La revolución del nacimiento - libro
La ciencia ha demostrado que la seguridad del parto normal no depende del uso de tecnologías sofisticadas que someten a la mujer, inhiben el parto y sustituyen su fisiología, sino del respeto de las condiciones que favorecen su progreso espontáneo.
Las mujeres y sus parejas deben despojarse de la INGENUIDAD, y ejercer el derecho y la responsabilidad de dar a luz en cuerpo y alma, y volver a retomar un poder que les es propio.
# No existe justificación, en ninguna región geográfica, para que más de un 10% sean por cesárea.
# No existen pruebas de que se requiera cesárea después de una cesárea anterior transversa del segmento inferior. Deben favorecerse los partos vaginales después de cesáreas, donde se cuente con un servidor quirúrgico de urgencia.
# NO existen pruebas de que la vigilancia electrónica del feto durante el trabajo de parto normal tenga efectos positivos en el resultado del embarazo.
# NO está indicado el afeitado de la región púbica ni los enemas preparto.
# Las embarazadas no deben ser colocadas en posición de litotomía (acostada boca arriba) durante el trabajo de parto ni el parto.
Se las debe animar a caminar durante el trabajo de parto y cada mujer debe decidir libremente la posición que quiera asumir durante el parto.
# NO se justifica el uso rutinario de la episiotomía (incisión para ampliar la apertura vaginal).
# No deben inducirse (iniciarse por medios artificiales) los partos por conveniencia. La inducción del parto debe limitarse a determinadas indicaciones médicas. Ninguna región geográfica debe tener un índice de trabajos de parto inducidos mayor al 10%.
# Debe evitarse durante el parto la administración por rutina de fármacos analgésicos o anestésicos que no se requiera específicamente para corregir o evitar una complicación en el parto.
# No se justifica científicamente la ruptura artificial de membranas por rutina.
# El neonato sano debe permanecer con la madre cuando así lo permita el estado de ambos. NINGUN procedimiento de observación del recién nacido justifica la separación de la madre.
# Debe fomentarse el inicio INMEDIATO de amamantamiento, inclusive antes de que la madre salga de la sala de partos.
# Deben identificarse las unidades de atención obstétricas que no aceptan ciegamente toda tecnología y que respetan los aspectos emocionales, psicológicos y sociales del nacimiento.
video excelente:
www.youtube.com/watch?v=GPv6dgJI6eo
www.youtube.com/watch?v=10GuxNj7lzM&mode=related&search=
------www.enbuenasmanos.com/articulos/muestra.asp?art=270
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Parto Natural
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Parto Natural
Despertando la armonía del nacer
Por Héctor Cruzatt Pezoa y Carlos Parra Reyes.
Medicina y Parto Moderno
Apego y Partos Naturales
Parto y Apego
Parto. Aportes de Michael Odent
El apego y el padre
Conclusiones respecto al Parto Natural
Recomendaciones de la OMS sobre el nacimiento
Apego y Partos Naturales
Parto y Apego
Parto. Aportes de Michael Odent
El apego y el padre
Conclusiones respecto al Parto Natural
Recomendaciones de la OMS sobre el nacimiento
Parto: Aportes de Michael Odent
El doctor Michael Odent, una de las máximas autoridades mundiales en esta materia, postula que la única forma de humanizar el parto es comprendiendo que somos una especie mamífera.
El parto es un acontecimiento instintivo, dirigido por nuestro cerebro mamífero primitivo (límbico). En el que la participación de nuestra mente racional (neocórtex) tiene un efecto contraproducente. Odent señala que es suficiente preguntar a una mujer su número de cédula de identidad, para alterar su estado de conciencia especial propio del parto e inhibir el proceso, ya que se activa su pensamiento racional. De la misma forma interfieren los ruidos, las luces, el frío, la incomodidad de mantener una postura, en circunstancias que las condiciones ideales de un parto no cambian mucho de las condiciones idóneas para dormirse. Algunos autores Sheila Kitzinger postulan que el espacio correcto para dar a luz es el mismo que para hacer el amor.
Es por esto que la tendencia es evitar lo que pueda provocar estrés, favoreciendo la producción de endorfinas que amortiguarán el dolor, recurriendo al cambio de postura, teniendo la libertad de dilatar y parir en la posición que ella estime conveniente: en cuclillas, de lado, colgada de alguien, de pie.
“Numerosos estudios demuestran que la posición vertical favorece el parto y la horizontal lo entorpece. En horizontal, el canal del parto se alarga y estrecha y el coxis se dirige hacia lo alto, convirtiéndose en una vía de paso más angosta para el bebé, y además cuesta arriba. En posición vertical la vagina se amplía y acorta, pero además la presión de la cabeza del bebé sobre el cuello del útero ejerce un efecto hormonal que estimula la producción interna de oxitocina, y por tanto la dilatación. La posición vertical acorta y amplía el canal del parto, permite que las articulaciones de la cadera se abran más para dar paso al bebé, facilita sus movimientos de rotación y permite que la fuerza de la gravedad le ayude en su descenso.” (Del Castillo. F.).
Procedimientos quirúrgicos exagerados o mal indicados en la práctica obstétrica pueden provocar evidentes y penosos efectos secundarios, tanto en el ámbito físico como psicológico para la madre y el bebé. Estas consecuencias pueden ser a nivel intra-psíquico en el niño y podrán quedar como estigmas para toda la vida del infante.
A partir de esta inquietud el Dr. Héctor Cruzatt P. y el Ps. Carlos Parra R. se encuentran desarrollando una línea de investigación de carácter cualitativo, en donde pretenden comparar las diferencias existentes en la psiquis de los niños que han nacido por medio de un parto acuático con los nacidos a través de un parto normal, todo lo anterior en el contexto de investigar las consecuencias que provocan los partos traumáticos en el futuro de un recién nacido.
El apego y el padre........
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La preparación al parto como arma de domesticación masiva
Una forma de adoctrinar a las embarazadas para que acepten todos los procedimientos a los que serán sometidas, sin cuestionarlo. |
Recuerdo una interesante conversación que mantuve con una matrona directora de una unidad docente. Un grupo de alumnas hizo un trabajo sobre la influencia de la “preparación al parto” en la intención de pedir la epidural en las embarazadas.
No recuerdo exactamente las cifras, pero era algo así como que si antes
de “prepararse” las mujeres que tenían la intención de pedirla eran
alrededor del 50%, esa proporción subía al 80% después de pasar por
“educación maternal”.
Recuerdo también no una, sino muchas ocasiones en las que he escuchado a matronas quejarse por que muchas embarazadas piden la epidural desde que llegan a urgencias.
Recuerdo también pensar y decir en cada ocasión que teniendo en cuenta lo que la sociedad en general y la obstetricia en particular entiende por “parto”, es fácil comprender que nadie quiera pasarlo a pelo (aunque entiendo lo frustrante que puede ser para una matrona que desea trabajar de otra forma …).
Por otra parte, esa frustración es como mínimo comparable a la que sentimos las mujeres que pedimos una asistencia respetuosa y poco intervencionista (una pretensión legítima avalada por la ciencia, las guías actuales y las leyes sanitarias), pues como resultado muchas no se han llevado sólo el kit completo, sino además un castigo de propina por rebelde.
Dejemonos de rodeos y entendamos el papel que cumple la preparación al parto (“educación maternal“, como se dice ahora) en el sistema actual, que no es otro que el de preparar / adoctrinar a las embarazadas para que se porten bien y acepten todo lo que se les va a hacer sin cuestionarlo y sin dar la lata.
Hay dos formas de conseguir la sumisión de la mujer de parto:
1) La desinformación. Es irrealista esperar que hospitales que continúan tumbando a la mujer para parir, administrando oxitocina sintética a la mínima de cambio, realizando episiotomías innecesarias o haciendo partos instrumentales a mujeres que no lo necesitan (o cuya necesidad es consecuencia de lo que se ha hecho anteriormente), expliquen a las madres que nada de eso es necesario en la gran mayoría de los casos. Hay que saber mucho, pero mucho, de obstetricia para ser capaz de desentrañar la verdad detrás del cúmulo de mitos, creencias erróneas, verdades a medias y malas prácticas que hay detrás de la obstetricia convencional.
2) El miedo. Es una tela de araña envolvente que comienza a tejerse desde el embarazo, cuando las mujeres son tratadas por el sistema como bombas de relojería a punto de estallar: si no es el peso (mucho o poco), es la glucosa en sangre, si no la anemia, el crecimiento retardado o acelerado, el liquido amniotico escaso o excesivo … he escuchado una cantidad tan grande de relatos de mujeres que han pasado terror en el embarazo por motivos inexistentes que podría escribir otro libro. El gran Michel Odent escribió un artículo sobre el efecto del estrés emocional en el embarazo sobre las mujeres y los bebés. Cuidar el estado emocional de la embarazada (y por tanto la salud mental del bebé) debería ser una prioridad.
Ya en el parto, es suficiente con decir que el bebé corre peligro, sea o no verdad, para que la mujer acepte literalmente cualquier cosa. Cuando hay situaciones de riesgo, en una parte de los casos se trata de complicaciones causadas por las prácticas realizadas con anterioridad.
Con semejante seguimiento del embarazo, que pone todo el acento en todo lo que “puede” ir mal, no es de extrañar que muchas mujeres lleguen al parto aterrorizadas y convencidas de estar en un grave peligro, ellas y sus bebés. '¡Que alguien nos salve! y me pongan la epidural, por favor, para no enterarme de nada, que lo estoy pasando fatal'. La triste realidad es que a los profesionales que están en el paradigma convencional les pasa lo mismo: la gran mayoría no ha visto nunca un parto fisiológico, y un parto intervenido es mucho más peligroso que un parto que comienza y evoluciona espontáneamente.
El resultado de todo ello es que la mujer en general acaba por desconfíar profundamente, al igual que la obstetricia, de su cuerpo y de su naturaleza:
si no es capaz de gestar saludablemente a un bebé, mucho menos de parirlo.
Y el miedo produce automáticamente una cesión de poder: alguien te tiene que salvar de semejante lance.
Esa extrañeza y desconexión con el propio cuerpo, esa desconfianza en la inteligencia innata de la (nuestra) naturaleza, en realidad comienza mucho antes, ya desde la infancia, por no decir desde el nacimiento: no olvidemos que un porcentaje importante de mujeres que dan a luz ahora en realidad nacieron de madres ninguneadas, intervenidas, anestesiadas con pentotal, un anestésico potente que estaba de moda en los años 70-80. Y las memorias del nacimiento afloran en el propio parto.
No ayuda mucho el tipo de modelo de mujer ideal que esta cultura incrusta en la mente de las mujeres desde que son niñas, y que hace que, ya en la adolescencia, un 90% de las chicas se sientan descontentas con su cuerpo: simplemente es “inadecuado”. Cuando algo es inadecuado, lo es para todo. Que nuestros niños hayan sustituido una gran parte del juego físico por el juego con máquinas, es otro factor de desconexión de su cuerpo sobre el que merece la pena reflexionar.
Con todo y con eso, sí creo que las mujeres sí necesitamos prepararnos para el parto, pero otro tipo de preparación, por favor. Creo que lo necesitamos por varios motivos: por darnos un tiempo para salir, aunque sea un rato, del “modo racional ON” en el que necesitamos estar para encajar en el masculino y lineal mundo circulo-laboral (a ver si cambiamos eso un día …); para poder poner la conciencia en nuestros sentidos y sensaciones corporales, para reconectarnos con y dar crédito a nuestra intuición, para sentir a nuestro bebé.
Necesitamos un espacio seguro para poder expresar las incertidumbres, dudas, miedos … o certezas, para compartir experiencias y crear otra cultura del parto, para informarnos con información de la buena, para trabajar la confianza en el propio cuerpo y el bebé, para entablar contacto con otras mujeres en el mismo momento vital y tejer redes, o simplemente para aprender a interpretar las señales y saber ver las orejas al lobo a tiempo.
* Isabel Fernández del Castillo es integrante de la asociación El Parto es Nuestro y coautora de la 'Guía de Práctica Clínica de Atención al Parto Normal' (Mº Sanidad, 2010).
https://www.diagonalperiodico.net/cuerpo/27044-la-preparacion-al-parto-como-arma-domesticacion-masiva.html
Recuerdo también pensar y decir en cada ocasión que teniendo en cuenta lo que la sociedad en general y la obstetricia en particular entiende por “parto”, es fácil comprender que nadie quiera pasarlo a pelo (aunque entiendo lo frustrante que puede ser para una matrona que desea trabajar de otra forma …).
Por otra parte, esa frustración es como mínimo comparable a la que sentimos las mujeres que pedimos una asistencia respetuosa y poco intervencionista (una pretensión legítima avalada por la ciencia, las guías actuales y las leyes sanitarias), pues como resultado muchas no se han llevado sólo el kit completo, sino además un castigo de propina por rebelde.
Dejemonos de rodeos y entendamos el papel que cumple la preparación al parto (“educación maternal“, como se dice ahora) en el sistema actual, que no es otro que el de preparar / adoctrinar a las embarazadas para que se porten bien y acepten todo lo que se les va a hacer sin cuestionarlo y sin dar la lata.
Hay dos formas de conseguir la sumisión de la mujer de parto:
1) La desinformación. Es irrealista esperar que hospitales que continúan tumbando a la mujer para parir, administrando oxitocina sintética a la mínima de cambio, realizando episiotomías innecesarias o haciendo partos instrumentales a mujeres que no lo necesitan (o cuya necesidad es consecuencia de lo que se ha hecho anteriormente), expliquen a las madres que nada de eso es necesario en la gran mayoría de los casos. Hay que saber mucho, pero mucho, de obstetricia para ser capaz de desentrañar la verdad detrás del cúmulo de mitos, creencias erróneas, verdades a medias y malas prácticas que hay detrás de la obstetricia convencional.
2) El miedo. Es una tela de araña envolvente que comienza a tejerse desde el embarazo, cuando las mujeres son tratadas por el sistema como bombas de relojería a punto de estallar: si no es el peso (mucho o poco), es la glucosa en sangre, si no la anemia, el crecimiento retardado o acelerado, el liquido amniotico escaso o excesivo … he escuchado una cantidad tan grande de relatos de mujeres que han pasado terror en el embarazo por motivos inexistentes que podría escribir otro libro. El gran Michel Odent escribió un artículo sobre el efecto del estrés emocional en el embarazo sobre las mujeres y los bebés. Cuidar el estado emocional de la embarazada (y por tanto la salud mental del bebé) debería ser una prioridad.
Ya en el parto, es suficiente con decir que el bebé corre peligro, sea o no verdad, para que la mujer acepte literalmente cualquier cosa. Cuando hay situaciones de riesgo, en una parte de los casos se trata de complicaciones causadas por las prácticas realizadas con anterioridad.
Con semejante seguimiento del embarazo, que pone todo el acento en todo lo que “puede” ir mal, no es de extrañar que muchas mujeres lleguen al parto aterrorizadas y convencidas de estar en un grave peligro, ellas y sus bebés. '¡Que alguien nos salve! y me pongan la epidural, por favor, para no enterarme de nada, que lo estoy pasando fatal'. La triste realidad es que a los profesionales que están en el paradigma convencional les pasa lo mismo: la gran mayoría no ha visto nunca un parto fisiológico, y un parto intervenido es mucho más peligroso que un parto que comienza y evoluciona espontáneamente.
El resultado de todo ello es que la mujer en general acaba por desconfíar profundamente, al igual que la obstetricia, de su cuerpo y de su naturaleza:
si no es capaz de gestar saludablemente a un bebé, mucho menos de parirlo.
Y el miedo produce automáticamente una cesión de poder: alguien te tiene que salvar de semejante lance.
Esa extrañeza y desconexión con el propio cuerpo, esa desconfianza en la inteligencia innata de la (nuestra) naturaleza, en realidad comienza mucho antes, ya desde la infancia, por no decir desde el nacimiento: no olvidemos que un porcentaje importante de mujeres que dan a luz ahora en realidad nacieron de madres ninguneadas, intervenidas, anestesiadas con pentotal, un anestésico potente que estaba de moda en los años 70-80. Y las memorias del nacimiento afloran en el propio parto.
No ayuda mucho el tipo de modelo de mujer ideal que esta cultura incrusta en la mente de las mujeres desde que son niñas, y que hace que, ya en la adolescencia, un 90% de las chicas se sientan descontentas con su cuerpo: simplemente es “inadecuado”. Cuando algo es inadecuado, lo es para todo. Que nuestros niños hayan sustituido una gran parte del juego físico por el juego con máquinas, es otro factor de desconexión de su cuerpo sobre el que merece la pena reflexionar.
Con todo y con eso, sí creo que las mujeres sí necesitamos prepararnos para el parto, pero otro tipo de preparación, por favor. Creo que lo necesitamos por varios motivos: por darnos un tiempo para salir, aunque sea un rato, del “modo racional ON” en el que necesitamos estar para encajar en el masculino y lineal mundo circulo-laboral (a ver si cambiamos eso un día …); para poder poner la conciencia en nuestros sentidos y sensaciones corporales, para reconectarnos con y dar crédito a nuestra intuición, para sentir a nuestro bebé.
Necesitamos un espacio seguro para poder expresar las incertidumbres, dudas, miedos … o certezas, para compartir experiencias y crear otra cultura del parto, para informarnos con información de la buena, para trabajar la confianza en el propio cuerpo y el bebé, para entablar contacto con otras mujeres en el mismo momento vital y tejer redes, o simplemente para aprender a interpretar las señales y saber ver las orejas al lobo a tiempo.
Prepararnos para la maternidad, sí, pero sin paternalismos, estructuras verticales y desinformación, por favor.
* Isabel Fernández del Castillo es integrante de la asociación El Parto es Nuestro y coautora de la 'Guía de Práctica Clínica de Atención al Parto Normal' (Mº Sanidad, 2010).
https://www.diagonalperiodico.net/cuerpo/27044-la-preparacion-al-parto-como-arma-domesticacion-masiva.html
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