A comienzos de la
década pasada una nueva droga - el crack - arrasó los ghettos y
barrios de Estados Unidos, en una época cuando muchos jóvenes tenían
que recurrir a la economía clandestina para subsistir.
Para
los pobres, ya agobiados por la pobreza, desempleo, servicios médicos
inadecuados y escuelas y viviendas en ruinas, el crack llevó otras
cargas:
mas conflictos entre organizaciones callejeras y la
desesperación de muchos nuevos adictos.
Con el pretexto de la guerra
contra la droga, el gobierno lanzó una guerra contra el pueblo:
viles
invasiones policiales de los ghettos, mas brutalidad y asesinatos, la
detención en masa de muchos jóvenes negros y latinos y la
criminalización de toda una generación.
Muchos sospecharon desde el
principio que el gobierno estaba metido en la explosión del crack en
las comunidades oprimidas, como ocurrió con la introducción de la
heroína durante la guerra de Vietnam.
Ahora se sabe que eso es precisamente lo que pasó.
Un exposé del reportero Gary Webb del periódico Mercury News de San José, California,
ha destapado que agentes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA)
vendieron toneladas de cocaína en Estados Unidos durante esos años
para pasarle las ganancias a la Contra, el ejército mercenario de
Nicaragua organizado y manejado por la CIA.
Webb investigó informes
declasificados, testimonios dados en cortes federales, cintas grabadas
en secreto, transcripciones de cortes nacionales e internacionales y
cientos de horas de entrevistas en los últimos doce meses. Contó con
la ayuda de los periodistas George Hodel y Leonore Delgado.
El informe de Webb destapa los nombres de los hombres de la Contra que compraban toneladas de cocaína a los narcos de Colombia y la repartían a redes de distribución en Estados Unidos.
Documenta que líderes de la Contra se reunieron con
un alto agente de la CIA antes de empezar la operación. Revela que la
fuerza aérea del gobierno salvadoreño volaba la cocaína a campos de
aterrizaje de Texas.
Detalla como llegó un río de cocaína barata a las
calles de los ghettos, primero a Los Angeles y luego por todas
partes, y por último, documenta los colosales esfuerzos del gobierno
estadounidense por proteger esas operaciones.
Rasgar los velos de engaño del gobierno sobre este tráfico de cocaína ha sido una larga lucha. Durante las audiencias del Congreso de Estados Unidos sobre el escándalo Irán-Contra a fines de la década pasada, dos personas se pararon y gritaron "¿Y que dicen de la cocaína?". A las dos las arrestaron y las metieron un año a la cárcel.
apendice - abril 2015:
DEA: escándalo y doble moral
La directora de la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés), Michele Leonhart, renunció a su cargo ayer a raíz de un escándalo que involucra a agentes de ese organismo en fiestas con prostitutas en Colombia, y luego del voto de no confianza que emitió la Cámara de Representantes del vecino país respecto del desempeño de la funcionaria en torno al asunto.
Debe recordarse que el mes pasado el Departamento de Justica estadunidense dio a conocer un reporte interno que reveló la participación de algunos de sus agentes en fiestas con prostitutas financiadas por cárteles del narcotráfico en Cartagena, Colombia, como parte de una investigación más amplia derivada de otro escándalo, en el que miembros del servicio secreto estuvieron involucrados con trabajadoras sexuales en esa misma ciudad, en 2012, cuando el presidente Barack Obama participaba en la Cumbre de las Américas.
Más allá del escándalo sexual y de sus implicaciones morales y de imagen pública para el gobierno estadunidense, el episodio es revelador de la débil línea divisoria que existe entre las corporaciones de seguridad y combate al narcotráfico del vecino país y las organizaciones delictivas a las que dicen perseguir. El hecho referido es un botón de muestra de la hipocresía y la doble moral de la clase política estadunidense en el tema del combate a las drogas: mientras países como México y Colombia han sufrido los estragos de una política de combate al narco impuesta y diseñada desde Washington, funcionarios de ese gobierno se han visto involucrados en episodios de abastecimiento de armas a los cárteles, como ocurrió en nuestro país a instancias de la agencia gubernamental encargada de controlar el tabaco, el alcohol y las armas de fuego (ATF).
En el último trienio se ha dado a conocer y se ha documentado que la propia DEA ha participado en operaciones de lavado de dinero para los narcotraficantes del sur del río Bravo; los comerciantes de armamento de la franja sur de Estados Unidos hacen dinero vendiendo armas sin ningún control oficial, a sabiendas de que buena parte de ellas son enviadas a la delincuencia organizada en México, y no se tiene noticia de que el gobierno de Washington realice un esfuerzo policial significativo contra la introducción de drogas ilícitas por la frontera común ni que se empeñe en desmantelar las redes de distribución de enervantes en su propio territorio.
Según puede verse, las dependencias del gobierno estadunidense como la ATF y la DEA no muestran escrúpulos para quebrantar la legalidad nacional, traficar armas de fuego destinadas a los grupos criminales que comercian droga, lavar dinero procedente de éstos e incluso participar en fiestas financiadas por narcotraficantes, como ha quedado claro en diversas pesquisas realizadas en el país vecino. En tales circunstancias, resulta grotesco que políticos y medios de la nación vecina se desvelen ante la supuesta falta de confiabilidad de las corporaciones de seguridad de países como México y Colombia, y que justifiquen, con base en ello, la operación de sus propios efectivos en territorios ajenos.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2015/04/22/opinion/002a1edi
Los lectores de nuestro periódico recordarán muchos artículos, especialmente entre 1988 y 1989, que destaparon como la CIA usó cocaína para financiar su guerra secreta en Centroamérica.
Nuestros
artículos se basaban en el trabajo de grupos y gente como el Christic
Institute, los periodistas Alexander Cockburn, Martha Honey y Tony
Arvigan, la directora de cine Barbara Trent (realizadora de la
película Coverup: Behind the Iran-Contra Issue) y el profesor Peter
Dale Scott, autor del libro La conexión Irán-Contra: Equipos secretos y
operaciones clandestinas en la era de Reagan.
Ahora se ha encontrado una pieza importante del rompecabezas. Gary Webb documenta que los agentes de la CIA hicieron mas que participar en el tráfico de cocaína. Con lujo de detalles documenta el papel que desempeñaron en la creación de la explosión del crack que le ha causado tanto daño al pueblo.
El mismo gobierno proclamaba, "No mas di no" (a las drogas) y que mandó falanges de policías a atacar al pueblo en una "guerra contra la droga", durante años fue el centro nervioso de las operaciones que traían la droga.
Muchos sospecharon desde el principio que el gobierno estaba metido en la explosión del crack. Aquí están los hechos. En este artículo repasaremos a nuestros lectores parte de la información que encontró Gary Webb y la pondremos en el contexto de información documentada por otros sobre el papel de la CIA y la Casa Blanca bajo los presidentes Reagan y Bush (padre) en el tráfico de cocaína (1).
La CONTRA nicaraguense: operacion secreta autofinanciada de la CIA
En Estados Unidos en 1980, la cocaína era una droga para ricos. Gary Webb escribe, 'Un estudio de precios de cocaína pagados por agentes de la DEA dice que costaba $ 2,500 la onza'. Eso cambió a raiz de decisiones de alto nivel del gobierno norteamericano.
El 16 de diciembre de 1981, el presidente Ronald Reagan firmó una directiva de Seguridad Nacional secreta que aprobaba la labor de la CIA para organizar en secreto un ejército para pelear contra Nicaragua. Allí el brutal dictador Anastasio Somoza, títere yanqui, cayó a manos de los sandinistas en 1979 y se instauró un gobierno izquierdista. Washington temía que los sandinistas alborotaran su patio trasero centroamericano y que le dieran entrada a la Unión Soviética.
En
agosto de 1981, el coronel Enrique Bermúdez (quién fue el contacto de
Somoza con el Pentágono en Washington) anunció la formación de la
Fuerza Democrática Nicaragüense (FDN). Webb documenta que la CIA
organizó la FDN principalmente con lo que quedaba de la odiada Guardia
Nacional de Somoza que luego se conocería como la Contra (de
contrarevolución). Bajo la dirección de agentes de la CIA de Estados
Unidos y de Nicaragua, la FDN libró una brutal "guerra de baja
intensidad" de muerte y sabotaje para desestabilizar a Nicaragua.
Webb informa que Bermúdez fue uno de los agentes que recibieron cheques de la CIA durante mas de una década, pagos que se suspendieron poco antes de su asesinato - todavía sin resolver - en Managua en 1991.
Webb documenta que la directiva secreta de Reagan solo asignó a la CIA $
19.9 millones de fondos directos. Eso era suficiente para formar la
Contra pero no para mantener su funcionamiento militar. Pero no había
necesidad de asignarle mas dinero: esta operación secreta se
autofinanciaría para que fuera mas difícil conectarla con Washington.
Cuando Reagan firmó la directiva, los agentes de la Contra ya estaban
comprando y vendiendo cantidades industriales de cocaína.
El artículo de Webb le dedica mucha atención a la carrera de Oscar Danilo Blandón Reyes, el individuo de la Contra encargado directamente de vender cocaína en Los Angeles. Blandón dió amplio testimonio sobre estas operaciones en marzo de 1996 en San Diego, cuando fue el testigo central en el juicio contra 'Freeway Rick' Ross, su propio protegido. Webb escribe que Blandón, 'quién empezó a trabajar para la narco-operación de la FDN a fines de 1981', declaró que dicha operación vendió casi una tonelada de cocaína ese año por un valor de $ 54 millones al precio de mayoreo del momento. No está claro cuanto del dinero fue al ejército de la CIA, pero Blandón declaró que de 'lo que vendíamos en L.A., la ganancia iba para la contrarevolución'.
La reunion que empezo el trafico de cocaina
A Danilo Blandón, hijo de un nicaragüense rico dedicado al negocio de alquilar pésimas viviendas a los pobres a precios del otro mundo, su papi lo mandó a hacer una Maestría en Mercadeo en Estados Unidos. Cuando Somoza cayó, Blandón vivía rodeado de privilegios como Director Nacional de Mercados de Mayoreo y dirigía un programa norteamericano de $ 27 millones para crear un sistema agrícola al estilo 'americano' en Nicaragua.
Cuando la dictadura cayó, la familia Blandón perdió sus ranchos de ganado y sus tugurios urbanos. Blandón empacó para Estados Unidos y en 1981 se metió en la formación de la Contra. Webb escribe que Blandón comenzó a trabajar en la financiación de ese ejército cuando lo mandaron a recoger a Juan Norwin Meneses Cantarero, otro exiliado nicaragüense, en el aeropuerto de Los Angeles. En el juicio de Ross, Blandón dijo que el y Meneses volaron a Honduras a una reunión con el coronel Bermúdez, principal agente nicaragüense de la CIA. Siguió diciendo que, 'empecé a recaudar fondos para la contrarevolución', y que Bermúdez no sabía que la plata vendría de la venta de la cocaína. Pero Webb comenta que 'la presencia del misterioso señor Meneses sugiere fuertemente lo contrario'.
Meneses era un conocido narcotraficante. En Estados Unidos la policía tenía bien documentadas sus actividades y en Nicaragua se le conocía como 'El Rey de la droga'. Pero tanto Estados Unidos como la dirección de la FDN le abrieron los brazos. Meneses entró a los Estados Unidos en julio de 1979 y poco después recibió visa y permiso de trabajo como refugiado político. En 1981, según el propio Meneses, Bermúdez lo puso a cargo de inteligencia y seguridad para la FDN en California. Meneses se jactaba de que nadie podía entrar a la Contra allí sin mi conocimiento y aprobación.
Con la aprobación del gobierno norteamericano y con la bendición del coronel Bermúdez, Meneses se instaló en el área de la Bahía de San Francisco y desde allí supervisó la importación de miles de kilos de cocaína a California, mientras su agente Blandón trabajaba en Los Angeles distribuyéndola a redes de vendedores. Blandón declaró en corte, 'Hay un dicho que afirma que el fin justifica los medios y eso fue lo que nos dijo el señor Bermúdez en Honduras, ¿OK?'.
En junio de 1984, en la cumbre de su operación, Meneses fue fotografiado en una reunión con el jefe político de la FDN, Adolfo Calero, ex-gerente de la Coca-Cola y viejo agente de la CIA. Calero era la cara pública de la Contra para que los viejos asesinos somocistas no tuvieran que salir a la luz. Todo esto indica que desde el principio, la operación del tráfico de cocaína de la Contra contó con la aprobación y apoyo de la CIA.
A lo largo de la década pasada se empezó a ver hasta que niveles llegaba esa aprobación. Oliver North, el especialista de Reagan en operaciones secretas, dijo que nadie de la Casa Blanca sabía que la Contra traficara droga. Pero un memo del 9 de agosto de 1985 escrito por North a su agente Robert Owens sobre un avión DC-6 que le llevaba suministros a la Contra decía que 'es probable que traiga droga a Estados Unidos'. En otro memo North escribió, '$ 14 millones para financiar proceden de drogas' (OR, enero 16 de 1989).
En las audiencias del Senado norteamericano organizadas por el senador Kerry, un hombre de negocios de Oregon metido en tráfico de armas y drogas llamado Richard Brenneke dijo que Donald Gregg - asistente de seguridad nacional del entonces vicepresidente Bush - era su contacto. Brenneke dijo que el llevó un cargamento de armas a Amarillo, Texas, a mediados de 1985, y que tuvo una discusión sobre eso con Gregg, quién le contestó, 'Tu haz lo que tienes que hacer. No cuestiones las decisiones de tus superiores'.
Bendecidos con transporte protegido por el gobierno
En la década de los 70 aumentó la producción de cocaína en Latinoamérica y ciertos grupos colombianos empezaron a refinarla y distribuirla. Sin embargo, la misma era sumamente cara en los Estados Unidos porque nadie había encontrado vías confiables para el transporte de grandes cantidades. Esa fue la contribución de la Contra: conectó las redes de venta de la calle directamente con los carteles de Colombia por medio de redes de transporte creadas por la CIA.
En la película Coverup, el ex-especialista en guerras secretas John Stockwell dijo, 'Hay bases de la CIA en Costa Rica y Honduras. Hay vuelos contínuos que aterrizan en bases de Estados Unidos, donde no tienen que pasar por la aduana y donde se entra y se sale con escolta de la CIA'.
Según Webb el ala Meneses/Blandón de la Contra también utilizaba otra red del gobierno: aviones de la fuerza aérea salvadoreña que aterrizaban en una base de la fuerza aérea norteamericana en Texas. Webb informa que Meneses tenía estrechos lazos personales y comerciales con un comandante de la fuerza aérea salvadoreña llamado Marcos Aguada y que este también es un conocido agente de la CIA.
En 1992, un tipo llamado Enrique Miranda dió testimonio en corte y declaró que el era un espía del gobierno de Somoza y que, después del triunfo de la revolución sandinista, trabajó como emisario de Meneses con el Cartel de Bogotá. 'El (Meneses) y su hermano Luis Enrique financiaron la contrarevolución con las ganancias de la cocaína que vendían', declaró Miranda y añadió, 'Esta operación, Norwin (Meneses) me dijo, se ejecutó con la colaboración de personal militar salvadoreño de alto nivel. Se reunían con oficiales de la fuerza aérea salvadoreña, quienes volaban a Colombia y volvían a una base de la fuerza aérea en Texas '.
Basada en la historia real del periodista estadounidense Gary Webb, que puso en evidencia las conexiones de la CIA con el mundo de la droga y demostró que los barrios negros del país fueron inundados de crack en medio de un narcotráfico destinado a abastecer de dinero y armas a la CIA. (FILMAFFINITY)
Ganador de dos premios Pulitzer, Gary Webb, al que da vida Renner, en la época en la que trabajaba para el San José Mercury News, periódico en el que dio a luz la serie de reportajes “Dark Alliance” en los que denunciaba que la CIA había actuado en la sombra haciendo negocios con los más poderosos narcotraficantes de Nicaragua, permitiendo que entrasen ingentes cantidades de cocaína en los Estados Unidos
The film takes place in the mid 1990s, when Webb uncovered the CIA's past role in importing huge amounts of cocaine into the U.S. that was aggressively sold in ghettos across the country to raise money for the Nicaraguan Contras rebel army. Despite enormous pressure not to, Webb chose to pursue the story and went public with his evidence, publishing the series "Dark Alliance". As a result he experienced a vicious smear campaign fueled by the CIA. At that point Webb found himself defending his integrity, his family, and his life.
Matematicas de la explosion del crack
En los años 80, el ejército salvadoreño estaba trabado en una guerra de contrainsurgencia con la guerrilla FMLN, supervisado directamente por la CIA y asesores militares gringos. Webb escribe, 'Los documentos de la Oficina General de Contabilidad federal confirman que la fuerza aérea de El Salvador le suministró a la guerrilla Contra nicaragüense de la CIA aviones y servicio de vuelo.'
Blandón declaró que después de la reunión con Bermúdez en 1981, Meneses lo llevó dos dias a San Francisco para aleccionarlo sobre el comercio de la cocaína. Luego, Blandón declara, Meneses le dió dos kilogramos de cocaína, los nombres de dos clientes y un boleto de ida a Los Angeles.
Meneses usó diferentes puntos de entrada para meter cocaína en California. El artículo de Webb señala que, 'Llegaba en toda clase de empaques: zapatos con suelas huecas; buques de carga colombianos; carros con compartimentos secretos; maletas desde Miami. Una vez aquí era trasladada a varias casas y negocios mediocres de Hayward a San José, de Pacífica a Burlingame, de Daly City a Oakland'. El sargento Tom Gordon de los alguaciles del condado de Los Angeles dice en una declaración jurada de 1986, 'Danilo Blandón dirige una sofisticada organización que contrabandea y distribuye cocaína en el sur de California.' y continúa, 'El dinero de la venta de cocaína es trasladado a la Florida y lavado por Orlando Murillo, un alto ejecutivo de una cadena de bancos llamada Government Securities Corporation.
Esos bancos dispensan el dinero a los rebeldes de la Contra para que compren armas para la guerra en Nicaragua.'
Webb
señala que Blandón deliberadamente dirigía su enorme operación de
narcotráfico a las comunidades negras de Los Angeles donde vendía la
droga ilegal mas cara del mundo en los barrios mas pobres de California.
Blandón reclutó a un narcotraficante de poca monta de Sur Centro
llamado Ricky Donnell Ross quien a su vez vendía la cocaína en Sur
Centro y Compton por medio de pandillas asociadas a las notorias Crips
y los Bloods. Ross juró que no sabía de donde Blandón conseguía la
droga, solo que Blandón tenía "poderosas conexiones".
En menos de un año Blandón y Ross controlaban buena parte del narcotráfico en Los Angeles. La razón de su éxito es sencilla: el precio. Con transporte barato y protección del gobierno federal, la Contra podía transportar enormes cantidades de cocaína a un precio muy barato. Cuando empezó la operación, un kilo de cocaína le costaba a un narcotraficante $ 50,000, pero la Contra lo vendía por $12,000 y le quedaban millones de dólares para la guerra secreta de la CIA.
Webb dice que Blandón y Ross decidían que organizaciones de narcotraficantes sobrevivían: o le compraban la cocaína a 'Freeway Rick' Ross, el testaferro de la Contra, o perdían el negocio. Ross dijo en una ocasión que, 'Fue increíble. Los batimos a todos'. Webb cita a Blandón de una grabación hecha por la DEA en 1990, en la que dice que vendió entre dos y cuatro toneladas de cocaína en Los Angeles en los años 80.
La cocaína de la Contra no solo fue lo suficientemente barata como para venderla en la calle, sino también para producir en masa su recién descubierta forma cristalizada y fumable: el crack.
Una tormenta azota el ghetto
El crack causa una sensación 10 veces mas intensa que la cocaína inhalada en polvo. Webb afirma que Blandón es el sembrador del crack. Para 1983 su enorme operación de cocaína se había convertido en un enorme negocio de crack. Rick Ross calculaba que a veces sus redes distribuían entre $ 2 y $ 3 millones de crack en un día. En las casas donde fabricaban el crack, revolvían las enormes ollas de cocaína con remos de canoa.
Como todo el mundo sabe, el impacto de la explosión del crack en las comunidades oprimidas, en las escuelas y en los proyectos ha sido devastador. El crack es sumamente adictivo y, gracias a la CIA, sumamente barato. El legado de la operación de la CIA es miles de adictos que se han quedado sin techo o viven en edificios abandonados, llevados a cometer actos desesperados para satisfacer su vicio. La violenta competencia capitalista del narcotráfico, desatada por agentes del gobierno estadounidense, ha atizado conflictos mortales entre el pueblo.
Proteccion y encubrimiento
Para colmo de hipocresía, ese mismo gobierno lanzó una guerra contra la droga en los años 80 y mandó sus tropas a las comunidades oprimidas para hostigar, maltratar y detener a miles de jóvenes por el crimen de vender crack que puso a la venta el propio gobierno a través de la CIA. Las autoridades impusieron castigos muchos mas duros por la posesión y el tráfico de crack que por cantidades parecidas de cocaína en polvo, que es la forma mas popular entre los que tienen dinero. Como consecuencia, docenas de miles de jóvenes negros han ido a parar a los penales por pequeñas cantidades de crack. Según un estudio de 1993, el 88.3% de los condenados en tribunales federales por acusaciones relacionadas al tráfico de crack eran negros.
Las agencias antinarcóticos de Estados Unidos investigaron a Meneses en los años 80. Agentes de cuatro organizaciones - la DEA, Aduana federal, el Departamento de alguaciles del condado de los Angeles y el Buró Antinarcóticos de California - se han quejado de que las investigaciones fueron tronchadas por la CIA o por intereses de seguridad nacional no mencionados.
Webb documenta una redada que organizó la policía contra la operación de Blandón en octubre de 1986, después de cinco años de tráfico ininterrumpido. Agentes del FBI, del IRS, la policía de Los Angeles y los alguaciles fueron despachados a docenas de localidades y arrestaron a Blandón y varios de sus cómplices, pero no encontraron evidencia y nadie fue acusado. Ron Spear, un vocero del alguacil del condado de Los Angeles Sherman Block, dijo que Blandón sabía de alguna manera que la policía lo estaba vigilando. Otros pensaron lo mismo. 'Los agentes pensaron que la CIA dañó la investigación' dijo la defensora pública federal de Los Angeles Barbara O'Connor en una entrevista reciente.
Desde entonces se ha sabido, documenta Webb, que el escuadrón antinarcóticos de los alguaciles del condado de Los Angeles y el grupo secreto asignado a capturar a Rick Ross, participó en una enorme corrupción, palizas a sospechosos, robo de dinero a narcotraficantes y falsificación de pruebas. Cuando terminó la guerra entre la Contra y los sandinistas, la pandilla de Meneses y Blandón continuó el negocio por su cuenta y en 1989 el gobierno estadounidense comenzó a desmantelar sus operaciones, pero cuidadosamente para no causar problemas políticos. Ross, que no sabía nada de la conexión Contra-CIA, fue arrestado y acabó preso. Cuando salió fue nuevamente arrestado en una trampa que le tendió la DEA con la participación de Blandón y ahora le esperan mas años de cárcel.
Meneses se mudó de San Francisco a un rancho en Costa Rica y después los fiscales federales lo acusaron de conspiración para distribuir un kilo de cocaína. El artículo de Webb informa que cuando la policía nicaragüense arrestó a Meneses por narcotráfico en 1991, la jueza encargada expresó asombro por el hecho de que ese conocido narcotraficante jamás fue arrestado en Estados Unidos. En una audiencia preliminar la jueza Martha Quezada preguntó, '¿Como me explican que Norwin Meneses, implicado en narcotráfico desde 1974…jamás fue detenido en Estados Unidos, el país en que vivió y del cual salió y entró muchas veces desde 1974?'.
'Pues eso habría que preguntarle a las autoridades de Estados Unidos' respondió Roger Mayorga, el entonces director de la agencia antinarcóticos de Nicaragua.
Por su parte, el gobierno estadounidense hizo grandes esfuerzos para suprimir sistemáticamente toda evidencia de la participación de la CIA en la explosión del crack. 'El Departamento de Justicia nos impidió el acceso a individuos y archivos; no podíamos encontrar nada', recuerda Jack Blum, principal abogado del subcomité del Senado federal que investigaba las acusaciones del narcotráfico de la Contra. 'Fue uno de los asuntos mas frustrantes en los que he participado' añadió.
Ese año (1991), poco antes de que Blandón diera testimonio en San Diego contra Ross, los fiscales federales obtuvieron una orden judicial que prohibía a los abogados de la defensa indagar sobre las coneziones del testigo con la CIA. El Fiscal Federal Auxiliar L.J. O'Neale argumentó que Blandón 'admitirá que fue un gran narcotraficante de cocaína y las investigaciones sobre la CIA no benefician a ningún acusado'.
Para contar con su colaboración, el Departamento de Justicia sacó a Blandón de la cárcel en 1994 y le dió trabajo de tiempo completo como agente de la DEA. Según su abogado de Miami, Blandón pasó la mayor parte del tiempo viajando entre San Diego y Managua 'intentando recuperar propiedades que dejó atrás en 1979'. Gracias al regreso al poder de un gobierno pro-yanqui, es muy probable que Blandón vuelva a manejar el negocio sucio de su familia y a cebarse de los pobres. Varias personas afirman que Blandón sigue en el narcotráfico internacional de cocaína.
Una solicitud entablada por Webb ante la CIA para conseguir documentos bajo la Ley de Libertad de Información fue rechazada por razones de 'seguridad nacional'. Otra solicitud similar hecha a la DEA fue rechazada por razones de privacidad. Solicitudes hechas hace unos meses al FBI, el Departamento de Estado y al Servicio de Inmigración y Naturalización todavía no han dado resultados. Ningún agente de la DEA que trabajó con los dos hombres quiere hablar con periodistas. Las preguntas presentadas a la Oficina de Relaciones Públicas de la DEA en Washington no han sido contestadas, a pesar de repetidas solicitudes.
Cuando el Mercury News publicó la serie de Webb, el Fiscal Auxiliar Federal O'Neale preguntó al reportero como ubtuvo la foto de Danilo Blandón y dijo que su publicación era una violación de una orden judicial.
El hecho de que el gobierno siga suprimiendo toda clase de información relacionada a la operación de narcotráfico de la CIA-Contra es en si una admisión de culpa. Parece que la información hasta hoy divulgada - y que es devastadora para la CIA - es apenas la punta del iceberg.
Quedan muchas preguntas por contestar.
¿Quién aprobó ese chorro de cocaína a Estados Unidos?
¿Quién decidió que la inundación empezara en los barrios negros de Los Angeles? ¿Hasta que punto estuvo involucrada la Casa Blanca - Ronald Reagan y su vicepresidente George Bush - en las decisiones?
¿Quién ordenó el encubrimiento?
http://chiwulltun.blogspot.com.es/2012/05/como-la-cia-creo-la-epidemia-del-crack.html