuento, pagaremos 5,1 euros por kilo. Si nos dan un 15% más de producto, estaremos pagando 5,21 euros por kilo”, explica Alcalde.

9.- Ayyy esas rebajas que terminan en unas horas y que despiertan nuestro primitivo instinto del miedo. Sí, miedo. “Esta táctica apela al instinto básico de agarrar lo que está disponible, porque si no, nos quedamos sin nada”, explicó al WSJ el profesor de la Universidad de California Noah Goldstein. 

10.- Ese “Desde” con letra ilegible. Vale, compramos una camiseta que nos ha gustado, de un perchero en el que está marcado, con un número bien grande, 5,99 euros, pero cuando vamos a pagar –y hemos hecho una cola de 15 minutos en la caja- resulta que cuesta 6,50. Nos enfadamos, protestamos, pero la dependienta nos dice que en el cartelito del precio ponía “desde”. Camisetas “desde” 5,99. En la mayoría de casos nos la llevaremos igual. (Y lo mismo sucede con el “hasta”: descuento “hasta” un 75%). 

11.- “Compre ahora y llévese un descuento del 40% para mañana”. Genial, pensamos, compramos la mitad ahora y la otra mitad mañana, con el ticket descuento. Pero, en realidad, mañana, al regresar al comercio, no compraremos sólo lo que nos había quedado pendiente, sino algo más. 

12.- “Límite dos unidades por persona”. ¿Por qué sólo dos?, piensa nuestro cerebro, que automáticamente interpreta que la oferta es tan buena, tan buena, tan buena, que el comerciante tiene que poner un límite. Y, claro, nos llevamos las dos unidades, cuando ni siquiera habíamos pensado comprar ninguna. 

13.- Me faltan 10 euros de compra para llevarme unos calcetines gratis. Y, claro, buscamos algo que cueste ese dinero –o un poco más- para llevarnos unos calcetines que quizá no necesitemos –o que ni siquiera nos gusten-. Pero el ansia de recompensa, de conseguir algo “teóricamente” regalado y gratuíto, puede más que nuestra lógica. 


14.- RECUERDA: cuanto más creemos que es una ganga, más nos gusta y más activa el cerebro las áreas relacionadas con el placer y más “desactiva” las áreas relacionadas con el control y la lógica. Sabemos que nos engañan, pero no podemos evitarlo.

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 2 MANIPULACION SUBLIMINAL 

Lucía Sutil Martín es doctora en Psicología, especialista en Psicoterapia Psicoanalítica y máster en Estudios Freudianos. Ha sido profesora en la Universidad Carlos III y ha dirigido proyectos de investigación patrocinados por organismos públicos y privados. En la actualidad, compagina su trabajo como psicoterapeuta con la docencia en la Universidad Rey Juan Carlos, en el Departamento de Economía de la Empresa.
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Desde hace más de veinte años trabaja con víctimas del terrorismo, acompañándolas en los distintos procesos psicológicos desde el día después del atentado hasta su reincorporación a la vida cotidiana, con el objetivo de ayudarlas a reaprender a vivir con lo sucedido.


"No se me ocurre ninguna circunstancia en la que la publicidad no sea un mal"

Arnold Joseph Toynbee


La publicidad subliminal lo que busca, es llegar a ese subconsciente para poder programarlo, a través de estímulos que apelan al sexo entre otras cosas, por el impacto emocional que estos provocan. También se utilizan complementos o estímulos que no hacen referencia ni a la muerte ni a lo sexual pero que responden a los intereses de quienes están manipulando con fines comerciales.

Lo que diferencia a la publicidad subliminal de la corriente es que el estímulo que transmiten no se ve, pues si el estímulo se ve, deja de ser subliminal y ahí ya sería publicidad que solicita al nivel consciente de la mente(a diferencia de la publicidad subliminal) por medio de lo sexual, corriente bastante común en la publicidad de hoy en día.

Por ejemplo, en esta imagen podemos encontrar que las líneas que simulan luces de neón, al juntar dos latas del refresco Pepsi, forman la palabra SEX.


Es ya sabido que una de las fuerzas más poderosas para mover a las personas y a los grupos sociales es la satisfacción sexual. La publicidad ha estudiado la relación que existe entre el impulso sexual y el consumo y aplica sus conocimientos hacia el objetivo de producir ventas. 


Esta otra imagen es un claro ejemplo de ello.




Armados de pupilas fotográficas, nos sacan en un pestañeo nuestro perfil de consumidor ¿Otra violación a la privacidad?


La edad, el sexo, la etnia del visitante y la hora en la que entró al local. Estos son algunos de los datos que conforman el perfil que puede llegar a armarse con las imágenes que toman los “maniquíes-espía”, información que luego será evaluada por los dueños del lugar.

Este tipo de armazones “inteligentes” ya están a la venta y fueron confeccionados para analizar las reacciones de las personas que pasan por delante de los comercios, y así ayudar a las casas de alta costura a delinear sus estrategias de venta más efectivas.

Sin embargo, ya son varios los que alzaron su voz de protesta con el argumento de que una tecnología de estas características viola el derecho a la privacidad de los clientes. Los maniquíes inteligentes fueron construidos en forma conjunta por la empresa Kee Square, vinculada a la Universidad de Milán, y la compañía de venta de maniquíes italiana Almax.
 ... mostrándose como una revolucionaria herramienta de mercadeo para la industria de la moda.
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"Sólo unos pocos acertarán a sospechar e incluso comprender lo que realmente sucede. 
Pero a esa gente la situaremos en una posición de indefensión, ridiculizándolos, encontrando la manera de calumniarlos, desacreditarlos y señalarlos como desechos de la sociedad. 
Haremos parecer chabacanos los fundamentos de la moralidad, destruyéndolos. Nuestra principal apuesta será la juventud. 
La corromperemos, desmoralizaremos, pervertiremos […]».

Allen Wels Dulles
Extracto del libro The Craft of Intelligence [El arte de la Inteligencia, 1963].
Dulles fue director de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos [CIA] entre 1953 y 1961.


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Otra forma de usar lo mas humano y sensible para vendernos y en el fondo embrutecernos - de MAD MEN :


Del 'shopperlab' al 'eyetracking'

las nuevas fórmulas para captar al cliente

Consumidora con las gafas del 'eye tracking' en el shopperlab de Henkel | Henkel IbéricaConsumidora con las gafas del 'eye tracking' en el shopperlab de Henkel | Henkel Ibérica
  • Se ha comprobado que con carros más grandes el consumidor compra más
  • Los 'shopperlabs' recrean una tienda con sus diferentes lineales
  • Las gafas de 'eyetracking' permiten saber a qué miramos en una tienda
  • La parte subconsciente no es accesible en una entrevista en profundidad

El universo de los estudios de mercado cada día está más cerca de conocer completamente al consumidor. 

Las empresas consiguen descubrir comportamientos que ni siquiera nosotros sabemos que tenemos.
Si antes lo conseguían gracias a encuestas telefónicas, entrevistas, reuniones, observaciones a través de cámaras...hoy una nueva oleada de técnicas están permitiendo a los expertos del llamado 'marketing' a dar un paso decisivo hacia quien debe ser su fiel amigo: el cliente.

Entre las innovaciones destacan: los 'shopperlabs' o recreaciones de tiendas, el 'eyetracking' o gafas que permiten saber qué mira el consumidor o encuestas online a muestras de hasta 300.000 clientes.

De este modo, alcanzan a determinar realidades como que al entrar a un supermercado, los consumidores solemos girar hacia la derecha, lugar en que muchas marcas, por tanto, se 'pelean' por situar sus productos.

También han descubierto que la parte racional del cliente es la que hace la lista de la compra para controlar qué adquiere, en un momento en que, con la crisis, se ha vuelto mucho más precavido. No obstante, la parte emocional sigue estando ahí y es de lo que se valen algunas grandes superfícies que han visto incrementadas las ventas gracias a un simple aspecto: 
carros ligeramente más grandes.

Asimismo, el consumidor decidirá si entra o no en una tienda, altamente influido por el escaparate. Si le hace pararse, quizás opte por investigar en su interior y estará, así, más cerca de la experiencia de compra. Experiencia que, en el 60% de los casos, se decide frente a la estantería y en pocos segundos.

Todas estas conclusiones han sido extraídas a través de los cada vez más evolucionados estudios de agencias o departamentos de marketing.
En concreto, Optimum, Sondea, Henkel y Nielsen, que ayudan a las empresas a adaptarse al comportamiento de los consumidores para fomentar que se establezca una relación de beneficio mutuo.

Un paso más allá

Como en todo, la tecnología también ha desembarcado en el mundo del marketing. De este modo, permite a los profesionales del sector un conocimiento más exhaustivo de las reacciones de los consumidores.

"Sin duda la revolución digital ha provocado más cambios en el consumidor que los que se produjeron en el último siglo" ya que "tiene más voz y las empresas tenemos que escuchar lo que nos están diciendo" asegura Almudena Román, directora de marketing de ING DIRECT.
Gafas de 'eye tracking' | HenkelGafas de 'eye tracking' | Henkel
Una de las últimas innovaciones en el campo han sido los 'shopperlabs' que son "una herramienta que recrea los lineales de un comercio real, diseñado para entender el comportamiento de los consumidores en un entorno de compra" afirman desde Henkel.

El estudio consiste en observar cómo reaccionan las personas ante diferentes ordenaciones en los productos, cuánto tiempo están delante de cada expositor, si llama la atención un determinado envoltorio o la decoración del establecimiento.

Según María Ángeles Zabaleta, experta de Nielsen y responsable de estudios Shopper para Iberia y Francia, estos lugares "son el futuro" ya que permiten "trabajar en concreto", alejándose de generalizaciones.

La compañía tiene tres 'shopperlabs': uno en Singapur, otro en Sydney y otro en Dubai. Por su parte, Henkel acaba de instalar uno en Barcelona.

Henkel, Nielsen o ING DIRECT también han introducido en sus estudios el 'eye tracking'. Esta técnica, que consiste en unas gafas, permite saber con exactitud hacia dónde dirige la mirada el consumidor cuando entra en contacto con la tienda y sus lineales.

"Se saca una foto que evidencia dónde se miró más, tanto en tiempo como en número de veces" afirma Andrea Bastoni, de Henkel. Es decir, es posible saber si primero mira la etiqueta con el precio o el aspecto físico del producto.

Encuestas y bitácoras online: aquí y ahora

Otro de los avances ha venido de la mano de las encuestas online, en las que la agencia Sondea es experta. La empresa realiza estudios de mercado para compañías como Coca-Cola, Vodafone, Telepizza o L'Oréal a través de cuestionarios en la red, que pueden responderse a través del ordenador, el móvil o la tableta.
Las encuestas online permiten enviar los resultados a tiempo real a la empresa interesada
Esta técnica permite realizar "encuestas a muestras de hasta 300.000 personas e ir incluyendo los datos a tiempo real para comunicárselos de inmediato a la empresa interesada" explican en Sondea. La introducción de elementos multimedia para que el encuestado interactúe y la menor presión ante la ausencia de un entrevistador directo son algunas de las ventajas que apunta David Martín, director de investigación de la agencia.

Dentro de este modelo de estudio, en Nielsen hablan de la posibilidad de "geolocalización para así enviar las preguntas al 'smartphone' cuando se está realizando la compra".

Otro método creado en los últimos años, y mencionado por dicha compañía, son las tiendas virtuales que funcionan a modo de videojuego.

El departamento de marketing de ING DIRECT señala:
"Cada blog y cada red social son sin duda espacios que dan voz al consumidor y para nosotros es vital recoger su feedback e incorporarlo como aprendizaje". Tanto es así, que la entidad selecciona, en ocasiones, las muestras de estudio llamando a los consumidores a participar a través de Facebook.

Largo camino por recorrer

La razón de ser de estos nuevos estudios pasa por el mayor conocimiento de uno de los aspectos fundamentales en la experiencia de compra: 

el subconsciente

 Y es que, en Henkel explican que estas técnicas permiten conocer "los impactos visuales que llegan al cerebro de un comprador, y que no necesariamente sabría transmitir en una entrevista en profundidad".

Uno de los retos que menciona la empresa, y también destacado por el departamento de marketing de ING DIRECT, es seguir investigando en el 'neuromarketing' que pretende, mediante técnicas psicológicas, descubrir el mapa mental de marcas y productos que existe en la mente del consumidor.
Las nuevas técnicas permiten el conocimiento del subconsciente, imposible con las tradicionales
Otro de los aspectos que explica Andrea Bastoni, de Henkel, es la posibilidad, a través de este nuevo marketing, de sortear el llamado 'efecto cortesía' que se suele dar en encuestas o entrevistas. Este fenómeno es "típico del sur de Europa. Los clientes no te dan caña cuando les preguntas por tu producto".

Asimismo, el banco holandés ING DIRECT cree que uno de los principales retos es "la adaptación a nuevos canales" así como "adecuar la forma en la que comunicamos nuestros mensajes" a través de blogs, Youtube o redes sociales.

Es por ello que, de manera cada vez más creciente, las empresas invierten una mayor cantidad de dinero en estudios de mercado. Una práctica que se vuelve un reto pendiente "para el pequeño comercio español" tal y como señala David Galve, de la agencia Optimum.

Además Galve añade "el marketing no son trucos ni engaños???, eso solo te garantiza una compra" sino que "consiste en observar las conductas de los consumidores para acercarte a ellos de la manera correcta".

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Es bien sabido que el olor afecta poderosamente la manera en que pensamos y procesamos la información.
Numerosos estudios han demostrado que los olores desencadenan todo tipo de cambios cognitivos en los seres humanos, y que pueden ser utilizados por las empresas o por el gobierno para influir en las poblaciones e incluso dominar a aquellas personas que no encajan en los moldes de comportamiento y pensamiento comúnmente aceptados.
Un estudio de 2011 publicado en la revista Sensors, explica cómo la exposición intencionada a determinados olores influye en el funcionamiento del cerebro, produciendo alteraciones en el estado de ánimo, los pensamientos y la capacidad de comprensión.
Al igual que los medicamentos, los olores contienen propiedades farmacológicas únicas que penetran en el torrente sanguíneo tras la inhalación, traspasando la barrera sangre-cerebro y desencadenando cambios cognitivos.
Miles, sino millones de aromas sintéticos están siendo utilizados actualmente por las empresas con el fin de manipular al público a la hora de comprar sus productos.
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Por ejemplo, durante la temporada de Navidad, en los centros comerciales, es frecuente el uso de esencias de sidra de manzana y de aromas de pino para atraer a los clientes y conseguir que compren más productos.
Otros productos de cuidado personal, ambientadores, detergentes para ropa y muchos otros productos de consumo también contienen aromas formulados y diseñados específicamente para conseguir que los clientes vuelvan a comprarlos.
En estos ejemplos anteriormente expuestos, los olores se utilizan para atraer a los compradores con el fin de ampliar los beneficios empresariales.
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Pero, ¿existe la posibilidad de utilizar los olores como armas, para inhibir el pensamiento crítico de las masas o para deprimir el estado de ánimo de una persona?
La ingeniería olfativa está siendo utilizada para este tipo de propósitos nefastos, algo que la mayoría de la gente ni siquiera es capaz de percibir.
Las feromonas, por ejemplo, son disparadores químicos liberados de forma natural por los insectos, los animales y las personas, que pueden ser utilizados para alterar aspectos como el hambre o el deseo sexual.
Si se utilizan como arma, las feromonas pueden ser liberadas con el fin de atraer a un grupo de personas hacia un lugar específico para realizar una emboscada, por ejemplo, o para crear el caos en un lugar determinado.
Desde un punto de vista cognitivo, ciertos olores manufacturados han demostrado inducir emociones negativas. Los malos olores, que pueden incluir muchos olores sintéticos diseñados para imitar a los de verdad, pueden afectar al rendimiento mental en tareas como la lectura y la aritmética. Otros olores pueden inducir a la fatiga o a nublar la mente, lo que conduce a un estado de sedación y en algunos casos de indiferencia.
“Los olores están siendo manipulados para alterar el estado cognitivo, los comportamientos y los estados de ánimo”, sostiene el informe publicado en la revista Sensors.
“La calidad de la memoria, trabajos de memorización, memorizar palabras, la memoria espacial, la memoria de trabajo numérico, todas ellas pueden verse afectadas por olores, y la velocidad a la hora de recordar datos o imágenes puede ser influenciada por la introducción de olores determinados”
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Fragancias naturales, como por ejemplo aceites esenciales, por otra parte, pueden ser utilizadas para contrarrestar los efectos perjudiciales de la ingeniería olfativa.
Dependiendo del tipo y la combinación, los aceites esenciales han demostrado afectar positivamente aspectos como la memoria, la percepción del dolor, la capacidad en la toma de decisiones, el estado de alerta y los niveles de energía.
El aroma de Lavanda, por ejemplo, se ha demostrado efectivo a la hora de reducir el estrés y la ansiedad, y también puede ayudar a promover un estado de relax antes de dormir. El aroma de la Hierbabuena y el Romero, por otro lado, a menudo se utilizan para aumentar los niveles de energía y mejorar el estado de alerta.
“Se concluye que las propiedades farmacológicas de los olores pueden inducir cambios en la cognición”, explica el estudio, agregando que “los olores se pueden utilizar como claves contextuales para la cognición, el comportamiento y el estado de ánimo”

Fuentes:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov
http://www.nonaiswa.org

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 TRUCOS DE LOS SUPERMERCADOS PARA PROVOCAR  CONSUMO INNECESARIO

Una prenda de ropa en las estanterías de un establecimiento y  un paquete de chicles al lado de la caja de una gasolinera no es fruto del azar, lleva detrás una estrategia comercial, de marketing y «merchandising» apabullantes. Es pura ciencia. Muchas veces creemos que son trucos para que los consumidores piquen y aumenten sus compras. Lo que es cierto.

 En este juego por captar la atención de los consumidores ha entrado un nuevo competidor: las redes sociales. Twitter, Instagram, Facebook... e internet en general está dando un vuelco a los escaparates, tendencias y técnicas de venta de toda la vida, sobre todo en el sector textil y tecnológico.

Por ahora, la venta en hipermercados, supermercados, en los establecimientos de siempre no se ha visto muy afectada por este fenómeno.

«Solo el 1,3% de la población compra online en el gran consumo.

 Con lo cual la venta en tienda real es todavía muy importante. Es un canal de confianza para frescos, la gente quiere ver la caducidad, estado...», comenta Ángela López, directora de Iniciativas Estratégicas de la consultora Nielsen.

El arte de poner los productos en los lineales de los establecimientos de gran consumo se conoce como «merchandising».

«Hay que ser atractivo y visible, pero también funcional», sostiene López. Y que nadie se engañe, por mucho que llevemos la lista de la compra en papel o en el móvil apuntada desde casa, pensada y repasada (solo lo hace entre el 15 y 20% de los consumidores), «la compra por impulso sucede», afirma López.
El 65% de las compras se deciden en el punto de venta. «Cada producto se la juega en 5 segundos», dice, que es el tiempo que una persona tarda en decidirse por un artículo que no tenía previsto.

Una persona tarda cinco segundos en dedicirse por un producto que no tenía previsto adquirir
Y eso lo saben marcas, fabricantes, distribuidores, establecimientos... Por eso, la colocación de un lineal se estudia muchísimo y se representa en los planogramas.
«Son estrategias en el punto de venta que, más que trucos que nos intentan engañar, tienen sentido común y su lógica», explica López.

Por ejemplo, las pescadería, charcuterías o carnicerías que dispensan productos frescos se suelen instalar al fondo del establecimiento, entre otros motivos, porque necesitan un almacén para guardar la mercancía. No obstante, esto también guarda su estrategia: el consumidor recorre todos los pasillos del súper. «Y entonces puede comprar por capricho o ver algún producto que ha olvidado y recordar que lo tiene que comprar», señala López.

Las ténicas de venta

Tradicionalmente los lineales responden a cuatro preceptos:
«Que el producto esté, que no haya roturas de stock, en una gama razonable de sabores, colores, variedades... y que haya suficiente para responder a las demandas del consumidor.

Es decir, que haya surtido y que esté visible y accesible. Las promociones también es otra palanca para la venta», explica Javier Scherk, director general de Winche Redes Comerciales, una empresa dedicada a la externalización de la fuerza de ventas y en la gestión del punto de venta.
Claro que existen técnicas para vender más.
Las zonas más frías y calientes en un lineal están situadas por debajo de las rodillas (incómodo para el adulto, pero ideal para colocar productos infantiles que los niños cuelan en la cesta, o para los productos más pesados), en el extremo superior (también resulta más inaccesible) y a la altura de la mano y de los ojos. Estos dos últimos espacios son los estrella. De ahí, que se sitúen los productos con más intención de vender.

El 65% de las compras se deciden en el punto de venta.
«En los híper los pasillos grandes y centrales son zonas de mucho tráfico que desahogan, lugares idóneos para instalar islas con productos fáciles de coger y llevar al carro», cuenta Ángela López.

Al extremo de los lineales se les conoce como las cabeceras de góndolas, ideales para promociones según la temporalidad: por ejemplo, turrones en Navidad y bronceadores en verano.

Se estudia hasta el número de variedades de un producto que se colocan de cara. Todo se tiene en cuenta: los fines de semana la rotación en tiendas es muy alta; el tipo de compra (de urgencia, de reposición, para un evento...)... «La misión de compra, el propósito último del consumidor, también condiciona la colocación de los productos en el establecimiento», asegura López.
Estrategias, técnicas de venta... Pero al final, como subraya Alberto Alcalde, profesor de ESIC, «la colocación de la mercancía se negocia entre las marcas quieren vender más, tienen su estrategia, y el distribuidor quiere optimizar sus metros cuadrados, colocar en la mejor zona aquellos productos que más margen le dan».

Internet entra en juego

Hoy día hay que contar con otro competidor: internet, que si bien no afecta tanto al gran consumo, sí lo está haciendo a la forma de vender textiles y productos tecnológicos.
«El consumidor se documenta e informa en internet. Conoce las bondades del producto antes de ir a la tienda. Eso obliga a los puntos de venta a teatralizar el momento de la compra, a generar un entorno con una experiencia de compra más agradable y seductora», sostiene Scherk.

Son dos canales que se complementan. «Los consumidores —afirma— nos volvemos tan ricos que incorporamos nuevas formas y no mueren las anteriores».
Y ya no sirve solo la luz, el color o un hilo musical para generar una agradable experiencia de compra. «El paso que deben dar fabricantes y distribuidores pasa por una experiencia inteligente, visual y sensorial en la tienda. Explicar muy bien el producto, tener un lineal claro, conciso, fáciles de leer, fácil de identificar...Sin sobreactuar, porque ahora capturar el ojo se juega en las redes sociales, donde el producto tiene más posibilidades de ser visto y de ser experimentado en redes como Instagram y YouTube», defiende el profesor de ESIC.


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17 agosto 2013

La verdadera razon de la crisis mundial

Desde el asesinato del los hermanos KENEDY : VUELVE LA SOCIEDAD DE CLASES:

El que fue antiguo  IMPERIO BRITANICO - representado hoy en la RESERVA FEDERAL y los poderes financieros privados - ha tomado el control del planeta y han planificado empobrecerlo y eliminar  brutalmente la poblacion mundial.

Una sociedad de clases con la filosofia de eliminar  la dignidad del individuo , incluida su autonomia, su trabajo y su valia.. Un "ganado" que hay que llevar ....


 EL IMPERIO BRITANO - AMERICANO

"Al destruir un país tras otro, el imperio está ganando. Un país devastado tras otro ha dejado claro que cualquier país que aplique políticas soberanas independientes y realice intentos de mejorar su propia posición y mejorar el estado de su pueblo se convierte en un objetivo para el Imperio"
El Dr. Michael Parenti, en una entrevista con la Voz de Rusia; "... cualquier líder que utilice los recursos y la mano de obra, y la sustancia de su país para el bienestar y el desarrollo de ese país es visto como alguien que es malo, tiene una agenda oculta, hostil hacia los Estados Unidos y es hostil hacia Occidente. 
" Un término que significa realmente  
la plutocracia occidental.  
Ucrania es un ejemplo perfecto después de haber elegido el camino de la mejora económica que no incluye a los EE.UU. / UE / OTAN, y los activos respaldados por EE.UU. encontramos la"revolución de color", que se han quedado en el lugar y están siendo activados para provocar una nueva revolución de color y más agitación en el país.  


13 agosto 2013

OBSOLESCENCIA PROGRAMADA - Derroche inutil de trabajo , tiempo y materiales


La esclavitud humana, 
mas actual que nunca.


"Hay que tener a la gente trabajando antes que descansando: 
que abran y cierren zanjas todo el dia, asi les damos sus puestos de trabajo que tanto ....necesitan"  - Keynes

En los años 60 y 70 se prometia para el 2000 una sociedad del ocio en el que bastaria trabajar 3 o 4 dias a la semana para solventar todas las necesidades del hombre y éste podria "realizarse" en multiples actividades - hobbies , artes ... para su desarrollo personal.....CALIDAD DE VIDA ......TIEMPO LIBRE pero..



OBSOLESCENCIA PROGRAMADA

"LOS MEJORES INGENIEROS AL SERVICIO DE LA REdUCCION DE  LA CALIDAD de los PRODUCTOS" 

“Lo que hace grande a este país (EEUU) –llegó a decir el gerente de la agencia publicitaria BBDO,  una de las más grandes del mundo– es la creación de necesidades y deseos, la creación de la insatisfacción por lo viejo y fuera de moda”.  O sea consumir sin límites…

                                   
Más audios en Onda Cero

Hace mucho tiempo, los productos de consumo se fabricaban para durar.

Pero hacia la década de 1920, un grupo de empresarios se dieron cuenta de que cuanto más duraban sus productos, menos dinero ganaban ellos. y menos tiempo pasaban las personas comprando.

Y así nació lo que se llama la obsolescencia programada, la reducción deliberada de la vida de un producto para incrementar su consumo. Desde entonces, los fabricantes han diseñado sus productos para fallar.

La realizadora Cosima Dannoritzer (”Si la basura hablase”) se hace eco en esta película documental de una de las prácticas que se han convertido en la base de la economía moderna (muchos especialistas incluso consideran que tuvo un papel fundamental para acabar con la Gran Depresión).

La producción viaja a Francia, Alemania, España y los Estados Unidos para investigar la obsolescencia económica y plantea alternativas a la dificultad de seguir adelante con el consumo ilimitado de recursos y tiempo.

COMPRAR - TIRAR - COMPRAR

Parte 1/4
Parte 2/4
Parte 3/4 EL CASO DE IPOD Y SU BATERIA DE CORTISIMA DURACION
Parte 4/4 tecnica CRADLE TO CRADLE y DECRECIMIENTO

EL AÑO QUE VIENE SE "LLEVARA" EL COLOR NARANJA. VETE TIRANDO LA ROPA "ANTIGUA". .... obedece


REPAIR CAFEs

El cártel Phoebus
la obsolescencia programada
Phoebus y la obsolescencia programada
La obsolescencia programada (o planificada) está asociada a un nombre: Phoebus.

Y su nacimiento está asociado a un producto muy específico: las bombillas.  
Phoebus era oficialmente una empresa de procedencia helvética llamada “Phoebus S.A. Compagnie Industrielle pour le Developpement de l’Eclairage”, pero en el fondo se trataba de un cártel, el cártel Phoebus.

El cártel redujo la competencia en la industria de las lámparas incandescentes durante unos 15 años, y fue sido acusado de haber prevenido avances en la tecnología que podrían haber llevado a la producción de bombillas de una duración mayor.

Lo que en la vida real se tradujo en la limitación a 1.000 horas útiles de las lámparas de incandescencia. Cualquier producto que sobrepasase este umbral de uso se arriesgaba a una penalización por no acogerse a esta normativa.

Osram, Philips, Tungsram, Associated Electrical Industries, Compagnie des Lampes, International General Electric, Lámparas “Z”, España y el GE Overseas Group eran miembros del cártel Phoebus. Todas estas empresas eran propietarias de un paquete de acciones en la empresa suiza proporcional a las ventas de sus productos.

Aparentemente, el cártel dejó de funcionar en 1955, pero esta iniciativa fue un estupendo aliciente para que muchos otros fabricantes se animaran a ponerle una caducidad a lo que vendían. Y es algo que, por desgracia, llevamos arrastrando desde entonces y que nos lleva a adquirir nuevos productos en lugar de pensar en repararlos, como ocurre en países en vías de desarrollo.

Empiezan a surgir movimientos preocupados por luchar contra la obsolescencia programada, empeñados en fabricar productos de larga duración, con menor impacto ecológico (transporte, logística, recambios, contaminación…).

Uno de ellos es Warner Philips y su proyecto Lemnis Lighting, desde donde venden bombillas de larga duración (25 años de uso) a un precio muy ajustado.

Como curiosidad, la ciudad de Livermore en California ostenta el récord de poseer la bombilla más longeva del mundo.

Se colocó en 1901 en una estación local de bomberos y cada año recibe un contundente homenaje. Es la bombilla que ilustra este post.
La bola extra, para quien tenga algo de tiempo libre, la dejo para este documental que habla con pelos y señales sobre este tema: La Obsolescencia Programada. Me lo disfruten.

 ¿qué sucedería si no fuese necesario reponer nunca los aparatos que usamos a diario?
 
  1. Me permito sugerir la lectura de este artículo en el último número de Rolling Stone. http://www.rollingstone.com/music/news/marx-was-right-five-surprising-ways-karl-marx-predicted-2014-20140130

  2. Creo que deberías leerte esto:
    http://naukas.com/2013/05/06/obsolescencia-programada-a-debate-parte-1/
    http://naukas.com/2013/05/14/obsolescencia-programada-a-debate-parte-2/

resumen documental:

Baterías que se 'mueren' a los 18 meses de ser estrenadas, impresoras que se bloquean al llegar a un número determinado de impresiones, bombillas que se funden a las mil horas... ¿Por qué, pese a los avances tecnológicos, los productos de consumo duran cada vez menos?

Rodado en Catalunya, Francia, Alemania, Estados Unidos y Ghana, Comprar, tirar, comprar, hace un recorrido por la historia de una práctica empresarial que consiste en la reducción deliberada de la vida de un producto para incrementar su consumo porque, como ya publicaba en 1928 una influyente revista de publicidad norteamericana, "un artículo que no se desgasta es una tragedia para los negocios".

El documental,  es el resultado de tres años de investigación, hace uso de imágenes de archivo poco conocidas; aporta pruebas documentales y muestra las desastrosas consecuencias medioambientales que se derivan de esta práctica. También presenta diversos ejemplos del espíritu de resistencia que está creciendo entre los consumidores y recoge el análisis y la opinión de economistas, diseñadores e intelectuales que proponen vías alternativas para salvar economía y medio ambiente

  En 1911 un anuncio en prensa española destacaba las bondades de una marca de bombillas con una duración certificada de 2500 horas. Pero, tal y como se revela en el documental, en 1924 un cártel que agrupaba a los principales fabricantes de Europa y Estados Unidos pactó limitar la vida útil de las bombillas eléctricas a 1000 horas. 

Este cártel se llamó Phoebus y oficialmente nunca existió pero en Comprar, tirar, comprar se nos muestra el documento que supone el punto de partida de la obsolescencia programada, que se aplica hoy a productos electrónicos de última generación como impresoras o iPods y que se aplicó también en la industria textil con la consiguiente desaparición de las medias a prueba de carreras.

Consumidores rebeldes en la era de Internet

A través de la historia de la caducidad programada, el documental pinta también un fresco de la historia de la Economía de los últimos cien años y aporta un dato interesante: el cambio de actitud en los consumidores gracias al uso de las redes sociales e Internet. El caso de los hermanos Neistat, el del programador informático Vitaly Kiselev o el catalán Marcos López, dan buena cuenta de ello.


África, vertedero electrónico del primer mundo
El Roto
Este usar y tirar constante tiene graves consecuencias ambientales. Tal y como vemos en este trabajo de investigación, países como Ghana se están convirtiendo en el basurero electrónico del primer mundo. Hasta allí llegan periódicamente cientos de contenedores cargados de residuos bajo la etiqueta de 'material de segunda mano' y el paraguas de una aportación para reducir la brecha digital y acaban ocupando el espacio de los ríos o los campos de juego de los niños.



La batidora, «cinco años»; la tostadora, «con suerte llegará a tres»; los electrodomésticos de marcas blancas, «imposibles de reparar muchas veces porque es imposible localizar la pieza»... Más argumentos para hacerle desistir de la reparación. 

Conrado Martínez, gerente de Reparaciones Servat, tiene en mente la duración de muchos productos y los enumera con soltura. Mientras tanto, en Cuba, los mismos coches de los años cincuenta atraviesan La Habana de uno al otro lado desde hace décadas
Basta hacer turismo por la isla para comprobar que las averías predeterminadas no son cosa del destino.

Lavadoras con muerte anunciada

Ordenadores desechados en un punto limpio de Madrid. / santi burgos




En el centro de reparación de Koopera, un grupo de cooperativas sin ánimo de lucro del norte de España, casi no se reparan frigoríficos. “No vale la pena. La mayoría llegan con fugas de gas que no podemos localizar porque las tuberías están incrustadas dentro de los muebles, y cada vez es más difícil desmontar los muebles. Hace años se podía llegar a cualquier pieza, pero ahora son todo obstáculos”, explica Txelio Alcántara, técnico del taller. “También es cada vez más difícil arreglar aparatos pequeños. Les ponen tornillos de seguridad, que solo giran para cerrar, y ni siquiera podemos abrirlos”.

Cafeteras, máquinas de afeitar, secadores de pelo, microondas, frigoríficos, lavadoras, ordenadores... Miles de aparatos acaban en la basura antes de tiempo porque es demasiado caro repararlos, por falta de repuestos o porque no hay modo de desmontarlos. Es una forma reconocida de obsolescencia programada, una manera de acortar la vida de un producto antes de que se desgaste. Un caso sonado fue la demanda colectiva a la que tuvo que enfrentarse Apple en 2003 por no ofrecer baterías de recambio para sus reproductores MP3. Los demandantes, tras probar que las baterías se estropeaban antes que el aparato, ganaron el juicio y obligaron a la empresa a fabricar repuestos.

Muy pocas veces han llegado casos como este a los tribunales. La obsolescencia programada, al fin y al cabo, está asumida como un mal necesario para estimular el consumo. Pero la crisis está cambiando las conciencias y cada vez son más las voces que recuerdan que la necesidad mantener una tasa mínima de renovación de productos no significa que haya que aceptar abusos. Además, genera toneladas de residuos que podrían evitarse. Finalmente, un país ha dado un paso al frente:
la Asamblea francesa acaba de aprobar, dentro de la Ley de Transición Energética, multas de hasta 300.000 euros y penas de cárcel de hasta dos años para los fabricantes que programen la muerte de sus productos. La norma, que aún debe ser ratificada en el Senado, no solo es relevante por las sanciones que establece, sino porque es la primera vez que una legislación reconoce la existencia de la obsolescencia programada.

“Estas técnicas pueden incluir la introducción deliberada de un defecto, una debilidad, una parada programada, una limitación técnica, incompatibilidad u obstáculos para su reparación”, reza el texto. Solo hubo un intento normativo anterior en 2011, en Bélgica, cuando el Senado aprobó una resolución que pedía al Gobierno que prohibiera esta práctica, pero nunca llegó a elaborarse una ley.


Francia prevé multas de hasta 300.000 euros y dos años de cárcel
La norma francesa recoge todas las variantes de obsolescencia programada, pero su aplicación no va a ser fácil. ¿Cómo demostrar que se ha introducido un defecto “deliberadamente”? La industria, de hecho, siempre ha negado esa supuesta “premeditación”, pese a que es evidente que los electrodomésticos han acortado su vida útil en las últimas décadas. Un reciente estudio encargado en Francia por el Centro Europeo del Consumidor recopila varias muestras. Por ejemplo, los antiguos televisores de tubos podían durar hasta 15 años, mientras que los actuales no pasan de 10. “Y ocho de cada 10 lavadoras tienen cubetas de plástico, en vez de acero inoxidable, que pueden romperse con el golpe de una moneda”, prosigue el estudio. Los fabricantes insisten en que el acortamiento no es deliberado, sino que se debe a la exigencia de que los productos sean más eficientes y más baratos.

Europa está empezando a abordar el problema. El Comité Económico y Social Europeo (CESE), órgano consultivo de la UE, aprobó hace un año un dictamen que exige la prohibición total de la obsolescencia programada. “Si tiráramos menos cosas a la basura, tendríamos que reparar más y se crearían miles de empleos”, afirmó Jean-Pierre Haber, ponente del dictamen, para rebatir el argumento de que la renovación es necesaria para mantener la economía.

El dictamen propone también medidas para combatir esta práctica no solo desde la prohibición. “Más allá de que pueda haber un chip maquiavélico programado para que un aparato deje de funcionar, algo que sucede en contadas ocasiones, proponemos tres líneas de acción. Por un lado, que las empresas faciliten la reparación. En segundo lugar, campañas de sensibilización para combatir la obsolescencia estética; es decir, la constante renovación de productos sin desgastar, sobre todo ropa y teléfonos, al dictado de las modas. Y por último, la implantación de un sistema de etiquetado de durabilidad para que el consumidor pueda decidir si prefiere un producto barato u otro más caro pero más duradero”, explica Carlos Trías Pintó, presidente de la Comisión Consultiva de Transformaciones Industriales del CESE, el grupo que elaboró el dictamen.


Europa estudia un sistema
de etiquetado que informe sobre
la duración de los productos

El CESE está estudiando ya cómo podría ser ese sistema de etiquetado. “Podría ser parecido al que se ha implantado para calificar la eficiencia energética, con una escala de clasificación por letras y colores”, explica Trías Pintó. La tarea va a ser larga porque no hay una metodología estándar para evaluar la durabilidad de un producto, y además la industria se opone rotundamente. En una jornada organizada por el CESE en Bruselas hace dos semanas, el director general del Comité Europeo de Fabricantes de Equipamiento Doméstico, Paolo Falcioni, aseguró que es imposible prever la duración de un producto porque no se puede controlar el buen o mal uso que se va a hacer de él.

Pero el movimiento contra la obsolescencia programada parece ya imparable en la UE. La Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea ha encargado un estudio para desarrollar una posible metodología, y el CESE va a realizar una encuesta para preguntar a los ciudadanos si estarían dispuestos a pagar más por productos más duraderos. Con todo esto, el eurodiputado Pascal Durand presentará una resolución para introducir el debate en el Parlamento.

En España el movimiento lleva retraso. Las organizaciones más activas son la Asociación de Recuperadores de Economía Social y Solidaria (AERESS), que agrupa a entidades como Koopera, y el colectivo ecologista Amigos de la Tierra. Ambas, junto con Ecologistas en Acción, UGT y CC OO, han presentado un texto de alegaciones a la nueva ley de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos en el que piden la prohibición de la obsolescencia programada y otras medidas como el alargamiento de las garantías, el apoyo a las redes de reparación y, sobre todo, que se asegure que un 5% de los residuos puedan ser preparados para su reutilización. “Esto implica, por ejemplo, que en los puntos limpios se puedan colocar sin romper los aparatos que se desechan, porque muchos se vuelven inservibles al tener que lanzarlos al fondo de un contenedor”, explican en AERESS. Esta organización es también contraria a la limitación que establece la nueva ley para la reparación de electrodomésticos con etiqueta energética inferior a B, pues entiende que el impacto ambiental que supone tirar estos aparatos es superior al ahorro que se pretende.
La expresión 'obsolescencia programada' no figura como epígrafe en ninguna carrera universitaria, como asegura Moisés Llordén, profesor titular de la Universidad de Oviedo en Historia e Instituciones Económicas. Interesa soterrarlo. 

«Es un proceso, que precisamente por su naturaleza, no ha estado plenamente expuesto. Reducir los tiempos de vida forma parte de la estrategia de manipular los consumos, sin mencionarlo porque influiría en el precio, y por eso no hay investigaciones que hayan incidido demasiado en lo que respecta a la perspectiva de historia económica».
Donde sí aparece reflejada implícitamente la obsolescencia programada, sin embargo, es en los tratados de empresa y contabilidad. No deja de ser un parámetro más a tener en cuenta dentro de los gastos de una empresa: logística, coste marginal, margen de beneficio, y duración del producto. Al estropearse, se generará una nueva necesidad de consumo y la competencia conoce estos tiempos. De hecho los incluye en sus estrategias de venta y campañas de publicidad. Es probable que para cuando los primeros iPads se estropeen, RIM, con sus productos Blackberry, y otros competidores, tengan listos sus nuevos y mejorados 'tablets', calculando el tiempo de obsolescencia de los de Apple. Los estudiantes de ingeniería y diseño aprenden, desde la escuela, que determinar la duración del producto es una exigencia elemental de las empresas para las que trabajarán. Del mismo modo que los ingenieros de Philips en 1924 tuvieron que reducir las horas de vida de sus bombillas, los de Apple tuvieron que marcar 18 meses como el límite de funcionamiento de los primeros iPods.
 Patologías tan modernas como la cleptomanía o la compra compulsiva en realidad no dejan de ser reflejos de «la carencia actual de sistemas ideológicos. En medio hay problemas sociológicos asociados a la falta de ideales, de metas claras en la vida de las personas».
«Somos súbditos»
Dacio Alonso, presidente de la Unión de Consumidores de Asturias:
 "el ciudadano no es el soberano del mercado, 
sino el súbdito»

En este sentido, apostilla que el consumidor se halla merced del fabricante, que «es quien tiene capacidad financiera y de emitir mensajes, publicidad; quien tiene la sartén por el mango, en definitiva»

" Recuerda que cuando compras estás votando». 

Otro tipo de control sería el que podría ejercitarse desde los poderes públicos, y que en el caso del Estado español, podría haber venido de la mano de la Ley de Garantías, resultado de la trasposición en 2003 de una directiva de la Unión Europea. Pero «a causa de los lobbies de la industria» no sirvió para de protección frente a estas averías prematuras. 

La garantía mínima queda fechada en dos años, pero en realidad hasta los seis meses cualquier producto se reemplaza casi automáticamente, porque a partir de ahí el consumidor está obligado a demostrar que no ha hecho un mal uso

Alonso cree que «se ha perdido la oportunidad de que la garantía fuese precisamente eso, una manera de obligar al fabricante a cumplir su compromiso de calidad» duradera con el cliente. Y ello no podría ser de otro modo que no fuera empleando materiales de alta fiabilidad. 

Aunque, como apunta Jose Manuel Gayo, gerente de Norte Electrodomésticos e ingeniero, «si se hicieran lavadoras como las de antes, que duraban veinticinco años, no podríamos pagarlas a precio de hoy, una lavadora costaría mil euros». Alonso corrobora esta tesis, aunque afirma también que hay evidencias suficientes como para sostener que podrían durar más. Prueba de lo que dice es, según sostiene, que los fabricantes «lucharon por no tener que garantizar su productos tres, cuatro o siete años». 

Todo se quedó «en seis meses»
Coste de la reparación
... la mejor batidora de España se fabricaba en Martorell y ahora viene de China. La vendemos por cincuenta euros, y la mano de obra de su reparación ya cuesta diecisiete la hora. No sale a cuenta».
Ejemplo de los cartuchos de tinta: «Mi teoría es que la impresora te la regalan, por cincuenta euros tienes una multifunción. 

Ahora sí, conozco muchos casos en los que, acabado el cartucho, se acabó la impresora, y se compra una nueva. Las marcas saben que el negocio está en los consumibles informáticos».
La ventaja económica que supone deshacerse de un aparato que se ha estropeado fuera de la garantía parece incuestionable a estas alturas, pero son muchas las voces que se alzan pidiendo mirar más allá. 

En los países desarrollados, se pone cada vez más énfasis en el reciclaje, pero no se ve lo que ocurre cuando se deshecha una vieja lavadora, incluso cuando lleva su obsoleto ordenador a la tienda para deshacerse de él con la mejor de las intenciones. 

Cosima Danoritzer, en su documental 'Comprar, tirar, comprar', muestra la desoladora estampa de un vertedero de neveras, lavavajillas, portátiles, todo tipo de electrodomésticos, amontonados en Ghana. Entran en el país africano bajo la etiqueta de bienes de segunda mano.
En esta línea se expresa Gema Caramés, responsable de Sostenibilidad del Club Asturiano de la Calidad, exponiendo que «generar residuos siempre tiene un coste, tanto económico como medioambiental, por lo que un aspecto clave es el análisis del ciclo de vida de los productos, y así tener en cuenta todos los impactos ambientales que se generan desde el propio diseño del producto hasta su eliminación final». Ensuciar sale caro, pero no a quien lo produce. Y no hay que culpar únicamente a la obsolescencia programada presuntamente impuesta por los fabricantes. Para Víctor Rodríguez, Profesor de Historia de los Medios de Comunicación en la Universidad de Oviedo, la obsolescencia programada es el primer pilar de la actual sociedad de crecimiento. 
Pero el segundo, y no menos importante, es la publicidad, «que nos hace comprar aquello que no necesitamos, o que nos hace comprar un producto porque tiene una determinada marca». El tercero «sería el crédito, que nos permite comprar lo que no necesitamos con el dinero que no tenemos».
Las posibles soluciones están en el aire. Ya sea el decrecimiento, reparar y no tirar, o tal vez ajustar el consumo a las necesidades reales. Sucumbir a la obsolescencia programada como un fastidio inevitable que ocurre periódicamente en su cocina, en su trabajo, en su coche, no es el único camino. Al menos si se atiende a las corrientes de pensamiento que cobran cada vez más relevancia, especialmente en internet, donde han comenzado a surgir todo tipo de propuestas y foros contra ella.
Móviles de vida corta, impresoras que se estropean y que no pueden ser arregladas (es más caro el arreglo que comprar otra), ipods programados para que se les muera la batería antes de un año. Nos venden la felicidad a través del consumo ilimitado y enfermamos de deseo de consumo sin importarnos la huella ecológica de este despilfarro. La posteridad no nos perdonará. Otras generaciones nos legaron catedrales; nosotros dejaremos basura. Por ahora, en el Tercer Mundo. Aunque está prohibido, allá van todos los residuos electrónicos. La trampa: enviarlos como productos de segunda mano. La mayoría ni se pueden reparar y se abandonan en vertederos. Comprar, tirar, comprar. Una filosofía, una enfermedad, una forma de dejar de desear. Tic-tac, tic-tac. El tiempo se acaba. No importa: compraremos otro tiempo.






















NO TIENES QUE CAMBIAR TU ORDENADOR.  PUEDE DURARTE MUCHOS MAS AÑOS DE LOS QUE PIENSAS:


BENITO MUROS: QUE HA FABRICADO BOMBILLAS QUE DURA TODA LA VIDA: 


Compra, tira, compra
Cuando me enseña el documento policial con el contenido del mensaje que recibió se me ponen los pelos de punta: no sólo amenaza su vida si sigue adelante con la comercialización de su bombilla, sino también la de sus hijos. Benito ha fabricado con un grupo de ingenieros una bombilla para durar toda la vida (garantía de 25 años), es decir, sin esa fecha de estropeado programada que comparten, por pura cuestión de lucro, todos los aparatos electrónicos. Por eso este empecinado quiere ir más allá y ha creado el movimiento Sin Obsolescencia Programada(SOP). Un tema sobre el que es muy recomendable el documental de Cosima Dannoritzer Comprar, tirar, comprar.

un buen día dejó de funcionar...



Se llama obsolescencia programada: los fabricantes de todo tipo de aparatos electrónicos los programan para que duren un tiempo determinado.

Eso no pasaba en tiempos de mi abuela.
Antes un frigorífico duraba treinta años, ahora seis.
Unas medias de nailon prácticamente irrompibles se dejaron de fabricar.

¿Quién inventó esa atrocidad?
La revolución industrial. 
El concepto se desarrolló entre 1920 y 1930. 
Antes, un empresario o sus suministradores de materia prima montaban su negocio con dinero familiar. 

Entonces los bancos (SIEMPRE LOS BANCOS)  les dijeron: "Amplíen su negocio, vendan más, yo les dejo el dinero".

Y lanzaron los créditos al consumo.
Y ya tenían controlado todo el ciclo de vida del producto. Pero querían más y decidieron acortar la vida de los productos. Así llegamos a los años setenta, en que el 80% de la riqueza del mundo se concentraba en el 20% de la población, esos que controlaban.

Ahora se la reparte un 7%.
Sí, bancos que tienen empresas y empresas que tienen bancos: las multinacionales, que hacen que los productos duren menos y se vendan más. El resultado es la explotación de los recursos de la Tierra y toneladas de residuos innecesarios que se están cargando el planeta.

Pero ahí está esa bombilla que lleva 111 años encendida.
Sí, en un parque de bomberos en Livermore (California). Decidí crear, junto con 22 ingenieros, una línea de iluminación aplicada a la tecnología led y contribuir a detener la locura de la obsolescencia programada.

Otros fabricantes lo intentaron.
Hay una decena de patentes de bombillas con más de 100.000 horas de uso (entre 60 y 70 años encendidas), pero nunca han llegado a salir al mercado. Hay una organización que controla a los fabricantes de bombillas; no es oficial, pero yo doy fe de que existe.

¿Por eso las comercializa por internet?
Las distribuidoras nos dicen que viven de las que se funden, y los grandes almacenes nos proponen duplicar su precio, a lo que nos hemos negado. Hemos tenido ofertas millonarias para no sacarla al mercado y amenazas de muerte, que están en manos de la policía.

¿Cuánto consume su bombilla?
Ahorra un 92% respecto a las bombillas incandescentes y un 68,42% respecto a las de bajo consumo. En España, las compañías eléctricas tienen que fabricar 47 millones de megavatios al año que dan servicio a toda la industria. A la iluminación general se destinan siete millones de megavatios.

Lo que fabrican las ocho centrales nucleares activas en España.
Sí, pero no es suficiente, hay que importar entre 6 y 7 millones de megavatios de Francia.

Carísimo.
Si utilizáramos una tecnología como la que propongo, nos los ahorraríamos. 
Estamos hablando de más de 20.000 millones de euros al año. Bombillas que GASTAN MENOS  porque trabajan con muy pocos grados de temperatura.

¿Cuánto duraría una lavadora o un frigorífico sin obsolescencia programada?
Entre 40 y 70 años, pero hay que utilizar los componentes electrónicos y materiales adecuados. He creado el movimiento SOP (Sin Obsolescencia Programada).

¿Qué espera de él?
Que se unan fabricantes conscientes de que crisis de endeudamiento como la que vivimos son evitables, y que podemos detener el crimen ecológico y la injusticia que provoca: todas esas materias primas que se extraen del tercer mundo a precios reventados les son devueltas en forma de basura.

Eso roza la inmoralidad.
Cambiar la manera de fabricar supone un cambio socioeconómico. 
El sistema está diseñado para comprar y tirar, fabricar barato, en China, y comercializar en Europa.

Si acabamos con el crecer por crecer, ¿acabamos con el mercado?
Muchos economistas dicen que la única forma de crear empleo es a través del crecimiento. Falso. Si creas un producto que dura mucho, tendrás un mercado de segunda mano y florecerán negocios de reparación.

Y haremos un bien al planeta.
Cuando competimos para conquistar mercados internacionales consumimos petróleo de forma innecesaria. 

¿Por qué importar electrodomésticos de Alemania si podemos hacerlos aquí? 

Eso encarece el producto y consumimos recursos innecesariamente.

¿Ha habido demandas?

Sí, un grupo de personas demandaron a Apple y ganaron al demostrar que sus iPod estaban fabricados con obsolescencia programada.


¿Ha servido de algo?
Prefieren pagar las demandas que dejar de fabricar con ese sistema. 
Las impresoras las programan introduciendo un chip contador: cuando llega un determinado número de copias deja de funcionar y comprar una nueva es más económico que repararla. Lo mismo ocurre con las calderas. De hecho, todos los componentes electrónicos los fabrican tres o cuatro empresas en el mundo.

¿Cómo desmontar esta locura del usar y tirar?
No serán los políticos, deben ser los ciudadanos quienes impulsen el cambio; pero no es tan difícil: tenemos las redes sociales y hemos de ponernos de acuerdo. ¡Intentémoslo al menos!


¿Crearía empleo el modelo de economía sostenible que propone desde su movimiento?
Sí se crearían puestos de trabajos porque las fábricas volverían a Europa al no interesar una producción rápida, sino de mejor funcionamiento. Además, si se fabricara con calidad, las materias primas se pagarían al tercer mundo y se reduciría la basura electrónica. Tampoco sería necesario que se trabajara tanto ni unos sueldos tan altos porque las necesidades de consumo serían mucho menores. Por otro lado, se crearía un mercado de segunda mano y de reparaciones que impulsaría el origen de nuevos puestos de trabajo.
Lavavajillas que dejan de funcionar a los seis años, ordenadores que dejan de encenderse, ropa gastada a los pocos lavados... ¿cómo se consigue que un producto dure menos?
Se manipulan los materiales para que tengan menor calidad. En los productos electrónicos, por ejemplo, se introducen semiconductores como el germanio, selenio o silicio que provocan que el punto de fusión se active al contacto con el calor y en consecuencia, el rápido deterioro desde el primer momento en que se utilice. Antes, los productos duraban más. En el futuro, los coches de hoy no podrán utilizarse para exhibiciones y carreras igual que en la actualidad lo hacemos con los automóviles clásicos de antes porque no durarán más allá de un determinado número de años.
¿Terminará por tener éxito un modelo productivo como el que propone?
Esto depende de personas como usted, de la Prensa en general. Los medios de comunicación suelen ignorar lo importante y dar portadas a un futbolista por el mero hecho de que esté triste.

¿Crearía empleo el modelo de economía sostenible que propone desde su movimiento?
Sí se crearían puestos de trabajos porque las fábricas volverían a Europa al no interesar una producción rápida, sino de mejor funcionamiento. Además, si se fabricara con calidad, las materias primas se pagarían al tercer mundo y se reduciría la basura electrónica. Tampoco sería necesario que se trabajara tanto ni unos sueldos tan altos porque las necesidades de consumo serían mucho menores. Por otro lado, se crearía un mercado de segunda mano y de reparaciones que impulsaría el origen de nuevos puestos de trabajo.
Lavavajillas que dejan de funcionar a los seis años, ordenadores que dejan de encenderse, ropa gastada a los pocos lavados... ¿cómo se consigue que un producto dure menos?
Se manipulan los materiales para que tengan menor calidad. En los productos electrónicos, por ejemplo, se introducen semiconductores como el germanio, selenio o silicio que provocan que el punto de fusión se active al contacto con el calor y en consecuencia, el rápido deterioro desde el primer momento en que se utilice. Antes, los productos duraban más. En el futuro, los coches de hoy no podrán utilizarse para exhibiciones y carreras igual que en la actualidad lo hacemos con los automóviles clásicos de antes porque no durarán más allá de un determinado número de años.
¿Terminará por tener éxito un modelo productivo como el que propone?
Esto depende de personas como usted, de la Prensa en general. Los medios de comunicación suelen ignorar lo importante y dar portadas a un futbolista por el mero hecho de que esté triste.
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    Hugo Pardo Kuklinski, Profesor de Comunicación Digital la Universidad de Barcelona: "La obsolescencia se ha convertido en una realidad que no podemos obviar" 

    Nuestro primer ordenador nos duró casi diez años, el segundo se alargó a seis y el siguiente lucha por mantenerse útil después de los tres. Algo parecido pasa con los televisores y los smartphones: todo parece quedarse obsoleto a marchas forzadas y quedan lejos los tiempos en que un frigorífico podía durar veinte o treinta años. ¿Cuál es la razón de que suceda esto? Según Hugo Pardo Kuklinski, profesor de Comunicación Digital la Universidad de Barcelona y autor de diversos libros sobre economía, consumo y nuevas tecnologías, la obsolescencia de los objetos se ha acelerado y es un proceso imparable. El único modo de combatirla, dice, es tenerla en cuenta como un factor más en la decisión de compra.

    ¿Cree que ha existido alguna vez una obsolescencia planificada como una trama perversa de las empresas?
    Creo que hay un toque de perversidad en limitar la vida de un dispositivo, pero no estoy seguro de que sea una práctica extendida ni que tenga una intencionalidad clara, sino más bien creo que es la consecuencia de varios factores. Es verdad que a veces nos da la sensación de que por su apariencia un móvil, un ordenador o una cámara podría haber durado más. Sin embargo, por qué nos decimos siempre esto al final de la vida del aparato y no en su inicio. 



    ¿A que se refiere?
    Al momento de la compra. ¿Por qué no nos preguntamos al adquirir un ordenador cuánto tiempo nos funcionará con fluidez en función de su memoria RAM o de su procesador? Si lo hiciéramos, tal vez preferiríamos pagar un poco más y tener otro aparato con componentes que nos alarguen su vida dos o tres años más. Con esto quiero decir que evitar la obsolescencia de los aparatos también es responsabilidad del consumidor. 



    ¿Entonces cree que existe una obsolescencia planificada en el mundo de las tecnologías de la información y el conocimiento?
    Creo que los fabricantes producen aparatos para que hagan un servicio, pero les dan unas condiciones de durabilidad que son acordes con su proyecciones económicas. En este sentido sí creo que hay una obsolescencia planificada, pero más bien determinada por lo que es viable y lo que no lo es desde el punto de vista económico, No podemos pedirle a una empresa que sacrifique su viabilidad para evitar la obsolescencia de un aparato. 



    No se puede afirmar que un ordenador con tres años de vida sea viejo. Sin embargo, sí se puede decir que cada vez es menos eficaz a la hora de gestionar los distintos programas. ¿Se puede hablar de obsolescencia funcional?
    Sí, pero motivada por la revolución innovadora que vivimos. La innovación crece en una curva exponencial y los fabricantes de hardware casi van por detrás. No podemos parar la innovación porque es progreso. 



    Entonces, ¿qué se puede hacer?
    Ser más responsables en nuestro consumo. Podemos comprar objetos más caros pero pensados para durar más, por ejemplo entre varias personas. Se comparten coches, sofás, oficinas: ¿por qué no compartir ordenadores, impresoras o cámaras fotográficas? 



    Pero los teléfonos de gama alta ya rozan los 700 euros y también están afectados por la obsolescencia funcional. No podemos gastar esa cantidad cada dos años...
    Quizá no sea necesario tanto. Desde el 3G se han comercializado cuatro versiones más de iPhone. Yo, por ejemplo, pasé del 3G al iPhone 4 y de momento me siento satisfecho. Cuando cambie de teléfono lo haré pensando en términos de durabilidad. 



    Sin embargo, el desarrollo acelerado de nuevas aplicaciones y tecnologías pesa en la obsolescencia de los aparatos de consumo digital, ¿no cree?
    Estoy de acuerdo en que hay que reconocer esta situación y que incluso a veces puede que haya intencionalidad de las empresas detrás de ella, pero la solución no es decir: "detengan la innovación, detengan la economía y hundan sus negocios porque queremos luchar contra la obsolescencia" . La solución pasa por tener en cuenta este factor cuando compramos un televisor o un ordenador. Antes los aparatos duraban veinte años, ahora tal vez cinco con suerte. 



    ¿Se ha convertido la obsolescencia en un problema?
    Se ha convertido en una realidad que no podemos obviar. Cuando publiqué Geekonomía habían pasado dos años desde que escribí el libro, y ahora hace ya dos años que salió; está en algunos aspectos obsoleto y muchos lectores me piden que lo actualice. Yo lo escribí pensando en un ciclo que se ha acortado por muchos factores que eran imposibles de controlar por mi parte. Las TIC lo han acelerado todo. 



    ¿No cree que es denunciable que un televisor que puede haber costado más de 1.000 euros esté fuera de juego en tres años?
    Creo que estas situaciones acabarán por tener una respuesta por parte de sus consumidores. El hecho de que el ciclo de vida se acorte en los productos tecnológicos también comporta que la fidelidad de los usuarios a una marca sea mucho más efímera que antaño. Si las empresas juegan sucio, perderán a sus usuarios de golpe. En cambio, si son honestas y transparentes recibirán nuestra recompensa. 

    http://revista. consumer. es/web/es/ 20130301/ entrevista/ 77057.php