02 febrero 2012

SHELDON WOLIN: Vivimos un estado totalitario. - las imagenes nos engañan

Fue catedratico de postgrado de las univ. de Berkeley y Princeton

Su nuevo libro:
Democracia S.A.

La democracia dirigida y el fantasma del totalitarismo invertido


"Lo genial en nuestro (EEUU) sistema totalitario reside en esgrimir un poder total sin que parezca que está sucediendo, sin establecer campos de concentración, o imponer una uniformidad ideológica, o reprimir por la fuerza a elementos disidentes, mientras sigan siendo ineficaces".

Una degradación en la condición y estatura del ‘pueblo soberano’ a sujetos pacientes es sintomático del cambio sistémico, de la democracia como método de ‘popularizar’ el poder a democracia como marca de un producto negociable en casa y negociable en el extranjero.


El nuevo sistema, "el totalitarismo al revés", profesa lo contrario de lo que es, en los hechos. EE.UU. se ha convertido en el escaparate de cómo la democracia puede ser guiada sin que parezca que está siendo totalmente reprimida.”

MEDIOS UTILIZADOS:

- La psicología de la publicidad y el dominio de las “fuerzas de mercado” en muchos otros contextos que los mercados,


-Adelantos tecnológicos continuos que alientan fantasías complejas (juegos de computadora, avatares virtuales, viaje espacial),


- La penetración de los medios de masas de comunicación y propaganda a cada hogar del país,


- Control de las universidades.


- Existecia de una serie de "valores" o "religion" no declarada:

Entre las fábulas comunes de nuestra sociedad están:

 ---la adoración del héroe y los cuentos de hazañas INDIVIDUALES - para mantener separada a la masa,
---juventud eterna, belleza mediante la cirugía si es preciso,
---la acción medida en nanosegundos, y
---una cultura cargada de sueños de CONTROL y posibilidad en expansión permanente, cuyos adeptos tienden a fantasías porque la mayoría posee imaginación pero poco conocimiento científico:

(Aun recordamos cuando nos prometian que para el año 2000 trabajariamos 3 horas por los avances de la robotica? o ¿que habria bases en la luna para ir de turismo¡¡¡¡ o que el cancer desapareceria en los años 90s despues de inversiones colosales en investigacion, ...que los coches casi volarian ... ?emisiones 0 para el 2000 en California? Pues ni siquiera.......etc ....etc...

Los amos de este mundo son los amos de las imágenes y de su manipulación.

Un buen simbolo es ver haber visto a George Bush en un avión de guerra de la Armada sobre la cubierta del portaaviones USS Abraham Lincoln para proclamar “Misión cumplida” en Iraq.

Observando hoy los campus universitarios “auto-pacificados” del totalitarismo al revés en comparación con la algarada intelectual usual que rodeaba a los centros independientes de estudio, Wolin escribe:

“Mediante una combinación de contratos gubernamentales, fondos provenientes de corporaciones y fundaciones, proyectos conjuntos que involucran a investigadores universitarios y corporativos, y donantes individuales acaudalados, las universidades (especialmente las así llamadas universidades de investigación), intelectuales, expertos e investigadores han sido perfectamente integrados al sistema".

Sin quema de libros
La sutileza en la manipulacion se ha convertido en arte:

Por primera vez en la historia de la educación superior estadounidenses, profesores sobresalientes son enriquecidos por el sistema, recibiendo salarios y beneficios al estilo de un alto ejecutivo en ciernes.”

Los impulsores de este fascismo sutil moderno son el poder corporativo, que está a cargo de la democracia GUIADA, y el complejo militar-industrial.

Los principales objetivos de la democracia guiada son aumentar los beneficios de las grandes corporaciones, desmantelar las instituciones de la democracia social:
Seguridad Social, sindicatos, asistencia social, servicios de salud pública, viviendas sociales, etc., y hacer retroceder los ideales sociales y políticos.

Su instrumento primordial es la privatización


La democracia guiada apunta a la “abdicación selectiva de la responsabilidad gubernamental por el bienestar de la ciudadanía” bajo la cobertura ENGAÑOSA de mejorar la “eficiencia” y reducir los gastos.

Otra tarea subordinada de la democracia guiada es mantener a la ciudadanía preocupada-DISTRAIDA de condiciones periféricas ESPUREAS y / o privadas de la vida humana para que no se concentre en la corrupción y el abandono generalizados de la confianza pública.

En boca de Wolin:

“El punto clave relacionado con las disputas sobre tópicos como el valor de la abstinencia sexual, el papel de las obras benéficas religiosas en las actividades financiadas por el Estado, el tema de los matrimonios gay, y cosas semejantes, es que NO son puestas sobre el tapete para ser resueltas."

Su función política es DIVIDIR a la ciudadanía mientras bloquean la visión sobre las diferencias de clase y distraen la atención de los votantes de los problemas sociales y económicos de la población en general.”

Destacados ejemplos del uso de semejantes incidentes por la elite para dividir y excitar al público son el caso Terri Schiavo de 2005, en el que una mujer en estado vegetativo irreversible fue mantenida artificialmente en vida, y, en 2008, el de mujeres y niños que vivían en una comuna polígama en Texas y que fueron supuestamente abusados sexualmente.

Otra táctica de democracia guiada de la elite es aburrir al electorado a tal punto que gradualmente deja de prestar atención a la política. Elecciones a raudales , pero democracia real 0.

Wolin percibe: “Un método de asegurar el control es hacer continuamente campañas electorales, durante todo el año, saturadas de propaganda partidaria, entremezcladas con la sabidurías de expertos a sueldo, con un resultado más aburridor que vitalizador de la participacion ciudadano en su futuro.”

Súperpotencia es el patrocinador, defensor y gerente del imperialismo y el imperialismo de Washington., envuelto en el secreto del poder ejecutivo, y supuestamente más allá del campo de alcance del entendimiento o la supervisión de los ciudadanos comunes. "seguridad nacional"

Súperpotencia se preocupa de armas de destrucción masiva, de la manipulación clandestina de la política exterior (a veces también de la política interior), de operaciones militares, y de las fantásticas sumas exigidas al público por el complejo militar-industrial.

Las fuerzas armadas de EE.UU. gastan más que todas las de la Tierra en su conjunto.

Las operaciones militares en el extranjero obligan literalmente a la democracia a cambiar su naturaleza:

“Para encarar las contingencias imperiales de guerra y ocupación en el extranjero,” según Wolin, “la democracia alterará su carácter, no sólo asumiendo nuevas conductas en el extranjero (por ejemplo: inclemencia, indiferencia ante los sufrimientos, desdeño ante las normas locales, las desigualdades en el gobierno de una población sometida) sino también operando sobre la base de hipótesis revisadas, de la expansión del poder en el interior.

Tratará, las más veces, de manipular al público en lugar de involucrar a sus miembros en la deliberación. Demandará más poderes y una mayor discreción en su uso (‘secretos de Estado), un control más estricto sobre los recursos de la sociedad, métodos más sumarios de justicia, y menos paciencia ante las legalidades, la oposición, y el clamor por reformas socioeconómicas.”

El imperialismo y la democracia son, en términos de Wolin, literalmente incompatibles, y los recursos cada vez mayores dedicados al imperialismo significan que es inevitable que la democracia se desvanezca y muera.

.....

Wolin explica: “La guerra preventiva involucra la proyección del poder en el exterior, usualmente contra un país mucho más débil, comparable, por ejemplo, con la invasión nazi de Bélgica y Holanda en 1940.

Declara que EE.UU. está justificado en atacar a otro país por una amenaza percibida de que el poder de EE.UU. sea debilitado, severamente dañado, a menos que reaccione para eliminar el peligro antes de que se materialice.


Wolin afirma que nuestro sistema político está “repleto de corrupción e inundado de contribuciones sobre todo de donantes ricos y corporativos.”


Es muy poco probable que nuestro aparato partidario funcione para colocar bajo control democrático al complejo militar-industrial y a las 16 agencias secretas de inteligencia.



www.alternet.org                             http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=9031


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Sheldon Wolin es uno de los politólogos de izquierda más importantes y prestigiosos de los Estados Unidos y esta obra (Democracia S.A. La democracia dirigida y el fantasma del totalitarismo invertido, Madrid, Katz, 2008, 404 págs), un libro de madurez en el que el autor vierte lo mejor y lo último de su buen hacer con su peculiar visión que conjuga una perspectiva filosófica con una atención minuciosa a los hechos concretos no desde una perspectiva empírica sino con una consistencia teórica muy de agradecer. En síntesis lo que el celebrado autor nos presenta en este libro, publicado en los Estados Unidos el año pasado es un juicio completo sobre la política interior y exterior de los EEUU en la era del Presidente Bush (al que él llama irónicamente George II) y, por encima de ella, una valoración general del pensamiento conservador y neoconservador en los últimos cincuenta años en los EEUU y allende los EEUU. Es interesante leerlo porque en él se encuentran las claves de gran parte de las necedades que va por ahí soltando engoladamente el señor Aznar pero, claro está, mucho mejor fundamentadas y justificadas, lo que las hace tanto más peligrosas. Ese imperio del conservadurismo es en buena medida el responsable de que el pensamiento de izquierda lleve la mayor parte de este tiempo también batiéndose en retirada. No es el menor de los méritos del libro que el autor exponga la panoplia neoconservadora contra el trasfondo de la historia de la teoría política, deteniéndose en especial en cuatro momentos en diversas ocasiones: la Grecia clásica (la práctica política en Atenas y el pensamiento político de Platón), Maquiavelo y la razón de Estado, el debate político de la revolución inglesa del siglo XVII y el debate constitucional de los propios Estados Unidos, en especial lo referente a El federalista. Por supuesto, los primeros ocho años del siglo XXI, que son el objeto específico del libro, la presidencia del señor Bush aparecen proyectados sobre el fondo de su gran conocimiento de la historía política del siglo XX en los EEUU, lo que le da a mi entender una particular utilidad. Democracia S.A. está escrito y publicado antes de la llegada del señor Obama a la Presidencia Es pues una especie de resumen teórico del neoconservadurismo y, vistas las cosas, un epitafio.
La idea del autor, que ya se expresa en el título, es que la presidencia del señor Bush ha convertido a los EEUU a una especie de Estado totalitario y en ella culmina también un proceso de degeneración de la democracia que ya comenzó en tiempo de los padres fundadores y da lugar ahora a lo que llama la "democracia dirigida". Aunque Wolin perfila estos conceptos en varias ocasiones a lo largo del libro, ya al comienzo de éste adelanta que considera el totalitarismo invertido como la madurez política del poder corporativo (en lo esencial, las empresas) y la desmovilización política de la ciudadanía (p. 12) De hecho, la democracia nunca estuvo consolidada en el país pero es a partir de la segunda guerra mundial cuando comienza el maridaje entre las corporaciones y el Estado que es la base misma de esa corrupción de la democracia que llama la "democracia dirigida" (p. 18). Toda la extensa obra posterior está destinada a justificar teórica y prácticamente estos juicios aparentemente radicales (en varias ocasiones reconoce que comparar a los EEUU con el totalitarismo puede resultar chocante) pero que no suenan tanto así en el continente europeo, en donde hace tiempo que viene hablándose del friendly Fascism para definir políticamente al país del que trata el libro.
Este proceso de perversión de la política estadounidense se acelera tras el 11 de septiembre de 2001, que da al presidente Bush la excusa para poner en marcha las doctrinas neocon de la guerra preventiva en medio de la inacción de la población del país, embrutecida por la propaganda presidencial con consignas como "el eje del mal", el combate "de la civilización contra la barbarie", etc (pp. 32/33). Cuando Weber habló del desencantamiento del mundo no pensó en la credulidad de la gente que, mediante la propaganda y la publicidad modernas puede acabar convencida de que Sadam Husein tenía armas de destrucción masiva o de que Dios ha elegido a su país para establecer la justicia sobre la tierra (p. 39). En clave hispánica, parece que se esté hablando del señor Aznar: su mentira de las armas de destrucción masiva y su melopea sobre las raices cristianas de Europa.
Sostiene el autor y, con él muchos otros críticos que ciertos actos del gobierno de los EEUU como la negación de las garantías procesales, el espionaje, la tortura, los excesos del poder ejecutivo, son prácticas totalitarias. Siguiendo la famosa obra de Edward Corwin Total War and the Constitution referida al impacto de la segunda guerra sobre el ordenamiento constitucional estadounidense, analiza Wolin los dos imaginarios de aquel: a) el imaginario del poder y b) el imaginario de la Constitución que, lógicamente, son excluyentes. Hace luego un repaso canónico de la historia de los EEUU desde el New Deal. Éste aumentó mucho los poderes de la presidencia pero no chocó con la Constitución. Esto empezó a cambiar con el fin de la guerra, con Truman, la guerra fría, la manía de la "seguridad nacional" y el macartismo. El totalitarismo invertido no tiene fecha de nacimiento ni referencia única como Mein Kampf sino que es un conjunto de prácticas de la presidencia que van abriéndose paso poco a poco (p. 75).
Comparar a Bush con Hitler puede parecer exagerado pero no lo es. Asistimos hoy a un ascenso de un estatismo especial que es hostil al gasto social pero quiere intervenir en todas las relaciones sociales, en las personales, en las sexuales, en los matrimonios o en las decisiones particulares sobre la vida o la muerte (p. 82) que es claro síntoma de totalitarismo. El totalitarismo invertido dice ser lo contrario de lo que es mientras que la democracia dirigida se centra en contener la democracia electoral y es hostil a toda democracia social que vaya más allá de la alfabetización, la capacitación laboral y lo imprescindible económico (p. 85). La doctrina del Lebensraum nazi es muy parecida a la de la guerra preventiva de Bush. Los EEUU tienen la tasa de encarcelamiento más alta del mundo en un sistema penitenciario embrutecedor en buena medida privatizado y poblado básicamente por afroamericanos (p. 97). Los grupos de interés son todopoderosos, al extremo de que cabe hablar de un gobierno "clientelista" (p. 99). Los EEUU constituyen lo que el autor llama un "Superpoder" que implica la conjunción de una tecnologia del poder totalizadora y una ideología concomitante que estimule las aspiraciones al dominio mundial (p. 103).
El presidente Bush montó una invasión no provocada de un país, exigió el apoyo de sus aliados y proclamó el derecho de los EEUU a no respetar los tratados internacionales (p. 118). Y la única protesta en contra de esta guerra no vino de los otros poderes del estado ni de los partidos sino que vino, y débil, de la calle. Tomando pie en Hobbes y Tocqueville concluye Wolin que este poder total, excesivo, es imposible sin el apoyo de una ciudadanía cómplice que firme el pacto y lo consienta (p. 126). La justificación de estos excesos se dio en función del famoso documento National Security Strategy que los neocons dieron a conocer apenas llegados al poder y que colgaron de inmediato en internet: un relato mítico y maniqueo de lucha del bien contra el mal, de la "lucha contra el terrorismo" que ha de justificarlo todo. Concluye Wolin, sin embargo, que el Superpoder acabó fracasando en el Irak puesto que ahora hay más terrorismo que antes y se ha revelado como lo que es, como un poder ilegítimo cuya ilegitimidad se fraguó en el episodio bochornoso del recuento de votos en Florida en las presidenciales de 2000, que se resolvió con una especie de golpe judicial que adjudicó la presidencia al señor Bush quien, en realidad, había perdido las elecciones (p. 142). Ese es el punto crucial del totalitarismo invertido, esto es, lo que en teoría política conocemos con "ilegitimidad de origen" a la que se añade luego la de ejercicio. La verdad es que no puedo estar más de acuerdo en el diagnóstico sobre la era Bush: ocho años de gobierno ilegítimo que no ha hecho más que atrocidades. Lo interesante del libro de Wolin es que fundamenta a satisfacción este duro juicio.
El Superpoder es un poder no basado en el mandato constitucional y que excede la habilidad política y la sensibilidad moral de los gobernantes (p. 148). Su condición es el debilitamiento y la irrelevancia de la democracia. Nadie, ni los poderes del Estado, ni los partidos, ni la gente en la calle se opuso al golpe de Estado de Florida y así se inició el gobierno neocon en los EEUU. De inmediato comenzaron las grandes rebajas de impuestos a los ricos que, entre otras cosas, quieren empobrecer al Estado para que no haya dinero para los programas sociales. En paralelo se agita el fantasma de la quiebra de la seguridad social con el fin de privatizarla y llevarla a la bolsa (p. 161). Se observará que el discurso neocon es igual en todas partes, en los EEUU o en España, ya que esas son asimismo las pretensiones del gobernador del Banco de España. La "guerra al terrorismo" es la justificación del estado de excepción permanente del totalitarismo invertido (p. 165).
En los EEUU, como se sabe, hay una mayoría de personas religiosas y son muy importantes los fundamentalistas evangélicos. La línea común a este pensamiento ultrarreaccionario, en el que destaca el patrono neocon Leo Strauss es el arcaísmo, esto es, la pretensión de atenerse al sentido literal de la Constitución de 1789, entendida como una contrapartida de la Biblia. En síntesis el arcaísmo como idelogía neocon aúna la lucha contra el tamaño del Estado (de la época de Reagan) con un destronamiento de la ciencia (que permite predicar supersticiones como el creacionismo) y se opone a las prácticas mayoritarias de la democracia (p. 187).
El Superpoder no es otra cosa que la conjunción entre el Imperio y el reinado de la Corporación (las empresas). La privatización es parte esencial de la democracia dirigida (p. 196). Las elecciones son un arraigado sistema de sobornos y corrupción que no precisa de la violencia física. Y la época es la del predominio gerencial. Sostiene Wolin y lo considero profético que no es infrecuente que los gerentes se enriquezcan llevando a la ruina a sus empresas (p. 208). Conviene no obstante recordar que esta democracia dirigida echa sus raices en la intensa desconfianza que los artífices de la Constitución sentían hacia la democracia.
Esa práctica del Partido Republicano que muchos autores han señalado de acumular déficit astronómicos tiene como finalidad, según Wolin, que futuros gobiernos socialdemócratas no puedan realizar programas sociales (p. 224). A su vez, este predominio neocon descansa sobre una deliberada estrategia en materia de lucha por la ideas: las privatizaciones tratan de privilegiar a las instituciones educativas privadas para fabricar élites que además pueblen unos Think tanks que sirvan para legitimar la política neocon (p. 234). Somete aquí el autor a crítica muy dura a Leo Strauss, del que resalta sus concomitancias nazis y a Samuel P. Huntington, frecuente figurante en Palinuro. Lo que Wolin le reprocha es la obsesión del autor de La tercera ola por la identidad nacional de los EEUU que implica, entre otras cosas una actitud agresiva hacia todo multiculturalismo y lo que considera el peligro de la inmigración. Todo ello temas preferidos de los neocons.
Este predominio neocon tiene unas manifestaciones evidentes en política interior de los EEUU. El Partido Republicano no es meramente conservador, como asegura, sino oligárquico y su interés es conservar las desigualdades y los privilegios (p. 267) Y la búsqueda del dominio republicano permanente está basada en unas medidas de manual: gastos militares, subsidios a corporaciones globalizadoras, déficit crecientes, desmantelamiento de los programas sociales y de protección del medio ambiente, eliminación de las garantías procesales, corrupción, lobbismo (p. 275) El recetario de la derecha allí donde gobierna. Se espera que el "ciudadano patriótico" apoye a los militares, que los inmigrantes (que son los nuevos metecos) no se hagan mucho de notar y que el Partido Demócrata se resigne a ser una "falsa oposición" que trata de cortejar a los "indecisos" mientras se resigna a la desaparición de la vieja política social al estilo del siglo XX, como el New Deal, elFair Deal y la Great Society (p. 287). A la vista de este diagnóstico será interesante estudiar lo que haga el señor Obama.
Con el cuento de la "guerra al terrorismo" se coordinan todas las agencias oficiales relevantes, es decir una especie de Gleichschaltung (p. 302) y se produce un control del espacio público mientras los intelectuales conservadores atacan el espíritu de los años sesenta entre vacilaciones de los liberales y en el que aquellos ven el origen de todos los males de hoy en especial debido al "relativismo" y la "falta de disciplina" (p. 314), un discurso que repiten como loros el Papa, el señor sarkozy y el señor Aznar entre otros. Sobre todo eso del relativismo lo llevan muy mal los partidarios del absolutismo mental. Según Wolin el éxito de la política neocon se basa en la conjunción de elementos progresistas como la ciencia, la tecnología y el capital de riesgo y retrógrados, como el fundamentalismo, el creacionismo, el originalismo, etc (p. 315) No estoy muy seguro de que el concepto de ciencia que aquí se maneja sea de universal aceptación, pero este reparo afecta poco a la salud del argumento. Remacha el autor su idea de que los EEUU no nacieron como una democracia sino como una sociedad en lucha en contra de la democracia (p. 319), cosa que se hizo a lo largo de la famosa teoría de Frederick Jackson Turner acerca de la "frontera". Los EEUU son una sociedad de "Frontera" y encuentro brillante en el libro de Wolin que éste sostenga que la frontera actual es internet (p. 325). Todo lo cual desemboca en estos poderes especiales que el Presidente se arroga en el marco del totalitarismo invertido (p. 330).
Es característico de los neocons promover el miedo general en nuestras sociedades; miedo al terrorismo, a perder el puesto de trabajo, a perder la jubilación (p. 334). Es aquí en donde encaja una observación de gran interés que hace el autor en una nota a pie de la página 85, cuando recuerda que los neocons, especialmente el señor David Horowitz, piden que se acabe por ley con la seguridad en el empleo (tenure) de los profesores universitarios. Efectivamente, los neocons saben bien que el miedo y la incertidumbre doblegan los carateres y si nadie tuviera seguridad en el empleo en la sociedad habría mucho menos crítica y la gente sería mucho más sumisa. El Imperio quiere ciudadanos patrióticos y sumisos (p. 335).
Al día de hoy está en juego una elección entre el Superpoder y la democracia. La democracia requiere la verdad (porque es comunicativa) mientras que el Superpoder está basado en la mentira que el autor define como "la tergiversación deliberada de la realidad y su reemplazo por una "realidad" construida" (p. 364). Supongo que todo el mundo se acuerda aquí de la mentira del Gobierno del señor Aznar a raíz del 11-M. Hay a continuación unas brillantes reflexiones sobre el mito de la caverna de Platón y el debate de los levellers en la Inglaterra del siglo XVII a raíz de los "cercamientos de tierras" para concluir que los fundamentos mismos del sistema que ha venido criticando son: "El rol político del poder corporativo, la corrupción de los procesos políticos y representativos por parte de la industria del lobby, la expansión del poder ejecutivo a expensas de los controles constitucionales y la degradación del diálogo político que promueven los medios." (p. 397). Entiendo que esta descripción encaja perfectamente en la España de la derecha.
Wollin no es un hombre optimista de forma que el antídoto que propone a esta situación es modesto, no parece muy ambicioso y no creo que sea practicable salvo en las pequeñas comunidades de la Nueva Inglaterra. Sostiene el autor que el "pueblo" debe operar un cambio en su esencia, que se desprenda de su pasividad política y se convierta en un "demos", pero no en un demos nacional, que no es posible, sino en una ciudadanía democrática y un demos de raíz local, el único lugar en que es practicable la democracia, en el orden provinciano en el que hay espíritu cívico (pp. 400/401). La acción política de resistencia a Superpoder es la pequeña escala, auxiliada con una contraelite de funcionarios públicos cívicos como los que ya están dándose con las ONGs (p. 403).
El libro de Wolin es una requisitoria contundente (y convincente) en contra de la deriva totalitaria de los Estados Unidos y su ausencia de democracia, una crítica hecha desde dentro y mucho más radical que las que se pueden leer desde fuera. Tengo la impresión de que el autor minusvalora la potencialidad regeneradora de la democracia que hay en la sociedad estadounidense y de que la elección del señor Obama ha sido una muestra. Pero eso es algo que el tiempo dirimirá.

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